webnovel

Reborn as Trunks Briefs (SPA)

La voluntad del ser humano es voluble al destino. Y solo los dioses deciden el destino. ¿Pueden converger ambas voluntades en una sola? Esta es la historia de un mortal que nunca perdió la fe en la humanidad, incluso si se perdió a sí mismo en el camino. La historia del Kaioshin Supremo que todo lo entiende, que todo lo ve, que todo lo defiende. Porque esa es la voluntad humano-divina que Trunks Briefs tiene.

Bosterobasurero · Anime et bandes dessinées
Pas assez d’évaluations
11 Chs

La habitación del tiempo, finalmente

En la cima de una torre en medio de una ciudad se encontraban tres figuras de vestimentas particulares.

La más resaltante era la del ya conocido Androide número 13, este tenia un pie sobre una varanda al borde del final de la terraza sobre la que estaban parados.

—¿Cuánto tiempo falta, Catorce?

El androide en específico hizo cálculos muy específicos y respondió sin dudar.

—Faltan 23 días, Trece. No seas tan desesperado, ¿Quieres? Que ya es la décima segunda vez que me lo preguntas en la mañana.

Se quejó el androide de color grisaceo mientras observaba a los pájaros volar por el cielo.

—Diablos que ustedes son molestos.

Dijo un Androide algo enano mientras desembotellaba una bebida alcohólica y empezaba a tomarla sin reparo.

—De nada sirve tú argumento cuando eres tú quién lo dice, Quince.

Dijo el androide número trece causando que el nombrado número quince terminara de tragar el alcohol para luego eructar en dirección a su aliado.

—Cómo sí me importara lo que tú digas, Trece. Recuerda que te elegimos como líder porque ni yo ni Catorce queríamos hacernos cargo de esta misión. Solamente nos encargamos de las cosas secundarias y cuando esto termine, cada uno por su lado. Ese fue el trato.

Esas fueran las únicas palabras del Androide Quince antes de volver a tomar con mucha tranquilidad.

—Lo sé, lo sé. Es sólo que.. algo en ese chico me emociona, ¿Serán las células Saiyajin en mí interior?

Mirando sus manos, habla Trece, a lo que su compañero de color gris pone una mano sobre su hombro.

—Recuerda por qué hacemos esto. Nosotros fuimos liberados para vengar a nuestro padre, nada más.

Quince se quedó quieto por un momento pero luego regresó a tomar su bebida con total normalidad.

—Huh.. sí, sí. Ya lo sé, no se me olvida por qué somos libres. Después de todo.. nuestra existencia era una cláusula, por sí cierto evento pasaba. Y eso sucedió, así que haremos pagar a esos traidores por lo que hicieron.

Trece golpeó su puño contra su palma abierta, observando el horizonte, con una voluntad férrea a su propósito.

—No lo olviden, tenemos un propósito: Destruiremos a estos androides traidores para vengar al Doctor.

Repitió Quince mirando también al horizonte antes de volver a tomar su bebida, mientras tanto Catorce seguía viendo a las aves volar en el cielo.

—La paz.. ¿Es posible?

Fue el pensamiento de Catorce, sabiendo que sus hermanos eran ignorantes de este pensamiento, algo que provenía de su programación.

Y así, los tres androides se mantuvieron quietos por allí, sabiendo que de nada servía adelantar algo, aparte, Trece tenía un trato con el niño.

Por lo que..

¿Qué era esperar esos 23 días?

×××××

—¡Otra vez!

Exclama un gato parado en un bastón esquivando con suma facilidad las patadas voladoras de un niño de cabello lila.

—¡¿A eso llamas una patada?!

Sigue peleando una y otra vez el pequeño contra el gato, de fondo, Vegeta se encuentra comiendo algunas frituras junto a Yajirobe, aunque se encuentre reacio a aceptar que fue salvado por el gordo ya que sí no pasaría hambre.

—¡Pelea con más intensidad, mocoso!

Llamó Vegeta a Trunks quién asintió y una vez más volvió al ruedo, con la única intención de derrotar a Karin.

¿Por qué?

Simple, Karin había presentado el Agua ultradivina, pero para conseguirla debía atraparlo, y esto era algo complicado cuando estaba prohibido usar ataques de Ki, o siquiera volar.

Por esta misma razón Trunks se encontraba con dificultades, ya que cada vez que trataba de patear al gato este lo esquivaba con una facilidad como una bailarina de ballet para dar vueltas.

—¡Argh! ¡Quédate quieto de una vez!

Sigue intentando Trunks al dejar de rodar por el suelo, parándose nuevamente en búsqueda de cumplir con su objetivo.

Atrapar al maldito gato.

—¡Ven aquí, condenado gato!

