webnovel

Nuevo Dios en la ciudad.

Deo POV:

De las dos opciones que me quedaban, una era la lógica, que es la de salir huyendo al ver que tus enemigos te están masacrando.

Pero en ese caso, se habría hecho sonar la señal de retirada o al menos los desviantes habrían intentado huir, pero este no era el caso.

Los desviantes estaban luchando hasta el final, por lo que me quedaba la cuestión de porque un general mandaría a sus soldados a morir cuando no tienen nada que ganar o defender a muerte.

Y ahí es cuando me salió la respuesta, está recabando toda la información que puede del enemigo que le está masacrando para intentar localizar alguna debilidad.

Una vez deduje el posible motivo del porque el dragón no había aparecido, me quedaba la última cuestión. ¿Desde donde está viendo la batalla para recabar información?

Desde el único lugar al que no he podido mandar a mis sombras. El cielo.

Puse toda mi atención en el cielo, todos mis sentidos trabajando al máximo, intentando ver la mínima pista de que no estaba equivocado.

Y tras unos breves segundos, sobre una nube que le hacía de tapadera, se encontraba un dragón.

"Impresionante."

No pude evitar que esas palabras salieran de mi boca, ya que, aunque había visto películas y series antes donde este tipo de criaturas aparecían. Verlo en persona era otra experiencia completamente diferente.

Cogí mi guadaña, que ahora que lo pienso, debería ponerle un nombre y use uno de los movimientos que había aprendido.

Le puse bastante energía y la lance con todas mis fuerzas mientras iba rotando sobre si misma mientras. Gracias a la gran velocidad con la que la había lanzado, para mucho de los espartanos detrás de mí, solo veían un círculo negro que desapareció en la oscuridad del cielo nocturno.

Podía sentir la confusión de varios de ellos, hasta que de repente sonó un enorme rugido incomparable con el escuchado con anterioridad.

Mucho de los hombres que no eran oficialmente espartanos, cayeron al suelo del miedo, incluso los más débiles entre ellos, se desmayaron.

'El famoso miedo del dragón'

Era una habilidad muy mencionada cuando aparecía cualquier mención de un dragón en mi antigua vida.

Una habilidad que solo con estar en presencia de este ser mitológico, no podrás controlas tu miedo.

'Interesante'

Desafortunadamente para él, soy su caunter perfecto. Ya que mi ejercito es inmune a su habilidad.

Tras unos breves segundos, una pequeña sombra empezó a descender hacia el suelo. Conforme iba descendiendo, más grande se iba haciendo esta sombra.

Hasta que por fin se estrelló contra el suelo. Produciendo un gran estruendo y levantando una tormenta de tierra.

"Dioses tened piedad de nosotros"

Pude ver que muchos de los humanos detrás de mi eran incapaces de pensar con racionalidad y solo podían temblar. Incluso alguno de ellos se encontraba rezando.

"No os preocupéis humanos, porque yo estoy aquí"

Dije una frase que siempre quise haber dicho en mi antigua vida.

Aunque para todos los humanos era imposible ver debido a la gran cantidad de tierra tapando su visión, yo podía ver y sentir perfectamente, como el dragón se iba levantando.

Así que, levantándome de mi trono, fui andando tranquilamente hacia el dragón que también se encontraba mirándome.

"¿Quién eres tú?"

"¿Yo? Nadie importante, solo el que ha destruido todo tu ejército, y ahora va a destruirte a ti"

Pude ver como mi frase había alterado levemente al dragón, que tras unos breves segundos, volvió a preguntarme.

"¿Por qué estas ayudando a estos humanos? ¿Por qué has tenido que intervenir? No recuerdo haberte causado ningún inconveniente para que me ataques."

"Son buenas preguntas, sin embargo, ¿porque debería respondértelas? No estamos a un nivel de iguales para que tenga que responder a tus estúpidas preguntas."

"¿Acaso crees que me has ganado? Según he podido observar, eres un invocador, y sin tu ejército no eres nada."

"¿Ehhhh? ¿Acaso piensas eso? Eres más idiota de lo que pensé."

Parece ser que el dragón pensó que había dado en el clavo, ya que, tras escuchar mi respuesta, parecía que le salía una sonrisa.

No sé si así es como se ve una sonrisa de un dragón, ya que nunca he visto a uno sonreír. Pero era muy desagradable la expresión que su cara tenía ahora mismo.

"¿Quién eres tú para hablar así a nuestro señor?"

Fue Nag quien respondió en mi lugar.

"¿Ya habéis terminado?"

"Así es mi señor"

Esta vez fue Ruby quien me respondió. Y tras ella, aparecieron mis demás generales.

Parece que, tras esta gran batalla, todos mis soldados están preparados para evolucionar. Incluyendo mis generales.

Y esta vez, parece que será otra gran evolución.

Volví a mirar al dragón para ver como su rostro pasaba de contener una sonrisa, a una expresión de horror.

