Estaba junto al maestro Pakku y sus demás pupilos viendo como Katara le ganaba a otro chico más del grupo.
—Buen intento pupilo Sangok. —dijo Pakku cuando Katara lo dejo inmovilizado. —Unos años más y creo que estarás listo para combatir contra una esponja de mar. —hizo un movimiento y derritió la columna donde estaba. —¿A alguien le gustaría un combate contra Katara? —
Estaban tan cansados de perder que ninguno se ofreció.
—Katara, has avanzado más rápido…—deje de poner atención a su platica y voltee a ver a Aang.
Al verlo solté un suspiro, estaba jugando…otra vez.
—Aang. —me senté a su lado. —Deberías de poner atención, te van a regañar. —
—No pasa nada, Lin. —dijo mientras hacían una esfera de aire debajo de Momo y lo hacía volar. —Pakku está muy ocupado con Katara. —
—¡Pupilo Aang! —escuchamos el grito de Pakku.
Aang se sorprendió haciendo que su esfera se deshiciera y Momo le cayera en la cabeza.
—¿Qué decías? —le pregunte.
Me miro y soltó una risita nerviosa.
—¿Si maestro Pakku? —
—¿Te gustaría pasar a circulo de combate? —pregunto Pakku. —Como has tenido tiempo de jugar con las mascotas, de seguro ya has dominado el agua control. —
Me levanté y me puse a un lado de Katara.
—Yo no diría que lo domino pero mire esto. —dijo Aang mientras daba vueltas junto con un montón de nieve, la pegaba a su cuerpo y formaba un muñeco de nieve.
Pakku, Katara y yo lo miramos serios.
Momo le salto encima y lo tiro al piso.
—Maestra Lin. —me llamo Pakku. —¿No le gustaría un combate con Katara? —
—Claro que sí. —dije entusiasmada mientras Katara y yo caminábamos al círculo de combate. —Solo espero que sepas, Katara, que no por ser mi amiga lo dejare tan fácil. —
—No esperaba menos de ti. —sonrió de lado.
Estábamos a punto de comenzar cuando comenzó a caer nieve negra del cielo.
—Oh no. —dijo Katara preocupada.
—¿Qué pasa Katara? —pregunte mientras Aang y yo nos acercábamos.
—Es hollín. —dijo mientras tomaba un poco de nieve y hollín. —La Nación del Fuego está cerca, esto fue lo mismo que paso el día que atacaron el Polo Sur. —
De un momento a otro vimos como las mujeres tomaban a su hijos, los metían a sus casas y como los hombres corrían hacia el palacio.
—Ya deben de haberse dado cuenta de lo que ocurre, será mejor ir y ver que vamos a hacer. —dije.
Los dos asintieron y salimos corriendo a la misma dirección que todos los demás. Al entrar al palacio rápidamente fuimos sentarnos. Al poco rato llego Sokka un poco decaído, le preguntamos que le pasaba pero no nos quiso contar.
—El día que tanto temíamos ha llegado la Nación del Fuego está muy cerca de aquí… —comenzó a decir Arnook.
Tome la mano de Aang como apoyo mutuo, después de todo era nuestro deber ayudar a todos.
—…con mucho pesar llamo a todo mi pueblo ante mí, sabiendo… sabiendo que algunas de estas caras están por desaparecer de nuestra tribu pero nunca desaparecerán de nuestros corazones. Ahora a medida que se acerca la batalla por nuestra existencia, ¡Convoco a los grandes espíritus! ¡Espíritu del océano, espíritu de la luna, apóyennos! —grito Arnook al aire. —Necesitare voluntarios para una peligrosa misión. —
Sokka se puso de pie.
—Yo iré. —dijo serio
—Sokka. —dijo Katara sorprendida, Aang y yo estábamos igual que ella.
Mas hombres comenzaron a levantarse.
