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Lo que nunca escribí de ti

Una escritora de romance y obesa, está en busca de cumplir su sueño de ser reconocida, pero comete un error que le causa grandes problemas. Por tratar de cautivar a sus lectoras, utiliza a un modelo desconocido como protagonista, lo que no sabía era que ese modelo iba a ser su dolor de cabeza. Debido a las imágenes que utilizó sin su autorización para la novela, este tratará de ponerse en contacto con ella para pedirle amablemente que elimine las mismas, pero ella se niega rotundamente y comienza a ocultarse con un seudónimo para que no logren contactarla más. Él se ve en la obligación de investigar sobre ella y de leer dicha novela; al darse cuenta que ella escribe historias sobre chicas obesas y él es parte de ese proyecto, se altera, a tal grado, que comienza a acosarla por mensajes. Él es todo lo contrario a como lo describe la escritora. Al descubrir que ella está en otro país, viaja para buscarla y proceder a demandarla, pero no contaba con que ella no lo reconocería en persona y que sería más difícil lidiar con ella por su forma de ser.

NATALIADIAZ · Urbain
Pas assez d’évaluations
31 Chs

22

Me senté en el borde de la cama para subirme el pantalón, no quería que vieran la erección que tenía. Siempre nos interrumpen en el mejor momento. Es como una maldición.

—Vengo enseguida— le dije a Ruby.

—De acuerdo.

Salí con Lily a la entrada.

—¿Qué haces aquí?

—¿Me vas a explicar qué demonios está pasando contigo? ¿¡Cómo es eso que quieres cancelar el viaje de mañana!?

—Primero que nada; baja la voz y segundo, ya decidí que voy a grabar la película. Ya luego que termine con ella, podemos hacer el viaje.

—Tienes un contrato firmado con ellos y conmigo, Adrián. Estás incumpliendo con ambos, ¿Y sabes lo que eso implica?

—Ya deja las amenazas. Solamente dije que lo pospongas. ¿Cuál es el maldito afán con ese viaje?

—Que firmaste y nos comprometimos a cumplir con ellos. Ya tienen todo preparado y no dejaré que lo arruines, Adrián. No sé qué te traes con esta basura, pero tú y yo quedamos en algo. No voy a tolerar que me hagas quedar mal, por una simple película de romance.

—No la menosprecies.

—¿Desdé cuando te interesa esto? Jamás me habías comentado que estabas interesado en el cine.

—Quiero tratarlo y punto.

—¿Tratarlo? No me jodas, Adrián. Tienes una carrera con la que estabas comprometido. Siempre quisiste ser modelo, y a eso te has dedicado por todos estos años, ¿Cómo es posible que de la nada eches todo a perder por una simple película?

—¡Ya basta! — grité molesto—. Si no puedes entenderlo, me importa una mierda, pero no sigas hablándome de esa forma. Tú no eres mi madre, ni nada parecido, así que bájale a tu actitud. Ya decidí que quiero terminar la película, si lo aceptas bien, y si no también.

—Jamás te habías atrevido a hablarme así.

—Estoy harto de tu actitud. Si no puedes aceptar y apoyarme en lo que quiero, de nada vale que sigamos hablando— di la espalda para irme.

—No olvides a quien te dio de comer cuando más jodido estabas, Adrián. Espero pienses bien lo que estás haciendo, luego no quiero quejas. No olvides quien manda aquí. Espera la carta de mi abogado, no dejaré las cosas así. Ya estás advertido. No tendré compasión de ti, porque por más que me gustes, un contrato es un contrato.

Entré al teatro y me quedé en el pasillo. Acabo de firmar mi sentencia, pero no soporto que quieran controlarme, y ella se cree que puede hacerlo a su antojo. Sé que esto me va a traer muchos problemas, pero no quiero dejar a Ruby sola. Independientemente del deseo que siento por ella, la idea de grabar una película, también me llama la atención. Por otro lado, estaría mal de mi parte seguir atrasando al director y a Ruby. Ellos también pueden verse afectados por mis problemas.

No me había percatado de la presencia de Ruby.

—¿Estás bien?— me preguntó.

—Sí, continuemos la grabación.

—Vayamos a comer algo, yo invito esta vez.

—¿El director no tendrá problemas con eso?

—No, nos mandó a la casa.

—Discúlpame, Ruby. Siempre estoy atrasando todo, y eso te causa problemas también a ti.

—Sabía que eras idiota, pero no sabía que tanto. Ven— me agarró la mano, y me hizo caminar con ella.

—Sé que eres modelo y tienes una estúpida dieta, pero esta vez quiero que la rompas. Un desarreglo al año, no hace daño.

¿Está tratando de hacerme sentir bien?

Caminamos hasta un restaurante, en la misma línea del teatro.

—Escoge lo que quieras, pero nada de ensaladas y ese pasto que la gente se come. Eso lo comen las vacas, excepto por mi — rio.

—Tú no eres una vaca.

—Entonces ¿Un mamut?

—Nada de eso, tonta.

—Tienes razón. Entonces, soy una princesa; así como Fiona por ejemplo.

—Deja de hablar sobre ti así.

—No lo digo porque lo piense, es solo para sacarte una sonrisa. Te ves desanimado y no me gusta. Eres mi compañero ahora, así que prefiero que estés peleando conmigo. Prometo aceptar tus insultos y responderte de vuelta, pero quita esa cara.

—No puedo insultarte. No me has hecho nada.

—Cuando llegue a mi casa, iré a escribir una historia con tu nombre y apellido, donde cuente lo que hacíamos debajo de la sábana en plena grabación.

—Tú no eres capaz de eso, ¿Verdad?

—Oh, papito, soy capaz de eso y más. Déjame buscar mi teléfono — iba a sacar el teléfono, y le aguanté la mano.

—No hagas eso. Me pones nervioso.

—Insultame, trátame mal, haz conmigo lo que quieras, pero quita esa cara.

—Esa oferta se escucha tentadora.

—¿Verdad? — sonrió.

—¿Así que eres masoquista?

—Muy masoquista.

Sus respuestas eran automáticas, es como si supiera lo que voy a responder.

—¿Quieres salir conmigo? — le pregunté.

—¿A qué te refieres?

—A esta noche. Ir algún sitio y distraer la mente.

—¿Es una oferta indecente?— arqueó una ceja.

—Tómalo como prefieras.

—¿Quieres pasar más tiempo conmigo, acosador?

—Sí, eso quiero.

—¿Yo te gusto?

Me sorprendió su pregunta.

—Es una pregunta muy directa.

—Espero una respuesta directa también.

—¿Tanto se nota?

—Sí, eres muy malo para ocultar las cosas. En pocas palabras, si te pido que seas mi amigo con derechos, ¿Aceptarías?

No pensé que ella tomaría la delantera de esa forma. De hecho, ella es la primera mujer directa con la que me topo. Ella es diferente a todas.

—Eres muy directa.

—Cuando quiero algo lo consigo. Es cierto que no me caías bien como persona, pero sexualmente me atraes. Ahora vuelvo y hago la pregunta; si te pido que seas mi amigo con derechos, ¿Aceptarías?

—Definitivamente.

—Excelente respuesta—esbozó una sonrisa, y sonreí.

Eso me lleva a imaginar muchas cosas.