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Cartas a Romeo.

``` —Solo bastó con romper una regla que no se suponía que debía —Él era el chico malo con tatuajes. Ella era la chica buena con gafas, y ella era suya. —Cuando Julianne Winters decide mudarse al dormitorio de la prestigiosa Universidad, ella tiene todo planeado para poder terminar su graduación y dejar el lugar. Pero su plan comienza a incendiarse desde el momento en que la mirada de Roman Moltenore de último año se posa en ella. Y su apariencia no grita nada más que PROBLEMAS. —¿Qué reglas? —preguntó Julianne con el ceño fruncido mientras leía la página. Estaba segura de que no había visto ninguna regla del campus mencionada en su sitio web. # 4. Prohibido usar teléfonos móviles. # 12. Los estudiantes no deben deambular fuera del campus después de las once de la noche. Cuanto más leía, más extraño resultaba ser. Su amiga pasó la página y luego señaló la última regla # 29. Escucha a Roman Moltenore. —Esto está inventado. Mira, la última incluso está escrita a lápiz —Julianne no podía creer que su amiga del dormitorio de al lado pensara que caería en eso. ¿Y sin teléfono? —Es importante que cumplas con todas las reglas. Especialmente con la número veintinueve —dijo la chica con tono serio—. Recuerda no involucrarte con Roman. Si llegas a verlo, corre en la dirección opuesta. Hay una razón por la que está escrita aquí. Con las reglas del campus, ella recurre a enviar cartas manuscritas a su tío. ¡Pero quién iba a saber que terminarían en manos de alguien más! ```

ash_knight17 · Fantasi
Peringkat tidak cukup
332 Chs

No todo es como parece

—¿Por qué no les dijiste lo que realmente soy? —la cuestionó. Sus brillantes ojos verdes clavados en los negros de ella.

Le tomó un momento a Melanie plantarse firme, y respondió:

—Salvaste mi vida, y te la devolví salvando la tuya. No fue nada más ni nada menos que eso.

—Entonces querías pagar tu deuda. ¿Te resultaba insoportable saber que un vampiro te había salvado? —continuó con las preguntas Simón.

—¿Qué haces aquí? —lo cuestionó de vuelta.

—Vine a ver cómo estás. Parecía que huiste de tu casa como un pequeño conejito, y pensé que era mejor venir y ver si querías compartir las cosas recientes que has descubierto. ¿No es por eso que estás aquí? —sus ojos se quemaron en los de ella, la sutil sonrisa en sus labios apenas cambió ni por un segundo. Era como si la hubiera practicado durante años, y en este momento, Melanie solo podía decir que Simón había tenido más que suficiente tiempo para practicarla.

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