Lanzó sus colmillos contra la cola verde que se deslizaba frente a él y, sin pensarlo dos veces, la despedazó.
Fluidos de color púrpura salpicaron por todas partes, con sangre viva bañando su cara, pero a él le daba igual. Su ojo izquierdo ya había sido cubierto por ese fluido venenoso hacía tiempo, dejándolo completamente bloqueado.
Rugió para ofuscar el dolor ardiente que sentía, antes de golpear con su brazo a la serpiente de dos cabezas, matándola. Pateó su cadáver, asegurándose de que todo frente a él se mantuviera bajo control mientras se retiraba y, en cuanto un escalofrío recorrió su espalda, retrocedió inmediatamente.
Y la espeluznante cuchilla apareció de golpe, rozando su barbilla.
La mabestia en el camino de la hoja se convirtió en la presa de esa cuchilla con forma de colmillo. Su carne fue destrozada, con su sangre salpicando por todos lados, y un revuelto de órganos formando una cortina frente a él—a través de la cual se lanzó con fuerza, apuntando a la mujer que lo hizo, antes de embestirla con los brazos en el torso.
_Elsa: ¡—!
Su escudo derecho dio en el pecho de ella y su escudo izquierdo dio en el flanco de ella, quedando su carne aplastada y sus huesos agrietados en ambos puntos.
En sus oídos, frente a sus ojos, desde todas las direcciones podía sentir los gritos cacofónicos de las bestias, sus gritos, sus rugidos, el estrepitoso conflicto, el golpeteo de metal contra metal… Demasiados ruidos mezclados entre ellos para que él pudiera registrar adecuadamente lo que sucedía a su alrededor.
Pero eso no le importaba. Lo único real para él en ese momento, era lo que tenía frente a él, lo que veía con su ojo derecho.
Sus voluptuosos senos se hundieron, mientras que la fuerza de ese golpe desgarrador la hizo vomitar sangre. A pesar de que sus labios escarlatas adquirieron un tono aún más profundo y sanguinolento, y de que estaba enfrentando un dolor que amenazaba con acabar con su vida, su expresión seguía siendo una de éxtasis.
Dejando de lado su fuerza de combate y su resistencia, se podría decir que lo verdaderamente molesto era la personalidad que ella tenía.
_Elsa: —¡Hah!
_Garfiel: ¡¡Ghrrrrr!!
Ella exhaló brevemente, mientras que él rugió en respuesta.
Ella balanceó rápidamente su brazo izquierdo hacia delante, y un estridente ruido pudo sentirse inmediatamente detrás de él. La cuchilla rebotó en la pared, luego en el techo, y por último en el suelo, dirigiéndose a la parte trasera de su cabeza.
_Garfiel: …
Dirigió su atención hacia atrás, desestimando la idea de echarse a un lado para evadirla.
La mujer que tenía frente a él, llevó con firmeza su brazo derecho hacia atrás, preparándose para clavarle su cuchilla negra dentada. Si las dos cuchillas lo atrapaban, seguramente este ataque le abriría la cabeza, o tal vez la garganta.
Se inclinó hacia un lado, forzándose a apartarse del camino de la cuchilla que amenazaba con apuñalar la parte posterior de su cabeza.
Un punzante sonido resonó alrededor de su hombro izquierdo. Al sentir la punta de la hoja atravesando el espacio entre sus huesos, chasqueó la lengua—con el cuchillo cortando la articulación, dejando su brazo derecho momentáneamente inmóvil.
_Elsa: ¡Riiiiih!
_Garfiel: ¡Shah!
La violencia era tal que ensordecía todos los sonidos, al mismo tiempo que ella liberó la cuchilla que tenía preparada.
Este incesante ataque parecía más un "garrotazo puntiagudo" en lugar de una "cuchillada".
El golpe le volaría la cabeza si llegaba a golpearlo, decapitándolo completamente. Garfiel levantó inmediatamente su brazo izquierdo para interceptar el golpe; pero, con la mala postura que tenía en ese momento, no pudo evitar todo el daño recibido en su hombro derecho.
Los dientes de animal rechinaron contra el metal durante sólo un microsegundo antes de que el brazo de Garfiel fuera fácilmente desviado.
Con sólo una pequeña caída en su velocidad, la hoja trasera reanudó su carga hacia la cabeza de Garfiel. Una fuerza más que suficiente para separar su cráneo forzaba su camino a través del aire, a punto de golpear.
