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Once. El Rey de Omashu.

—La ciudad de Omashu del Reino Tierra. —dijo

Aang en cuanto vimos la ciudad a lo lejos.

Habíamos estado volando por varias horas ese día y Appa ya se había cansado por lo que decidimos caminar hasta una ciudad que Aang nos quería mostrar.

—Siempre venia aquí a visitar a mi amigo Bumi. —dijo con una sonrisa.

—Wow, no tenemos ciudades así en el Polo Sur. —dijo Katara con asombro.

—Aquí las construcciones no se derriten. —dijo Sokka.

—Nosotros si tenemos construcciones así en el Polo Norte, pero no le quita lo asombroso a esto. —dije.

—Bien, vamos la diversión real esta adentro. —dijo Aang dando un gran salto para bajar de la montaña en donde estábamos.

—Espera, Aang. —dije. —Puede ser peligroso que las personas sepan quienes somos. —

—Necesitan un disfraz. —dijo Sokka.

—Pero ¿Qué se supone que hagamos? ¿Dejarme el bigote? ¿Qué Lin se corte el pelo? —preguntó Aang.

Se acerco a nosotros al mismo tiempo que Sokka tomaba un poco del pelo de Appa. Le amarro con una cuerda un poco en la cabeza y le pego un poco más debajo de la nariz. Parecía un anciano.

—Esto…pica…mucho…—se quejó Aang mientras se rascaba. —¿Cómo soportas esto, Appa? —

Appa solo resoplo.

—Fabuloso, ahora te vez como mi abuelo. —dijo Sokka.

—Técnicamente Aang tiene como ciento doce años y Lin ciento catorce. —

—Así que soy mayor que tu Sokka, debes tenerme respeto. —bromeé.

Sokka solo sonrió y rodo los ojos.

—¿Y qué hago yo? —pregunté.

—Solo tienes que taparte el cabello con un sombrero. —dijo Katara.

Me dio un sombrero de paja que había improvisado.

—¿Cómo me veo? —

Sokka encogió los hombros.

—Como cualquier persona. —

Sonreí.

Aang tomo su planeador y lo tomo como si fuera un bastón.

—A moverse, jovencitos atrevidos. —dijo con voz de anciano. —La gran ciudad nos espera. —comenzó a caminar lentamente con ayuda de su planeador.

Lo miramos raro y comenzamos a caminar junto a él.

A los pocos minutos llegamos al camino de roca que daba directo a la entrada de la ciudad.

—Omashu les va a encantar, amigos. —nos dijo Aang. —Aquí vive la gente más amistosa del mundo. —

En ese momento escuchamos a los guardias de la entrada gritarle a un vendedor de coles.

—¡Coles podridas! ¡¿Qué tipo de porquería crees que aceptamos?! —grito al mismo tiempo que tiraba el carrito de coles al barranco con tierra control.

—¡Ah! ¡Mis coles! —grito el vendedor.

—Que amistosos. —susurre a los demás con sarcasmo.

—Eh…solo sigan sonriendo. —nos dijo Aang caminando hacia los guardias con nosotros detrás de él.

—¿Qué hacen aquí? —pregun3to uno de los guardias con el ceño fruncido y sosteniendo una piedra enorme sobre la cabeza de Aang con su tierra control.

Aang se acercó a él rápidamente y con voz de anciano le comenzó a decir:

—Ese es asunto mío, jovencito, no suyo. —tocaba al soldado con un dedo y lo miraba mal. —No me hagas ponerte en mis rodillas y darte una palmada en el trasero. —

Lo miramos sorprendidos.

—Vamos, ¿Por qué no se calma, Abuelo? —dijo el soldado con más calma. —Solo dígame quien es. —

—Mi nombre es Bonzoo Pippinpaddleopsicopolis tercero. —dijo Aang. —Y ellos son mis nietos. —

—Hola, soy Yun Pippinpaddleopsicopolis, gusto en conocerlo. —se presentó Katara.

