Todos en el salón vieron a la princesa besar a Gabriel de la nada —dijo uno de los presentes—. Sin embargo, nadie conocía la verdad.
La princesa Xin se precipitó hacia adelante para besar a Gabriel solo para encontrarse con su cuerpo congelado en su lugar cuando sus labios estaban a punto de tocar a los de Gabriel —continuó narrando otro invitado—. Era como si una fuerza misteriosa la estuviera sujetando, impidiéndole hacer cualquier cosa.
Desde atrás, parecía como si la princesa estuviera abrazando y besando a Gabriel, pero solo ella y Gabriel conocían la verdad.
Gabriel no dejó que Xin se acercara a él sin tomar precauciones. Ya había colocado algunos mecanismos de seguridad para evitar cualquier ataque sorpresa.
Los labios de la princesa estaban tan cerca de Gabriel que él podía incluso sentir su cálido aliento en su rostro.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Gabriel preguntó con un marcado ceño fruncido.
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