Revisando la sala de la nueva sede de la Iglesia del Tiempo y el Espacio en Londres, la Cardenal Brousseau asintió satisfecha.
Esta vez no pidieron un lugar prestado o algo de ese estilo, sino que estuvieron construyendo la sede en Londres y si bien la arquitectura daba un sentimiento similar a Terra nova era agradable.
Pilares altos en la sala principal, algunas sillas a los costados y un techo alto en donde estaba pintados distintos mundos que representaban el espacio.
Más que una catedral, el diseño de la iglesia, daba la impresión de ser un templo o panteón, logrando que tuviera un atractivo único.
La entrada era grande y más allá estaban los escalones para que los creyentes subieran.
La nueva Iglesia del Tiempo y el Espacio era imponente a pesar de que su tamaño no era masiva comparada a otras.
Esta iglesia representaba un nuevo paso para que la iglesia extendiera su influencia en Londres, Gran Bretaña y eventualmente toda Europa.
Revisando la sala asintió.
La sala principal era abierta y grande, sin asientos al menos en el centro, tratando de diferenciarse de las catedrales típicas del área.
No había ningún ídolo de adoración, excepto un altar vacío, que era difícil relacionar con alguna deidad, tampoco había reglas a la hora de rezar.
Los creyentes entraban a este lugar y prestaban sus respetos a su Dios, sin ninguna clase de guía.
Dando la impresión de que se trataba de creencia y respeto en vez de deber.
"Esperemos que las demás iglesias se lo tomen bien." Murmuró Fiona.
No estaba hablando de las iglesias de dioses terranovense, sino que de las religiones antiguas de la tierra.
Algunas iglesias hablaban de que, si dejaban que otros dioses extendieran su fe, los Dioses de la Tierra morirían con mayor rapidez.
Ocultando el hecho de que aquellos en poder no deseaban dejar sus puestos y usaban a sus dioses como excusa.
"Esperemos que ellos sigan distraídos." Murmuró Fiona al caminar por el pasillo en dirección de la oficina de Agatha y suspirando, añadió. "O si no Agatha responderá."
Había rumores alrededor de las mayores iglesias terrícolas y algunas de ellas hablaban de que los Dioses de la Tierra no estaban a gusto con las acciones de quienes supuestamente eran sus representantes en la tierra.
Humanos que durante cientos de años se aprovecharon de la fe de las personas para volverse ricas, provocar guerras sin sentido y llevándolas al extremo, ya no por el bien de esos dioses, sino que de intereses mortales.
Los Dioses de la Tierra nacieron de la creencia acumulada de diferentes religiones y según los teólogos, esos dioses representaban todas las creencias de la humanidad.
Todos los dioses que alguna vez fueron adorados siendo uno.
Excepto aquellos nombres que vinieron de otros planos.
Las iglesias que lo adoraban tenían problemas, ya que se escuchaban rumores de que humanos recibían sus designios y el problema era que esos designios iban en contra de las iglesias que los humanos conformaban y de los que la controlaban.
Fiona prefería que ellos solucionaran sus problemas por su cuenta en vez de que molestaran a esta iglesia y la razón era la mujer que iba a visitar.
"Agatha Campbell…" Murmuró Fiona caminando por el pasillo.
La oficina de Agatha estaba en la parte más remota de la iglesia y lo hizo porque no deseaba molestias, teniendo un lugar para ella sola.
Esa mujer llegó de repente y ayudó junto a su esposo, teniendo una conexión evidente con el Dios del Tiempo y el Espacio.
Algunas veces creía que era más que el mismo Sumo Pontífice Abraham.
Era ella quien impidió que la iglesia si inmiscuyera en la guerra civil estadounidense y de cierto modo, no pudieron reducir las muertes.
Agatha no impidió que si deseaban fueran por su cuenta, independientemente de la iglesia, llevando a que el Gigante de Acero actuara e incluso Fiona fue a ayudar usando su magia curativa.
Sin embargo, si la iglesia hubiera intervenido, las muertes se hubieran reducido y al final no lo hicieron… Incluso cuando ella rezó a Su Señor, buscando ayudaba, no hubo respuesta.
"La Voluntad de Dios es un misterio." Murmuró Fiona acercándose a la oficina y tratando de centrarse.
Agatha era una mujer conocedora, inteligente y que estaba haciendo crecer a la iglesia a pasos agigantados, pero era fría e indiferente.
