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Un héroe de otra época

Perseo es un hijo de Poseidón que no sabe que lo es hasta que la guerra está por llegar a Esparta. Su padre idea un plan para salvarlo de lo inevitable y preservarlo para el cumplimiento de la profecía. El corazón del héroe se queda prendado de una joven inmortal que vivirá para verlo convertirse en el héroe que salvara al Olimpo. ¿Podrán finalmente desafiar a la muerte?

EscritorDeFics · Films
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11 Chs

Soldado espartano

PERCY

Yo soy Perseo un soldado del ejército Espartano y esta es mi historia.

Es la ley natural que los hijos entierren a los padres, pero en mi caso no fue así. Primero me toco enterrar a mi madre antes de que yo pudiera terminar mi entrenamiento y ser un guerrero espartano, ella era una noble mujer, trabajadora, que se encargó de criarme lo mejor que pudo, siempre me dijo que yo estaba destinado para algo grande y aunque no pudiera verlo aún, en su momento seria todo más claro y estaría preparado para ese momento. Hace un año me toco enterrar a mi padrastro. Él se unió a mi madre cuando yo era aún un bebe y aunque no tuvieron hijos propios siempre me quiso como si fuera suyo. Soy el hijo único de una humilde familia que se dedicaba a cuidar ovejas, por lo menos eso es lo que yo hacía hasta que llegue a la edad en la cual mi padrastro, un orgulloso ex soldado espartano me envió al entrenamiento para formarme como un soldado. Me quede solo, sin nadie que velara por mí, solo tenía a mis hermanos de armas, ellos eran mi familia ahora.

La vida de un soldado espartano transcurre en dos simples palabras: Vencer o morir. Si vences la gloria te acompaña junto con el reconocimiento por luchar tan aguerridamente y si mueres, la gloria te acompaña porque diste la vida por proteger a Esparta y su gente. Sea como sea, la gloria nos acompaña, nacimos para eso. El entrenamiento era brutal, pero era de esperarse ya que se necesitan hombres de verdad para que conformen el ejército espartano. Como diría la reina Gorgo: Solo las espartanas traen al mundo hombres de verdad. Y no se equivocó. Pero nadie dijo que convertirse en hombre fuera sencillo. El dolor que te hacen experimentar en los entrenamientos es indescriptible. Cualquier otra cultura lo tomaría como un abuso y trato inhumano, pero no nosotros. Para nosotros el dolor es una debilidad y solo experimentándolo podremos llegar a dominarlo.

No me costó demasiado en destacar, a pesar que no quería hacerlo, prefería mantenerme dentro del estándar, mi habilidad con la espada, era algo que fluía de manera natural, muchos de mis camaradas llegaron a decir que había sido tocado por los dioses y que debido a eso se debía mi habilidad innata con la espada. Solamente mi rey, Leónidas, era tan bueno como yo en combate y eso me era suficiente para estar más que honrado. Se especulaba que Leónidas era un hijo del mismísimo Ares y que por eso era tan aguerrido en combate. Demostró su valía como todo espartano a muy temprana edad. Porque en Esparta solo los valientes combaten, no hay espacio para los débiles. Aún recuerdo cuando me toco probarme a mí mismo que era digno de ese legado de grandes guerreros, fue una prueba devastadora para cualquiera, pero como espartano no podía fallar y no lo hice. Cuando tenía 20 años y había terminado mi entrenamiento formal para pasar a ser parte del ejército, tenía a mi cargo 100 hombres, a los cuales tenía no solamente que entrenar, sino que también íbamos en patrullas periódicas, todo este asunto de los persas queriendo conquistar el mundo nos mantenía alerta, asi que mi rey no dejaba de enviar patrullas para evitar sorpresas. Pero una de esas patrullas fue especial.

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—FLASHBACK—

Habíamos salido de madrugada para aprovechar el fresco de la mañana, mis 100 hombres me acompañaban y poco a poco fuimos dividiéndonos en grupos de 10 para poder cubrir la mayor cantidad de territorio a lo largo de las Termopilas y sus alrededores, los rumores de que Jerjes quería conquistar todo el mundo conocido nos hicieron tomar nuestras precauciones.

