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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Capítulo 14 - El deseo de proteger

Los tiempos están cambiando. Al igual que pasan las estaciones y cambia el tiempo, hoy en día se respira otro aire. El constante ir y venir de las tropas tiene a toda la ciudad de Minas Tirith con los nervios de punta. Los hombres que pueden volver del campo de batalla, visitan sus hogares y cuentan cómo el ejercito orco y sus incursiones han aumentado. Muchos agradecen a Ilúvatar que aún pueden mantener las defensas, pero se están cansando. La alimentación ha empezado a empeorar y el miedo crece en los corazones de todos. Comentan que han empezado a aparecer una nueva clases orcos que inspiran miedo, más allá de la repugnancia y el desagrado.

-O-

Magdalena estaba con Galadriel, la sirvienta que aprende y se gana su cariño a cada día. La pequeña es hacendosa, amable y cortes, cosas que suman y suman puntos en el corazón de Magdalena. Ahora le está empezando a enseñar algo de alquimia, la joven es metódica y pregunta todo lo que pregunto Magdalena cuando era niña, por eso esta última piensa que debe haber obtenido una genio como aprendiz.

-Bien, eso es, ten cuidado con cuánto aceite mezclas. No, mantén el pulso, recuerda que mucho aceite debilitara la medicina y queremos que la gente vuelva, no qué piense que los hemos estafado. Esos es- dijo Magdalena mientras se ganaba detrás de la niña. Galadriel había perdido la noción del espacio y el tiempo y ahora ni siquiera escuchaba la voz de su maestra. Estaba concentrada, como si el recipiente en donde mezclaba las plantas, aceites y metales, fuera la única cosa en el mundo. Magdalena noto esto y se movió un metro más atrás. Observo a la niña que con calma mezclaba cada ingrediente hasta conseguir una pasta verdosa, suave y gelatinosa. De repente Magdalena se perdió en sus pensamientos y pensó en las tardes que compartió con su madre y su hermano, aprendieron juntos a confeccionar todo tipo de ungüentos y medicinas. Magdalena recuerda que su madre tenía una paciencia de santa y nunca los dejo escapar. Estarían durante días haciendo la misma fórmula una y otra vez hasta que la pudieran confeccionar a la perfección.

También recuerda, cómo con timidez le pregunto a su padre si le podía enseñar a hacer la crema que tanto le gustaba a su madre. Su padre con una sonrisa asintió y juntos guardaron el secreto, él la llevo a pasear durante tres días para enseñarle. Juntos anduvieron en su cobarde caballo y durmieron a la intemperie. Todavía recuerda cómo la primera noche no pudo dormir y su padre la tuvo que tomar en brazos para que conciliara el sueño. Por su puesto, ella le hizo prometer a su padre que no le contaría nada a su hermano, ella le dijo que de lo contrario, el molestoso de Charles no la dejaría vivir en paz.

-Charles- dijo Magdalena en un susurro acompañado de una lagrima. Hace mucho tiempo que no sabe nada de su hermano, anoche soñó con él y recordó como en su niñez él la cuido como si fuera un tesoro. A veces se echaba la culpa de sus errores, otras veces le regalaba sus postres. Esos eran gratos recuerdos para Magdalena. A pesar de que Charles era un tonto, él siempre la trato como si fuera lo más importante. Se pregunto entre murmullos -¿Por qué las personas cambian al crecer?-

-Dijiste algo maestra- pregunto Galadriel, que al terminar con lo que hacía vio a Magdalena con varias lagrimas que caían por su rostro. Se acerco a ella y la abrazo, Magdalena sintió el pequeño abrazo y le dio un beso en la cabeza. Recompuso una sonrisa y le dijo -nada niña, solo estaba pensando en un tonto-

-¿Cómo Faramir?- pregunto Galadriel. Magdalena al escucharla soltó una carcajada y con una sonrisa le dijo -no, ese es otro tipo de tonto-

-o-

Magdalena hoy se levantó tarde. Por causas de su hermano se sintió deprimida y la ausencia de Faramir no la ayudaba, lleva varios meses de ir y venir entre los límites de Minas Tirith y Minas Morgul. A veces Magdalena mira en esa dirección y siente algo inquietante más allá de las Minas Morgul, se pregunta qué será y qué es esa sensación, nunca ha sentido algo igual.

