ALEX
Otro día más despertando al lado del amor de mi vida. Al final entre Carlos y Marcos lograron convencerla para que saliéramos a dar una vuelta, no es que me importase el que no quisiese salir conmigo, básicamente porque estábamos todo el día juntos, sino que sé que adoraba a Ana, y a pesar de que no lo decía, estoy más que seguro que no quería decepcionarla como madre, cosa que era una tontería porque lo estaba haciendo de maravilla.
Me desperté temprano y hoy había quedado con Carlota para decirle mi idea de la sorpresa para Gabriela, se lo iba a decir a ella porque es la que mejor sabría lo que pensaría Gabriela aparte de Marcos, pero ella no le contaría nada a Gabriela, era algo bueno de ella, porque estoy más que seguro que si le contara a Marcos la idea que estaba rondando por mi cabeza, se lo acabaría diciendo sin querer.
Me quedé mirando para ella mientras dormía, porque era el momento que se podría decir que estaba más tranquila, y eso era lo que quería, al fin y al cabo. Fue en ese momento en el que noté que empezaba a despertarse y se acercó a mí haciendo que automáticamente la abrazara.
-Hola hermosa, buenos días.
-Yo no debería ni hablarte.
- ¿Y eso? ¿Qué hice esta vez?
- ¿Por qué no me dijiste que sabías que hacían apuestas sobre nuestra relación? Y no me digas que no tenías ni idea de la última que hicieron porque sé que lo sabías.
-De verdad te digo que no lo sabía hermosa.
-No me mientas, porque sabes que no puedes hacerlo.
Más verdad que esa no podía haber, se puede decir que me había enterado de esa apuesta por casualidad y la verdad no es que me molestara, solo se me presentó la imagen de cómo reaccionaría Gabriela al enterarse, y estaba claro que no la iba a detener. Ella me miró directamente con una sonrisa, lo que hace que la mía crezca hasta casi no cogerme en el rostro.
-Vale, tú ganas, si lo sabía.
- ¿Y por qué no me lo dijiste antes?
-Porque no lo veía necesario, además que sabía cómo ibas a reaccionar, no quería que los mataras en cuanto te enterases.
-Estoy a tiempo, de no haber tenido ayer en brazos a Ana te aseguro que los hubiera matado, eso incluyéndote.
-Pero me amas.
-Eso no quitaría el que no me lo contaras.
-No te enfades hermosa, al final te has enterado ¿no?
-Porque se le escapó a Marcos sino no me enteraría en la vida.
-No quería que te enfadaras con todos.
-No me enfadaría, solo me enfurruñaría, pero no me enfadaría.
-Pues no le demos más vueltas al tema, me gustaría poder besar a mí novia para darle los buenos días.
-Pues estoy más que segura que tu novia se lo pensará seriamente antes de que se lo des.
- ¿Y eso?
-Por ocultarle cosas como la apuesta de sus mejores amigos.
- ¿Y qué tengo que hacer para que me perdone?
-Hmmm, pues no sé, lo que mejor se te da.
- ¿Y eso es…?
-Lo sabes de sobra.
-Claro que lo sé.
Dejé mis manos en su cintura y empecé a besarla. Pude notar como sonreía y me hizo más que feliz, más que nada porque ella lo era. Gabriela se acabó por ponerse sobre mi regazo y se separó para que pudiéramos respirar, pero dejando nuestras frentes unidas.
-Te amo hermosa, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
-Yo también te amo, pero tengo que irme, Ana se despertará dentro de un rato y íbamos a ir a ver unas cosas en la galería, si quieres puedes venir.
-Me encantaría estar allí hermosa, pero tengo que arreglar unas cosas. Luego si me da tiempo te prometo que iré allí.
-No es necesario, tómate tú tiempo, pero ahora me voy a duchar, no quiero que Ana se enfade.
-Está bien, mientras yo te haré el desayuno.
-No es necesario, puedo desayunar en la casa de Marcos.
-No me fio de que lo hagas, por lo que quiero ver cómo desayunas.
-Que poca confianza me tienes amor.
-No, yo confío plenamente en ti mi reina, pero me da la impresión de que no estás comiendo lo suficiente, asique me aseguraré yo mismo de que lo hagas.
-Cómo quieras, pero me voy a duchar. Nos vemos dentro de un rato, te amo.
-Yo más.
Nos dimos un beso y mientras ella se fue hacia el baño para darse una ducha, yo bajé para hacer el desayuno, que para que mentir, seguía sin dárseme demasiado bien. Cuando bajó desayunamos y estuvimos hablando por un rato hasta que se fue a casa de los chicos a por Ana, nos despedimos y en cuanto salió por la puerta, me fui a vestir y cogí el móvil para avisar a Carlota de donde quedaríamos.
Tardé una hora en llegar, pero para mi suerte Carlota aún no había llegado, pero no tardó demasiado que digamos, nos sentamos en la mesa y pedimos un café.
-Bueno, ¿y que eso tan importante que tienes que hablar conmigo?
-Quiero darle una sorpresa a Gabriela, creo que eso la ayudará un poco después de todo por lo que está pasando.