Finalmente, solo quede con un par de hombre que nos tocó cubrir el espacio por donde en un supuesto caso de invasión tendríamos que levantar la muralla que se había destruido con el paso del tiempo. El solo respirar el aire que traía la brisa del mar me hacía olvidar todo esos rumores sobre guerra y destrucción. Yo no peleaba por mi familia, mi madre murió antes de verme convertido en soldado, pero estoy seguro que estaría orgulloso de mí, y mi padrastro ya está al borde de la muerte. Peleo por mi rey y mi pueblo algo que algunas personas podrían llamar locura, pero para mí tiene un significado mucho más importante. Descendí al mar para refrescarme un momento. El calor podía hacer el recorrido un poco insoportable, asi que me despoje de mi capa y deje mi lanza y mi escudo a buen recaudo, cuando entre en contacto con el agua, mi mente se aclaró, mis músculos se revitalizaron y empecé a sentir un tirón en el estómago que no había sentido antes. Entonces de en medio del agua una suave brisa se levantó en un pequeño remolino que cobro fuerza y poco a poco fue formando la figura de una hombre mayor, con túnicas y una baba prominente que se puso de pie delante mío con un tridente en la mano. Decir que estaba asombrado era poco, pero pudo más mi instinto asi que corrí hacia mi lanza y mi escudo y me puse en posición de batalla.

—Baja las armas Perseo —dijo el espectro con seriedad mientras poco a poco se fue materializando, la verdad que era un poco aterrador.

—¿Cómo sabes mi nombre? —le interrogue de manera un poco irrespetuosa, que hizo que la figura frunciera el ceño con un poco de disgusto.

—Los dioses sabemos muchas cosas —¿dioses? No puede ser… que significa todo esto, porque un dios se presentaría ante mí.

—¿dioses? ¿Tú eres…? —balbucee con un poco de temor de mi falta de respeto y como había casi puesto mi vida al borde de la extinción.

—Si… yo soy Poseidón —Poseidón… que raro que venga a nosotros, nosotros somos devotos de Apolo, pero no significaba que no veneráramos a los demás dioses.

—Poseidón… dios de los mares, hijo de Kronos —las historias que mi madre me había contado en la niñez por fin estaban sirviendo para algo.

—El mismo… y también soy tu padre —¿Mi padre? No puede ser, mamá dijo que mi padre murió antes de que yo naciera, ella no me mentiría… ella no lo haría. En todo caso ¿porque jamás hizo nada por mí?

—¡Como! ¿A qué te refieres? —le grite con un poco de ira y otro poco de rencor en mi corazón. No podía simplemente aparecer para decirme soy tu padre y esperar que me lanzara a sus brazos como si siempre hubiera estado a mi lado.

—Baja esa lanza muchacho y escucha… no tengo mucho tiempo —replicó desapareciendo su tridente y cruzándose los brazos. Finalmente me decidí a escuchar lo que tuviera que decir y en base a eso emitir un juicio a si era merecedor de llamarse padre mío.

—Te escucho —le dije con una fría calma.

—Conocí a tu madre, casi como estamos conociéndonos, en el mar, pero como sabes soy un dios y no se nos permite estar en el mundo mortal, pero yo nunca te abandoné, ese hombre que fue tu padrastro yo lo envié, fue bueno el manejo de la espada una habilidad propia de los hijos de Poseidón. La fuerza, el coraje, la lealtad y otras cosas más es quién eres, un semidiós —los dioses son tan complicados… porque no pudo hacerse presente un par de veces en mi vida… siempre me pregunte porque mi padre habría tenido que morir antes que yo naciera, aunque mamá siempre me contaba que me parecía mucho a él, más de lo que ella quisiera, ya que le hacía recordar mucho a él y ahora puedo ver porque, tengo el mismo cabello rebelde y los ojos verde mar.

—¿Porque ahora? Tengo casi 22 años —le reclame un poco contrariado y emocionado de saber las cosas que él había hecho por mí y tenía razón… podría haber tocado un mal padre, podría haber sido un fracaso en la formación militar si no fuera por mi habilidad con la espada y el combate. Y las otras virtudes que me hicieron un líder a pesar que no era lo que yo buscaba.

—Porque necesitas saber lo que está por venir —acto seguido esto fue lo que escuche.

De los dioses más antiguos

Un mestizo llegará a dieciséis contra todo lo predicho

En un sueño sin fin el mundo verá

El alma del héroe, una hoja maldita segará

Una sola decisión con sus días acabará

El Olimpo preservará o asolará

—¿Qué significa esto? —sonaba como una profecía… pero sonaba tan irreal… al menos para mí, como si no tuviera sentido.

—Significa que el Olimpo corre peligro y que un mestizo o semidiós, hijo de los tres grandes será el que lo salve o destruya —Poseidón hablaba como si yo hubiera nacido rodeado del conocimiento del mundo mitológico y sus códigos.

