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Llegar a tiempo

El corazón de Tauriel estaba agitado, como si Smaug se hubiera desplomado en el mar de sus sentimientos. Por una parte, Legolas la aleja de donde su corazón quería estar y, por otra parte, no sabía por qué había reprimido sus acciones delante del enano que había entrado en su vida para cambiarlo todo. Cuando regresa a dar noticias decide buscar al enano y comprar tiempo para hablar...

EscritorDeFics · Films
Pas assez d’évaluations
12 Chs

Lo siento

Parecía que todo se oponía a que él se reuniera con Tauriel, pero nada podía desanimarlo, nada podía hacer que desistiera de su deseo de estar junto a ella en estos momentos. Sonaba trágico, pero aun si tuviera que morir este día, no quería más que ver sus hermosos ojos y ese cautivadoramente rojizo, sentir el tacto de su delicada y suave piel y escuchar su voz indicándole el camino hacia lo que fuera que hubiera después de exhalar por última vez. La vida era injusta, ni siquiera estaban destinados al mismo lugar una vez muertos. Solo tenía esta vida, a lo sumo 250 años, para poder buscar una oportunidad de hacerla feliz. Ella era inmortal. Eso le pesaba aún más, porque significaba que en cualquiera de los casos el provocaría un duro dolor en el corazón de Tauriel.

Un nuevo desafío se aproximaba, un par de orcos más. Pudo ver a lo lejos que Tauriel estaba ya en pleno combate con Bolgo, así que eso lo mantenía con ciertas esperanzas. También pudo ver que una manada grande se desviaba hacia otro lado de la montaña, presumiblemente a buscar a Fili y a Thorin. Suspiró profundamente y tomo un nuevo impulso para hacer frente al último obstáculo que lo separaba de la bella doncella elfo.

—Maldito hijo de Durin, aquí se termina tu viaje —rugió uno de los orcos despreciables mientras supuraba saliva negra por sus dientes. Kili siguió corriendo blandiendo su espada para ganar ritmo y atacar a la primera oportunidad.

—Eso dijeron cuando me hirieron con la flecha, pero ya ves sigo vivo —dio su primer ataque tumbando a uno de los orcos al cortarle una pierna con su primer embiste. No tuvo tiempo para terminarlo en el suelo porque ya tenía que bloquear un fuerte ataque que lo hizo trastabillar y caer al suelo, su espada se soltó de su mano, pero no cayó demasiado lejos.

—Tu destino es inevitable ¡no vivirás estúpido enano! —el ataque vino muy rápido como para que rodara, así que tuvo que decidir entre tener una herida en el costado o perder una mano. El dolor era intenso. Pero pudo terminar de rodar para tomar su espada y dar el siguiente ataque. Su espada atravesó uno de los ojos del orco que gemía de dolor. Kili se apresuró a terminar con la vida del orco al cual le había cortado la pierna, para luego volver y terminar con aquel que lo había amenazado.

—Eso lo veremos o lo veré, mejor dicho —jadeando le corto la cabeza y luego de tomar un poco de aire se revisó el costado. No parecía haber sido una herida muy profunda, pero sí que había sido una herida grande. La sangre estaba empezando a filtrarse por la armadura y sentía que sus pantalones se mojaban con el espesor de su sangre. Arrancó un pedazo de su túnica y cerró los ojos sabiendo que lo que estaba por hacer provocaría un gran dolor. Apretó los dientes y presionó el pedazo de tela contra su herida. Sentía que su cuerpo temblaba por la ola de dolor que la presión le enviaba, pero aún tenía una batalla más por delante y no podía dejar que una estúpida herida le impidiera pelearla.

Empezó a correr con fuerza y determinación, mientras a lo lejos veía una bandada de aves que se acercaban, pero no podía distinguir que eran, solo esperaba que fueran amigos, porque si no todo estaría perdido, los malditos murciélagos habían hecho estragos en el ejército de Dain, así como de los elfos y humanos. Entonces la vio. Ella estaba peleando con fiereza, casi como si peleara con la muerte misma, pero se percató que ella no tenía ni su arco y tampoco una espada, solo un par de dagas y eso no serviría para penetrar profundamente la armadura de Bolgo. Siguió corriendo tratando de no ser divisado por el asqueroso engendro de Azog y buscó situarse detrás de él para poder dar un ataque mortal. Mientras que corría pudo ver que Bolgo tomó a Tauriel y la golpeo con fuerza tumbándola hacia el suelo. Una punzada de desesperación en su corazón hizo que empezara a correr más rápido, porque algo le decía que necesitaba ayuda y pronto. No se lo pensó dos veces y se lanzó hacia el orco con un grito de guerra que salió desde el fondo de su ser, llegó a las espaldas de Bolgo con la espada al frente para traspasarlo a la primera oportunidad, Tauriel estaba tirada en el suelo jadeando de dolor y con una gran herida en la sien. Intentó clavarle la espada en el cerebro, pero había tomado demasiado impulso y la espada solo sirvió para bloquear la espada de Bolgo.