"Parece que tu ejército no era tanto como lo hacías parecer."

El dragón me miro, pero no pudo responder, ya que habría la boca, pero no le salían palabras, parecía que estaba usando todas sus neuronas para intentar pensar la mejor manera para salir de aquí con vida.

"Te he hecho una pregunta estúpida lagartija, ¿quién eres tú para hablar así a nuestro señor?"

De nuevo, Nag no obtuvo respuesta.

Pude ver cómo le salían engranajes en la cabeza del dragón para pensar a toda su capacidad.

Tras ver que no iba a obtener respuesta, Nag se enfadó aún más y me miro esperando mis órdenes.

Pero aún no era el momento. Como les había dicho antes, tenían que aniquilar a todos los enemigos. Pero nunca había dicho que tenía que ser una muerte rápida.

El dragón es incapaz de volar debido a que tiene un ala menos y se encuentras sin ejército y rodeado por el ejército enemigo.

Tiene que estar entrando en lo que muchos llaman un pozo sin vacío. Está entrando en la desesperación.

Quiero ver como la desesperación le corroe por dentro. Y ya cuando no haya nada más que pueda corroer, solo en ese momento será cuando termine con su vida.

Tras unos minutos en los que solo hubo silencio, el dragón pareció tomar una decisión, que era por supuesto la más obvia y cliché.

Atacar al general para que mi ejército entrase en confusión y pueda escapar.

No obstante, no contaba con que, gracias a su ejército, me había hecho más fuerte que nunca. Podía sentir como mi cuerpo y mis músculos se llenaban de energía.

Nunca me había sentido así, y tenía demasiadas ganas de ver, como de fuerte soy.

Viendo como el dragón venía a por mí a una velocidad que para muchos era casi imposible de ver. Yo podía observar perfectamente cada movimiento y posición del dragón.

Devolviendo mi guadaña a mi sombra, cargué mi puño y lo envolví con una pequeña capa de sombras.

Cuando vi que el dragón se encontraba ya a rango de mi ataque, procedí a darle un gancho sobre su mandíbula.

Tengo que admitir que nunca espere, que mi aumento de poder hubiese sido tanto, ya que cuando mi puño entro en contacto con la mandíbula del dragón, hubo una explosión sónica.

Y el dragón salió volando a una enorme velocidad hacia el cielo.

Desgraciadamente, no creo que el dragón haya sobrevivido al puñetazo, ya que la cantidad de sangre que salió cuando sonó la explosión sónica, era demasiada para que cualquier ser vivo pudiese sobrevivir.

"Mi señor, este oponente no era digno de usted, la próxima vez déjenoslo a nosotros."

Me salió una pequeña risa seca, al darme cuenta de que en la actualidad no había muchos enemigos que pudiesen hacerme frente, y aun menos con mi ejercito por delante.

Pero no es el momento de estar complacido con mi poder, en el futuro habrá muchos enemigos que están en lo alto del universo.

No pude evitar mirarme el puño mientras lo apretaba, para recordarme que aún no soy lo suficientemente poderoso para poder considerarme en lo alto de la pirámide.

"Ya veremos Nag, primero de todo tenemos que terminar esta batalla."

Por fin se pudo ver de nuevo al dragón o lo que quedaba de él cayendo del cielo.

Y como con anterioridad, una vez el cadáver toco el suelo. Hubo otro estruendo y otra tormenta de tierra.

"Bolt, haz algo con la tormenta."

A lo que Bolt, usando su afinidad con el viento, hizo unos pequeños tornados que iban absorbiendo la tierra de los alrededores a gran velocidad.

"Buen trabajo."

Sin esperar nada más, me acerque al dragón, para ver que como era de esperar, se encontraba sin vida.

"Tch"

No pude evitar chasquear la lengua al ver que no pude ver su expresión de desolación y desesperación.

"Pero no te vas a librar tan pronto."

"Arise"

Y de nuevo, se pudo ver la escena que tantas veces había visto ya.

Solo que esta vez, la intensidad era muchos niveles superiores a lo que antes había visto.

Debe ser por el poder que tenía ya el dragón.

Ya que esta es la primera vez que invocaba a una sombra tan poderosa.

"Gracias por darme esta oportunidad mi señor."

"Con que puedes hablar desde el principio."

Delante de mí, se encontraba un dragón en plena forma, con una altura de aproximadamente 5 metros.

"A partir de ahora, te llamaras Shenlong"

No voy a mentir, estuve tentado a llamarlo Charizard, pero siempre fui muy fan de Dragon Ball en mi antigua vida.

"Muchas gracias por el nombre mi señor."

Ahora toca la parte dos de esta situación.

Mientras pensaba esto, me di la vuelta para ver una vez más, a los miles de espartanos que se encontraban mirándome.

Parece ser que todos pensaron lo mismo al ver cómo me giraba a verlos y sin que nadie dijese nada, todos procedieron a arrodillarse.