—Yo soy Jia. —dije con simpleza, no iba a decir un apellido tan difícil.

—Mmm…—se nos quedó viendo el guardia. —

Parecen ser unas jovencitas responsables, encárguense de que su abuelo no se meta en problemas. Disfruten Omashu. —dijo dejándonos pasar.

—Lo haremos. —dijo Katara.

—Gracias. —dije.

Cuando quedamos nos quedamos sorprendidos.

La ciudad estaba construida por muchas colinas y el la colina más alta se podía ver una enorme casa, me imagino que era el palacio real.

Había un montón de tubos y rampas y por lo que nos estaba diciendo Aang, ese era el medio de entrega. La tierra control levantaba los paquetes y la gravedad se ocupaba de deslizarlos por las rampas. Era sumamente ingenioso.

Entonces nos contó una historia sobre su amigo Bumi. Donde le había enseñado como utilizar las rampas de manera divertida. Así que ahí nos tenían a los cuatro dentro de uno de los carritos de entrega…a punto de lanzarnos.

—Nos lanzamos una vez y luego nos vamos al Polo Norte, se los prometo. —dijo Aang.

—Me pareció divertido al principio pero ahora que lo pienso mejo…—Katara no pudo terminar de hablar cuando Aang ya nos había impulsado hacia abajo.

Rápidamente sentí como el estómago se me subía así que me abracé de Aang que estaba enfrente de mí. Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo.

De repente nuestra rampa se alineo con otra que trasportaba armas, las rampas se unieron y eso hizo que las armas quedaran detrás de nosotros y se fueron acercando más haciendo que gritáramos con más fuerza.

—¡Agárrense! —gritó Aang.

Este agarro el carrito y comenzó a moverlo de un lado a otro haciendo que el carrito saliera disparado fuera de la rampa, deslizándose y destrozando el techo de una de las casas que están ahí para después pasar enfrente de un grupo de soldados tierra y atravesando una de las rampas que trasportaban fruta, voltee hacia atrás y pude ver como los carritos que pasaban por ahí se volcaban. Al final caímos en otra rampa y seguimos bajando por ella.

—¡Aang, haz algo! —grito Katara para que la escuchara. —¡Usa tu aire control! —

—¡Buena idea, eso nos hará ir más rápido! —grito Aang.

—¡Eso no es lo que quiso decir! —grite más fuerte cuando hizo un movimiento de brazos y no hizo ir más rápido.

De repente vimos otro carrito a lo lejos, gritamos. Con aire control intente disminuir un poco nuestra velocidad, funciono un poco pero no lo suficiente porque terminamos chocamos con el otro carrito y salimos disparados fuera del carrito en donde íbamos. Con un movimiento rápido de aire control pude volver a meternos a todos dentro de él. Atravesamos muchas casas, destruimos varias cosas, Momo se peleó con un gato y al final terminamos estrellándonos contra un puesto de coles.

—¡Oh no, mis coles! —grito el vendedor. —¡Van a pagar por esto! —

En ese momento los guardias de la ciudad nos rodearon.

—Dos coles por favor. —dijo Aang con una sonrisa inocente.

Los guardias nos tomaron y nos llevaron al palacio. Una vez ahí los seguimos hasta llegar a la sala principal.

Ahí estaba el Rey, un viejo con cejas, barba y pelo blanco, estaba vestido totalmente de verde y tenía un sombrero algo extraño de describir.

Nos arrodillaron enfrente de él.

—Su majestad, estos jóvenes fueron arrestados por vandalismo, por viajar con falsa identificación y la destrucción inmediata de coles. —dijo uno de los soldados.

—¡Quiero sus cabezas! —grito el vendedor de coles. —¡Una por cada col! —

—{Si que le gustan las coles.} —pensé mirándolo extraño.