Esa frialdad la recompensaba Antón, que era alguien que se preocupaba por los creyentes y por la gente a su alrededor, siempre tratando de ayudar.
Tratando de concentrarse, Fiona revisó los últimos documentos y siguió su camino a la oficina.
"No me mires de ese modo no he sido yo. La idea de sistema es vieja y fuera de moda."
Una voz vino de la oficina y la Cardenal Brousseau frunció el ceño.
Era una voz femenina, de una niña que llevaba diversión y entendimiento, llevando a que Fiona se detuviera.
Lo hizo porque detrás de la idea infantil de la voz hubo un tenue sentimiento de alguien mayor.
"Incluso si no fuiste tú. ¡Sigue siendo igual!"
La voz enfadada de Agatha volvió a sonar y esta vez se notaba tanto enfadada como preocupada.
Era a un nivel que su voz llevaba una sed de sangre muy fuerte y un sentido de proteccionismo evidente.
"¿Lo sigue siendo? Perdiste a tu hija, Agatha. Y yo no tuve nada que ver con tu error. ¿Quién dice que no vuelva a suceder?"
La niña soltó su pregunta y cuando Fiona se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, percibió que la sed de sangre se volvía más salvaje.
"No te pases."
La respuesta agresiva de Agatha llevaba tanto rencor como advertencia.
"No te estoy culpando, Agatha. Si no estoy señalando un hecho, uno que puede volver a ocurrir. No puedes ver todo lo que sucede y no puedes estar siempre para tu hija."
El ambiente tensó y la atmósfera que se extendía más allá de la oficina fue aplacada en un instante en un silencio aterrador.
"Este mundo es inseguro y los peligros son altos. Yo no soy la mejor para estar atenta y tú no quieres alguien como yo cerca. Así que déjalo estar. Has como si no ha ocurrido nada. Y ten la seguridad que ella estará segura y esto es lo mejor."
Esta vez la voz infantil llevaba seriedad y honestidad, sin ningún sentimiento de broma como antes y Agatha quedo en silencio.
"Tienes una visita." Dijo la voz de la niña.
Fiona tembló sutilmente.
¿Estaba hablando de ella? No era como si quisiera escuchar, pero sus voces eran altas, tal vez más elevadas de normal e incluso cuando estaba en el pasillo pudo escuchar.
Agatha abrió la puerta con magia de viento y en vez de decirle algo, la invitó a entrar.
Se veía un poco cansada, pero pensante y Fiona suspiró aliviada de que no la criticara por escuchar.
No era como si ella hubiera querido.
"Aquí le traigo los documentos de las fundaciones y orfanatos que la Iglesia ha fundado. Como usted ha pedido, no estamos conectados a otros y somos nosotros, quienes estamos a cargo." Dijo Fiona entregando los documentos.
Desde las noticias sobre los orfanatos y la red de trata de la ONU, la iglesia decidió fundar sus propios orfanatos y otras organizaciones de ayuda.
No solo la guerra civil estadounidense provocó muertes, sino que las criaturas y monstruos que aparecían eran una de las causas de mayor daño en todo el mundo.
Ni hablar de los jugadores, que empezaban a mostrar sus garras y si bien en Europa no pudieron gracias a que las regulaciones favorecían a los usuarios de habilidades, en otras naciones fue evidente.
Lugares como África, Oriente y Asia eran los más afectados por estos gremios de jugadores.
Y quienes mayormente sufrieron por todo este daño eran los huérfanos que no tenían modo de salir adelante.
Ni hablar de las crisis económicas que algunos países estaban sufriendo.
"Gracias. Recuerda poner gente que sea inteligente y de confianza. No deseo enterarme de nada desagradable." Dijo Agatha en un tono que sonaba frío.
Fiona no tuvo miedo y estuvo de acuerdo con ella, por eso continuó.
"La Organización de las Naciones Unidas ha decidido disolverse y hay rumores que las naciones desean apoyar a las iglesias." Reveló Fiona y en calma, añadió. "También hemos recibido donaciones de empresas estadounidenses y familias millonarias."
En la guerra civil estadounidense grandes familias y empresas estuvieron involucradas en ese evento y en la actualidad el presidente que logró ser reelegido, estaba tratando de limpiar todos los peligros.
Una purga que iba más allá del ejército, apuntando a algunas empresas y familias adineradas involucradas, quienes misteriosamente decidieron apoyar a la iglesia.
