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Re: zero arco 3, 4, 5.

Pueden seguir aquí después del cp25 Luego subiré el Arco 1 y Arco 2. A partir del CP 329 comienza el arco 5.

delta_zero_1153 · Fantasy
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503 Chs

Elígeme.

—Cada vez que recordaba aquel instante, el terror la aquejaba; incluso hoy en día.

Cuando sus aferrados dedos fueron apartados, y su nombre fue pronunciado con afecto.

El amor en su despedida. La determinación y las lágrimas en sus gentiles ojos. Ambas cosas cargaban con más que el suficiente peso como para silenciarla.

¿Qué debió haber dicho? Aún no lo sabía.

¿En qué estaba pensando? Ya no lo recordaba.

¿Qué debió haber hecho? Seguía sin conocer la respuesta.

—Por lo que Beatrice permanecía aterrada e inmóvil en la Biblioteca Prohibida; incluso hoy en día. 

_Beatrice: ...Lewes.

El sonido que salió de sus labios era un fragmento de un recuerdo tan antiguo, que la sola palabra ya sonaba nostálgica.

Las emociones regresaban de golpe cada vez que pronunciaba ese nombre, el tiempo congelado dentro de Beatrice —el vacío de cuatrocientos años— salía a la superficie inmediatamente.

Después de perder a Lewes Meyer, quien se convirtió en el impulso inicial para establecer el Santuario, y de que el Brujo Héctor fuera repelido, Beatrice se aisló dentro de la Biblioteca, esperando por la eventual llegada de Él.

Beatrice había perdido a alguien tan cercana a ella, que sin duda alguna podría haber sido llamada su única compañía. Cualquiera podía ver cuán desgastada estaba Beatrice, habiendo perdido a su única amiga debido a su propia incapacidad. Y todos sabían que sólo el tiempo podía sanar su herido corazón.

Así que la conclusión de su Madre fue simple.

_Echidona: Sospecho que ese brujo volverá para destruirme algún día. Planeo establecer medios para oponernos a él antes de que eso ocurra… pero incluso eso podría ser ineficaz.

_Beatrice: Entiendo, Madre.

Echidona: Si nos enfrentamos nuevamente, se convertirá en un combate intenso y definitivo. Considerando la fuerza del enemigo, mis probabilidades de sobrevivir son de aproximadamente un cincuenta por ciento… o tal vez un poco menos, dado que Roswaal no puede apoyarnos en batalla porque desafortunadamente perdió su puerta.

Echidona bajó la mirada, pero el comportamiento indiferente de Beatrice permanecía idéntico.

No es que se estuviera conteniendo, sino que, desde aquel día, sus emociones habían dejado de mostrarse en su rostro casi por completo. Nadie imaginó que esa pérdida —ese trauma emocional— tendría un efecto tan abrumador en ella.

O quizás congeló sus emociones precisamente porque su corazón conocía dicho efecto.

Echidna miró a Beatrice y su expresión inalterada, mientras pasaba sus dedos por su blanco cabello.

_Echidona: Ya de por sí soy una de las brujas menos adecuadas para el combate. Cuando supe que no podría obtener apoyo de Roswaal, el genio de la magia, y que agoté todo recurso posible, entonces comencé a ver una esperanza de victoria.

_Beatrice: ...¿Qué debería hacer Betty, parece?

Todos sabían que Roswaal había quedado agonizante en la batalla para establecer las funciones del Santuario. Su puerta había sido completamente diezmada, por lo que había dejado de ser apto para la magia.

En la mente de Beatrice surgió la imagen de su compañero tumbado en la cama, todavía moribundo en este preciso momento. Beatrice asaltó a Echidona con preguntas que sonaban algo desesperadas.

_Beatrice: ¿Debería hacer lo mismo que Roswaal, y ganar tiempo hasta que tus algoritmos estén completos? ¿O sacrificarme, como el conglomerado de poderoso od que soy, y convertirme en el núcleo del algoritmo, supongo? No me arrepentiré ni por un segundo si es por tu bien, de hecho. ...Por favor, úsame como desees, supongo.

