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Voluntad Noble

Al despertar había perdido más que su memoria. Al conocerlo, aquella niña tuvo una esperanza, mientras que él solo seguía la corriente. Él los guiaría a ellos y ellos a él. Sus lamentaciones comenzaron cuando el tiempo se había acabado, entonces buscaron por la luz y fueron respondidos.

Ilustre_El · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
80 Chs

Los Dos Visitantes

Al este de la provincia, se había asentado una nueva comunidad que se ganaba la vida principalmente con la ganadería y agricultura. Estos eran pocos, pero significaba como lentamente los alrededores iban siendo testigos del surgimiento de nuevos poblados.

No obstante, estaban aún bastante millas de distancia de aquel castillo.

Dentro de la olvidada fortaleza, se mantenían aun las elegantes esculturas y decoraciones de las épocas pasadas, pero en un decadente estado. Los jardines, las salas, los pasadizos y demás lugares estaban de la misma forma.

Repentinamente se escuchó el sonido de pisadas dentro del lugar. El eco que se repetía era como si alguien estuviera caminando tranquilamente dentro de las instalaciones.

Ingresando por una de las puertas de la sala principal de aquel castillo, la sombra de una persona se reflejaba en el suelo y paredes. A lo lejos se veía una silueta caminando por el lugar.

Su apariencia era de un joven adulto que vestía un saco largo de color blanco que hacía juego con su cabello que era de un tono similar. Si, era un albino el cual su presencia pulcra contrastaba con el demacrado terreno.

Su rostro portaba una sonrisa, aunque algo triste, pero apacible, y sus ojos azules como un lapislázuli expresaban nostalgia acompañado de un poco de alegría.

- Es triste ver como todo acaba siendo olvidado … y este lugar no es la excepción. - comentó aquel joven mientras observaba aquella gran sala.

El joven siguió caminando sin detenerse; pasó por algunos pasadizos exteriores que a la verdad parecía ser como un paseo que alargaría su estadía.

Subió al segundo piso de aquel castillo y reposó en una ventana. Se quedó por unos minutos observando las afueras, pues las ventanas eran grandes y espaciosas.

- Que agradable vista habrá sido hace cientos de años supongo … ¿Me pregunto si los que vivieron aquí hubieran sido igual de agradables? - comentó en voz alta con un tono un poco sarcástico.

El varón habló como para sí mismo, pues entendía que el lugar estaba abandonado, o eso creía.

Una repentina voz se escuchó a lo largo del lugar como si el eco hubiera recorrido hasta donde el joven de blanco estaba descansando.

- Seguramente no, ya sabes lo que dice la historia, la gran mayoría de ellos solo eran unos bastardos que ajustaban bien la cuerda al cuello de los plebeyos … así podían asegurar bien su lugar por generaciones, ¿no es así? - respondió una voz con un tono confiado con respecto a las cuestiones del joven.

El varón albino observó con detenimiento a la misteriosa persona que ingresaba por el lado contrario a donde él estaba.

Un hombre, tal vez con un par de años mayor que el otro, se presentó ante él.

Portaba un saco largo de color beige, una camisa negra y un pantalón de vestir oscuro. Su aspecto parecía representar a alguien que vivía sin preocupaciones en la vida, pero, a la vez, algo entrometido.

- Oh, ya veo. - contestó el joven de cabellos blancos con un tono indiferente mientras que volteó a seguir mirando por la ventana.

- ¿Así es como saludas a un viejo amigo? … ¿Cuántos años han pasado desde que no nos hemos visto? - de forma cómica y aniñada, agregó a la conversación aquel hombre de saco beige y cabellos ondulados mientras se acercaba.

Aquel amplio pasadizo con grandes columnas donde se habían encontrado estos dos hombres estaba repleto de luz pues portaba con varias ventanas en su muro que daba con el exterior.

Al frente de aquella ventana donde reposaba uno de ellos se encontraba una escalera de elegante diseño con zócalos dorados y alfombras rojas. Parecía ser que el varón de blanco pretendía subir por ahí antes de haberse encontrado con su 'viejo amigo'.