En una señal de paz y en busca de ayuda.
"Acepta el dinero de las familias y las empresas. Una vez que descubra lo que ocultan mi esposo coordinara con el gobierno para detenerlos." Respondió Agatha y en calma, anunció. "No deseo influencias externas en la iglesia. Si un sacerdote o Cardenal recibe dinero para ser influenciado, le costara caro."
Estaba enojada desde antes, llevando a que su voz sonara fría en esa advertencia.
Aceptaría el dinero donado y golpearía aquellos que cometieron fechorías mientras dejarían en claro que ellos no iban a ser influenciados por algo tan simple como el dinero.
Ya fuera que viniera de una nación, una empresa o una familia.
"¿Quiere algo como la Empresa Cosmos?" Preguntó Fiona.
La Empresa Cosmos donaba sin restricciones.
No pedía ayuda y tampoco lo anuncia al mundo, sino que donaban con total calma y lo seguían haciendo a pesar de que estaban construyendo una ciudad y se estaban expandiendo.
Era indiscutible de que ganaban dinero con la tecnología que estaban introduciendo, pero no había duda de que sus donaciones no forzaban nada.
Una señal de amistad, que fue recibida, ya que la iglesia apoyaba la idea de la construcción de la ciudad.
"Puedes verlo de ese modo. Al final, no quiero que la iglesia se vea involucrada por intereses externos." Respondió Agatha en modo indiferente mientras leía los documentos.
"Sí. La Iglesia siempre seguirá la voluntad de Nuestro Señor."
"Aja."
Ante su comentario, Agatha respondió de modo indiferente, mostrando ni siquiera respeto por sus palabras.
Agatha fue enviada por el Dios del Tiempo y el Espacio y después de todo lo que ha hecho, no fue criticada y juzgada, así que Fiona era incapaz de molestarse.
Incluso con esa falta de fe y respeto que ella tenía, la Luz de Plata seguía siendo apoyada por el Dios del Tiempo y el Espacio.
Y si alguien pensaba en esa voz infantil de antes que ahora no estaba… Fiona detuvo sus pensamientos, comprendiendo que no había necesidad de profundizar en algunos asuntos.
"El Salvador, aunque ha logrado destruir la ONU, fue declarado como un terrorista. Su demonización ha provocado cierto revuelto." Añadió Fiona concentrándose en otro tema.
El Salvador fue quien reveló la red de trata de personas al mundo, llevando a que miles de personas influyentes de todo el mundo fueran detenidas y acorraladas.
Si bien el objetivo de detener a esos criminales era algo que todos deseaban, los métodos no podían ser aceptados y más cuando uno pensaba en el último ataque.
El ataque a la sede solo podía denominarse como un ataque terrorista.
"Él explotó todo el edificio. Su fuerza es…"
"¡Sus Excelencias! ¡Tenemos visita!"
Antes de que Fiona pudiera hablar, una sacerdotisa entró a la oficina con una expresión pálida.
"Es… Es… El Salvador."
Sin permitirle que ellas preguntaran, la sacerdotisa dio la revelación y la expresión de Fiona se volvía seria.
******
Saliendo de su oficina, Agatha suspiró al darse cuenta de quién era la visita de la que hablaba Jezabel.
Tenía un mal día.
Ya estaban a principio de diciembre del año 2030 y si bien arregló sus asuntos con su esposo, todavía tenía el tema de su hija.
Lo que la llevó a discutir con Jezabel.
Era imposible estar con su hija, vigilarla todo el día o cuidarla y no quería que Jezabel se acercara, ya que podía ser problemática.
Sin embargo, el sistema… Si era tal como decía, entonces podría cuidarla como lo hizo cuando su hija se perdió.
Agatha seguía asustada por ese día y tenía miedo de que algo le ocurría… Estaba aterrada.
Se olvidó que su niña era energética para su edad y a diferencia de su hijo mayor, que era más reservado, Aurora era curiosa por naturaleza.
No podría mantenerla vigilada todo el tiempo, al menos no sin encerrarla y ella se mudó a Londres, porque no deseaba que su hija estuviera encerrada.
Deseaba que fuera libre, incluso si en el futuro significaba que lo sería de ella.
"Agatha deberíamos llamar a Antón o los demás paladines. El Rebelde es fuerte, tal vez sea un rango S. Y desconocemos lo que uno de esos individuos puede hacer en este mundo." Dijo Fiona en un tono preocupado y una mirada seria.