Golpeando—
_Elsa: ¿¡—!?
—lo que Garfiel pateó hacia arriba para interponerlo forzosamente entre su cabeza y el cuchillo: el cadáver de la mabestia.
Garfiel logró el objetivo de evitar daños fatales a costa de arriesgarse a ser bañado en dos cosas: una sensación incómoda como la de un vegetal de piel rugosa frotándose contra su mejilla, y un veneno abrasador que quemaba la piel de quien tocaba.
El cuchillo cortó a través del cadáver de la mabestia, y la fuerza del golpe se propagó a través del cadáver golpeando a Garfiel en la cara.
El impacto lo empujó, haciéndolo rotar de izquierda a derecha, dando vueltas en círculos—y, con dos pasos deliberados en el suelo, se lanzó de espaldas.
Su Protección Divina de los Espíritus de Tierra se activó, obedeciendo su voluntad de hacer explotar el suelo que pisó.
La detonación lo hizo volar hacia atrás, con la mujer ahora a sus espaldas, mientras él se acercaba directamente a ella—con el cuchillo blanco de la mujer aún sobresaliendo de su hombro.
En el instante en que el cuchillo la tocó, la mujer se estremeció.
Aunque era consciente de que el mango de la cuchilla era lo que estaba tocándola, aun así, la hizo dudar de tomar una decisión en ese instante.
Con su hombro derecho todavía contra la mujer, Garfiel extendió su postura para descender su centro de gravedad.
Esto hizo que la mujer pensara en dar un paso atrás para alejarse de él, pero, justo entonces, Garfiel levantó el brazo y cargó contra su cara, agarrándola como una tenaza.
_Garfiel: ¡Transformación parcial!
Inmediatamente después de su grito, se produjo un cambio en el brazo que sujetaba la cara de Elsa.
El brazo se hinchó explosivamente—una capa de pelo dorado creció sobre él en un instante, al mismo tiempo que éste se convertía en el grueso brazo de una bestia.
Y, naturalmente, en su extremo se encontraba la pata de una bestia, con garras que parecían sables.
_Elsa: ¡Kyhaaaaaah!
Las gruesas garras rasgaron la cara de la mujer, esparciendo sangre por todas partes y haciéndola retroceder.
Al atravesar su cabeza, las cinco garras provocaron el mismo dolor y la misma lesión que si fueran cuchillos. Incluso ella terminó llevándose las manos a la cara, retrocediendo y chillando mientras miraba al techo.
_Garfiel: ¡¡Rhm!!
Le dio una patada en el torso, empujándola hacia atrás.
La fuerza que golpeó su pecho llevaba suficiente fuerza como para destruir aún más sus destrozados huesos y entrañas rotas, convirtiéndolos en un desastre aún mayor.
La mujer caída dejó caer su arma, y se reía entrecortadamente por la sangre escarlata que escupía a intervalos regulares.
Era algo horrible de escuchar, y él estaba más que dispuesto a lanzarse sobre ella y hacer que se detenga, pero—
_Garfiel: ¡Mierda! ¡Es una cosa tras otra!
—justo cuando Garfiel se movió para ir tras ella, las mabestias corrieron a interceptar su asalto.
Ratas con alas negras, zarigüeyas hinchadas en proporción a su ira, grandes canes de piel moteada que llegaron aquí atravesando la mansión, y el gigante restaurado—el Rocacerdo.
Sus garras desgarraron el enjambre de ratas, un pisotón de su pie eliminó a las zarigüeyas hinchadas, sus patadas le rompieron el cuello los grandes canes de piel moteada; todo ello mientras Garfiel se enfrentaba de frente a la carga del Rocacerdo.
_ Meili: ¡Sé aplastadoo!
_Garfiel: ¡¿Crees que voy a tolerar eso, idiota?!
Toneladas de peso se acercaban cargando con fuerza explosiva.
Más que el golpe de un animal, esta bala de cañón equivaldría a un edificio cayendo sobre él.
Ni siquiera Garfiel sería capaz de recibir un golpe directo de aquello y salir ileso. Sería incapaz de ofrecer ni un solo segundo de resistencia al ser lanzado y pisoteado por eso.
Sin embargo,
_Garfiel: ¡Es lo que lo hace divertido!