Después de levantarse, Magdalena fue a la cocina y como no había nada, ella se preparó un suave desayuno. Mientras tomaba té, miro por la ventana y empezó a contar en su mente el dinero que tenía y si realmente iba a comprar los edificios del frente. Sorbió té y termino su pan mientras pensaba en dirigirse a la entrada. Galadriel no estaba en el mostrador, pensó que estaría preparando alguna medicina. Miro más allá del mostrador y vio a Abigail con una de sus clientes frecuentes, pensó que tuvo mala suerte al tener que topársela. Sonrió algo incomoda y escapo a la cocina mientras Abigail se ocupaba de la molesta mujer. Espero durante una hora hasta que vino Abigail y le dijo -ya se fue-

Magdalena fue al mostrador y con su mejor sonrisa atendió a cada persona que llegaba, cuando venía algún cliente que le desagradaba por decirlo poco, se molesto y tomo pequeños descansos en la cocina. Galadriel paso por fuera, le dio una mirada a su maestra y después miro a la tienda, asintió y siguió su camino entendiendo que su maestra no estaba de humor para atender a gente desagradable. Galadriel se gano en el mostrador y trato de ayudar a las personas que venían, las orientaba en lo que les serviría.

De repente entro un hombre de pisadas firmes, barba exuberante con varios adornos de oro, no muy bajo, solo un poco más que un humano normal. Se acerco con una sonrisa ganadora y dijo -jovencita, llama a tu jefa. Dile que Arab la ha venido a visitar-

Galadriel puso una sonrisa algo incomoda pero asintió. Este personaje (Arab) ha venido durante meses a cortejar a su maestra y aunque se esperaría que un enano fuera algo descortés, tosco y hasta pretencioso. Él siempre es muy cordial. Arab maneja una caravana mercante compuesta por diez enanos y cuatro humanos, gana buen dinero y tiene tino para los negocios. Arab se dice que en unos veinte años más podrá comprar la ciudad de Minas Tirith. Muchos se ríen de sus palabras pero juzgando por las apreciaciones que tiene su maestra por el enano, parece que es verdad.

Galadriel entro en la cocina y dijo -maestra, Arab la busca-

Magdalena puso un rostro complicado, pero tomando una gran respiración se hizo el ánimo. Camino hasta el mostrador y con una amigable sonrisa saludo al enano -hola Arab, han sido meses ¿Cómo haz estado?-

Arab como cayendo en un sueño, la miro como si estuviera viendo La Piedra Arca, la encontró preciosa y solo cuando salió de su estupor, dijo -mi señora Magdalena, solo he venido a ver su gracia, ¿espero no importunarle?-

Magdalena soltó una exhalación, pensó que sería más complicada esta reunión pero parece que no sería así. Hace dos meses este enano, Arab, se le confeso. Trajo joyas, varios adornos y le ofreció el universo. Magdalena ya estaba en una relación con Faramir, así que lo ocupo como escudo y dijo que no podía corresponder los sentimientos del enano. Al principio espero que botara toda su fachada de buena persona, pero contrario a sus expectativas, el enano se comportó con dignidad y lo único que agrego al final es que era su perdida no haberla conocida antes. Desde entonces no se ven y Magdalena pensó que no lo vería más, pero parece que hay gente perseverante o al menos, masoquista.

Magdalena sonrió y dijo -no me molestas Arab, pero ¿espero que hayas entendido que solo podemos ser amigos?-

El enano agacho la cabeza con pesar, soltó un suspiro y dijo -lo sé mi señora, por eso no he venido, para no incomodarla-

Entonces Arab converso de sus viajes con Magdalena, con el mostrador separándolos uno del otro. El enano relataba sus viajes y que había visto. Adonde había estado y cuáles eran sus recomendaciones. Magdalena de vez en cuando soltaba una sonrisa y el enano quedaba embobado, durante unos segundos parece que le hubieran robado el alma. Después de recuperarse seguía con su relato hasta que dijo algo que capto por completo la atención de Magdalena.