Grita Trunks mientras vuelve a saltar en un intento de alcanzar a Karin, quién nota que cada vez que el chico cae y lo vuelve a intentar es que cada vez se vuelve más y más rápido.

—¿Es así como Goku logró alcanzarme? Vaya que son curiosos los Saiyajins.

Piensa Karin esquivando no una sí no varias veces a Trunks, esperando ver como la agilidad y reacción del chico aumenta.

—Cuando quieras alcanzar a un rival alto y rápido, no te preguntes donde, sí no cómo harás para responder, tampoco te tardes la vida, debes ser rápido, como un relámpago, así podrás reaccionar y.. ¡Contraatacar!

Al final de la oración golpea en la espalda a Trunks mandándolo a rodar una vez más, este al final choca con la mini pared de la torre.

—¡Sí, ya me lo dijiste cien veces, maldito Gato!

Salta nuevamente Trunks, pero esta vez simplemente se gira en el último momento, sabiendo que fue esquivado, pero en esta ocasión pudo agarrar la pata del gato.

—¡AJÁ! ¡Te tengo!

Trunks abraza al gato para que no se le escape, este al ver que no le queda de otra dice lo siguiente:

—Bien bien, por fin entendiste a qué me refería, Trunks. Ahora puedes soltarme sí quieres.

El chico entonces no lo soltó, simplemente lo apretó con mucha fuerza.

—¿Trunks?

Preguntaba el gato, y Trunks puso una sonrisa que Vegeta conocía muy bien, después de todo era la misma que ponía su versión del futuro.

—¡TOMA ESTO, GATO CONDENADO!

Rápidamente dio un salto y le hizo un suplex al maldito gato, haciendo que su cabeza se incrustara en el suelo.

Cayendo de espaldas, Trunks se levanta rápidamente y empieza a burlarse de su enemigo.

—¿Con qué gato místico, eh? Más bien, admiren al gatito pelusa, recién domado. ¿Entendiste, Gato hijo de perra?JAJAJAJA.

Pese a lo malo que fuera el chiste de Trunks, verlo tan contento al niño fue suficiente para que Vegeta se levantara y lo golpeara en la cabeza.

—¡Ay ay! ¡OYE! ¡Y ESO POR QUÉ!

Se sostenía Trunks la cabeza ya que el golpe sí que le había dolido bastante.

Pero Vegeta como el experimentado número uno respecto al ego, y como el hipócrita que era en muchas ocasiones dijo:

—¡Primero, que mínimo tus burlas sean buenas, y segundo, respeta al gato, que el mismo ser te tuvo de esclavo durante UNA SEMANA! ¡Y por qué! ¡POR QUE SÍ, MOCOSO ESTÚPIDO!

Trunks puso una mirada conflictiva contra Vegeta quién hizo lo mismo.

Pero después de que el gato hiciera sonidos de dolor, fue que Trunks dejó sus peleas con Vegeta y movió a la criatura con su pie.

—Eso fue cruel de tú parte, Trunks.. Yo ya estoy viejo y me haces esto cuando me ofrecí a entrenarte..

Trunks lo ignoró y volando agarró el Agua Ultradivina.

—Bueno, mí recompensa finalmente está aquí.

Abriendo la botella la tomó sin pensarlo dos veces, aunque bueno, era el hijo de Vegeta, algo de él debía sacar aparte de la apariencia.

—¡DIOS QUE ESTA COSA ES AMARGA!

Exclamó Trunks luego de sentirse asqueado al tomar el Agua Ultradivina.

—¿Y a qué creías qué iba a saber el agua que ha estado guardada desde hace décadas?

Trunks iba a decir algo, pero decidió dejarlo ahí, y mirándose a sí mismo, no sintió muchos cam...

—¡AGH!

Cayendo sobre sus rodillas, Trunks estrujó su ropa específicamente por la parte del corazón con sus dos manos.

—¡Trunks!

Fue Vegeta, pese a lo increíble que pareciera, el que se movió rápidamente para ver qué sucedía.

—Tranquilo, esto es lo que el chico quería, este es el efecto del Agua Ultradivina. Sí no muere, obtendrá lo que tanto quiere.

Trunks sentía como sí su cabeza se dividiera en dos, sus manos ardían, su corazón latía más rápido que nunca, sus pulmones dolían, sus piernas sufrían calambres, decir que sufría era poco.

Torturado estaba siendo para poder dominar la bebida dentro de esta botella de cristal.

—¡NO DEJARÉ QUE ESTA COSA ME MATE!

Fueron las palabras que Trunks repetía en su cabeza de manera obsesiva, sabiendo que sí no podía superar esto no merecía haber vivido todo este tiempo.