Reforzando sus piernas, Garfiel desencadenó su Protección Divina de los Espíritus de Tierra hasta su máximo límite.
Podía sentir las bendiciones de la tierra pulsando desde abajo, ondulando a través de su carne.
Un destello bélico iluminó el ojo dorado de Garfiel, con los colmillos descubiertos mientras sonreía maliciosamente, detonando la sangre que yacía dormida dentro de él.
_Garfiel: —¡¡Grrrrr!!
Ese rugido ahogado no estaba dirigido al exterior, sino que era una llamada a su propio interior.
Fluyendo a través de su cuerpo, aunque difícil de aceptarlo por lo que es, definitivamente no era algo que adquirió por elección propia: su linaje de sangre. Convocó a su pedigrí normalmente oculto, sintiendo escalofríos mientras su alma temblaba.
Al igual que su brazo izquierdo que destrozó la cara de la mujer, el brazo derecho de Garfiel se hinchó explosivamente.
Comenzando con sus brazos, sus hombros, su torso, su cuello, su cabeza… todo crujía a medida que su esqueleto cambiaba de forma, con su cara transformándose de la de un humano a la de un feroz felino—un enorme tigre.
Después de la ampliación de su torso, sus caderas y sus piernas, su ropa no soportó la tensión y se rompió. De su cuerpo colgaban trozos de tela, y los dos escudos en sus brazos apenas lograron mantenerse equipados como pequeños discos—ésta era una bestia que, solamente con su físico, podía compararse con el Rocacerdo que se acercaba.
_Garfiel: —¡Grrrrrrraaaaa!
El suelo crujía, hundiéndose debajo de él.
Ni siquiera esta mansión sólidamente construida podía soportar la confrontación de estas dos masivas bestias.
Tan gigante que el pasillo no podía contenerlo. Garfiel rompía las paredes, con las decoraciones estrellándose contra el suelo mientras su espalda raspaba el techo.
_Meili: —¡¡Wagpig!!
Ante la transformación de Garfiel, la niña encima de la mabestia gritó lo que quizás era el nombre propio de la mabestia. Respondiendo a la llamada de su ama, el Rocacerdo profirió un rugido tan fuerte que podría desintegrar rocas, abriendo de par en par sus fauces, mostrando todos sus dientes planos, mientras corría hacia Garfiel.
La mabestia se levantó sobre sus patas traseras, levantando sus patas delanteras para pisotear a Garfiel.
El enorme tigre, con sus brillantes ojos dorados, dejó que sus propias patas lo impulsaran para aprovechar la apertura, antes de que el aplastante golpe del gigante se desatara, clavando sus garras en la gruesa y pedregosa piel del Rocacerdo.
Las garras del tigre rechinaron contra la piel rocosa mientras eran arrancadas de sus cuencas. Habiendo fallado en perforar su gruesa piel, las patas delanteras del Rocacerdo cayeron en picado, procediendo a golpear directamente al tigre.
El pisotón cargó sobre el cuerpo del tigre, con una presión aplastante sobre sus hombros. La fuerza clavó la parte superior del cuerpo de Garfiel contra el suelo, con el despiadado impacto haciendo que el tigre soltara un chillido.
_Meili: ¡¡Wagpig, no te detengaas!!
Huesos rompiéndose y carne aplastándose… pero esos ruidos no disuadieron a la ama de la mabestia.
Al oír su voz enfurecida, el Rocacerdo rugió y levantó sus patas delanteras, listo para pisotear una vez más y aplastar la cabeza del tigre.
Sin embargo,
_Garfiel: —¡GRrrrrrrr!
Si sus garras no van a servir, al tigre sólo le quedaba un arma.
Retorciendo su cuello, el tigre con sus hombros aplastados utilizó su espalda para enderezarse. Las patas delanteras del Rocacerdo estaban levantadas y su vientre expuesto—el tigre expuso sus colmillos.
Ni siquiera una mabestia con una piel tan sólida como la roca podría tener la misma dureza en todo su cuerpo. En comparación con sus patas o espalda, sus regiones vitales definitivamente estarían menos protegidas.
Y así, el tigre llevó sus afilados colmillos hacia el estómago desnudo del Rocacerdo.
_Meili: ¡¿Rocacerdito!?
_Garfiel: —¡¡guuuan!!
Las mandíbulas del tigre, tan inmensas que podían tragar a un hombre entero, se cerraron alrededor de casi la mitad del extenso vientre del Rocacerdo.