Agatha le prestó atención a esa mujer.
"No importa, me encargaré." Respondió en calma y viendo que estaba preocupada, añadió. "Tu Dios vigila esta iglesia."
¿Lo estaba haciendo? No lo sabía, pero Jezabel seguía presente, era imposible no darse cuenta de que ella estaba aquí, vigilando en silencio.
¿En cuánto a el Salvador? Si bien algunos terrícolas usaban un sistema similar a los terranovense, en los rangos que se designaba no eran capaces de categorizar la fuerza con total exactitud.
Los terranovense tenían niveles y los terrícolas no, lo que significaba que no eran capaces de definir cuando una persona era de rango A o S, excepto por la fuerza y destrucción que eran capaces de ejercer.
Al final, no importaba, cuando este era un espectáculo.
"Yo… Comprendo." Respondió Fiona en calma, aunque dio unas órdenes a la sacerdotisa para que llamaran a todos los paladines.
Una vez que le mencionó que el Dios del Tiempo y el Espacio estaba de su lado, pudo calmarse teniendo confianza en ese dios.
Caminando por el pasillo ambas notaron la figura de el Salvador.
Un cabello encendido fuego, un cuerno en medio de su cabeza y su piel oscura, esta vez se estaba agrietando revelando fuego entre medio de las grietas.
Daba un sentimiento de afinidad al fuego, pero esas grietas, no mostraban afinidad, sino que exceso de poder.
Las grietas de que el cuerpo no podía soportar el poder que podía ejercer.
Ese hombre estaba rodeado de paladines, quienes estaban tensos a pesar de que eran de rango A y esa era por el aura salvaje que el Salvador emanaba.
"He cumplido mi parte." Anunció el Salvador, sacando un cuadro de su anillo espacial.
Era un cuadro de su hijo al frente de un trono, muy similar a los cuadros que Alexa pintaba… No, era uno de los cuadros que Alexa, la hija de Crawford, pintó.
¿No fueron borrados cuando esos lunáticos que adoraban a su hijo actuaron? La niña dibujada en ese cuadro dio una sonrisa.
"No sé de lo que hablas." Respondió Agatha haciéndole una señal para que los paladines se retiraran, evacuando a los demás.
Esos paladines eran antiguos jugadores que deseaban resarcir sus acciones y encontraron la salvación en la iglesia.
Otros eran creyentes normales que obtuvieron el poder de Aión y ahora eran capaces de ejercer cierta fuerza.
Fueron entrenados por su esposo y algunos veteranos, permitiéndole a ejercer el poder de Aión con sus espadas.
"No te hablo a ti insignificante mujer." Dijo el Salvador mirándola con desprecio y elevando la mirada, anunció. "He cumplido mi parte y en mi ascenso destruiré toda la iglesia."
Jezabel no apoyó a una buena persona que deseaba ayudar… ¿Cómo lo haría?
Tomó a alguien que parecía arrogante, sediento de poder y ambicioso, que cumpliría a pie de la letra sus objetivos y ahora estaba aquí para recibir parte de su poder.
"Seré el hombre más poderoso del mundo y todos ustedes estarán bajo mi mando." Gritó el hombre.
Los paladines retrocedieron cuando una oleada de fuego se extendió empujándolos lejos y fue lo mismo con el cuadro, solo que, al volar, quedo ajustado a la pared como si perteneciera a ese lugar.
La presión del hombre aumentó mostrando que era un rango S y para sorpresa de todos, siguió elevándose, poniendo pálidos a algunos paladines por la presión.
"Es mejor retirarse, Su Excelencia. Lo retrasaremos." Dijo un paladín en voz alta.
Su espada estaba brillando distorsionado el espacio y ese paladín al igual que todos estaban listos para morir.
¿Algunos de los presentes creían en Aión? Ese Dios prestaba su poder a cualquier mientras cumpliera su objetivo y esta vez ellos lo cumplieron, al convertirse en guardias de esta iglesia.
Darían su vida por su objetivo, buscando detener al hombre que lentamente estaba aumentando de poder.
"Retírense todos." Dijo Agatha y al ver que no le obedecían, ordenó. "¡Obedezcan!"
Su voz los empujó a todos mostrando un poderío que no iba de fuerza personal, sino que la influencia de quien estaba en esta iglesia.