-Y no lo dudo, pero te recuerdo que no le gustan las sorpresas.
-Lo sé, pero quiero hacerlo igualmente, y tú la conoces, me podrás ayudar.
-Igual para eso necesitas a Marcos, la conoce algo más que yo.
-Tú la conoces muy bien y sé que a ti no se te escapará en cuanto te cuente mi plan.
-Cierto, entonces me imagino que tienes un plan ¿no?
-Sí, pero no estoy tan seguro de cómo reaccionará.
-No creo que sea tan malo para que reaccione mal.
-Para mí no lo es, pero la última vez que hablamos del tema me dejó muy clara su posición.
-Ahora me tienes intrigada.
Estuvimos hablando por una hora y medio, y en cuanto le dije lo que estaba planeando hacer se emocionó tanto que hizo que todas las personas que estaban en la cafetería se girasen para ver en nuestra dirección. Me estuvo diciendo cosas que podría hacer y que a Gabriela le gustase.
-Estoy segura de que le encantará lo que quieres hacer, solo nos falta saber cómo va a reaccionar.
-Eso es lo peor creo yo.
-No, yo estoy segura de que le gustará.
-Pero dejó bien claro que no quería.
-Tampoco creía en el amor luego de todo lo que pasó entre vosotros y mírala ahora, está feliz y muy enamorada. Estoy segura de que eso puede cambiar también, te adora y ama más que a nada en el mundo.
-Pero…
-Pero nada, mira, si te quedas tranquilo, puedo hablar con ella.
-No quiero que sospeche nada Carlota.
-Y no lo hará, de verdad, pero es la única manera en la que quedarás tranquilo.
-Yo estaré tranquilo si ella es feliz, eso es lo único que me importa.
-Lo sé.
-Pues ya está, no te preocupes. Cuando sepa algo te lo diré y si se me ocurre algo también.
-Gracias por ayudarme Carlota.
-Es lo menos que puedo hacer, solo te digo algo que te digo siempre, como le vuelvas a hacer daño a Gabriela, te juro que te mataré, y no podrás escapar porque te seguiré a donde vayas.
-Me quedó claro, no te preocupes, además, no soy capaz de hacerle nada malo, la amo más que nada en el mundo.
-Lo sé, pero no está de más recordarlo de vez en cuando.
-Te entiendo, pero ahora me voy que había quedado con Gabriela.
-No te separas de ella ni un segundo ¿no?
-Yo por mí no me separaría nada de ella, pero bueno, tiene que hacer su vida aparte de la mía.
-Estoy completamente segura de que le gustaría pasar todo el tiempo contigo también.
-Tiene a Ana, lo dudo.
-Encontraría la manera de hacer que eso sea posible. Ahora vete, antes de que se dé cuenta de que algo estás tramando.
-En algún momento sospechará, estoy segura.
Con eso nos fuimos cada uno a su casa. Antes de meterme en el coche le mandé un mensaje a Gabriela para decirle que la esperaría en el parque al que íbamos con Ana y luego me dirigí hacia allá.
Cuando llegué no tuve que esperar demasiado por ellas, porque al perecer habían tardado menos de lo que ella se esperaba. Me levanté y me acerqué a ellas.
-Hola hermosa, ¿Ya tienes todo listo para la presentación?
-Si, pero no me convence del todo.
-Estoy seguro de que quedó perfecto y que le encantará a todo el mundo.
-No me pudo creer que sea mañana ya.
-Oye, no te pongas nerviosa, lo harás genial.
-No lo creo, estaré tan nerviosa que no me saldrán las palabras.
-Yo estaré contigo y haré todo lo que esté en mi mano para que estés tranquila. Si es necesario hasta puedo hablar yo por ti.
- ¿Harías eso por mí?
- Claro que sí, eso y mucho más.
-Gracias, te amo mi vida.
-Yo también, pero haber pequeñaja, que es lo que te apetece hacer.
-Jugar al escondite.
-Pues eso es lo que vamos a hacer.
Estuvimos jugando por un par de horas, y la verdad es que me la pasé bien. Luego de que Ana se cansase nos fuimos a mi casa ya que ella quería saber cómo era mi casa y en algún momento lo tendría que saber ya que en caso de que Gabriela viniese a vivir conmigo, ella también lo haría, no se separaría de ella y claro está que yo no lo permitiría por nada del mundo, esa niña había conseguido que me encariñase con ella tan rápido que no me lo podía creer.
Cuando llegamos entramos en la casa, nos fuimos hacia el salón y mientras ellas jugaban allí, yo fui a por un zumo para Ana y algo de comida para que pudiese merendar.
En cuanto cogí todo, me dirigí hacia donde estaban ellas y pude ver cómo Ana estaba prestando atención a algo que le estaba diciendo Gabriela. Ver esa escena hacía que todo en mi interior se moviese. Me encantaba verlas así, parecía que lo de Jack ya no las afectaba como hacía un par de meses y eso era lo que más me alegraba, que se parecían a la niña y la chica que eran antes de que todo eso pasara.