Por un momento, la piel del Rocacerdo resistió los punzantes colmillos. Pero, al igual que la punta de un cuchillo apuñalando una fruta, los afilados colmillos rompieron al instante y sin esfuerzo la delgada piel.
El Rocacerdo gimió al mismo tiempo que el tigre pateó el suelo, usando el impulso para rodar de lado. Sus colmillos aún estaban hundidos en su presa, intentando desmenuzar a la criatura —era la manera de cazar de los dragones de agua que viven en las orillas de los ríos.
Si Natsuki Subaru estuviese aquí para presenciarlo, lo consideraría parecido al Giro de la Muerte de un cocodrilo, una criatura que no existía en este mundo.
Sus patas delanteras golpearon el suelo, adquiriendo fuerza rotacional y hacia delante para retorcer y desgarrar el torso del Rocacerdo. Dentro de la gruesa piel había una vasta cantidad de sangre y tripas, que se derramaron implacablemente desde las heridas de mordedura hasta el suelo del pasillo de la mansión.
_Rocacerdo: —mmmm
Con los ojos muy abiertos, el Rocacerdo dio un débil lamento de muerte mientras se derrumbaba.
El tigre escupió trozos de la carne del Rocacerdo antes de golpear su pata trasera contra la inmensa criatura, tumbándola sobre su costado. La niña, después de haber desmontado la mabestia en el momento del choque, se quedó sin palabras mientras observaba la espantosa muerte de su mabestia.
_Meili: No puede ser… No puedo creerloo…
Retrocediendo, la niña miró hacia atrás para ver qué tropas le quedaban.
Muchas mabestias habían escuchado su llamado y se estaban reuniendo aquí progresivamente. Pero sólo eran una multitud de criaturas pequeñas y medianas, ninguna de ellas tan grande como el Rocacerdo.
_Meili: ¡Joo! ¡¿Qué es todo esto?! ¡Elsa! ¡Haz algoo!
_Elsa: …Esa petición, es bastante despiadada.
Al darse cuenta de que estaba en desventaja, la niña lanzó insultos sin sentido mientras llamaba el nombre de su compañera. La respuesta llegó, de una mujer sombría que salió de la oscuridad.
Su cara destrozada se había regenerado. Ella jugaba incansablemente con su trenza ensangrentada.
_Elsa: Rajar la cara a una mujer violentamente y sin escrúpulos… Sí que eres fantástico, de verdad.
_Garfiel: —¡Grr! ¡Grrr! ¡Grrr!
La mujer se rio con una mueca empapada de sangre. El tigre, con los hombros rotos, gruñó agitado. Su masiva figura tembló, metió su masiva cabeza en el cadáver del Rocacerdo, y vomitó.
El tigre gimió de dolor antes de que su gran cuerpo comenzase a perder tamaño y, poco a poco, su figura recuperase forma humana. Después de unos segundos, ahí parado había un chico medio desnudo que se deshacía de tiras de pelaje dorado.
_Garfiel: Auh… joder, he vuelto. Qué dolor de cabeza…
_Elsa: Ya veo… así que eres mitad bestia. Ya me parecía que tus ojos eran demasiado desagradables como para ser los de un humano.
_Garfiel: Según tu lógica, eso significaría que nuestro Capitán tampoco es humano.
Garfiel sacudió la cabeza, controlando la sensación de su propio cuerpo humano.
Durante el proceso de regresar a la forma humana, sus hombros rotos se remendaron lo suficiente como para que ambos pudieran moverse. Aun así, todavía ardían de dolor cada vez que él los movía, lo cual interrumpía sus pensamientos.
No podría continuar rindiendo al máximo por mucho más tiempo.
Pero debería pasar lo mismo con su oponente.
Durante el proceso de regresar a la forma humana, sus hombros rotos se remendaron lo suficiente como para que ambos pudieran moverse. Aun así, todavía ardían de dolor cada vez que él los movía, lo cual interrumpía sus pensamientos.
No podría continuar rindiendo al máximo por mucho más tiempo.
Pero debería pasar lo mismo con su oponente.
_Garfiel: Abrí las tripas de tu mabestia para ti. Te permito que vayas a nadar felizmente en ese océano de sangre, no me importará.
_Elsa: Rechazaré tu oferta. Las tripas de animales no me suponen un sustituto, a menos que esté increíblemente hambrienta. Las tripas son bellas cuando son destripadas de personas.
