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Capitulo 27: No hay adultos sensatos en esta escuela.

Cada una de las escuelas tenía su propia entrada al Teatro de Cuentos, dividido en dos mitades.

El pórtico del oeste era el ingreso al sector de los alumnos del Bien, que estaba decorado con reverenciales bancos rosas y azules, frisos de cristal y centelleantes ramos de flores de cristal.

El pórtico del este daba entrada al costado para los alumnos del Mal, bancos de mármol negro con las patas y reposabrazos que daban la imagen de animales feroces y gárgolas temibles estaban dispuestos en hilera.

Las partes de la decoración recordaban enredaderas y zarzales y donde deberían haber estado las rosas se veían diamantes rojos sangre y negros ónix, así como en los ojos de los diferentes animales, no había flores, pero una alfombra de un rojo carmín intenso abría el paso para los alumnos de la escuela.

El efecto habría sido de un grupo de Nosferatus caminando a una misa negra si no fuera por los 3 lideres de la procesión de nuevos alumnos del mal.

Sophie caminaba al frente con la gracia de una reina que entra a la sala del trono.

Aric y Japeth caminaban junto a ella como si fueran los Reyes del lugar.

Adam iba haciendo su propio desfile, ya que al ver la alfombra ignoro todo protocolo y con la ayuda de un bastón de madera que le había dado su hermana estaba haciendo varios movimientos de artes marciales y piruetas que había practicado antes de llegar al salón luego de saber que Jacob haría su propia presentación.

El efecto fue el de un acróbata abriendo paso a la realeza mientras la seguían sus cortesanos.

Los profesores quedaron con la boca abierta al ver esta exhibición, ya que de alguna forma parecía que los lobos también se habían unido, ya que en lugar de entrar si bien no desordenadamente pero sí de forma discreta en la habitación, habían decidido marchar a una al ritmo que caminaban los 3 líderes haciendo parecer que les escoltaban.

Las princesas que ya estaban en sus asientos los miraron boquiabiertas.

Agatha que se encontraba entre ellas en el fondo de la fila para ver a los maestros, pero en primera fila para ver el desfile, se palmeó la frente frustrada a la vez que trataba de contener la risa.

Solo podía pensar en cómo su amiga era biológicamente incapaz de permitir que su primer día en una escuela de magia fuera sencillo y tranquilo.

No Sophie era incapaz de eso, antes la muerte que lo aburrido.

Los 3 líderes de la procesión y el pequeño acróbata llegaron al principio de los bancos.

Con una señal de la mano Sophie despidió al resto de los alumnos para que tomaran asiento cual reina deja ir a sus cortesanos.

A excepción de las 3 brujas que al ver esto la miraron con molestia dos de ellas, y Dot que quería quedarse junto a su nueva amiga, todos los demás obedecieron la orden y fueron a tomar sus asientos.

Sophie se acercó rápidamente a Agatha una vez la atención estuvo dispersa.

Agatha se levantó y la recibió con un abrazo que esta devolvió con fuerza.

Luego ágata se lanzó a atrapa al pequeño acróbata.

- Hola Agi ¿viste mi entrada? - preguntó Adam muy pagado de si mismo.

- Por supuesto eres un espectáculo de un solo hombre - contestó Agatha solemnemente.

Adams se hinchó de orgullo.

- ¿Me creerías si te dijera que fue improvisado? - dijo Sophie inocentemente mientras parpadeaba de forma adorable a su amiga.

- ¿Te lo creerías tú? - preguntó Agatha de vuelta.

Sophie dudo por un segundo, pero luego se encogió de hombros.

- No, probablemente no luego de ese show, pero créeme, si lo hubiera planeado no me habría salido tan bien – contesto Sophie entre risas.

Agatha se la quedó mirando un segundo y luego abrió los ojos y la boca de tal manera que parecía que ambas cosas iban a dar al piso.

- ¿No planeaste nada? - preguntó incrédula.

Sophie y Adam sacudieron la cabeza.

- No - respondieron a coro.

- Los certifico - respondieron a coro Japeth y Aric.

Agatha cerró la boca porque notó que dos chicos y 3 chicas más seguían ahí.

- ¿supiste algo de Jacob? - preguntó Sophie, pero luego notó que su amiga veía a las personas tras ella – oh! ¡Dios! dónde dejé los modales - Sophie se dispuso a presentar a Agatha sus compañeros de cuarto - estos son Aric - señalo al chico de cabello negro - y Rafal Japeth - señaló al chico Moreno de ojos azules - Japeth en cierta forma ya lo has visto antes - dijo con una sonrisa a irónica.

