Finalmente, dos figuras emergieron del humo y revelaron sus identidades a los examinadores exhaustos.
Uno, un joven con cabello negro de longitud media, emitía una atmósfera aterradora a pesar de su rostro etéreamente bello.
Al igual que su padre, Straga priorizaba la dominación física y la habilidad marcial sobre las armas y la magia en combate.
Su ropa reflejaba esa mentalidad; consistiendo en un par de pantalones dougi blancos atados con su propio cinturón dorado y una camiseta sin mangas negra.
Sus nudillos y muñecas estaban envueltos pesadamente en vendajes, y cada uno tenía caracteres dracónicos escritos con un marcador permanente.
Si uno observaba de cerca, era fácil ver que eran los mismos caracteres escritos una y otra vez para formar una frase.
—Soy yo quien soy el artillero de dios. Cuando rugo tiembla la tierra.
A su lado; su hermana estaba vestida con un atuendo de batalla mucho más formal.
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