-Así es mi señora, ahora andan sueltos unos orcos espantosos. Igual de feos y hediondos que los de siempre pero más grandes y fuertes, por suerte mis amigos y yo somos fuertes guerreros y los pudimos vencer. Solo eran un pequeño grupo de diez pero eran fuertes como enanos y ágiles como humanos- dijo Arab mientras susurraba la última parte -realmente fue peligroso-

Magdalena quedo pensando y asintió. Converso un tiempo más con Arab hasta que le tuvo que decir que tenía que hacer otras cosas o si no el enano nunca se iría. Magdalena cerro la tienda y con un exhalación reposo su cuerpo sobre el mostrador.

Galadriel la miro y pensó que su maestra quería dormir sobre el mesón y la regaño -maestra, si quiere dormir vaya a su habitación-

Magdalena sin responder negó con su cabeza mientras rosaba su frente con la madera del mostrador. Su frondoso cabello le tapaba por completo la cabeza y solo se podía ver una mata de pelo. Galadriel sonrió al ver a su maestra en su modo perezoso, le fue a revolver el cabello. No obstante, Magdalena notó que se acercaba y de un súbito movimiento la tomo por el estómago y le comenzó a hacer cosquillas.

Galadriel soltó carcajada contagiosa que se escuchó por toda la casa, después un rato ya no podía más y entre risas y lágrimas decía -maestra me rindo. Galadriel ya no será una niña mala, pero por favor no me haga más cosquillas. Me haré en la ropa-

Magdalena se detuvo, la miro y le dio un beso en la frente. Después caminaron hasta la cocina adonde Abigail estaba haciendo la cena.

-o-

Magdalena estaba en su cama, la noche oscura la acompañaba y aunque no había nadie más aparte de ella, tenía miedo. Entre susurros y miedo, soñaba con algo cruel y violento, una muerte próxima que se dirigía a alguien querido.

Introduciéndose en el mundo de los sueños, Magdalena vio a unos lagartos voladores que soltaban chillidos que herían a las personas. En una ciudad en ruinas vio a Faramir pelear contra orcos, unos jorobados y flacos, otros grandes y corpulentos. Todos querían su vida y él estaba solo. Magdalena lo vio luchar y corrió a socorrerlo, desenfundo su espada y corto todo lo que estuviera en su camino pero en un abrir y cerrar de ojos, todo se detuvo. Los orcos, los lagartos voladores y todo lo que llenaba el campo de batalla desapareció. Magdalena miro en todas las direcciones y no vio a Faramir por ningún lado, su pecho le dolía y empezó a llamarlo con desesperación, pero no lo encontraba. Parada en medio de la ciudad desolada camino buscando entre las casas derruidas. No pillo a Faramir por ningún lado, lo que le rompió el corazón. Cuando se arrodillo y cubrió su rostro mientras sollozaba, pensó en que no debería rendirse y una vez más tuvo fe para pelear. Se trato de levantar pero cuando miro al frente, vio a Faramir en el suelo, una flecha le perforaba el corazón y estaba muerto con los ojos abiertos. Magdalena soltó un grito de dolor como nunca antes y entre llantos lo abrazo.

Magdalena sintió que se despertó en plena madrugada, cuando el sol recién empezaba a estirar sus amables rayos para iluminar la tierra. Su almohada, sus sabana y su ropa estaban empapadas. Ella miraba la oscuridad que envolvía una parte de su habitación y sintió terror. Era como si alguien la estuviera mirando mientras sufría por Faramir. Se abrazo a sí misma y cerró los ojos por un momento, ese estremecedor sentimiento se fue y pudo recomponer sus sentidos. Cuando se quiso levantar se dio cuenta de que las piernas le tiritaban, el miedo aún estaba aunque la extraña sensación se había ido. De repente sintió unos pasos que venían de un rincón de la habitación y vio a Faramir salir de la oscuridad con un cuerpo cubierto de heridas, su garganta abierta con una enorme herida y sus entrañas colgando. El terror lleno a Magdalena y grito.

-AAAAAAAAAAA…-

-¿Qué pasa Magdalena?- le pregunto Abigail mientras abría la puerta de la habitación -¿Qué sucede niña?-. Abigail se acerco a Magdalena que gritaba mientras derramaba lagrimas.

-Abigail, él, él, él estaba muerto, me vino a ver, oh dios- Magdalena se aferro a Abigail y lloraba como una niña, entre sollozos trato de explicarle que soñó con la muerte de Faramir. Abigail la abrazo fuerte y cuando llego Galadriel, Abigail le dijo que le preparara un agua caliente con hierbas para calmar a su maestra, la niña asintió y se fue a la cocina.

