De pie encima del cangrejo, Quinn recibió la notificación de que la misión había sido completada y su cuerpo comenzó a sentirse débil. Su agarre alrededor del cristal se debilitó y lo soltó, golpeando la concha del cangrejo y deslizándose hacia el suelo.
En esta situación, normalmente alguien habría hecho cualquier cosa para intentar conseguir el cristal, especialmente uno de nivel demonio. El plan de Quinn para quedarse con el cristal para él mismo se le escapó de las manos al verlo alejarse de él. Extendió su mano pero eso fue lo único que pudo hacer con la poca fuerza que pudo reunir antes de caer y comenzar a deslizarse por la concha del cangrejo.
Su cuerpo rebotó y ahora estaba tendido en el suelo.
—¡No, no, no! —Quinn empezó a gritar mientras los dolores habituales que acompañaban a cada evolución comenzaban. Sin embargo, esta vez fue peor, un dolor más grande que cualquier otro antes y el principal problema era su sed.
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