Beatrice sostuvo su vestido e hizo una reverencia, demostrando la máxima confianza hacia su madre.

En realidad, esa emoción era demasiado frágil y fugaz como para llamarse confianza. Pero Beatrice era incapaz de comprender su estado mental en ese momento; e incluso suponiendo que pudiera comprenderlo, ella probablemente habría hecho lo mismo.

Una poderosa sed de venganza, y la indignación por su propia impotencia — la única diferencia era si podía o no reconocer estos dos sentimientos suyos.

_Echidona: —Ya veo. Ahora que me lo has dicho, incluso yo puedo pedir favores sin sentir culpa. De verdad eres una buena chica, Beatrice.

_Beatrice: ...Sí. Betty es tu hija, de hecho.

Escuchar tales palabras de Echidona normalmente llenaría de alegría a Beatrice.

Quizás Echidona era consciente de ello, ya que era cuidadosa al elogiar a Beatrice, haciéndolo muy pocas veces. Pero ahora esas palabras mágicas cayeron en el vacío corazón de Beatrice como si fueran un peso muerto.

Quizás nada podría reavivar el fuego en su corazón.

Era en lo que Beatrice pensaba, por lo que no pudo reaccionar inmediatamente a las siguientes palabras de Echidona.

_Echidona: Beatrice. Voy a encomendarte la supervisión de mi biblioteca de conocimiento. Hasta que llegue el momento, protegerás el conocimiento como la Guardiana de la Biblioteca. —Para que así nadie pueda robarlo.

_Beatrice: ...¿Qué?

_Echidona: Afortunadamente, tienes una afinidad incomparable con la magia Yin. Usarás el Pasaje de la Puerta para conectar un lugar familiar con un espacio aislado. ...Sí, lo llamaremos la Biblioteca Prohibida. Ahí, quiero que guardes y protejas toda la extensión de mi conocimiento recopilado en libros.

Los ojos de Beatrice quedaron completamente abiertos por la tremenda sorpresa mientras Echidona seguía hablando, sin darle tiempo para reaccionar. Beatrice esperaba que Echidona le ordenara acompañarla en esta batalla de vida o muerte. Siendo puesta en un rol completamente inesperado, Beatrice sólo podía mirar con desconcierto.

Incluso habiéndose dado cuenta de la confusión de su hija, Echidona continuó sin detenerse.

_Echidona: Lo mejor será conectar la Biblioteca Prohibida con la mansión de Roswaal. Desmantelaré mi laboratorio, y me prepararé para la batalla final. Lo siento, pero no puedo desperdiciar gente para que cargue los libros. Me gustaría que le pidieras a Roswaal que prepare los libreros y las labores de seguridad.

_Beatrice: E-espera...

_Echidona: No durará para siempre. Tú y yo ya nos hemos liberado del yugo del envejecimiento. El paso de las estaciones no es especialmente significativo para nosotras. Pese a lo que acabo de decir, si consideramos que quizás yo pierda, sería irresponsable de mi parte no ponerle un tiempo límite, una conclusión. Lo que significa que...

_Beatrice: ¡Por favor espera, supongo!

Después de un profundo respiro, ella gritó.

Beatrice no podía entender lo que su madre estaba diciendo.

O tal vez no era eso. Sus instintos le gritaban pidiéndole que no lo entendiera. Los pensamientos de Echidna eran vastos, siempre excedían con facilidad lo que una persona ordinaria podía siquiera comprender. Lo cual significaba que las palabras de Echidna ofrecían la solución más óptima, y nunca antes Beatrice había pensado en interrumpirla.

Pero ahora no era así. No era nada como eso.

Si Beatrice dejaba que Echidona terminara su discurso, sin duda lo lamentaría.

Si Echidna compartía su opinión por completo, lo que ella declararía sería la solución definitiva, indiscutiblemente. El mundo seguiría su curso confirmando la postura de Echidona, y Beatrice sería incapaz de desafiarla.

Para defenderse de ello, Beatrice debía interrumpir a Echidona antes de que pudiera terminar.