—¡Silencio! —le dijo el guardia al vendedor. —Solo el Rey puede dictar la sentencia. ¿Cuál es su sentencia su majestad? —miro al Rey.

El Rey nos miró a todos, uno por uno. Intente hace mi mejor cara de inocente y ojos de perrito.

—Les daremos…—comenzó el Rey, todos lo miramos esperando lo peor. —… Un festín. —

Lo miramos con sorpresa.

—¿Qué clase de Rey loco es este? —me pregunte.

Nos llevaron al comedor donde pusieron diferentes platillos.

—La gente de mi reino se ha puesto gorda con tastos festines. —nos dijo el Rey que estaba parado detrás de nosotros. — Así que espero que les guste el pollo sin piel. —

Le acerco un pedazo de pollo a Aang.

—Gracias. —dijo el. —Pero no como carne. —

—Apuesto que a ti si te gusta la carne. —dijo metiéndole una pierna de pollo a Sokka en la boca antes de ir a sentarse.

—Es idea mía o este Rey está loco de remate. —nos susurró Katara.

—Cuéntame pequeño calvo. ¿De dónde eres? —pregunto el Rey cuando se sentó.

—Yo…vengo de… la Isla Canguro. —dijo Aang.

—Ah… la Isla Canguro. —dijo el Rey. —Me han dicho que es un lugar muy saltarín. —

Sokka comenzó a reír.

Lo miramos extrañados, eso no había sido divertido.

—¿Qué? Eso fue divertido. —dijo el.

—Bueno, creo que tanto chistes me han agotado. —dijo el Rey después de haber bostezado. —Creo que ya es hora de ir a dormir. —

En cuanto termino de decir eso nos lanzó dos piernas de pollo a mí y a Aang. Utilice el agua del vaso que estaba en la mesa para hacer un escudo y Aang tomo el pollo con su aire control.

—Tenemos un maestro aire y una maestra agua frente a nosotros. —dijo el Rey. —Y no cualquier maestro aire y maestra agua. —se puso de pie y dijo: —Son el Avatar y la Ānníng. —

Aang y yo nos miramos preocupados.

—Ahora, ¿Qué tienen que decir familia Pippinpaddleopsicopolis? —preguntó.

Me pare de inmediato.

—Nos descubriste, somos la Ānníng y el Avatar. —dije con una sonrisa inocente mientras me quitaba mi sombrero. —Hacemos cosas de Ānníng y de Avatar y mantenemos a salvo al mundo. —

—Exacto. —dijo Aang levantando el mantel de la mesa y mirando debajo de esta. —Ya revisamos aquí, no hay ningún maestro fuego así que buen trabajo amigos. —el Rey nos miró serio.

Jale a Katara y Aang a Sokka.

—Quiéranse y respétense. —dijo Aang mientras caminábamos de espaldas hacia la salida.

—Y no corran con sus lanzas. —dije. —Hasta la próxima. —

Íbamos a salir pero los guardias no nos dejaron.

—Mañana el Avatar enfrentara tres desafíos mortales. —dijo el Rey. —Por ahora los guardias los guiaran a su habitación. —

—Majestad, se refiere ¿A la buena o a la mala? —pregunto uno de los guardias.

—La recién refaccionada. —contesto el Rey.

—Perdón, ¿A cuál se refiere, señor? —

—La que solía ser la habitación mala hasta que se refacciono y por su puesto ahora la hemos llamado como la nueva habitación pero en realidad… ¡Llévenlos a la habitación refaccionada que antes era la mala! —

Los guardias nos guiaron hasta una linda habitación con cuatro camas, nos sorprendió que esa fuera la prisión.

Al final decidimos buscar una forma de escapar pero no había ninguna salida más que un minúsculo ducto de ventilación donde a Aang se le ocurrió poner a Momo para que fuera por Appa, eso fue totalmente inútil. Nos resignamos y decidimos dormir.