-Bueno Ana, aquí tienes tu merienda, espero que te guste.
- ¿Es cierto que sabes tocar la guitarra?
-Si, ¿Por?
-Quiero escuchar como tocas. Si tocas bien podrías enseñarme.
-Vale, está bien, hacemos un trato.
- ¿Cual?
-Yo te toco algo si tú me enseñas lo que le tocaste el otro día a Gabriela.
-Trato hecho, pero no me traje la guitarra.
-De eso no te preocupes, te presto la mía. Bajo en un momento, voy a buscarla, mientras tu merienda.
-Vale.
-Oye amor, ¿me puedes prestar una sudadera?
-Claro hermosa, ahora te la traigo.
Con eso me dirigí escaleras arriba para ir a por la guitarra, y antes de salir de la habitación cogí la sudadera que Gabriela me había pedido. No sé muy bien por qué siempre que venía a mí casa ponía una sudadera o camiseta mía, que no me quejaba, luego quedaba con su aroma y pasaba a ser mi camiseta favorita, pero no entiendo porque siempre cogía una de mis sudaderas. Se lo tendría que preguntar.
En cuanto llegué a donde estaban ellas le pasé la sudadera a Gabriela que no tardó nada en ponérsela, Ana se sentó en el regazo de Gabriela y yo me senté en el otro lado del sofá para poder bien la cara de Gabriela, porque sería la canción que compuse para ella y me encantaba ver su reacción, no lo podía negar. Cuando terminé pude ver las lágrimas de Gabriela acumulándose en sus ojos, y la verdad es que no sabía si sentir pena por hacerla llorar siempre que tocaba la melodía o sentirme orgulloso de que le gustara. Me acerqué a dónde estaban ellas y le pasé el brazo por los hombros a Gabriela que acaba por dejar su cabeza sobre mi hombro.
-Es tan bonita que hasta hiciste llorar a mamá. Eso no le pasó con la mía.
-La tuya también es hermosa y me encanta. No quiere decir que porque no llorara que no me gustara.
-Entonces ¿Por qué lloras con la de Alex?
-Por lo que me dijo el día que me la tocó.
- ¿Qué le dijiste?
-Que me inspiré en ella para escribir la melodía.
-Ahora le falta la letra.
-Dudo que la vaya a tener, no soy bueno escribiendo letras y mucho menos trabajando.
-Pero quedaría mejor.
-A mí me gusta como está ahora.
-Y eso es lo que me importa a mí. Ahora te toca enseñarme lo que le tocaste tú el otro día a Gabriela.
Mientras ella se preparaba para tocar la melodía, yo me acerqué más a Gabriela y le empecé a pasar la mano por el brazo.
- ¿Estás bien hermosa?
-Si, solo que cuando tocas esa melodía me pones sensible.
-Pues dejaré de tocarla si eso hace que no te pongas sensible.
-Ni se te ocurra porque me encanta, eso solo que no me puedo creer que me ames tanto como para escribir una melodía.
-Pues eso es solo una pequeña muestra de cuanto te quiero hermosa, algún día te mostraré cuanto te quiero de verdad, aunque no sé cómo.
-Estoy más que segura que encontrarás la manera de hacerlo, pero que ya sepas que lo haces, cada día me queda más claro cuánto me amas.
-Pues me tendré que encargar de que eso quede más claro todavía.
-Ya está.
Es en ese momento en el que nos giramos hacia Ana, la cual nos estaba mirando con la guitarra en sus manos.
-Cuando quieras pequeñaja.
Mientras la melodía iba sonando, pude notar como algunas lágrimas se escapaban de los ojos de Gabriela y yo se las iba secando a medida que caían. Cuando Ana terminó de tocar la melodía se acercó a Gabriela y la abrazó. Estuvieron abrazadas un rato hasta Ana se separó para poder observar a Gabriela.
- ¿Mejor?
-Mejor, gracias cariño.
-Oye pequeña, no sé yo quién es el que tiene que enseñar a quién, tu tocas muy bien.
-Gracias, pero me queda mucho por aprender aún.
-Y aprenderás todo, ya verás, serás famosa y todo el mundo cantará tus canciones.
-Eso me gustaría, pero no estoy segura de poderlo conseguir.
-No dudes de eso cariño, estoy más que segura de que lo conseguirás y superarás a esa cantante que tanto te gusta. Tanto le gustarán a ella tus canciones que querrá tener una canción contigo.
- ¿Tú crees?
-No lo creo, estoy más que segura. Solo te tienes que esforzar como lo estás haciendo hasta ahora.
-Lo haré, quiero que ella cante conmigo.
-Lo hará, verás.
Nos unimos en un abrazo grupal y estuvimos hablando por una media hora más o menos hasta que decidimos que era mejor irnos para casa de los chicos para que cenaran y Ana se fuera a dormir, porque al parecer a Gabriela no le gustaba que fuese tarde a dormir, seguía diciendo que sería una gran madre, la madre de nuestros hijos, de eso estoy más que seguro porque nada en este mundo nos lograría separar, y de eso me encargaría yo.