_Beatrice: Madre… ¿qué estás diciendo, de hecho? N-no entiendo a qué te refieres con esta Biblioteca Prohibida, parece. ¡Betty se quedará contigo!

_Echidona: Desafortunadamente, tenerte conmigo apenas influenciaría en la confrontación con el brujo. Obviamente, incrementaría mis posibilidades… pero sólo sería un aumento insignificante. Caería dentro del error estadístico.

_Beatrice: P-pero si eso es mejor que si yo no estuviera, ¡entonces Betty te ayudará, de hecho! Sería—

_Echidna: No lo hagas. El riesgo de que ambas seamos destruidas sobrepasa el pequeño y tal vez inexistente aumento de mis posibilidades de victoria. Tomando en cuenta que hay menos de un cincuenta por ciento de probabilidad de que sobreviva a esta batalla, tendré que hacer un gran esfuerzo para asegurarme de que mi conocimiento perdure de aquí en adelante.

Y asegurarse de que su conocimiento perdurase de ahí en adelante significaba cuidar de esta Biblioteca Prohibida que ella estaba tratando de encomendarle a Beatrice.

En este momento, Beatrice maldecía su Pasaje de la Puerta y su capacidad de crear espacios aislados. Si ella no tuviera estos poderes, su madre jamás le habría ped—

_Beatrice: No me… digas que… ¿mis poderes eran para esto?

_Echidona: …

_Beatrice: Sabías desde el principio que esto ocurriría… y, suponiendo eso, entonces no sólo ya habías planeado crear la Biblioteca Prohibida, sino que lo sucedido en el Santuario también fue...

_Echidona: Tener maneras de anticipar las cosas no necesariamente significa que las vaya a usar. Sí que tenía los medios para predecir estos acontecimientos, y maneras de evitarlos. Pero te juro por mi modo de vida que no utilicé ese poder. Quiero que al menos creas en eso.

Echidona sacudió su cabeza en respuesta a la pregunta forzada de Beatrice.

Echidona, que había tomado un libro de la estantería, se acercó a Beatrice, quien se estaba mordiendo el labio, y se lo mostró.

_Beatrice: ¿Ésta, es…?

_Echidona: Una réplica imperfecta de mi Libro de la Sabiduría. Los algoritmos del Libro de la Sabiduría son muy avanzados y considerablemente complejos, por lo que no logré descifrarlos por completo… pero debería ser suficiente para servir como una guía sencilla para el futuro del dueño.

Beatrice aceptó el libro, pasando sus temblorosos dedos por la cubierta.

Levantó la cabeza para mirar a Echidona, quien miraba a Beatrice con la misma mirada distante de siempre. Como si estuviera mirando algo en la distancia.

_Echidona: Hay dos libros. Uno es para ti y el otro ha sido entregado a Roswaal. Espero que Roswaal logre lidiar con lo que ocurra a continuación, siempre y cuando lea el libro. Ahora, sé que esto es un deseo egoísta, pero quiero concedértelo.

_Beatrice: …

Beatrice miró al libro, sus ojos vacilaban mientras se daba cuenta de que ya era demasiado tarde.

Tengo que evitar que hable, no debo dejar que lo diga. Pero esos pensamientos eran insuficientes.

Echidona, su madre, ya había establecido todas las respuestas.

Beatrice podía llorar, patalear e implorar, pero nada cambiaría la postura de Echidona.

Porque esa es la clase de persona que era la Bruja de la Codicia Echidna, esa es la clase de bruja que era.

_Echidona: Volvamos al tema de la conclusión. Puede que yo no vuelva, pero la biblioteca deberá ser abierta para alguien algún día. Cuando eso suceda, lo entenderás. Alguien apto para heredar mi conocimiento sin duda vendrá por ti.

_Beatrice: Vendrá, por mí...

_Echidona: Llamaremos a esta persona Él. La conclusión llegará cuando Él abra las puertas de la Biblioteca Prohibida, y declare que tu deber ha terminado. —Ésta es mi última voluntad.

Su última voluntad.