Agatha asintió.

No era difícil reconocer al gemelo de Rhian.

Japeth las miro extrañado sin comprender.

- Nos hemos visto antes? - preguntó a Agatha.

- Algo así - contestó la chica - he visto tu cara antes para ser más específica - aclaró.

Japeth pareció tardar un segundo en entender, pero enseguida captó la broma.

- Viste mi hermano - entendió - ¿qué tal te pareció? - preguntó con una ceja alzada y media sonrisa.

- Era... - comenzó Agatha - un príncipe - concluyó sin encontrar una forma mejor de describir al chico.

- Y?... - indago Japeth.

- Y La verdad no se me ocurre qué más decir - dijo Agatha sonrojada - esa fue la impresión que me dio en general.

Aric y Japeth se miraron un momento antes de estallar en carcajadas y darle Agatha un pulgar hacia arriba, ella se los devolvió para luego volver con Sophie.

- No, no he sabido nada de Jacob, pero por lo que sé los príncipes están a punto de hacer su entrada.

Dicho y hecho.

Ambas chicas prestaron atención al sonido que se acercaba un sonido al que cualquier chica del bien estaba atenta, un sonido que había esperado toda su vida, desde el pasillo, la pisada de botas, el choque de espadas...

El pórtico del oeste se abrió para dejar paso a 60 atractivos chicos en duelo de espadas

La piel acariciada por el sol se adivinaba a través de sus delgadas mangas azules y cuellos rígidos; las altas botas militares hacían juego con los chalecos cortos y las delgadas corbatas anudadas, cada una de las cuales tenía bordada una sola inicial dorada.

Mientras los jóvenes chocaban espadas, las camisas se les salían de los ajustados pantalones de montar color beige, dejando al descubierto finas cinturas y sugestivos músculos.

Con los rostros bañados en sudor, los espadachines luchaban a lo largo del pasillo, las botas chocando contra el mármol, hasta que, rápidamente, el duelo de espadas llegó a su clímax cuando algunos inmovilizaron a sus compañeros sobre los bancos.

En una última coreografía, sacaron rosas de sus camisas y al grito de «¡mi lady!» las arrojaron a las chicas que más les atraían.

Pero ni Agatha, ni Sophie vieron nada de esto.

Las dos tenían los ojos clavados en una pequeña figura que peleaba contra el más torpe de los príncipes o al menos eso creían ellas, porque en un par de estocadas con su daga Jacob casi había hecho que el chico, con una espada de casi el doble del tamaño de su oponente, perdiera el agarre.

Agatha pensó por un segundo que podría ser el talento de Jacob.

Sophie, más perspectiva, notó que al oponente de Jacob le pesaba su propia espada.

Los ignorantes creían que esto era lo mejor para Jacob, pero lo cierto era que alguien usando un arma que no sabía manejar, indiferentemente de cual fuera esta arma, era más peligroso que un experto tanto para el oponente como para sí mismo.

Sophie pasó toda la presentación con una cara blanca del susto y de vez en cuando soltando gritos ahogados dignos de una damisela asustada.

estaba tan preocupada que no notó que, contrario a lo que ocurría en el libro original, en lugar de ser Beatrix quien recibiera más rosas casi todas habían caído a sus pies al terminar la presentación.

Esto se debió a que lo primero que hizo fue correr directamente a tomar a Jacob en sus brazos y quitarle esa espantosa arma.

- Es que no hay un solo adulto sensato en esta escuela - dijo mientras guardaba en su almacenamiento la daba y abrazaba a su hermanito con preocupación.

Corrió de vuelta con Agatha una vez tuvo Jacob en sus brazos.

Una vez el niño lejos de todos los objetos con filo y punzantes en el área pudo respirar tranquila.

Estaba a un paso de llegar con Agatha, cuando se dio cuenta de que el área donde estaba parada antes estaba llena de rosas.

Abrió los ojos sorprendida y se volteó a ver a los príncipes que la miraba como si todos se hubieran enamorado a primera vista.

Sophie suspiró y pensó en cómo estaba cumpliendo el mayor sueño de la que debería haber sido la protagonista original.

Ahora solo faltaba que Tedros entrará y despertará a todos los chicos.

Una vez más, pide y se te concederá.

Repentinamente el pórtico del oeste volvió a abrirse… Y entraron dos chicos más.