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Tauriel escucho un grito de guerra y ella no tenía ni siquiera que abrir los ojos para saber que se trataba de Kili. Su corazón palpitaba a una velocidad que pensó que perdería el control sobre él. Kili había venido por ella. Kili, su Kili había venido a buscarla. Pudo ver el fuego de la ira en sus ojos mientras estaba montado sobre el orco. Aun así su cuerpo no respondía a sus deseos, sentía un hormigueo que se iba desvaneciendo por toda su espalda y lentamente empezaba a mover una mano y luego la otra. Respiraba con dificultad de ver que su cuerpo respondía lentamente a sus deseos, ella quería ayudar a Kili, juntos podrían con Bolgo, pero por el momento tenía que ver como el monstruo lanzaba a Kili hacia unas escaleras, podía ver que se levantaba rápidamente, pero con claros signos de dolor, pero aun así no se rendía y eso llenaba el corazón de Tauriel de un calor profundo que le hacía temer más por Kili.

Kili peleaba con determinación, pero sus golpes eran demasiado débiles y eso le preocupaba y desconcertaba a Tauriel, mientras empezaba a sentir movilidad en sus piernas. Tauriel había visto a Kili solo por un momento tener movimientos agiles en batalla, pero lo que estaba viendo era solo un Kili que largaba ataques sin mucha contundencia a pesar de que aún lograba esquivar a Bolgo. Entonces vio algo que goteaba en el suelo. Sangre. Él estaba herido.

Tauriel empezó a arrastrarse hacia donde estaba gestándose la batalla. Pero era poco lo que podría hacer arrastrándose, para cuando levanto la mirada Kili estaba plenamente dominado por Bolgo. No pudo soportarlo, no pudo simplemente quedarse allí y ver que Bolgo acabara con la vida de Kili. Ignoró el hormigueo, ignoró el dolor que le produjo ponerse de pie y correr y simplemente se levantó y corrió, sin ningún arma en sus manos. Poco pudo resistir antes de ser lanzada nuevamente hacia el acantilado, pero dejo de rodar antes de caer por dicho acantilado. Se giró rápidamente con la esperanza de que Kili hubiera hecho algo para salir de las garras del maldito orco, pero se dio con la amarga sorpresa que Kili se mantenía dominado por Bolgo y casi tenía sus ojos cerrados como esperando la muerte. La escena era desgarradora, tan cerca del él solo para perderlo y esta vez para siempre. La espada filosa cayó con rudeza directamente hacia su corazón.

—¡Nooooooo! —un gemido doloroso salió desde el fondo de Tauriel, su cuerpo temblaba de rabia, pero en ese momento era más el dolor intenso que debilitaba todo su cuerpo.

El dolor era tan grande, era algo que ella jamás había experimentado. El dolor de perder a su familia fue uno del cual le tomo recuperarse, pero este dolor era amargo y arrancaba por pedazos su corazón, se llevaba la esperanza, la felicidad, el amor, pedazo por pedazo. Sus ojos no abandonaron jamás la figura de Kili que se mantenía en las manos de Bolgo y una solitaria lágrima se deslizaba por su mejilla, trataba de balbucear algo, trataba de decir algo, y ella quería escucharlo o al menos leerlo de sus labios. Kili solamente la miraba suspirando, como si con cada suspiro luchara contra la idea de morir. Si él hubiera podido hablar o decir algo, hubiera sido algo parecido a un lo siento, pero ese balbuceo jamás se dio, solo una mirada triste, de dolor y la resignación. Para luego ser lanzado al suelo y caer de manera inerte.

Tauriel se levantó con determinación, haciendo a un lado el dolor de ver a su amado enano yacer en el suelo sin nada más que ella pudiera hacer por él y se puso como objetivo eliminar al asesino del dueño de su corazón. No importaba el precio. Ya nada importaba ahora mismo. Salto con fuerza para tomarse del cuello de Bolgo, pero este fue más rápido y la tomo con fuerza para lanzarla al precipicio. Tauriel no se soltó y tomando impulso en una roca se lanzó con el orco y ambos empezaron a descender por el acantilado, no sin antes dar una última mirada a Kili, estaba tendido en el suelo inerte, no había más esperanza.

La caída fue dolorosa, pero no importaba demasiado, si eso significaba que ese maldito estuviera muerto era más que justificado. Los golpes empezaron a dejar grandes heridas, sobre todo un saliente que se incrustó en su estómago y se partió con el impacto, llevándose un pedazo del saliente en su estómago. Siguió rodando hasta que finalmente llego al suelo. El golpe fue duro y su cerebro reboto fuertemente, dejándola con la visión nublada. Trató de cerrar los ojos y abrirlo para ver si eso lo arreglaba, pero no funcionó, asi que solamente se quedó dónde estaba. Cuando giro su cabeza para tratar de ver lo que pasaba en el otro lado de la montaña, se dio cuenta de que estaba en un charco de sangre demasiado grande como para ser ignorado. Este era su fin, Al menos había vengado a su hermoso enano de cabellos negros tan intensos que no podría verlos en la oscuridad. O al menos eso es lo que ella pensaba.

Lo siento Kili, no pude salvarte, no pude salvarme.

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