"Vete, Fiona. No me hagas perder el tiempo." Añadió Agatha al ver que Fiona observaba con seriedad, dispuesta a luchar.
La figura de el Salvador estaba lentamente volviéndose más demoniaca y las grietas en los brazos se extendieron por el hombro y todo el cuerpo, como una telaraña.
Al escuchar su voz y ver que no obedecía, Agatha agitó su mano moviéndola con magia espacial, al igual que hizo lo mismo con aquellos que estaban en la iglesia.
Entonces puso una barrera para evitar que nadie entrara, dejándolos solos.
"¿Hasta dónde vas a llevar este juego? La iglesia es nueva, no quiero que sea destruida." Dijo Agatha en un tono plano.
Primero sucedió una distorsión espacial como si alguien copiara la realidad y luego fue una niña que salió del cuadro.
"¡Oh, no! ¡Agatha, un peligroso enemigo ha aparecido! ¡Está aumentando su poder! ¡Necesitamos detenerlo!" Exclamó Jezabel dando una mirada asustada.
Era buena actriz y era capaz de mostrar emociones que ni siquiera sentía y, aun así, Agatha la observó con aburrimiento sin dejarse engañar.
"¿Cómo no funciona? Con él funcionaba." Murmuró la niña haciendo un puchero.
¿Con su hijo servía esas falsas expresiones que hacían? Era simple, él estaba enamorado y Agatha lo sabía, ya que ella también había actuado de ese modo.
Al fin de cuentas el amor es ciego y viendo a esa niña encantadora de cabello rubio, mejillas sonrojadas y un vestido colorido, Agatha tuvo múltiples pensamientos.
El mayor de ellos era que su hijo si debía estar ciego.
"Que mala. ¿Cómo puedes criticar los gustos de tu hijo?" Cuestionó Jezabel y cuando sus ojos rojos ardieron, murmuró. "Y aunque no lo creas. Soy hermosa. Soy una Diosa."
Los gustos de su hijo por enamorarse de una niña… A Jezabel le encantaba bromear con ese tema y lo hizo, porque probablemente su hijo se enamoró de ella sin conocer verdaderamente quien era.
Él se enamoró, no del físico o de la lindura, no importa lo que esa niña mencionara, a su hijo le gustaron las mujeres maduras, si no lo fuera, no se hubiera acostado con la madre de su novia cuando era joven.
Lo que significaba, que Karzhal se enamoró de la personalidad de Jezabel y era normal que ella estuviera orgullosa de ese hecho y más cuando ella podía ser muy guapa.
"Lo eres. Una Diosa capaz de cambiar su forma a gusto." Respondió Agatha y mirando al hombre que seguía recibiendo un aumento de poder, dudó. "¿Cuánto se demorará? Es aburrido esperarlo."
Los dragones eran capaces de cambiar de forma, eligiendo formas a su gusto y era normal que un Dios y más un Primordial pudiera hacer algo como eso.
Elegir su género, raza y cuerpo a voluntad.
A diferencia de otros dioses que ascendían de mortales, los Primordiales eran conceptos.
"Técnicamente, aunque puedo. He nacido de la semilla de mi padre y madre. Así que tengo una verdadera apariencia con la cual he nacido. Y la estás viendo." Dijo la pequeña y sonriendo bajó su cabeza y murmuró. "Toca. Tengo cuernitos."
Ella bajó la cabeza delante de Agatha, quien la observó y sin ocultar la curiosidad, tocó la cabeza sintiendo pequeñas protuberancias, que dio la sensación de que eran solo eso.
Una pequeña protuberancia en el cráneo, que hasta un humano podría tener.
"Me pregunto si algunos de tus nietos tendrán cuernos. Al menos mis hijos probablemente lo tengan." Murmuró Jezabel al levantar la cabeza y desviando la mirada ocultando cierta solemnidad, añadió. "Ahí tienes a el Salvador. El terrorista que destruyó la ONU y asesinó inocentes, revelando que era un demonio."
Cambio de tema al hablar de tener hijos y era normal… Después de todo, ella no era cualquier Primordial, sino que alguien lo suficiente fuerte como para que sus hijos tuvieran un poder inconmensurable, capaz de destruirse a sí mismo.
Lo que significaba que si Karzhal alguna vez deseaba tener hijos con ella, necesitaba ser lo suficiente fuerte como para que ambas semillas se equilibraran.