_Garfiel: No entiendo tu sentido de la 'stética.
Garfiel se metió el meñique en la oreja y se hurgó rigurosamente mientras suspiraba con asombro.
Elsa tenía una desventaja abrumadora, pero su actitud no había cambiado.
Garfiel estimó que se necesitarían cinco intentos por lo menos para que la inmortalidad de Elsa terminase.
Y Garfiel ya le había dado cuatro golpes letales. Cinco, incluyendo cuando destrozó su cara. Ya debería haber llegado al límite de su regeneración.
Lo que significaba que el stock de vidas de Elsa ya estaba agotado. Garfiel también estaba herido, pero eso no le haría perder el tiempo en esta pelea.
Al no poder haber apoyo de las bestias de Meili, efectivamente tenían sus espadas contra la garganta del otro. Pero Elsa parecía estar tranquila, y Garfiel se preguntaba por qué.
_Elsa: No se debe a ningún motivo en especial. No tienes por qué estar tan asustado.
Al ver a Garfiel fruncir el ceño, intrigado, Elsa habló como si estuviera consolando a un niño.
Ante esto, Garfiel arrugó su cara y gruñó como un animal; para disimular el hecho de que ella había visto con claridad la confusión en su corazón.
_Garfiel: Vete a la mierda. Deja de hablar como si lo supieses todo.
_Elsa: Pero es claro como el agua. Destripar a alguien significa encararlo antes de ser destripado. Tu cara tiene una expresión que ya había visto antes.
_Garfiel: …
_Elsa: Es la expresión de alguien incapaz de comprender a una degenerada como yo.
Garfiel se quedó callado y con la garganta bloqueada. Ante esto, Elsa se llevó la mano a los labios y rio.
Entonces, ella ladeó la cabeza mientras sonreía ligeramente.
_Elsa: No te preocupes, está bien. No deseo que los demás me entiendan. Mi felicidad la obtengo despreciando la vida de alguien más. Vivir es despreciar la muerte.
_Garfiel: … 'Ntiendo que si te tomo en serio, me volveré loco.
Garfiel alzó los brazos, golpeando sus escudos entre sí mientras rechazaba intentar entenderla. Él no podía permitirse pensar en las circunstancias de ella. Y su última declaración acababa de eliminar cualquier razón que tuviera para prestar atención por capricho.
_Garfiel: Pero tengo una pregunta que hacerte… Si juras que nunca jamás volverás a hacer algo malo y huyes de aquí, es posible que te deje marchar.
_Elsa: Sí que eres un chico adorable.
Ella mostró su misericordia final, y luego la disipó con una sonrisa—la señal de atacar.
De un salto, Garfiel despegó hacia delante. Elsa lo contrarrestó moviendo su cuchilla blanca hacia arriba para golpear el techo, golpear el suelo, girar y rebotar mientras se acercaba a Garfiel. La cuchilla blanca y ancha de Elsa era un ensamblaje de múltiples cuchillos. El filo de la cuchilla se alternaba de un lado a otro, el cuchillo ondulaba como los huesos de una serpiente mientras rebotaba por el pasillo.
¿Arriba? ¿Abajo? El cuchillo superaba fácilmente la velocidad del ojo, discurriendo el pasillo como un haz de luz blanco. Garfiel descartó la opción de evadir y sujetó sus escudos sobre su cabeza. El cuchillo se hundió en la parte superior de su brazo izquierdo, causándole una sensación de dolor de huesos rotos en el instante en que él reanudó su avance.
_Elsa: Nací en Gusteko del Norte, donde hace mucho, mucho frío.
En este campo de batalla se estaba desarrollando un combate en fracciones de segundo; pero, por alguna razón, la cantarina voz de Elsa se coló en los oídos de Garfiel. Ni siquiera era audible. Su consciencia se sobrecalentaba, centrada en el intercambio instantáneo de ataques mortales. No debería haber espacio para que esta voz se entrometiera, pero la voz de la mujer se deslizaba suavemente en la conciencia de Garfiel.
_Elsa: La desigualdad económica era feroz entre pobres y ricos, y era habitual que los niños de la clase baja fueran abandonados. Yo era uno de esos niños, jamás conocí a mis padres, y bebía agua sucia para sobrevivir.
_Garfiel: ¡¡—Rghhhh!!