-O-

Cuando llego la hora de trabajar no se abrió la tienda, se coloco un letrero y no se atendió nadie.

Magdalena durmió mientras tomaba la mano de Galadriel, esta última miraba con tristeza a su maestra. Para ella su maestra era la guerrera definitiva, alguien a la que tenía que seguir para poder llegar más alto que nadie, se propuso así misma ser como su ídola. Galadriel con pena tomo la mano de Magdalena y abrazo con todo su cuerpo. Ella quería que su maestra estuviera bien, que estuviera feliz y no sufriera. Ella se lo merecía pensó Galadriel, pero que era la tristeza y la melancolía para ella si no una emoción distante y casi borrosa. Cada día que vivió después de conocer a su maestra ha sido un bendición.

-¿Ya se durmió?- pregunto Abigail mientras traía comida a la habitación.

-Sí mamá, ¿Qué le puede haber pasado?- pregunto Galadriel

-No lo sé, pero debe haber sido espantoso como para que una niña tan fuerte como Magdalena se espante. Yo me ocupare de la casa, quédate con ella y si pasa algo me avisas-

Galadriel asintió y siguió cuidando de su maestra.

-o-

Cuando el sol se situó al medio de su trayectoria diaria, Magdalena abrió los ojos y encontró a Galadriel durmiendo mientras le sostenía la mano, la niña se aferro lo suficiente como para dejarle claro a Magdalena que nunca la dejaría. Magdalena sonrió al ver el inocente rostro de la niña, pensó en lo lindo que era tener a alguien que te aprecia. Cuando se levanto, tomo a Galadriel y la acostó en su cama, después fue al baño y se saco el sudor. El agua fría la termino de despertar y cuándo volvió a su habitación se encontró con Galadriel ordenando la cama. La niña la recibió con una sonrisa y un abrazo, Magdalena se lo devolvió.

-¿Cómo te sientes maestra?- pregunto Galadriel mientras miraba como un cachorro a su maestra.

Magdalena soltó un pequeña risita y con un rostro algo cansado le respondió en un tono suave -un poco mejor, ¿ayúdame Galadriel?-. Magdalena se acercó a la cómoda y busco su ropa. Una vez que la separo, se empezó a vestir mientras Galadriel le cepillaba la brillante y anaranjada cabellera.

Abigail se asomo y vio a Magdalena poniéndose las botas mientras Galadriel le seguía peinando el cabello, por un momento Abigail pensó que podrían ser hermanas, pero negando esos pensamientos recompuso su rostro con una sonrisa y le pregunto -¿Cómo te sientes Magdalena?-.

-Mucho mejor, Abigail- dijo Magdalena mientras pisaba fuerte tratando de acomodar su bota -Galadriel, con eso está bien- y la niña dejo de peinar el cabello de Magdalena mientras está se ponía de pie. Miro a Abigail y le dijo -voy a salir unos días, no sé cuántos, pero volveré. Mantén cerrada la tienda y solo atiende a la gente a menos que sea de vida o muerte-

Abigail siguió a Magdalena hasta un pequeño rincón de la habitación en donde había un maniquí vestido con una armadura. Magdalena se puso la pechera y se la acomodo con toda naturalidad, tuvo que aflojarla un poco y dijo entre susurros -estas cosas volvieron a crecer- siguió acomodándose el resto de la armadura y tomando su espada se la ciño a la cintura. Al darse la vuelta vio a Abigail y Galadriel que la miraban con preocupación. Magdalena soltó un suspiro y les dijo -volveré en unos días, no se preocupen, no será serió-

Madre e hija asintieron y la acompañaron hasta la puerta, Magdalena les dio un abrazo y camino hasta los comerciantes de caballos.

-o-

Magdalena anduvo varios días en caballo, busco por todos lados el campamento de Faramir. Siguió el rio y a pesar de que anduvo hasta que se cansó, no pudo dar con él. Nadie sabía en dónde estaba ni qué estaba haciendo. Una persona que conocía a Faramir le contó que andaba en una misión secreta. Magdalena insatisfecha con la respuesta le pregunto en qué dirección se había ido. Una vez ubicada en el mapa, siguió su camino acercándose peligrosamente a las montañas que tanto temía. El viaje no fue un problema, al parecer los habitantes de minas Morgul no estaba en casa o por lo menos no en su camino.

