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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · Urbain
Pas assez d’évaluations
430 Chs

284 - Propiedad de Rafael a Nombre de Val

Geena se cepillaba el cabello medio seco, de pie frente al espejo cuando de repente se oyó un golpe en la puerta.

—¿Sí?

—¿Puedo entrar? —sonrió al ver a Etán parado en el umbral.

—¡Hola, guapo! —rápidamente comenzó a aplicar la prebase en su piel con la punta de los dedos.

—¿Te preparas para la lectura del testamento? —en lugar de tomar una silla, se recostó contra la pared y la miró a través del espejo. Una leve sonrisa jugaba en sus labios mientras la veía frotarse los dedos por la cara.

—Sí. Uno no puede decirle que no a Nina tan fácilmente, así que no te preocupes. La resignación está segura conmigo. Quiero asistir a esto... este... llamado... lectura del testamento... —rodó los ojos haciendo que él soltara una risita—. ¿Puedes creerlo? ¡Ceremonia de lectura del testamento! ¿Eh?

Etán la vio extender la base en su cara. Quería decirle que su piel no la necesitaba pero luego pensó en quedarse callado.

Chapitre verrouillé

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