- ¿Amigos? … Por favor, no hables así. Los demás pueden malinterpretarlo. - afirmó desinteresadamente el joven de mirada nostálgica.

- Vamos, Jhosep … estuvimos 300 años juntos y ahora te haces el desentendido. - nuevamente de forma cómica expresó el hombre de mirada relajada mientras fastidiaba con su dedo la cabeza del otro joven que era ligeramente más bajo en altura que él.

- Deja ya el juego, Russel. Te dije que lo pueden malinterpretar. - seguía afirmando con paciencia el joven al que se le refirió con el nombre de Jhosep.

Los dos jóvenes seguían conversando mientras veían el panorama a través de la amplia ventana. Haciendo bromas, recordando cosas del pasado y poniéndose al día.

- Russel … Jhosep … - repentinamente una voz serena se escuchó desde lejos hasta el sitio donde estaban.

Los dos hombres se quedaron pasmados ante la voz que los llamaba.

El sonido de pasos que lentamente se intensificaba era señal de que los dos jóvenes no eran los únicos en aquel castillo. Poco a poco se escuchaba como ese sonido aumentaba y por ende se acercaba a ellos dos.

Pero aquellos varones se cuestionaban de dónde podría venir aquel sonido; es decir, de donde se originaban las pisadas.

A los pocos segundos, los dos visitantes reaccionaron y se dieron cuenta que los sonidos provenían de aquella escalera detrás de ellos. El sonido era casi como si estuviera junto a ellos, el suelo de la escalera mostró la sombra de una persona adulta que bajaba lentamente.

La sensación de su inicial sorpresa cambió a la de un asombro esperanzador, pues parecía que tanto Jhosep como Russel no se pasmaron por escuchar la voz en sí, sino que estaban buscando ver dónde estaba del que provenía el ruido.

Se vislumbró el perfil de aquella sombra. La figura de un varón similar a la edad de aquellos otros dos se mostró desde lo alto del pasadizo escalonado.

Aquel joven que descendía era seguido por cabellos largos y lisos como si fueran de mujer, un rostro bastante hermoso con una serena, pero afilada mirada. Además de que poseía un traje oscuro con un bordado dorado, un ligero chaleco interior con una camisa y pantalón con botas altas oscuras, finalmente tenía puesto sobre todo esto una capa negra un poco desordenada en la parte de su cuello. Todo su aspecto parecía como si fuera el retrato de un aristócrata europeo del antiguo mundo.

Aunque lo que sobresalía más, aun con el notable contraste de su piel clara con respecto de su oscura vestimenta, eran sus ojos que poseían un profundo color carmesí comparable al de una esmeralda.

Los dos testigos de aquel hombre se sorprendieron al reconocer su apariencia. Inmediatamente estos dos se inclinaron para arrodillarse ante él. Y con un saludo solemne se presentaron ante el varón de negro.

- Russel Corvino y Jhosep Argent se presentan ante usted, maestro. - Los dos jóvenes expresaron este saludo conforme al orden en como la voz anterior los había llamado.

El joven de negro se les quedó mirando por unos segundos, mientras que los dos arrodillados no se atrevieron a moverse por ningún motivo.

- Levántense, no hay necesidad de que se arrodillen. - expresó con serenidad aquel varón de largos cabellos.

Siendo así, los dos jóvenes se levantaron lentamente y pusieron su mirada nuevamente ante quien estaba frente a ellos. Aunque podría creerse que sus miradas eran un poco indiferentes entre ellos, ciertamente el ambiente era bastante nostálgico con una pizca de alegría.

Esto se acrecentó más cuando aquel hombre al que se refirieron como maestro comentó. 

- Realmente, me es grato verlos otra vez. - esta oración fue expresada con gran amabilidad y amor fraternal, pues lo que dijo era ciertamente lo que había en el corazón de aquel hombre de negro.

Repentinamente, unas gotas como de agua cayeron al piso; las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de aquellos visitantes quienes trataron rápidamente de limpiarse. El hombre de negro los miró con ternura como si se tratase de un padre viendo a sus hijos.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? - preguntó con algo de tristeza el joven maestro.