—Están advertidos. —dijo Arnook. —Muchos de ustedes no volverán. Acérquense a recibir mi marca si aceptan la tarea. —
Aang se puso de pie y me guio hacia afuera a esperar que todo comenzara.
—Solo queda esperar. —dije.
Aang soltó un suspiro y miro al horizonte con seriedad.
—No estuve con mi pueblo cuando la Nación del Fuego ataco, hare una diferencia esta vez. —
—Lo haremos, Aang. —dije si soltar su mano.
Nos preparamos, subimos junto con Katara y Sokka a Appa, y volamos hacia la barrera que separaba el pueblo con el exterior. Desde ahí pudimos ver como solo un barco podía verse.
Ya los guerreros se encontraban junto a nosotros, esperando.
De repente ese barco lanzo una bola de fuego que impacto justo debajo de donde estábamos, haciendo que la mayoría salieran disparados hacia atrás.
Yo y Aang como estábamos arriba de Appa no sufrimos mucho daño, así que decidimos neutralizar el barco enemigo.
Una vez cerca del barco Aang le grito a Appa:
—¡Vamos a saltar, amigo! —repentinamente me tomo de la mano y saltamos.
—¡Caeré en el agua! —avise.
Solté su mano y con movimiento hice que el agua me atrapara para no sentir el impacto contra ella. Una vez estabilizada me impulse hacia la cubierta del barco en donde Aang ya había tirado a casi a todos los soldados.
Aang salto a una de las catapultas y yo salte a otra. Con un chorro de agua congele la piedra cubierta de melaza a la cubierta del barco y con una ráfaga de aire active la palanca que lanzaba la piedra. Como la fuerza era mucha la piedra se llevó el piso de metal y al lanzar esta se fue hacia abajo haciendo un hoyo en la cubierta.
Después me volví a reunir con Aang y entre los dos nos dedicamos a destruir dos catapultas. Terminamos amarrando las cadenas de cada una de las catapultas y al activar una, termino jalando la otra y haciendo que se estrellaran y se destruyeran entre sí.
Estábamos apunto de destruir la última cuando un tipo con dos martillos amarrados con unas cadenas nos comenzó a atacar. Lo esquivamos lo mejor que pudimos pero al final termino amarrándonos con las cadenas.
Por suerte Appa vino a nuestro rescate, tomo al tipo y lo aventó al mar.
—Appa. —dijo Aang feliz y fue a abrazarlo.
—Justo a tiempo. —dije yo feliz.
Nos subimos a Appa y salimos volando cuando el barco comenzó a temblar y a hacer atravesado por diferentes icebergs. Los guerreros del Polo Norte habían llegado a ayudar.
Cuando alcanzamos altura suficiente, el asombro y la preocupación llegaron a mí.
—Oh, no. —dije.
—Esto… no puede ser. —dijo Aang preocupado.
Enfrente a nosotros comenzaban a ser visibles más de cien navíos de la Nación del Fuego.
Conforme más pasaba el tiempo, más se iban acercando y más bolas de fuego arrojaban. Mientras tanto yo y Aang intentábamos parar la mayor cantidad de naves posible pero no funcionaba. Parecía que nunca se iban a acabar los barcos.
Al ver que ya casi anochecía y que los barcos se detenían, decidimos volver. Volamos hacia donde se encontraban Yue y Katara.
—No puedo hacerlo. —dijo Aang al aterrizar y bajar de Appa.
—¿Qué paso? —dijo Katara al acercarse a nosotros.
—Abordamos y neutralizamos más de una docena de naves de la Nación del Fuego pero son demasiadas solo para nosotros dos. —dije cansada sentándome a un lado de Aang.
—Pero tienen que hacerlo son el Avatar y la Ānníng. —dijo Yue.
—No, solo somos niños. —dijo Aang sollozando.
Los abracé y consolé.
No era justo que se sintiera de este modo.
—Encontraremos la forma, Aang. —le susurre.
