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Quince. El Rey Tierra.

—Te extrañe más de lo que te imaginas. —dijo Aang mientras abrazaba a Appa.

Habíamos escapado de los Dai Li y ahora nos encontrábamos en una pequeña isla en lo que ideábamos un plan para ahora si poder ver al Rey Tierra.

Así que terminamos con un "Plan" el cuan consistía en ir volando y meternos a la fuerza a la sala donde pensábamos estaba el rey.

—Hay que tener cuidado. —dijo Katara mientras nos acercábamos cada vez más. —Estoy segura de que Long Feng le advirtió sobre nosotros al rey. —

—No seas tan pesimista, seguro y tenemos suerte. —dijo Sokka.

Pero el universo como que lo odia porque justo en ese momento una enorme roca voló hacia nosotros.

—¡¿Qué fue eso?! —grito Toph.

Como Appa no tenía su montura ahora era mucho más difícil que ella se sostuviera de él.

—¡Están lazando rocas! —grite cuando Appa dio un giro para esquivarlas.

—¡Y vienen más! —grito Sokka.

Aang salto hacia el piso y al momento de caer hizo que el suelo se levanta haciendo que todos los soldados cayeran al piso.

Entonces Appa aterrizo, nos bajamos de él y comenzamos a correr hacia la entrada del palacio pero varias docenas de soldados comenzaron a atacarnos así que nosotros los atacamos a ellos.

—¡Lo siento! —grite mientras golpeaba a varios soldados con un látigo de agua.

—¡Lo siento, solo queremos ver al Rey Tierra! —grito Katara.

En pocos minutos logramos llegar a las escaleras.

Toph las hizo una tipo resbaladilla y todos los soldados comenzaron a deslizarse. Nosotros por otro lado fuimos subiendo gracias a una plataforma que Toph y Aang iban subiendo.

Mientras tanto nosotros nos íbamos disculpando con los soldados que atacábamos.

—Enserio, en realidad estamos de su lado. —les dijo Sokka.

—Lo sentimos. —dije sonriendo apenada mientras miraba a los soldados deslizarse.

Una vez dentro del palacio intentamos saber cuál era la puerta correcta.

—Toph, ¿Dónde está el rey tierra? —pregunto Sokka.

—¿Cómo voy a saberlo? Yo sigo votando que nos vayamos de Ba Sing Se. —dijo al mismo tiempo que hacía a un lado a los pocos soldados que había enfrente de nosotros.

Sokka resoplo y comenzó a abrir puertas al azar en los que los demás nos encargábamos de los soldados que aparecían en nuestro camino, hasta que vimos una puerta gigante y muy lujosa al final del pasillo.

—Esa es una puerta impresionante, tiene que ser esa. —Sokka comenzó a correr hacia ella e intento derribarla con una patada.

Pero no la movió ni un centímetro, intento empujarla pero fue lo mismo. Así que de un movimiento la abrí con un poco de aire.

Sokka y las puertas cayeron al piso.

—Pudiste avisarme. —dijo mientras se levantaba Sokka.

Sonreí apenada.

Entramos con la guardia en alto pero solo vimos al Rey Tierra en su trono de lo más tranquilo con su oso mascota, siendo resguardados por Long Feng y varios guardias más.

—Necesitamos decirle algo. —dijo Aang.

—Ellos viene a destronarlo. —le dijo Long Feng al Rey.

—¡No! —grito Sokka. —Estamos de su lado. Venimos a ayudar. —

—Confié en nosotros. —dijo Katara.

—¡Invadieron mi palacio, arrasaron con todos mis guardias, derrumbaron mi elegante puerta ¿Y quieren que confié en ustedes?! —pregunto el Rey.

—Es un buen punto. —dijo Toph.

—Si están de mi lado arrojen sus armas y no se muevan. —

Y eso hicimos.

—Lo ve, somo amigo, su alteza. —dijo Aang con una enorme sonrisa.

El Rey no quito su ceño fruncido.

Long Feng sonrió, dio una señal y los soldados retuvieron nuestras manos en nuestras espaldas con piedras.

—Arresten a los invasores. —ordeno Long Feng.

—¡Pero hicimos lo que pidió! ¡Somos aliados! —grito Sokka.

Eso no les importo.

—Que el Avatar, la Ānníng y sus amigo no vuelvan a ver nunca la luz del día. —ordeno Long Feng.

Rodé los ojos.