_Elsa: Pasaba mis días robando objetos, amenazando gente, haciendo cosas por el estilo, con la gente alrededor de mí cambiando constantemente. Por aquél entonces, no tenía tiempo para siquiera considerar preguntas como "¿Por qué estoy viva?" o "¿Qué es la felicidad?"
Su puño se lanzó hacia delante, a escasos centímetros de la cara de Elsa. Pero ella se hizo a un lado para esquivar el exagerado ataque, y esgrimió su negra cuchilla hacia arriba para cortar superficialmente el torso de Garfiel. Los bestiales dientes del cuchillo le asaltaron la carne. La brillante sangre manchó totalmente a Elsa, quien procedió a lamerse los labios.
_Elsa: Aquél día hacía un frío glacial.
_Garfiel: ¡Cállate! ¡¡No te 'scucharé!!
_Elsa: El viento que descendía de las altas montañas era tan fuerte y frío, que congeló al pueblo aquél día. Mi aliento se congelaba nada más salir de mi boca, cuando, el dependiente de la tienda donde yo acababa de robar, me atrapó.
Tras un suspiro caliente, Elsa siguió hablando, embelesada.
Sus cuchillos mortales aumentaban el impulso y, al ser Garfiel incapaz de mantener el ritmo, lo rebanaban corte tras corte.
_Elsa: Nadie se habría quejado si él me hubiera matado, pero al ver que yo era una chica… aún puedo recordar su cara mientras sonreía y se me acercaba para quitarme la ropa.
_Garfiel: Gh, auh…
_Elsa: El gélido viento aullaba mientras me quitaba la ropa, también me quitó mi ropa interior… y, cuando pensé que me moriría de frío antes de que él pudiera hacerme algo, recogí del suelo un trozo de vidrio.
La pierna de Elsa barrió hacia arriba para tratar de pegar a Garfiel en el lateral de la cabeza, pero él la contrarrestó con un cabezazo. El impacto reverberó a través de su cerebro y le hizo retroceder, pero seguramente también destrozó el pie de Elsa. Elsa retiró la pierna y se alejó; pero su expresión seguía siendo de éxtasis.
_Elsa: No pensaba en nada. Sólo tenía el trozo de vidrio en la mano y, cuando él se abalanzó sobre mí, lo clavé en su estómago, lo moví y le abrí el abdomen.
_Garfiel: …
Garfiel contuvo la respiración, mientras que Elsa sonrió.
_Elsa: No sentí nada cuando oí sus gritos ni por el hecho de haber arrebatado una vida. Pero, en medio de esa ventisca helada, pensé…
_Elsa: "Qué calientes están la sangre y las tripas".
La hoja de Elsa se balanceó hacia arriba, amenazando con partir en dos el cráneo de Garfiel. Él se deslizó a un lado, pateó la pared para posicionarse detrás de Elsa, lanzándole una patada en la espalda—pero ella se retorció justo en ese momento y le golpeó en la espinilla con el pomo del cuchillo, desviando la patada. Su pierna se estrelló contra la pared, la cual se desmoronó junto con nubes de polvo. Garfiel chasqueó la lengua mientras saltaba hacia atrás para alejarse.
_Elsa: Si existe la felicidad en este mundo, entonces es la calidez y belleza de olvidar el frío. Cuando nací, no tenía nada; y entonces, por primera vez, obtuve esta felicidad definitiva. —No puedes entenderlo, ¿verdad?
_Garfiel: Y tampoco quiero 'ntenderlo.
_Elsa: Está bien. No quiero compasión.
_Garfiel: 'Ntonces por qué me has contado esa jodida historia, es repugnante.
_Elsa: Me pregunto por qué.
Los ojos de Garfiel albergaban hostilidad, mientras que Elsa ladeó la cabeza, desconcertada.
_Elsa: Porque me pareces tremendamente adorable.
_Garfiel: …Lo siento, pero yo ya amo a una chica. No tengo tiempo para salir con una puta loca.
_Elsa: Qué frío eres. Pero está bien, ya que sólo me interesan tus tripas.
Era como si estuvieran conversando, pero en realidad no estaban hablando.
Después de todos los intercambios que había tenido con ella hasta ahora, Garfiel por fin se dio cuenta.
No sentía ningún interés o compasión por la historia de la vida de Elsa.