Cuando se acercó a un sector de la pradera en donde habían muchos árboles y se volvía más espeso el follaje, escucho varios gritos. A lo lejos unos hombres, guerreros con capucha, le tendían emboscada a otros guerreros vestidos de ropas exóticas, por lo menos Magdalena podía decir que no eran de estas tierras. Oculto su caballo mientras los miraba luchar, fue muy educativo en muchos aspectos. Aunque su padre le había enseñado cosas referentes a la guerra verlas era otro cuento. Vio cómo todos los soldados que al parecer estaban dispersos entre los árboles, se lanzaban de forma simultánea a los otros guerreros, tomándolos por sorpresa y cerrándoles la salida. A lo lejos se divisaba uno que otro arquero subido en la copa de los árboles, escondidos lo mejor que podían mientras atacaban a los enemigos.

Magdalena se quedó al margen y espero que todo pasara, de esa manera podría ver más de cerca de donde venían los guerreros que prepararon la emboscada.

-o-

Magdalena en medio del bosque se bajo del caballo y camino agachada por varios metros, nadie la vio, se preocupo de no meter ruido. Cuando estuvo cerca de un grupo de tres guerreros los noqueo en un súbito movimiento y espero a que alguno se despertara. Al cabo de media hora uno se despertó, parece que no era el mas listo porque lo primero que hizo fue atacar sin importarle que estaba desarmado. Por supuesto Magdalena lo castigo noqueándolo de manera contundente y dejando a un lado.

Cuando miro a los otros dos dijo en un susurro -ojalá que estos dos tengan algo de cerebro- y se quedo en cuclillas esperando que alguno reaccionara.

Un poco más tarde otro se despertó, al parecer este era cobarde, pensó Magdalena, porque aunque tenía los ojos abiertos no se atrevió a decir nada. Magdalena lo miro raro y le pregunto -¿no tienes nada que decir-

El hombre fascinado le dijo -ninfa del bosque, abre tus piernas para que al menos pueda morir en el calor de tu interior-.

Magdalena frunció el ceño y le dio una patada rompiéndole la nariz y noqueándolo en el acto. Molesta con el tipo no se molestó en acomodarlo.

El ultimo tipo se despertó pero antes de que pudiera actuar o decir otra estupidez, fue cuestionado por Magdalena -dime ¿de dónde viene tu gente?-

El hombre estuvo fascinado por un momento, pero al escuchar las frio tono de Magdalena tomo conciencia de dónde estaba, miro a sus compañeros y notó que no estaban en su mejor estado. Puso un rostro furioso pero lo único que logro con eso, fue que Magdalena desenfundara su espada y posara el filo sobre su cuello. El hombre pudo sentir el suave roce del acero y cómo le corría una gota de lo que se imagino era sangre por su cuello. Entonces empezó a respirar errático y le dijo.

-Perdona mi señora, no quise ofenderte. Vengo de Minas Tirith y sigo las órdenes del hijo del edecán. Por favor no me mates te lo ruego-

Magdalena asintió, guardo su espada y le dijo -llévame con Faramir, soy su mujer-

El hombre titubeo pero cuando vio que Magdalena sacaba de nuevo su espada asintió varias veces.

-O-

Cuando Magdalena llevo al refugio de Henneth Annún, en medio de unas cuevas, fue recibida por veinte espadas, nadie la conocía y el rostro de terror de los tres guerreros que la acompañaban, los incentivo a desconfiar. Magdalena soltó una exhalación y espero hasta que alguien le preguntara quién era, cruzo los dedos para que no le tocara otro idiota que le pidiera abrir sus piernas. Un hombre mayor se acercó con desconfianza, la examino por todos lados y le pregunto.

