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Capitulo 28: Quemando rosas y rompiendo corazones.

no uno, sino dos.

el primero Tenía el pelo dorado como un halo celestial y los ojos azules como un cielo límpido.

Su piel, del color de la cálida arena del desierto, refulgía con un lustre noble, como si su sangre fuera más pura que la del resto de los mortales.

El otro con la piel bronceada del color del ámbar, cabello castaño cobrizo recortado de tipo militar y ojos que cambian de color entre azul agua y avellana según la luz.

También era alto y musculoso, de huesos fuertes y labios sensuales.

Los recién llegados miraron a sus compañeros armados con espadas, extrajeron las suyas propias…y sonrieron.

Cuarenta muchachos los retaron de inmediato, pero los desarmaron uno a uno con la velocidad del rayo.

Las espadas de sus compañeros se apilaron a sus pies mientras ellos los derrotaba sin infligirles ni un rasguño.

Sophie miró hacia a Jacob en sus brazos.

- No pudieron emparejarte con uno de ellos, en lugar de con el que parecía que iba a cortar su cuello y el tuyo al mismo tiempo – pregunto con clama al niño mientras trataba de contener su irritación.

- Aparentemente el ingresado con más talento debe hacer una batalla todos contra uno, pero este año hubo dos, así que pelearán contra todos ambos y luego pelearán entre ellos, por lo que ninguno pudo ser mi compañero.

- había como media docena de príncipes que sí sabían utilizar la espada - se quejó Sophie un poco infantil.

Agatha le rodeo los hombros para calmará.

- Ninguno quiso acompañarme - puntualizó Jacob.

- ¿Ninguno? - pregunto Sophie incrédula de verdad.

- Todos querían lucirse frente a las chicas y no iban a hacerlo peleando contra un niño - explicó Jacob.

Sophie con la mirada que podría congelar el sol se volteó hacia Agatha.

- ¿Agi, tienes fósforos? - preguntó fríamente.

Agatha asintió viendo más o menos por dónde venía la mente de su amiga.

La verdad ella también tenía ganas de hacerlo así que le entregó uno de los fósforos que siempre traía con ella.

Con un ligero movimiento contra su cadera Sophie encendió rápidamente el fósforo.

Luego de empujar las flores sobre la alfombra hacia el piso de mármol negro arrojó el fósforo sobre ellas.

Vio cómo estás ardieron, luego le dio la espalda a la hoguera y continuó viendo la pelea mientras las llamas la coronaban majestuosamente con una aureola ardiente.

Podía escucharse como los corazones se rompían por todo el salón, los alumnos del mal estaban disfrutando la vista del momento exacto en el que el corazón de todos los príncipes, excepto dos, ardía con las rosas y se rompía como el cristal más fino.

Cuando el último contrincante se quedó sin espada y estupefacto, los jóvenes se encogieron de hombros, como diciendo que no tenía ninguna importancia.

Luego se voltearon el uno contra el otro, listos para decidir quién sería el ganador final.

Sincronizadamente los dos chocaron espadas y retrocedieron.

El rubios rápidamente se recuperó y trató de dar un golpe en la muñeca de su oponente con la hoja plana de la espada para desarmarlo, pero este bloqueo rápidamente y lo empujó hacia atrás tratando de cortar el movimiento.

El Moreno apuntó también a la muñeca del Rubio, pero con el mango de su espada, el Rubio en un movimiento ágil casi antinatural torció brazo y muñeca de manera que el mango de la espada de su oponente golpeara la hoja.

Trato de usar el propio impulso del oponente para tratar de desestabilizar el agarre, pero El Moreno saltó hacia atrás para cortar ese mismo impulso.

Continuaron intercambiando golpes, fintas y diferentes movimientos.

Hasta que se hizo evidente que, si bien el Moreno parecía tener un poco más de fuerza, en técnicas estaban igualados, pero al chico de cabello Moreno le faltaba resistencia.

Luego de un tiempo el Rubio logró tomar ventaja de esto y aprovechando un descuido de su oponente, causado por el agotamiento, lo desarmó ganando así el duelo.

Ambos chicos se levantaron y se dieron la mano aceptando ambos el resultado y por lo que alcanzo a oír Sophie prometiendo repetir.

Otros podrían no darle importancia, pero los chicos del Bien sabían lo que significaba. Los príncipes ahora tenían un rey.

- Los recreos van a ser interesantes - comentó Sophie.

- Ya lo creo - coincidió Japeth - no se va a rendir hasta que le gane - no pudo evitar frotarse las sienes, imaginando el fastidio.

Muy probablemente él sería el saco de prácticas de su hermano hasta que eso ocurriera.

Aric dio palmadas de consuelo en la espalda del chico sabiendo la que le tocaba.

A su vez, las chicas del Bien habían aprendido hacía mucho tiempo que cada princesa verdadera encuentra un príncipe, así que no era necesario pelearse.

Pero cuando el chico dorado y el apuesto moreno extrajeron rosas de sus camisas, se olvidaron de todo eso.

Todas ellas se pusieron a saltar y a agitar pañuelos, empujándose como ocas a la hora de la comida.

Los muchachos sonrieron y levantaron las rosas en alto…

Hasta aquí se huele la desesperación comentó Aric.

Todos asintieron.

- Bueno en cierta forma no puedes culparlas - reflexionó Sophie - por lo que alcancé a ver, casi todas las rosas se están quemando allá atrás - dijo señalando a la hoguera que aún ardía.

Agatha, sus dos hermanos y el resto del grupo se voltearon a verla por un segundo.

- Qué? - preguntó Sophie.

- ¿Sabes qué? cuando dices casi todas, te refieres a excepto las de esos dos ¿cierto? - preguntó Hesper desde atrás.

Sophie parpadeó confundida mientras la miraba y luego miró Agatha y al resto de sus nuevos amigos.

- ¿Es en serio? - preguntó extrañada todos se sintieron.

- También falta la mía - mencionó Jacob sacando la suya.

- ¿Y esa para quién será? - dijo Adam moviendo las cejas divertido.

Jacob jalo a Sophie para que lo dejara en el piso un momento y ella muy feliz lo hizo sabiendo más o menos que venía ahora.

Jacob se acercó a Agatha y le ofreció su flor.

Agatha encantada, la tomó y besó la coronilla del niño.

- Tú sí que eres un príncipe de verdad amiguito - le dijo a Agatha mientras pellizcaba suavemente su mejilla.

Estaban tan distraídas con el encantador pequeño que no notaron que dos chicos se acercaban al grupo.

- Japeth! - llamo Rhian su hermano.

Japeth alzó la mirada y le dio una sonrisa algo triste a su hermano.

- Oh! vamos no va a estar tan mal - dijo Rhian sin siquiera negar los temores del pobre muchacho.

Japeth se llevó una mano a la frente golpeándolas ya sin paciencia.

Aric volvió a darle palmadas en la espalda para consolarlo.

Sophie se Unió frotándole el brazo con suavidad.