Ella tuvo esas experiencias, que establecieron su personalidad y la convirtieron en este monstruo. Eso era todo.
Los escudos de Garfiel ya sabían a quién debían proteger.
_Garfiel: … 'Stás muerta, Elsa Granhiert.
_Elsa: Cuando te mate, te adoraré, Garfiel Tinsel.
Al llamarse entre ellos, estalló la violencia entre el mitad-bestia y la asesina.
La luz resplandeciente del cuchillo blanco atravesaba la oscuridad del pasillo, y el cuchillo negro avanzó para partir en dos a Garfiel.
De reojo, Garfiel vio un cuchillo rebotando por todas partes, y se dio cuenta de que no podría defenderse contra el ataque ni evadirlo. Pero, si no recibía el golpe y amortiguaba su carga, únicamente conseguiría repetir el mismo error tonto.
_Garfiel: …
El cuchillo cortaba el sonido, bailando por el pasillo.
Si no podía percibir la punta del cuchillo, la única opción sería enfocarse en el lugar desde el que fue lanzado.
Garfiel estiró su brazo izquierdo, las ataduras de su escudo se aflojaron— y dejó que volara. Había aflojado las ataduras cuando golpeó los escudos entre sí.
Los ojos de Elsa se abrieron de par en par cuando el escudo chocó directamente contra su mano izquierda— hubo un crujido, y sus dedos rotos dejaron caer su cuchillo blanco.
Habiendo perdido la mano que lo manipulaba, el cuchillo se clavó en el techo, donde se quedó inmóvil. Hubo una sonrisa profunda y oscura, y un rugido fuerte. Una cuchilla mortal asesinó el aire mientras se balanceaba hacia abajo, Garfiel cargó directamente contra ella y fue golpeado.
Puso su brazo derecho sobre su cabeza para recibir el golpe directo de la cuchilla negra.
La onda expansiva atravesó su escudo y sacudió su cráneo. Sus ojos dieron vueltas, desenfocados, y estuvo a punto de caerse hacia delante; pero se las arregló para pisotear con firmeza y sostenerse en pie.
Lo logró— pero entonces la rodilla de Elsa subió disparada y le rompió la nariz a Garfiel.
_Elsa: No debes ser descuidado y pensar que estás a salvo.
Dijo ella con una sonrisa, barriendo su pierna hacia arriba contra Garfiel mientras él retrocedía.
Su pierna se quedó en alto un instante y, en el talón de su calzado, había un destello que pertenecía a una cuchilla, cuya punta apuntaba al cuello de Garfiel para apuñalarlo.
_Garfiel: Eres tú quien no debería subestimar el arma de mi asombroso ser.
Las mandíbulas abiertas de Garfiel cubrieron el talón junto con su cuchilla, mordiendo el delgado pie de Elsa.
Cuando Garfiel masticó la cuchilla y los huesos del pie de Elsa, ella abrió los ojos de par en par.
_Elsa: Vaya…
Sorprendida, Elsa logró escabullirse, pero perdió el equilibrio y cayó sentada en el suelo.
Su pierna derecha estaba destrozada desde el tobillo hacia abajo, inutilizable, y la fuerza de sus propios ataques también le había roto los brazos. Apoyándose en la pierna izquierda, Elsa miró a Garfiel.
_Elsa: … Ahhh…
Tomando un respiro, Elsa se sonrojó como si fuera una chica enamorada.
Su exhalación llevaba tanto calor que se enrojecía. Sus ojos húmedos desbordaban pasión.
Ante Elsa, Garfiel cargó sobre su hombro el inmenso Rocacerdo, y lo lanzó.
Aunque Elsa era consciente de que sería aplastada bajo su increíble masa, ella no alejó su mirada de Garfiel hasta que la masa se la tragó.
Respirando entrecortadamente, miró con amor al chico rubio que le hacía una mueca.
_Elsa: Siento escalofríos.
El abrumador peso aplastó a la asesina, a la vampira, a la Cazadora de Entrañas, hasta que nada quedó intacto.
Su carne sonó al ser aplastada. La sangre fresca se mezcló con los fluidos de la mabestia.
Al oler el hedor de la muerte, Garfiel aulló.
Rugiendo, gruñendo, resonando como un trueno a través de la mansión en llamas.
El Escudo del Santuario —Garfiel Tinsel— y la Cazadora de Entrañas —Elsa Granhiert— habían concluido su batalla.