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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · Fantaisie
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Buscando una razón

--Mi señor --Se acercó sumamente preocupada-- ¿Dónde ha estado todo esté tiempo?

Gustavo la observó, retirando de su bolsa un par de telas rasgadas para colocarselas en los brazos, Meriel inmediatamente se las arrebató de las manos con respeto y, aunque estaba cansada, lo vendó, Gustavo quiso resistirse, pero al final cedió, podía darse cuenta que la dama necesitaba sentirse que le era de utilidad. Alzó la mirada, observando esos ojos tranquilos que tanto la calmaban.

--Aquí, en este extenso bosque, buscando la manera de salvar a mi amigo. --Observó el suelo, sintiéndose ligeramente abatido.

Meriel se quedó en silencio, aún recordaba lo que había sucedido aquel fatídico día y, aunque no comprendía lo que en verdad había pasado, no significaba que no se sintiera mal por su señor.

Xinia se acercó a pasos rápidos, acercándose al oído de su compañero/señor.

--Hay alguien acercándose, creo que tiene a su... amigo. --Dijo, casi llamando al pequeño lobo mascota, pero por el tiempo con Meriel y las innumerables platicas, entendió que si hubiera dicho eso habría cometido un error fatal.

Gustavo volteó, encontrándose con la mirada seria de Ollin, quién se acercaba con Wityer en sus brazos.

--Es un amigo. --Fue lo único que dijo.

Ktegan se colocó de pie, parecía mentira, pero era el que más había sufrido en el anterior combate, ya que él había estado en la primera línea durante las primeras rondas, recibiendo algunos furiosos impactos en su armadura, debía agradecer que su equipo era de muy buena calidad, ya que, sino hubiera sido por eso, dudaba si aún pudiera seguir con vida.

--No quiero ser quien de el aviso --Dijo Ollin con su tono característico--, pero este lugar no aguantará mucho tiempo en pie, es mejor continuar caminando, en busca de una salida.

Justo al acabar de hablar, Gustavo agudizó sus sentidos, notando que aunque minúsculos, se podían escuchar las cuarteaduras de la tierra, por lo que inmediatamente asintió.

--Tienes razón, debemos irnos. --Colocó con sutileza su bolsa de cuero en el cinto, sintiendo su brazo un poco más pesado de lo usual, pero no gimió, ni expresó nada, si una mirada curiosa lo observarse, no podría encontrar indicios de malestar o dolor.

El grupo comenzó a caminar al estar completamente preparados, deambulando por los serpentosos caminos de piedra, observando ruinas y, combatiendo con bestias ligeramente más débiles que la enorme criatura de cuernos.

--Señor, pensé que nunca lo volvería a ver. --Dijo con un tono bajo, evitando que sus compañeros despertaran, mientras observaba la fogata improvisada que poco a poco iba perdiendo la fiereza de su nacimiento.

--Perdóname, Meriel, sé que lo hice estuvo mal y, no te culpo si te sientes enojada --Volteó a verla, esperando a que ella hiciera lo mismo y, lo hizo después de dos segundos--, pero no por eso significa que este feliz al ver cómo tratas tu vida. Te entregué parte de mí antes de saber lo que realmente estoy cargando y, por eso te pido perdón, pero me has visto en esas terribles noches, has escuchado mis gemidos y, has notado que poco a poco me estoy perdiendo, no puedes seguir ese camino, no puedes hacerlo.

Meriel miró el suelo, mordiendo su labio inferior, se sentía mal por sus palabras, pero al mismo tiempo lo entendía, pues eran los mismos sentimientos que ella poseía al verlo ocupar esa oscura energía en los combates, aún cuando fuera necesario.

--Puedo saber una cosa. --Dijo después de un corto silencio.

--Claro.

--¿Cómo lo soporta? Yo sentí a la propia muerte susurrando a mi oído, jugando en mi cerebro y atormentando mi corazón, sentí la gelidez del invierno, aún sin estarlo y, el poder que solo debería poseer alguien bendecido por los Dioses. Y eso fue tan solo por unos instantes y, aún así, sentí que si el sentimiento se alargaba más, no podría soportarlo.

--Una pregunta complicada --Hizo una mueca, levantado sus comisuras y jugando a morder con ligereza sus labios--, no sé si me puedas comprender, pero no hay una razón auténtica, donde yo sienta que esa es la correcta... lo hago por cobardía, buscando la menor excusa para evitar morir... lo hago por lealtad, devolviendo lo que mucho que me has dado, al igual que Xinia, que aunque ha sido corto, ha compartido nuestro sendero... lo hago por motivación, queriendo descubrir cuál es mi límite... lo hago por amor --Su voz se quebró, mostrando una mirada que muy pocas veces había mostrado al mundo--, porque solo estando vivo y cuerdo puedo regresar a su lado.

Meriel guardó silencio, notando la cristalina gota que resbalaba por su mejilla, quiso encontrar las palabras para responder, pero no pudo, el sentimiento le ganó, teniendo que mirar el techo para impedir que las lágrimas comenzaran a derramarse.

La fogata continuó crujiendo, pero las llamas poco a poco se fueron extinguiendo, dejando una sala que en su tiempo había sido el pináculo de la belleza, otra vez en la oscuridad.

∆∆∆

Ollin despertó al joven Gustavo, aún cuando escuchó las objeciones de la dama pelirroja.

--¿Qué pasa? --Tartamudeó, abriendo los ojos con dificultad, después de muchas noches había tenido un descanso reparador y placentero, omitiendo el hecho de haber dormido en la fea superficie rocosa.

--Creo que sé dónde está la salida.

Levantó su torso, observando con seriedad y una ligera sorpresa a su salvador.

--¿De verdad? --Ollin asintió-- Pero ¿Cómo?

El alto hombre extendió la mano, ayudándolo a colocarse de pie, luego tosió para aclarar su garganta, mientras se alejaba de los otros miembros del grupo. Gustavo había dudado por un momento, pero al final decidió por seguirlo.

--Al despertar --Comenzó a hablar en un tono adecuado para que solo lo escuchase el joven--, ocupé mi piedra para transferir energía limpia al cuerpo del Lobo Elemental y, mientras lo hacía me conecté con la esencia del todo, sin embargo, noté que aquí las energías están en un completo desorden, no sé lo que realmente ocurrió aquí, pero si debo especular, diría que este lugar se ocupaba como recinto de experimentación mágica.

Gustavo escuchó con atención, él no estaba tan bien versado con el conocimiento de las edades antiguas, en realidad no conocía bien ni el propio mundo contemporáneo, por lo que no podía asegurar o desmentir las palabras de Ollin, pero sabía que no era un hombre que hablara con falsedades, eligiendo creerle.

--... Pero para responder tu curiosidad, esas energías se están fracturando y, aunque no tengo la certeza, pude sentir la volatilidad de sellos perdiendo su efectividad. Y los lugares donde los sellos siempre son más volátiles, son en las entradas.

--Entiendo. --Asintió.

--Una cosa más, tu compañero, el humano gordo, tiene una fuerte indecisión en su corazón --Dijo con seriedad--. No lo digo con una mala intención, es solo una advertencia para que estés preparado.

--¿Preparado para qué? --Preguntó.

--Para una mala decisión. --Respondió, observando con el rabillo de su ojo a Ktegan, quién se encontraba cocinando algo en una olla de metal sobre el fuego de la fogata.