Su misión estaba clara, y sí tenía que sufrir para salvar a la tierra entonces lo iba a hacer.

Trunks se paró lentamente y empezó a reunir su Ki sabiendo que sí lograba equilibrarlo con la energía que estaba desbloqueando su potencial entonces podría aumentar su poder apropósito.

—¡Yo.. No moriré aquí!

Repitiendo y repitiendo sus palabras en su cabeza fue que Trunks al mezclar su ki con el potenciador externo logró alcanzar lo que quería.

Una energía roja rodeó a Trunks, el suelo parecía quebrarse.

El cabello del híbrido se levantaba y su tono de cabello se volvía más oscuro.

Las venas del chico se ponían cada vez más resaltantes, Vegeta miraba sorprendido la situación.

—¿El Super Saiyajin?—Fue el pensamiento del Saiyajin puro, pero negó con la cabeza al no ver el cambio de color de sus ojos.

Después de unos segundos Trunks dejó de cargar tanta energía y liberó ese estado al que había llegado.

Su cabello volvió a lo normal, su aura regresó a la normal, pisando el suelo con baldosas rotas.

—Lo siento por los destrozosos, Maestro Karin.

Habla un Trunks algo serio, ya sea por los descubrimientos que hizo, o porque el dolor lo había forzado a ponerse de esa forma.

—Vegeta, nos vamos.

Dando un paso hacia adelante, escuchó como Vegeta cargaba la mochila con una de sus manos.

—¡Espera un momento, chico!—Detiene Karin al chico bajándose de su bastón para buscar una bolsa de tela dada por Yajirobe— ¿Vas a pelear en unos días verdad? Ten esto, tengo fé en lo que te depara muchacho.

Trunks se dio la vuelta para agarrar la bolsa y luego de eso le dio la mano al animal, este la estrechó, un respeto mutuo ambos nació.

—Gracias por todo, maestro Karin. Nos vemos. En caso de no lograr salvar la tierra, le pido que busque al último hijo del Señor Goku: Goten, sí no regresamos, sólo él podrá derrotar a estos androides.

Vegeta abre un poco los ojos al ver como su hijo tenía hasta un plan de emergencia frente a esta situación, por otro lado, el gato Karin asintió, siendo así que tanto el chico como el Saiyajin se fueron volando, alejándose de la torre de Kami en búsqueda de las esferas del Dragón.

—¿Qué dice el rastreador, Trunks?

Pregunta Vegeta, a lo que su primogénito revisa el rastreador de las esferas.

—Por esta dirección está una de ellas, tardaremos unos días pero aún nos queda tiempo, bastante, pero mejor no nos confiemos. Ahora, vayamos rápido.

Vegeta asiente y ambos despegan con más velocidad que antes ya que ambos saben que los androides son traicioneros, ya sea por las anécdotas o por haberlo vivido en carne propia.

—Sabes que tú nivel por el momento aún es demasiado bajo para siquiera enfrentarte al Namekiano, ¿No?

Vegeta le pregunta a Trunks, este último asiente y responde sin inmutarse.

—La diferencia entre lo que soy y lo que debo ser es mucha, pero con dos cosas que nos faltan entonces estoy seguro que salvaré la tierra. Eso es una promesa. Y yo cumplo mis promesas. Incluso sí es directa o indirectamente.

Fueron las palabras de Trunks sabiendo que sin importar lo que haga su objetivo debe ser el mismo.

Detener al Androide 13 y salvar a la Tierra de sus enemigos.

Sin importar quién sea, sin importar sus motivos, sin importar sus sueños, él debía detener a todos sus enemigos.

—¿Incluso sí yo soy tú enemigo, me detendrías?

Trunks sabía que esa pregunta llegaría, por lo que responde sin ningún tipo de dudas.

—Me dan igual tus deseos, Vegeta. Lo que tú quieres no es lo que yo quiero y sí te metieras en mí camino para defender a la Tierra entonces no me temblarán las manos para matarte. Ten eso por seguro, Príncipe de los Saiyajins.

Vegeta entonces bufó ignorando esa ligera amenaza que notó de parte de Trunks, ya que desde el inicio de este viaje ambos sabían lo que tenían que hacer y lo que pensaban del otro.

Ahora, daban igual sus pensamientos, Vegeta quería tener más poder para vencer a Kakarotto o al chico Gohan, y Trunks sólo quería el poder para defender al planeta de los enemigos que lo amenazaran por la promesa que se había hecho tanto a sí mismo como a su abuelo, quién depositó su fé en Trunks.

—No te decepcionaré abuelo, yo salvaré a este planeta las veces que sean necesarias.

Fueron los últimos pensamientos de Trunks antes de seguir su camino para encontrar todas las esferas.