—{Como si no pudiéramos escapar.} —pensé.

—¿El Avatar y la Ānníng? —pregunto el rey. —¿Son ustedes? —pregunto viendo a Sokka y a Katara.

—Eh…no, ellos. —dijo Sokka moviendo la cabeza hacia nosotros.

—Por aquí. —dijo Aang quitándose las piedras y levantando las manos, para después quedar otra vez con las manos retenidas.

Sonreí.

—Qué importancia tiene, su alteza. Son enemigos del estado. —dijo Long Feng.

—Tal vez tenga razón. —dijo pensativo pero Bosco se acercó a Aang y comenzó a lamerle la mejilla. —Pero veo que a Bosco le agrada. Escuchare lo que quieren decirme. —

La sonrisa de Long Feng se esfumo.

Aang dio un paso al frente y comenzó a explicar que fuera de los muros de Ba Sing Se ha habido una guerra por los últimos cien años. Explico que los Dai Li lo han estado ocultando para poder controlar la ciudad al igual que al mismo Rey.

Por su puesto que el rey no le creyó así que Aang le dijo que Long Feng era el principal implicado en estas conspiraciones y que no nos dejaba decirle a él ya que había robado a Appa y nos chantajeaba con eso, además de que le lavo el cerebro a un amigo.

Long Feng como era obvio lo negó todo y nos acusó de mentirosos diciendo que nunca en su vida había visto un bisonte volador.

Creíamos que nos iba a creer pero Long Feng le susurro algo y le creyó a él.

—¡Esperen! —grito Sokka cuando nos jalaban los guardias. —Se cómo probar que miente. Long Feng dijo que nunca ha visto un bisonte volador, pídale que le muestre la pierna. —

—¿Qué? No mostrare mi pierna. —

Entonces Aang tomo aire y le soplo haciendo que su ropa se levantara y mostrara la mordida que le había hecho Appa.

—Ahí está Appa lo mordió. —dije sonriendo.

—No que no conocía a ningún bisonte eh~…—dijo Sokka feliz.

—Tengo una gran marca de nacimiento en la pierna, gracias por mostrarla en público. —dijo con sarcasmo Long Feng mientras se acomodaba la ropa.

—Bueno, no podemos probar como se hizo esa marca. —dijo el Rey.

—Claro que podemos. —dije.

El Rey ordeno que nos quitaran las esposas de piedra y nos dejó traer a Appa para que viera la evidencia.

—Si, eso prueba la marca. —dijo el Rey.

Festejamos.

—Pero no hay ninguna prueba de una conspiración. —

Nos desanimamos.

—Pero creo que este asunto amerita investigarlo un poco. —

Lo pensamos un poco y luego asentimos de acuerdo.

Long Feng se fue enojado de ahí.

Así que con el permiso del Rey lo llevamos al Lago Laogai para que pudiera ver el cuartel de los Dai Li y la gran conspiración pero cuando llegamos ahí ya no había nada.

El Rey se enojó de perder su tiempo y comenzó a irse rumbo al palacio.

Entonces me acorde del taladro.

—¡El taladro! —dije. —No creo que tuvieran el tiempo de ocultarlo. —

—Es cierto. —dijo Aang y rápido fue con el Rey.

Al principio no quería aceptar alegando que nunca en la historia de Ba Sing Se un rey había salido de los muros de esta pero le ofrecimos un viaje en Appa y eso hizo que cambiara de opinión.

—Sigue ahí. —avise.

—¿Qué es eso? —pregunto el Rey.

—Un taladro de la Nación del Fuego para traspasar los muros. —contesto Sokka.

Aterrizamos en el muro y desde ahí el rey lo vio mucho mejor.

—No puedo creer que no supiera de esto. —dijo.

—Permítame explicarle, su majestad. —dijo Long Feng apareciendo de repente con dos agentes Dai Li. —Esto no es más que un proyecto de construcción. —

—¿Enserio? Entonces ¿Cómo explica la insignia de la Nación del Fuego de su supuesto proyecto de construcción? —pregunte.

—Bueno…es importado por supuesto, la maquinaria local no es muy confiable. —intento excusarse pero el Rey ya no le tenía confianza. —¿No me dirá que le creerá a estos niños en vez de a su consejero más leal? —

El Rey paso su mirada de nosotros a su consejero, frunció el ceño y dijo:

—Dai Li, arresten a Long Feng, quiero que enfrente un juicio por sus crímenes contra el Reino Tierra. —

La verdad si me sorprendió, por un momento creí que le haría caso a su consejero.