—¿Y qué tiene que ver conmigo? —la verdad es que trataba de hallar alguna clase de conexión conmigo ¿qué papel tengo yo en todo esto?

—Yo soy uno de los tres grandes, podrías ser tu —claro, mamá me hablo de eso de los tres principales dioses o los tres grandes.

—Soy solamente un soldado —le dije con sinceridad, no soy un héroe como de los que se habla en estos tiempos… esos que hacen proezas y gozan del favor de los dioses.

—Eres un semidiós Perseo, solo sé que tu destino es más grande de lo que puedes entender —mamá siempre dijo eso, siempre me dijo que yo estaba destinado para la grandeza, nunca le creí demasiado.

—Mamá solía decir eso —dije con nostalgia, de solo recordar sus palabras mil pensamientos y recuerdos venían a mi mente de los momentos que pasamos juntos. Cuando junto con mi padrastro me enseñaron a pastorear ovejas, como al comienzo solo pensaba en jugar con ellas, para luego aprender a cuidarlas y velar por ellas.

—Lo sé, yo le dije que tu habías nacido para algo grande —respondió Poseidón con un tono apesadumbrado, como si hablarle del recuerdo de mi madre también hubiera tenido un golpe duro en su corazón, si es que los dioses tienen corazón.

—¿Entonces que se supone que pasará conmigo? —quería saber porque me estaba confesando todas las cosas que me decía.

—Esa profecía podría tomar tiempo en cumplirse, pero no podemos tomar riesgos —Apolo, claro, dios de las profecías ¿entonces se supone que debo hacer algo para salvar al Olimpo?

—Entonces… —dije dándole pie a que continuara con lo que sea que tuviera que decirme.

—Entonces debes confiar en mi —su voz sonaba un poco dubitativa, como si sintiera remordimiento al decirme que confiara en él.

—¿Porque debería? —le respondí con sinceridad, no es como si la confianza se ganar en un par de minutos de charla. Necesitaba algo más que una experiencia con un dios.

—Porque soy tu padre —susurró casi abatido de pronunciar esas palabras.

—Que estuvo ausente toda mi vida —le recordé lo que realmente era, no era un padre a pesar de que biológicamente tal vez lo fuera, pero estar ausente en mi vida lo convertía en un extraño y solo eso.

—Escucha… lo siento, no puedo volver el tiempo para reparar mis errores, pero si puedo asegurarme de que tu futuro este seguro —sonaba sincero, las historias hablaban muy bien de Poseidón lo retrataban como un padre amoroso y responsable, tal vez debía escuchar lo que quería decir, tal vez necesita una oportunidad de demostrarme que puede portarse como un padre.

—¿Cómo harás eso? —la curiosidad me ganó mientras me acomodaba en una roca y me sentaba para poder escuchar su propuesta.

—Debes confiar en mi… te lo pido —su suplica termino por convencerme de que necesitaba una oportunidad, mi madre siempre me dijo que la compasión en la mayor de las fortalezas que podía tener, decidí usar de esa compasión para darle una oportunidad a mi verdadero padre. Jamás olvidaría a mi padrastro quien me crió como si fuera suyo, pero necesitaba reparar la relación con mi padre.

—Está bien ¿qué debo hacer? —suspire hondamente luego acceder a confiar en él.

—Escucha… atentamente

—FIN DE FLASHBACK—

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Luego que regresé a la ciudad y después de dar un informe detallado a mi rey pude gozar de mi tiempo de licencia para poder regresar a mi tierra y reunir las pocas cosas que tenía y llevarla al lugar donde Poseidón me había indicado. Con un mes de licencia tendría tiempo de sobra para poder llegar a mi destino y luego reportarme a tiempo. El camino era largo y difícil, cruzar montañas y ríos para finalmente luego de 10 días llegar a donde Poseidón me dijo que encontraría un cueva donde podría descansar un poco y darle mis pertenecías para que él las guardara por mí. Me dio más indicaciones y algunos consejos para poder permanecer hasta que fuera el momento oportuno para que el interviniera, no podía darse el lujo de que Zeus se diera cuenta de que Poseidón estaba detrás de todo el plan porque no dudaría en matarme.

Luego de despedirme, me indico que regresara por otro lugar, puesto que había visto algunas patrullas persas rondando por el camino por el cual yo había venido, asi que decidí rodear, hacia tierras desconocidas a un lugar donde nunca antes había estado. Un hermoso jardín se divisaba entre los árboles frondosos que me animaron a hacer un pare en mi viaje, me subí rápidamente a uno de esos árboles para poder descansar un poco y ser arrullado por el sonido de las aves que suavemente trinaban.

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