Garestsa seguía temblando al escuchar esas cosas, sin embargo, en su mente todavía tenía esperanza. Sabía que Aiden estaba tardando mucho en intentar matarla, así que esperaba que el director regresara antes de que ella muriera.
«N-Necesito ganar tiempo», pensó con los ojos cerrados, aferrándose apenas a la vida. «¿Hay algo que pueda hacer?»
Garestsa pensó durante unos segundos mientras todavía podía sentir el frío filo metálico contra su cuello.
Al abrir la boca, tuvo cuidado, sin querer que el puñal cortara su cuello ni siquiera un poco. Sin embargo, Aiden se aseguró de que así fuera al aplicar algo de presión al mismo tiempo, lo que causó que un poco de sangre comenzara a correr por su cuello.
—¿H-Hay algo que pueda hacer para que no me mates? —preguntó Garestsa, ya que esa fue la única idea que se le ocurrió en el corto tiempo que tuvo para pensar.
Estaba bajo tanta presión que le resultaba increíblemente difícil usar su cerebro al máximo de sus capacidades.
Aiden sonrió.
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