Un curioso caso de reproducción que le gustaría investigar y para nada sorprendente, cuando conoció al Barbegazi, que fue dejado al cuidado de algunos individuos de confianza.
"HAAA. ¡SOY PODEROSO!"
El grito del salvador la distrajo y Agatha vio las grietas de ese hombre extendiéndose por todo el cuerpo, quemando la ropa.
Grietas en la piel oscura, que revelaba fuego, amenazado por salir.
El cabello del hombre ardió con furia y los ojos de ese hombre se transformaron en llamas.
"Pidió un poder inconmensurable cuando me rezo." Explicó Jezabel riéndose.
Hizo un trato con el diablo y mientras él destruía la ONU, ella le dio un poder inconmensurable.
Un poder tan grande, que ahora estaba destruyendo el cuerpo de el Salvador mientras la fuerza aumentaba.
"¡HAAAA!"
Rompiendo el rango S, alcanzó un rango superior que ningún terrícola alcanzó en este mundo y siguió aumentando.
El idiota estaba riéndose a carcajadas mientras sonreía con locura, soportando cruelmente la tortura.
Y entonces ese rango que nadie había alcanzado, fue roto otra vez y Agatha recordó las calamidades de Terra nova… El rango SSS.
"HAHAHA… ¡He dejado de ser un mortal!"
Y fue cuando todo el cuerpo estaba agrietado y el fuego era expulsado por esas grietas, que el hombre gritó con locura.
Cuando la presencia rompió la de una simple calamidad y el aura reveló algo más misterioso y de mayor fuerza.
Reveló Divinidad.
Se convirtió en un Semidiós al alcanzar la divinidad y cuando su aura fue aumentando, él…
*Boom*
"…"
El cuerpo explotó y la carne, sangre junto a partes de las entrañas saltaron por toda la sala y Agatha frunció el ceño, asqueada.
La barrera la cubrió al igual que a Jezabel, quien estaba asintiendo satisfecha.
"Trato cumplido y espectáculo terminado." Dijo Jezabel sacudiendo sus manos y dando una sonrisa, anunció. "Ahora que la ONU no existe, cuando vuelva mi amado no será perseguido por cometer ilegalidades y salir con una loli."
Agatha la observó detenidamente.
¿Hizo todo esto por una broma? ¿Una simple broma guiada por algunos 'memes' de internet?
¡No tenía sentido!
Y, aun así, Jezabel seguía satisfecha por haber completado su tarea.
"Felicidades para ti, Agatha. Has detenido a el Salvador, quien se convirtió en un demonio corrupto y había enloquecido por poder. Tu iglesia otra vez muestra su capacidad." Dijo Jezabel dando una sonrisa.
Agatha de inmediato recordó lo que sucedió con Corina y como ella fue quien finalmente tomó el crédito por descubrir donde estaba y detenerla.
Y ahora estaba siendo igual, solamente con el Salvador.
Un espectáculo diseñado para diversión también podía tener como resultado lo que Jezabel buscaba y Agatha todavía recordaba que le había pedido ayuda.
"Nunca te entenderé." Murmuró Agatha y suspirando al mirar la sangre, añadió. "Y nunca comprenderé por qué mi hijo se enamoró de ti."
Causó múltiples muertes, llevó actos de terrorismo y movió los hilos para terminar con una organización antigua, todo por su simple diversión.
Diversión que posiblemente algunos entendieran y a otros ni siquiera le causara gracia.
Era incomprensible y, aun así, ella era la culpable de múltiples eventos en esta tierra.
"No sé por qué me culpas. ¿Tienes prueba para acusarme?" Cuestionó Jezabel poniéndose su mano en el pecho como si fuera injuriada y sacando pecho, añadió. "El mundo recordará villanos y salvadores. Eso es todo."
El mundo nunca la recordara a ella y solamente hablaran de estos eventos como situaciones en donde humanos intervenían.
Y la única que conocía toda la verdad era ella y Agatha…
"Luego de que termine de calmar a los asustados paladines. ¿Quieres ir a tomar té?" Preguntó Agatha en calma.
No iba a ser tan complicado contarle una mentira a los demás y como después tenía tiempo libre, podía usarlo.
"Claro." Respondió Jezabel.
¿En cuanto a revelar al mundo de que los humanos se convirtieron en el patio de juegos de una niña aburrida? Prefirió no hacerlo.
Después de todo, la estaba ayudando a cumplir sus objetivos.