Esa última frase hizo que Beatrice se tragara su aliento, y mirara al rostro de Echidona mientras ésta la miraba a ella.

La siempre constante e inalterable expresión de su madre.

Pero Beatrice notó que, tan sólo por un pequeño instante, esa expresión venía acompañada de emociones que nunca antes había sentido en ella.

_Echidona: Betty. —Cuídate mucho.

※ ※ ※ ※

Luego de separarse de Echidona, Beatrice obedeció el deseo de su madre y fue a la mansión de Roswaal para quedarse, usó su magia Yin para crear la Biblioteca Prohibida y reunir allí los libros con el conocimiento de su madre.

Ese era el mar de conocimiento que Echidna había pasado toda su vida amasando y catalogando. Cuando ella se encerraba en esta habitación llena de libros, sentía algo parecido a si su madre la estuviera abrazando. 

Dejando de lado si Beatrice lo veía o no de esa manera, ella obedeció las instrucciones de Echidona.

Si no llevaba a cabo sus deberes por completo, ella no podría soportar la aflicción que atormentaba su corazón. Ella pasó sus días en la Biblioteca, separada del tiempo, con el dolor de la pérdida que siempre invadía su mente y corazón.

_???: Replicar las almas… sobrescribirlas en los recipientes...

Beatrice no podía determinar con certeza cuándo fue que comenzó a sentirse vacía.

Pero, cuando pasó el suficiente tiempo como para que ya no pudiera recordar cuándo fue la última vez que tuvo una verdadera conversación, un Roswaal adulto comenzó a aventurarse al interior de la Biblioteca Prohibida.

_Roswaal: Ho~y también me entremeteré un poco.

Aquel joven hombre, delgado y desarreglado, entró en la habitación cojeando.

Usaba un bastón y caminaba con pasos inconsistentes — la batalla con el brujo había destruido su cuerpo, y su puerta había perdido la mayoría de sus funciones. Incluso en este momento, realizar actividades cotidianas era un trabajo arduo para Roswaal.

Aun así, después de haber recuperado una porción de fuerza, él forzaba su actualmente impráctico cuerpo y sacaba a relucir su débil estado físico mientras se encontraba frente a los libreros.

Estaba esquelético. Su apariencia, conocida por su belleza, ya no irradiaba brillo alguno. Sólo sus hundidos ojos amarillos ardían con una temible ferocidad.

_Beatrice: —Haz lo que te plazca, de hecho.

Pero Beatrice no quería dejar entrar a nadie en la Biblioteca Prohibida.

Hasta que viniera ese Él que Echidona mencionó, este lugar debía ser el Santuario de Beatrice, nunca atestiguado por los ojos de nadie más.

Pero Roswaal era una excepción. Al igual que Beatrice, él también se había dedicado únicamente a seguir los deseos de Echidna; era un compañero con el que había pasado más que sólo una fracción de tiempo.

Los deseos de Roswaal por sí mismos permitían que el corazón de Beatrice quisiera abrir la Biblioteca.

El destino de Roswaal L. Mathers y su linaje tal vez fue determinado por el débil sentido de compañerismo de Beatrice.

Roswaal se adentró en la Biblioteca, se sumergió en el mar de conocimiento de Echidona, y pasó el resto de su vida en busca de algo.

Beatrice nunca supo si sus esfuerzos alguna vez rindieron frutos.

Pero el Roswaal L. Mathers que había estudiado junto a Beatrice bajo la tutela de Echidona, diez años después de que Echidona y Beatrice se separaran —casi alcanzando los treinta años de edad— perdió la vida, y su descendiente heredó la mansión.

_Roswaal: Vaya va~ya, es un placer conocerla, Beatrice-sama. Mi predecesor me habló sobre usted.

_Beatrice: ¿...Roswaal murió, supongo?

_Roswaal: El anterior Roswaal ha fallecido. Pero no se preocupe. Yo, el actual Roswaal L. Mathers, he heredado las deudas respecto a su deber y su madre.

El segundo Roswaal le sonrió a Beatrice.

—Sus ojos eran heterocromáticos, uno era amarillo, y el otro azul.