Los Dai Li le pusieron unas esposas de hierro a Long Feng y se lo llevaron de ahí.

Después de eso regresamos al palacio.

—Quiero agradecerles jóvenes héroes por abrir mis ojos. —dijo el Rey. —La que creía una gran metrópolis no es más que una ciudad de tontos y eso me hace el Rey de los tontos. —miro al piso mortificado. —Estamos en guerra con la Nación del Fuego. —

—Es por eso por lo que vinimos a Ba Sing Se, su alteza. —dijo Sokka. —Porque usted puede ayudarnos a acabar con la guerra. —

—Y no tenemos mucho tiempo que digamos. —dijo yo. —Este verano vendrá un cometa y su energía le dará a la Nación del Fuego un poder increíble. —

—Pero hay esperanza, antes de que llegue el cometa habrá una gran oportunidad, se acerca un eclipse solar y la luna bloqueara completamente al sol dejando a la Nación del Fuego indefensa. —explico Sokka.

—¿Qué sugieres, Sokka? —pregunto el Rey.

—Ese día debemos de atacar a la Nación del Fuego. Es el día negro. —

—No lo se. —dudo. —Tendríamos que movilizar tropas fuera de los muros, la ciudad quedaría desprotegida. —

—Ya están vulnerables. —dijo Sokka. —La Nación del Fuego no parara hasta apoderarse de Ba Sing Se. Puede sentarse a que eso pase o atacar primero y darse la oportunidad de pelear. —

—Muy bien, les daré mi apoyo. —dijo el Rey.

Gritamos de alegría y festejamos.

Entonces un hombre entro a la sala.

—Su majestad. —dijo el hombre e hizo una reverencia.

—Él es general How. —lo presento el Rey. —Es el líder del consejo de los cinco, mis generales de más alto rango. —

—Revisamos la oficina de Long Feng y encontramos algo muy interesante para todos. —informo el general.

Nos llevaron a la oficina de Long Feng y ahí el general nos enseñó un pequeño cofre.

—Son archivos secretos de Ba Sing Se, incluyendo los de ustedes. —

—¿Archivos secretos? —pregunto Aang.

El Rey saco un pergamino.

—Para Toph Beifong. —leyó y se lo paso para luego ella dárselo a Katara.

—Es una carta de tu madre, ella también está en la ciudad y quiere verte. —

—¿Long Feng intercepto la carta de mi madre? No me extraña. —dijo negando.

El Rey saco otro pergamino y se lo dio a Aang.

—Aang, este pergamino está atado al cuerno de tu bisonte cuando los Dai Li los capturaron. —explico el general.

Aang lo desenrollo y comenzó a leerlo.

—Es del Templo del Aire del Este. —dijo.

Me acerqué a él y vi con asombro que el pergamino venia firmado por el gurú Pathik.

—Wow, aún sigue vivo. —dije asombrada.

—¿Qué? —me pregunto Aang.

—Luego te explico. —dije.

—¿De casualidad no hay una carta para mí y Sokka? —pregunto Katara.

—Me temo que no. —dijo el Rey.

Los hermanos se miraron tristes.

—Pero hay un reporte de inteligencia que podía interesarles. —dijo el general dándole a Katara un pergamino.

Ella lo abrió y comenzó a leerlo.

—Una pequeña flota de la Tribu Agua. —

—¿Qué? —pregunto emocionado Sokka. —Podría ser papá. —

—Protegiendo la Bahía Boca de camaleón y liderada por Hakoda. —se comenzó a emocionar Katara. —Sokka, es papá. —

Después de unas horas el general y el Rey nos dejaron solos en la oficina para hablar a solas.

—No puedo creerlo hay un hombre viviendo en el Templo del Aire del Este, dice que es un gurú. —dijo Aang.

—¿Qué es un gurú? ¿Algún pez venenoso? —pregunto Sokka.

—Es un experto espiritual. —explique.

—Si, quiere ayudarme a dar el siguiente paso en la misión del Avatar. —dijo Aang. —Aquí también dice que quiere ver a su antigua alumna la Ānníng Lin. —se asombró al igual que todos.