Convoqué de nuevo el trono de sombras, y estuve pensando claramente que decir.

Estoy seguro de que habrá mucha que habrá escuchado los ruidos de la batalla.

"Como ha dicho antes mi general, soy Osiris, Dios de la muerte. Me he presentado en esta batalla por varios motivos. Pero, sobre todo, porque no era vuestro momento de que esta ciudad pereciese con sus habitantes."

"Como podréis haber visto, este mundo tiene muchos peligros que desconocéis y es por eso por lo que esta ocasión he decidido intervenir. Pero ya que estoy aquí hablando, voy a decir que es lo que pienso de vuestras formas de vivir. Y como debéis cambiarlas si es que queréis tener mi favor. Lo primero de todo, es vuestra forma de ver las vidas de los demás. Entiendo vuestra ideología de pensar que el ganador reina sobre el perdedor. Y es cierto, pero hay algo que como Dios de la muerte no puedo permitir ver. Y son vidas inocentes siendo esclavizadas y torturadas sin motivo aparente. Así que aquí va mi primer mandamiento, la esclavitud queda prohibida a todas las personas inocentes. Si veo en algún momento que alguna persona inocente es esclavizada. Habréis perdido mi favor y mi protección. No obstante, si pensáis que os protegeré de todo, estáis equivocados. Solo entrare en acción cuando piense que es una batalla que no estáis preparados para afrontar debido a que el enemigo es algo inhumano."

"De momento, solo diré este mandamiento, pero si veo que es necesario implementar otro, tendréis noticias mías. Otra cosa que añadir, es que no solo soy yo quien va a protegeros y daros mi bendición. Os presento a mis generales, Nag Dios del veneno, Ruby Diosa del rayo, Bolt Dios del viento, Udyr Dios de la naturaleza, Pumba Dios de la tierra y, por último, Shenlong Dios del fuego."

Pude escuchar muchos murmullos tras escuchar mi presentación de mis generales. Sabía que ya había Dioses en los que creían los espartanos e incluso algunos coincidían con el futuro imperio griego que sería creado en el siglo XII, pero eso no me importaba en el momento. Ya que los Dioses principales de los espartanos eran Atenea y Ares.

"No obstante, quiero que sepáis que siempre os estaré observando, y antes de entrar en batalla pude ver la determinación de muchos de vosotros, pero sobre todo me ha llamado la atención uno de vosotros. Demostrando una valentía digna incluso de los Dioses. Así que Deacon, acércate a mí."

De nuevo, muchos susurros y murmullos se escucharon de los miles de espartanos que se encontraban enfrente de mí.

Pude ver como Deacon se sorprendió y tras salir de su pequeño estado de shock, procedió a levantarse, llevándose todas las miradas de los espartanos.

Lentamente se acercó hasta encontrarse frente a mí, y de nuevo se arrodillo.

"Levántate Deacon, como he dicho antes, has demostrado una valentía digna incluso de los Dioses, poniendo tu vida en juego para proteger a tu familia y tu hogar. Sin que ningún pensamiento de huida pasase por tu cabeza. He de admitir que estoy impresionado. Y es por eso por lo que te voy a hacer mi elegido."

Pude ver la cara de sorpresa de Deacon y la de todos los espartanos a su espalda. Incluso, como era de esperar, habían miradas de envidia.

"Lo he decidió con mis generales que también se sienten impresionados con tu valentía demostrada en el campo de batalla."

Mientras decía mi frase, procedí a acercarme a Deacon hasta encontrarme cara a cara con él.

"Así que Deacon, yo Osiris, Dios de la muerte, te doy parte de mi poder y te hago mi elegido. Usa bien tus nuevos poderes y fuerza."

Tras terminar mi frase, puse un dedo sobre la frente de Deacon y le pase parte de mi fuerza, y la habilidad de absorber parte de la fuerza de los enemigos que derrote y la de poder moldear su sombra.

Por supuesto, al igual que mis sombras, cada vez que Deacon matase a un enemigo, yo también recibiría parte de su fuerza.

Tras terminar de pasarle todo lo que mencione, un capullo negro procedió a envolver a Deacon. Tras ver eso, di también la orden a mis soldados de que, evolucionándose, llenándose así todo el campo de capullos negros.

"A todos los demás, si seguís vuestras convicciones, demostrando algo que os haga sobresalir del resto, también podréis recibir mi bendición así que nunca lo olvidéis. Siempre estaré observando. Aunque he terminado por hablar hoy, mañana me apareceré en la plaza principal para daros una sorpresa a toda Esparta. Así que ya podéis volver."

Y tras decir eso, procedí a usar Exchange con todos ellos devolviéndolos al centro de la ciudad.

Sabía que la historia de Esparta iba a cambiar, pero ¿y qué?

Un nuevo Dios había llegado a la ciudad, y muchas cosas iban a cambiar.