Estaba profundamente dormida hasta que siento que me tapan la boca y me atan las manos. No pude ni gritar de tan rápido que fue todo. Los guardias no llevaron a un cuarto, Sokka y Katara también estaban ahí. Después de un rato esperando los guardias nos llevaron por un túnel hasta topar con una pared, los maestros aire abrieron un agujero y ahí pudimos ver a Aang discutiendo con el Rey.

Y lo primero que escuchamos fue que el Rey dijo:

—Le di a tus amigos unos lindos recuerdos. —entonces los guardias nos tomaron una mano y nos pusieron un anillo. —Estos hermosos anillos están hechos de genamita pura, también conocida como cristal trepador. —en cuanto nos pusieron los anillos estos se hicieron más pequeños, intente quitármelo pero fue en vano. —Su cristal crece notablemente rápido, al anochecer tus amigos estarán totalmente cubiertos de él. Que horrible destino. —se lamentó. —Puedo impedirlo pero solo si cooperas. —

El anillo creció.

—¡Aah! ¡Está creciendo! —grito Sokka.

—Hare lo que digas. —dijo Aang decidido.

Después de pasar dos pruebas las cuales consistían en conseguir una llave en medio de una cascada y conseguir la mascota del Rey llamada Flopsy, ahora nos encontrábamos en el palco de una arena de pelea. En ese momento Katara, Sokka y yo ya nos encontrábamos casi cubiertos por el cristal.

—Tu prueba final será un duelo. —dijo el Rey. —Y como favor especial te concedo elegir a tu contrincante. —

En ese momento entraron los contrincantes que podía escoger.

La verdad se miraban intimidantes, tenían diferentes partes de armaduras y armas.

—Elige a tu contrincante. —dijo el Rey.

—Entonces… ¿A quién quiera que indique será con quien tendré que pelear? —preguntó Aang.

—Elige bien. —fue lo único que dijo el Rey.

—Te elijo…a…ti. —dijo al fin apuntando al Rey.

—Mmm…mala elección. —dijo el Rey con una sonrisa.

De repente se enderezo y se quitó la túnica que tenía, fue completamente una sorpresa lo que vimos. Ya no se miraba como un viejo frágil, todo lo contrario se miraba totalmente musculoso y poderoso.

El Rey hizo un movimiento con el pie haciendo que la tierra se moviera y lanzara fuera del palco a Aang.

—¡Aang! —grité cuando vi que cayó duramente contra el piso de la arena.

El Rey dio un gran salto hacia la arena y cayó delante de él.

—Pensabas que era un hombre viejo y débil pero soy el más poderoso maestro tierra que hayas visto. —

—Disculpe, ¿Puedo pelear con el hombre con hacha? —pregunto Aang.

—Nadie da un paso atrás en mi reino. —dijo el Rey. —Quizás ocupes esto. —dio una señal y uno de los soldados le lanzo su planeador.

De inmediato comenzó la pelea. El Rey comenzó a lanzarle rocas gigantes a Aang mientras él las esquivaba.

—Típica técnica de maestro aire. —pensé.

Y eso mismo le dijo el Rey a Aang mientras le lanzaba otra roca.

—¿No tienes una sorpresa para mí? —pregunto el Rey. —Tarde o temprano tendrás que atacarme. —

Entonces de repente el Rey comenzó a desprender una parte del palco que estaba a un lado de nosotros.

—¡Aang, has un…! —no pude terminar de decirle mi idea ya que el cristal creció tanto que me cubrió los labios.

Aang hizo el tornado que le iba a sugerir. Cuando el Rey le lanzo la gigantesca roca el tornado la redirigió hacia él haciendo que se distrajera al partirla en dos y dándole la oportunidad a Aang de apuntarlo con su planeador pero lo que Aang no vio fue que el Rey sostuvo una roca gigante sobre sus cabezas.

—Ja, ja. Bien hecho, Avatar. —felicito el Rey. —Peleas con mucha pasión en tu corazón. —lanzo la roca lejos de ellos.