Al anochecer, nos encontrábamos en un balcón viendo la luna.
—La leyenda dice que la luna fue la primera maestro agua. —dijo Yue.
—Cierto, nuestros ancestros vieron como ella subía y bajaba la marea, y aprendieron como hacerlo. —dije sonriendo. —Mi madre siempre me contaba esa leyenda de niña, sentía que tenía una conexión con la luna al igual que todos pero yo estaba segura de que la mía era más fuerte y especial, al final descubrí que eran verdad mis suposiciones. —
—Siempre sentí que mi agua control era más fuerte en la noche. —dijo Katara.
—Nuestro espíritu viene del espíritu de la luna, nuestra vida viene del espíritu del océano trabajan juntos para mantener el equilibrio. —dijo Yue.
—¡Los espíritus! —grito Aang de repente. —Ellos nos pueden ayudar. —
—Es verdad. —dije sonriendo. —Como no se nos ocurrió antes. —
—¿Cómo harán eso? —nos preguntó Yue.
—El Avatar y el Ānníng son el puente entre el mundo de los espíritus y el nuestro, ellos podrán hablar con ellos. —contesto Katara por nosotros.
—Tal vez les den sabiduría para ganar esta guerra. —dijo Yue.
—O tal vez puede que suelten a un par de espíritus locos que ataquen a la Nación del Fuego. —dijo Aang con una sonrisa.
Yue y Katara lo miraron serias.
—O… sabiduría. —dijo rápido Aang. —Eso también sería bueno. —
—Eso del espíritu loco sería genial. —le susurre a Aang.
—Pero la última vez que fueron al mundo de los espíritus fue por accidente, ¿Cómo llegaran ahora? —pregunto Katara.
—Tengo una idea, síganme. —dijo Yue y comenzó a caminar.
Nos terminó llevando a una pequeña puerta circular. Yo conocía ese lugar, era el oasis de los espíritus.
—¿Cómo se me olvido este lugar? —dije. —Aquí podremos conectarnos fácilmente con el mundo de los espíritus. —
—¿Ese es el camino al mundo de los espíritus? —pregunto Aang.
Yue soltó una risita.
—No, ustedes deberán de llegar ahí solos. Lo que está detrás de la puerta es el lugar más espiritual del Polo Norte. —
—Vamos, Aang. —dije abriendo la puerta. —Esto te va a encantar. —
—Wow. —dijo cuando entro.
Era un lugar cálido, con dos puentes que llevaban hacia una islita cubierta de césped, rocas, bambú y justo en el centro de esta había un estanque con dos peses koi.
Aang salió corriendo y se acostó en el césped.
—Jamás creí que extrañara tanto el césped. —
—Es tan cálido aquí, ¿Cómo es posible? —pregunto Katara.
—Es el centro espiritual de nuestra tierra. —
—De hecho cuanta la leyenda que cuando los espíritus estaba entre nosotros, ellos eran los únicos que podían venir y relajarse en las aguas del estanque, ellos llamaban a este lugar el oasis de los espíritus. —dije mientras me acercaba a Aang.
—Tienen razón. —dijo Aang. —Lo puedo sentir, es… tan… tranquilo. —
Los dos nos sentamos y comenzamos a meditar… o eso intentábamos ya que Yue y Katara decidieron que sería un buen momento para platicar.
—¿Por qué están sentados así? —pregunto Yue.
—Están meditando. —contesto Katara. —Intentan cruzar al mundo de los espíritus pero necesitan toda su concentración. —
Suspire exasperada.
—¿Podemos ayudar en algo? —pregunto Yue.
—¡¿Qué tal si se callan?! —grito Aang.
—Podemos oír cada palabra que dicen. —dije.
Cuando otra vez hubo silencio me dedique a ver a los peses koi. Me hipnotizo la manera en la que daban vueltas, parecían el yin y el yang.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el mundo espiritual.