-¿Quién eres?-

-Magdalena, hija de Tytos Hill y mujer de Faramir-

El hombre asintió y le pregunto -¿Cómo supiste dónde estaba?-

Magdalena torno los ojos al cielo y soltó una exhalación, se preguntó si su padre era el único hombre que no pensaba que todas las mujeres eran unas inútiles -rastreando, ¿de qué otra forma podría ser?, ahora, mi paciencia es limitada, llévame con Faramir-

El hombre esbozo una sonrisa y le dijo -él no está pero te podemos hacer compañía-

Magdalena se aburrió, desenvaino en un súbito movimiento y le coloco la espada en la garganta mientras le preguntaba -¿te gustaría hacerle compañía a esto?-

-Suficiente- retumbo una firme voz en la cueva, Faramir camino hasta su subordinado, le dio un golpe en la cabeza y le advirtió -ella es mi mujer, si vuelve a pasar esto te matare-

Faramir tomo a Magdalena y se la llevo a un lugar de la cueva, todo estaba sucio pero no se podía pedir mas, después de todo estaban en una guerra. Magdalena lo siguió con una linda sonrisa, estaba feliz porque estaba vivo, era su oportunidad para protegerlo y asegurarse de que nada le pase.

Ambos llegaron a un rincón de la cueva, Faramir la miro con sentimientos encontrados pero se percato que ella no lo miraba. Vio hacía donde dirigía la mirada y se dio cuenta de que en ese lugar estaban los dos hobbits. Dos pequeños merodeadores que le preocuparon y dieron algunas ideas extrañas del porque estaban aquí. Supuestamente habían cruzado la ciénaga de los muertos con algún tipo de misión pero él no les creyó. Ahora su mujer los miraba con cariño y nostalgia, no sabía qué estaba pasando aquí.

-Frodo, ¿eres tú Frodo?- camino Magdalena adonde estaban los hobbits. Los habían amarrado las manos y permanecían sentados en una esquina de la cueva. Magdalena tenía los ojos húmedos, se había encontrado con sus amigos de la infancia. Desenfundado su espada, corto ambas cuerda y los abrazo.

-¿Qué hacen aquí chicos? Este no es un lugar para ustedes- pregunto Magdalena mientras los tomaba de la mano. En su corazón aun recordaba al divertido Frodo, lleno de ideas locas y cuentos. También Sam, el humilde jardinero que de vez en cuando conversaba con ella.

Frodo algo preocupado por la mirada que le daba Faramir titubeo un poco pero igual hablo -M-Magda, yo, bueno, nosotros estamos en una misión. L-Lo siento, no te puedo decir-

-Así es joven Magdalena, estamos en una misión, pero ese hombre nos apreso y no nos deja ir- dijo Sam mientras poco a poco bajaba la voz hasta convertirla en un susurro -por favor ayúdenos-

Magdalena los soltó y los miro con el ceño fruncido mientras cruzaba los brazos -¿mi padre sabe que están aquí?-

Frodo asintió y Magdalena esbozo sonrisa de complicidad, miro a Faramir y le dijo -déjalos ir, los conozco y sé que son gente respetable, además si mi padre sabe que andan aquí, su misión debe ser algo importante-

Faramir la quedo mirando raro y le respondió -no puedo hacer eso, andan en algo raro y no quieren decir que es-

Magdalena negó con la cabeza y le dijo -déjalos ir, como te digo, ellos deben andar en algo importante. Mi padre no sería indiferente y solo los dejaría andar por un lugar tan peligroso-

Faramir soltó un suspiro y no quiso dar su brazo a torcer -ellos deben decirme que andan haciendo, además tu padre es solo un herrero, ¿Qué sabe él?-

Magdalena asintió y dijo -ok muchachos, díganle que andan haciendo, no se preocupen. Si pasa algo yo los protegeré-

Frodo saco de su camisa una cadena con un anillo y se los mostró. Magdalena y Faramir no supieron qué era y esperaron a que Frodo se los explicara. Frodo miro con algo de miedo a Faramir y le dijo que este era el anillo único, reliquia del señor oscuro. Le contó que junto a su hermano formaron una compañía de varias personas que querían destruirlo, pero en el camino se separaron y ahora se dirigían hacía una montaña en especifico para poder destruirlo. Faramir recordó las viejas leyendas y busco en su memoria, recordó algunos libros que había leído y sin sentir la presencia del anillo no les pudo creer.

-Fue Tytos- explico Frodo -él encerró el poder maligno dentro del anillo. Cuando nos dijo pensé que estaba solucionado el problema, pero es lamentable, el poder no puede ser suprimido para siempre. Esperamos poder destruir el anillo antes de que el poder se desate una vez mas- dijo Frodo mientras apretaba el anillo con su mano.