Rápidamente los dos subieron al palco donde estábamos nosotros.

—Pasaste todas la pruebas pero ahora tienes que responder una pregunta. —

—¡Eso no es justo dijiste que liberarías a mis amigos si pasaba todas la pruebas! —grito Aang enojado.

—¿Cuál es el objeto de las pruebas si no aprendes algo? —

—Oh, vamos. —se quejó Sokka.

—Solo responde esta pregunta y tus amigos quedaran en libertad. —dijo. —¿Cuál es mi nombre? —

Aang lo miro preocupado.

—Por las caras de tus amigos solo tienes unos minutos? —dijo y se fue.

—¿Y cómo voy a saber su nombre? —preguntó Aang.

—Piensa en los desafíos puede ser un acertijo. —dijo Katara.

Yo por obvias razones no podía asentir ni decir nada solo me dedique a…mirar.

—¡Lo tengo! Es una maestro tierra ¿Verdad? —pregunto Sokka. —Rocky. —lo mire con una ceja levantada. —Ya saben por las rocas. —

—Mejor seguiremos pensando. Buen intento. —dijo Katara.

Aang siguió pensando hasta que al final supo cuál era su nombre.

Con ayuda de unos guardias llegamos hasta la sala de trono.

—Encontré la respuesta de la misma manera en la que resolví los desafíos. —le dijo Aang al Rey. —Como dijiste hace mucho tiempo tuve que abrir mi mente a las posibilidades. —el Rey comenzó a reír. —Bumi, eres un genio loco. —corrió hasta él y lo abrazo.

Así que el Rey es su amigo de la infancia. ¿Quién lo hubiera imaginado?

—Oh…Aang. —dijo devolviendo el abrazo. —Me da mucho gusto verte. No has cambiado…casi nada. —

—Oigan, por aquí. —dijo Katara.

—¿Nos pueden ayudar. —pidió Sokka.

Con un movimiento de mano el Rey Bumi quito los cristales de nosotros.

—Gracias. —dije al fin pudiendo hablar.

—La genamita está hecha de dulce de roca. —dijo dándole una mordida a uno de los cristales.

—No puedo creer que este Rey loco sea tu viejo amigo Bumi. —dije.

—¿A quién le llamas viejo? —preguntó Bumi, todos lo miramos. —Está bien, soy viejo. —

—¿Porque hiciste todo esto en vez de decirle a Aang quien eras? —preguntó Sokka.

—Porque es divertido hacer bromas. —dijo soltando una risa de loco. —Y si tuve razón. —volteo a verme y luego a Aang. —Tú y Lin tienen una difícil tarea por delante, el mundo ha cambiado en los cien años de su ausencia y tienen el deber como el Avatar y la Ānníng devolver el equilibrio al mundo derrotando a Ozai, el Señor del Fuego. Debes dominar los cuatro elementos y tu Lin los dos elementos que portas para que puedan enfrentarlo. Y cuando lo hagan espero que sigas pensando como un genio loco. —le sonrió.

—Yo ya domino mis dos elementos. —sonreí.

—Oh, esa es una estupenda noticia. —dijo Bumi con una sonrisa y miro de nuevo a Aang. —Veo que estas en estupendas manos porque necesitaras a tus amigos para derrotar a la Nación del Fuego. —Momo voló y se puso en el hombro de Aang. —Y a Momo también. —

—Gracias por tu sabiduría. —dijo Aang. —Pero antes de irnos tengo un pequeño desafío para ti. —dijo Aang y jalo a Bumi hacia afuera.

—¿Y nosotros que? —pregunté al aire.

—Creo que será mejor ir con Appa y esperarlo. —dijo Katara.

—Bueno, hora de irnos. —dijo Sokka y comenzamos a caminar hacia la salida.

Pero antes de irme tomé un pedazo de roca de dulce y me la comí, era deliciosa.