Los dos jóvenes quedaron unos segundos en silencio y luego trataron de contestar, pero con cierta incertidumbre.

- Han sido como unos 1200 años. - respondió Jhosep.

- Pero nosotros nos dimos cuenta 50 años después de que realmente usted desapareciera. - agregó Russel.

- Ya veo. - el hombre de capa negra respondió indiferentemente mientras iba saliendo de aquel lugar a las afueras del castillo como si ansiara ver los campos y la naturaleza.

Los otros dos lo siguieron en silencio hasta que salieron al jardín exterior.

El joven maestro volvió a preguntar.

- ¿Hay alguna noticia o algo que deba saber? 

Los dos jóvenes quedaron aun en silencio, pero poco después respondieron.

- En realidad, han pasado varias cosas … como sabe, el mundo exterior siempre ha estado en constantes cambios y, más ahora, la tecnología humana ha avanzado demasiado. - respondió Jhosep.

- Le diremos acerca del panorama actual … pero tal vez nos demoremos un rato. - agregó Russel.

Pasaban las horas y aquel joven comenzaba a asimilar lo que había ocurrido en los cientos de años que había estado ausente. 

Llegada la noche, aquel grupo terminaron su conversación e ingresaron al castillo. En ningún momento aquellos jóvenes preguntaron a su maestro acerca del porqué de su ausencia o alguna otra información que ellos creían personal; ero como si ellos esperaran a que él mismo desee compartirles sobre lo que le sucedió.

Comenzaron a cenar y, aunque no hubiesen almorzado ni desayunado, la cena preparada espontáneamente por aquellos dos visitantes bastó para saciar su hambre.

Durante la cena, Jhosep, habiendo estado un tiempo callado, se atrevió a preguntar, con cierto temor y preocupación, si era en este castillo el lugar donde se había estado hospedando desde hace más de mil años.

Aquel joven maestro quien mostraba una personalidad reservada y callada, y esto lo sabían aún más aquellos dos jóvenes, respondió a los pocos segundos.

- No lo sé con exactitud … pero, lo cierto es que, recién acabo de despertar y fue en este lugar.

- Eso quiere decir que … ¿ha estado durmiendo todo este tiempo? … ¿Durante más de mil años? -opinó, Russel, con sorpresa e incredulidad.

- Mil años … parece ser que hay mucho por ver. - agregó el joven maestro.

Jhosep y Russel entendieron la forma en como su maestro trató de cambiar la conversación; por tanto, no volvieron a preguntar más del asunto.

Terminado de cenar, aquellos dos jóvenes preguntaron que había de hacer ahora su maestro, pues creían conveniente que el joven se fuera a vivir con uno de ellos. 

Sin embargo, para sorpresa de ambos, sus propuestas fueron rechazadas. El joven de negro expresó sus deseos de quedarse en el castillo por un tiempo y que posteriormente iría a la capital donde residía Russel.

Los dos hombres entendieron y no objetaron los deseos de su maestro, y prosiguieron a despedirse de él.

Eran ya cerca de las 8 de la noche cuando aquel par, y sin ninguna preocupación por su seguridad, retornaron a pie por donde vinieron dejando así al joven hombre de cabellos largos solo nuevamente en aquel castillo.

Observando desde lejos como aquel par iban desapareciendo ocultos por los árboles y campos, el varón de negro comenzó a caminar por los alrededores del exterior de la fortaleza como si ansiara pasear y observar otra vez el panorama.

Este pequeño paseo realmente se extendió hasta la mañana del día siguiente; no obstante, el joven no mostró cansancio alguno después de haber estado recorriendo el lugar y lentamente haberse alejado del castillo. 

Volviendo de su paseo, el joven intentó encontrar la entrada hacia aquel lugar, pero, por alguna razón, parecía dificultársele; hasta que pasado casi media hora pudo encontrar una entrada diferente las cuales sus puertas estaban semi abiertas.

El joven comenzó a dirigirse hacia ella cuando de repente vislumbró una extraña sombra cerca de la entrada y que lentamente se acrecentaba.

- ¿Usted … quién es? - Una voz, salida desde la nada, fue escuchada.