Magdalena asintió -bueno, parece que mi padre sabe un poco- dijo mientras le daba una mirada burlesca a Faramir -como te decía, déjalos ir y cumplir su misión. Ah, sí claro, cuando conozcas a mi padre veremos si él es solo un herrero-

Frodo y Sam se pusieron pálidos, negaron con su cabeza y le dieron una mirada a Faramir que decía "te has jodido a ti mismo". Faramir no lo tomo en serio y soltando un suspiro, asintió y les dijo -pueden irse, pero tengan cuidado, como pudieron ver el día de ayer, esta zona está llena de peligro-

Magdalena le dio un abrazo a los hobbits y les pregunto por el talismán que llevaban. Frodo entre tartamudeos le contó que se lo dio Carmen. Magdalena soltó un suspiro y esbozando una sonrisa mientras decía -típico de mamá, cuando papá se entera se va a enojar. No se preocupen chicos, esto lo hizo mi madre, ella sabrá como calmar al viejo-

Faramir mando a llamar a tres de sus guerreros más confiables para que encaminaran a Frodo y Sam. Magdalena les dio un último abrazo y con algunas sentimientos encontrados, los dejo ir. Mientras los hobbits se iban, Magdalena se abrazó a sí misma y pensó en su niñez. En los cuentos que le contaba Frodo, muchos eran sobre las aventuras que tuvo su tío o cuando Sam los veía en Bolson Cerrado y conversaban de plantas y sus usos. A pesar de ser un simple jardinero sabía mucho.

Mientras Magdalena contemplaba a ambos hobbits que salían de la cueva, Faramir la abrazo por la cintura y la interrumpió -¿Por qué viniste?-

Magdalena se dio la vuelta, le dio un apretado beso y le dijo -para protegerte-. Faramir soltó una risita, negó con su cabeza y la abrazo mientras varios soldados los quedaban viendo. Después de compartir un par de besos caminaron hasta la base de operaciones en donde Faramir tenía desplegado varios mapas y le explicaba a Magdalena cómo estaban emboscando a todas las fuerzas que fueran a apoyar a los orcos. Nadie sabía porque estaban uniendo fuerzas, pero los constantes ataques y la visita de Frodo, le hacían pensar lo peor. Magdalena después de escucharlo le tomo la mano y le dijo que no pasaría nada, que lo apoyaría en lo que necesitara y cuidaría su espalda.

-¿Sabes luchar?- pregunto Faramir con una sonrisa tonta que le cambio la cara a Magdalena. Esta lo miro molesta y desenfundo su espada mientras lo desafiaba. Faramir desenfundo su espada y la miro como si estuviera viendo un espectáculo. Sin embargo Magdalena solo tuvo qué hacer un ataque y un revés para desarmarlo. Faramir ya no se rio más de la situación, ni siquiera pudo ver el momento en el que perdió su espada. Ahora recogió la espada y miro a Magdalena de forma sería, quiso recuperar algo de su hombría, así que la ataco con toda su fuerza pero parece que las cosas no le saldrían bien. Esta vez Magdalena se defendió y lo hizo de forma en que lo dejara sumamente adolorido.

Una vez desarmado, Magdalena lo miro con un aire de superioridad, levantando su espada y dándose golpecitos en el hombro, le pregunto -¿todavía crees que puedes subestimarme?-

Faramir algo molesto se agarró el brazo, quería gritarle por haber sido tan violenta pero recordando la fuerza que puso en ese golpe, lo encontró injusto. Soltando una bocanada de ira y enfriando su cabeza, le pregunto -¿Cómo lo hiciste?-

Magdalena levanto los hombros y mientras guardaba su espada le dijo -ustedes ni siquiera saben pelear. Parece que cuando utilizan una espada ocuparan un palo para golpear. Su postura es endeble y tienen demasiadas aperturas. Muchos se basan en la experiencia, cosa que no es mala- señalo con el dedo -pero no tienen una buena base-

Entonces Magdalena tomo a Faramir y se lo llevo a una habitación, le ordeno que se levantara la manga y le empezó a echar algunos ungüentos que andaba trayendo. Mientras Magdalena lo curaba, le explicaba cómo le enseñaron a pelear y la habían entrenado. Le contó que ella y su hermano, con una poco más de quince, habían vencido a más de treinta caballeros, ellos solos.