—Es lo que te dije que te iba a explicar. El gurú que te invita al templo es el gurú Pathik, el me enseñó a controlar el estado Ānníng hace más de cien años. —explique. —Por eso me sorprendió que estuviera vivió. —

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto Sokka. —Bumi era amigo de Aang hace cien años y sigue vivo. —

—Si, pero Aang lo conoció cuando era solo un niño y yo conocí a el gurú Pathik cuando era adulto hasta era amigo del monje Gyatso. —

—Wow, ha de ser todo un anciano ahora. —se asombró Toph.

Asentí de acuerdo.

—No puedo creer que sabemos dónde está papá. —dijo feliz Katara.

—Yo tampoco lo puedo creer, mi madre está en la ciudad y por lo que dice la carta creo que ahora me comprende. —dijo Toph con una sonrisa.

—Son muy buenas noticias, ¿Por dónde empezamos? —pregunto Sokka.

—Es difícil decir esto pero creo que hay que separarse. —dije.

—¿Separarse? Apenas acabamos de encontrar a Appa y al fin estamos juntos ¿Y quieres que nos separemos? —pregunto Aang triste.

—Aang, para enfrentar a la Nación del Fuego vas a necesitar controlar el estado Avatar. —dijo Katara.

—Si tengo que ir al Templo del Este, con Appa podemos llevarlos a la Bahía Camaleón a ver a su padre. —dijo Aang.

—Alguien tiene que ayudar al Rey Tierra a planear la invasión. —dijo Sokka. —Creo que seré yo. —

—De hecho creo que seré yo. —dije y Aang me miro asombrado.

—¿Qué? Pero creí que iríamos con el gurú. —

—Yo ya tomé clases con él, además de que necesitaras toda la concentración posible. —dije y miré a los hermanos. —Así que ustedes pueden ir con su padre. —

Los dos sonrieron.

—Eres… la… mejor… amiga… del mundo. —dijo Sokka saltando de la alegría mientras Katara me abrazaba.

—Lo se. —sonreí.

Al día siguiente ya teníamos todos preparado para que Sokka, Katara y Aang se fueran.

Entonces me acerque a Aang para despedirme.

—Te voy a extrañar mucho, cariño. —dije dándole un abrazo.

—Yo más. —sonrió y me dio un beso pero fuimos interrumpidos por que alguien jalo a Aang lejos de mí.

—Que oportuno, Sokka. —dije con sarcasmo.

Sokka tenía abrazado a Aang.

—Estas listo para nuestro viaje de hombres. —dijo Sokka.

—También voy yo, Sokka. —dijo Katara enojada.

—Oh cierto, viaje de hombres más Katara. —repitió.

Entonces llego el Rey a desearles un buen viaje a Sokka, Katara y Aang.

—Su majestad. —llego un guardia. —Hay tres guerrera solicitando la entrada, dicen que son de la Isla Kyoshi. —

—¡Es Suki! —grito Sokka.

—¿Las conoces? —pregunto el Rey.

—Claro, las guerreras Kyoshi son un grupo de mujeres muy hábiles y confiables, son nuestras amigas. —revelo Sokka.

—Entonces le daremos la bienvenida. —dijo el Rey.

Vi como Aang iba a subir a Appa.

—Espera, Aang. —

Corrí hacia él, lo abracé y le di el beso más largo que nos hemos dado en todo este tiempo.

Su cara se puso como un tomate y sonrió bobamente.

Los demás se nos acercaron.

—Voy a extrañarlos mucho, amigos. —dijo Toph.

—Yo también. —dije.

Katara, Aang y yo la abrazamos, entonces vimos a Sokka haciéndose el tonto y corrimos a unirlo al abrazo grupal.

—Ya, está bien, suficiente. —dijo Sokka con una sonrisa. —Lo sé, nos queremos mucho. Suficiente. —

Abracé y le di un último beso a Aang antes de verlo partir junto con los hermanos.

—¡Buen viaje! —grite viendo como Appa se iba alejando poco a poco.

—Creo que es momento también de irme. —dijo Toph.

La abrace.

—Espero que todo vaya bien con tu madre. —dije al separarme de ella.

—Si, yo también lo espero. —dijo Toph. —Nos vemos luego. —

Y comenzó a caminar hacia la salida del palacio.

—Bueno, creo que ahora somos tú y yo Momo. —dije mirándolo en mi hombro.

Soltó un chillido y lamio mi mejilla.

Rei y comenzó a caminar hacia la casa que ahora teníamos Momo y yo para nosotros solos, bueno, hasta que Toph regresara.