Me acerco mientras los otros discuten. No estamos dentro de la secta, así que una pelea es posible. Aunque no a muerte. Es un lugar demasiado público.
El grupo tendría ventaja por el número. Aunque difícilmente saldrían indemnes. Así que no parecen atreverse. Por su parte, Tai Feng está más dispuesto. Incluso ha llevado una mano a su espalda. Al mango de su enorme espada.
–¿Qué está pasando aquí?– interrumpo.
–Nada, solo queríamos dar una lección a la esclava por ser irrespetuosa. Él se ha metido donde no le llaman– me informa uno de ellos, ofendido.
Me siento extraño por el respeto que me dan. Supongo que es por estar en Alma mientras ellos están en Génesis. No hace mucho, me habrían incluso escupido.
–Oh, bien hecho. ¿Cómo te llamas?
–Soy Lu Bo– me saluda con un leve reverencia, más animado.
–¿Y vosotros?
Todos se presentan con una sonrisa y reverencia. Creen que han ganado un aliado. Tai Feng me mira con el ceño fruncido. Luego pone una cara rara. ¿Me habrá reconocido?
Cuando todos se han presentado, voy hacia la esclava. Supongo que piensan que le voy a dar una lección. Tai Feng duda en interponerse. Al final no lo hace. Aunque no saca la mano de la espada. Está tenso. ¿Tanto le importa una esclava?
Ella me mira. No veo miedo en sus ojos, más bien curiosidad. Sin duda, sabe quién soy.
–¿Cómo te llamas?– le pregunto. Le tiendo una mano para ayudarla a levantar.
–Yawen– dice ella, aceptando mi ayuda.
Como todos los esclavos, solo tienen un nombre. No tienen familia. Es una esclava bastante mona. Pelo azul que le llega hasta los hombros. Ojos azul oscuro. Unas facciones más bien dulces. Está algo sonrojada. No es por mí. Ya lo estaba antes. Y preocupada. ¿Por Tai Feng?
–Bien Yawen. Supongo que has oído sus nombres. Asegúrate de recordarlos cuando te pregunten por lo que se haya roto– le digo en voz alta, para que todos me oigan.
–¡Espera! ¡No te atreverás, esclava!– exclama uno de ellos.
–No tiene más remedio. Los esclavos no pueden mentir a los encargados, aunque quieran– le respondo.
–¿Por qué haces esto? No te hemos hecho nada. No iba contigo– se indigna Lu Bo.
Se debe de sentir traicionado. La verdad es que estaría bien darles una paliza. Pero no es conveniente. Aunque no estemos en la secta. Y siempre pueden tener amigos o familia poderosos.
–¿Seguro? ¿No decíais que tenían que haberme azotado en lugar de promocionarme?
Se han quedado pálidos. Se van casi corriendo. Huyendo. Tai Fang está casi riendo. Se acerca.
–Gracias por la ayuda. Ha sido divertido ver sus caras– me saluda con respeto. Luego se vuelve a la esclava –. Deja que te ayude.
Elle se sonroja un poco más. Ya veo. Una esclava enamorada de un estudiante. No es la primera vez. Pocas veces acaba bien. Quizás nunca. También está incómoda. Sabe que le puede traer problemas si otros los ven.
–No es conveniente que te vean ayudando a una esclava. Otros estudiantes la podrían tomar con ella cuando tú no estés. Déjame a mí. Soy un ex-esclavo. Nadie lo encontrará raro– me interpongo.
–Oh, no lo había pensado. ¿De verdad puede pasar eso? Lo siento, no lo sabía…– se disculpa a la esclava, nervioso.
Ella no sabe qué decir. Ser una esclava viene con este tipo de problemas.
–Está bien. Es normal que no lo supieras. Solo ves con cuidado la próxima vez– le intento consolar.
–Yo… Gracias de nuevo.
–No tienes que darla. No ha sido nada. Y tú me defendiste en su momento.
Sonríe, enseñando los dientes. Diría que da más bien miedo cuando lo hace. Tiene un aspecto más bien tosco. Aunque parece que Yawen no está de acuerdo. Se vuelve a poner roja.
Se despide y vuelve a la secta delante de nosotros. Yo ayudo a la esclava a recoger, a pesar de que ella se niegue.
–¿Te gusta él?– le pregunto de repente.
Ella se pone toda roja. Ahora ya es imposible negarlo. Aparecen lágrimas.
–Él se preocupa por mí. Me ayuda o me defiende. Pero es imposible. Deberías decirle que me olvide– me pide.
–Haré lo que pueda. Vamos. Si no, llegarás tarde.
—————
Después de volver a la cabaña, llamo a las chicas. A estas alturas, todas saben lo que ha pasado en la ciudad. Así que estaban charlando tranquilamente. Al final, han conseguido venderlos por dos mil oros. Aunque ya tenía una idea antes, no deja de sorprenderme que se vendan por tanto. Debería haber buscado más huevos.
Lo cierto es que cada uno de ellos individualmente podría valer eso. O más. Una vez sean adultos y entrenados. Pero aun así, me parece mucho. Es realmente mucho dinero para alguien como yo.
Se ven excitadas cuando hablan de los sucesos en la ciudad. Quizás algo asustadas por la posibilidad de verse atrapadas en la tienda, pero no mucho. Incluso Wan parece animada por algo que no son plantas o sexo. Sus primas dicen que ha sido muy emocionante para ella. Aunque solo haya ayudado a hacer bulto para esconder a Song y Shi.
Por lo que dice Liang, Rayitas y Terror también estaban bastante animadas. Aunque ahora están durmiendo.
Luego les explico lo que ha pasado con Yawen y Tai Feng. Parecen algo sorprendidas. No es raro que una esclava, o esclavo, se enamore. Pero siempre acaba mal. Ningún estudiante llega hasta donde lo ha hecho Tai Feng. A defenderla contra cinco.
Ellas eran las primeras que decían que no tenía que gastar en nada más que en mí. Que era ya suficiente con lo que había hecho por los esclavos. Pero han cambiado de idea. En especial Liang. La conoce.
Bueno, ahora solo me cuesta algo más de una semana conseguir los puntos. Realmente, copiar páginas paga muy bien. Supongo que debido a que no hay muchos capaces de hacerlo. Por lo que cuentan las gemelas, Bei Liu, Bi Lang o Fen Huan, cuesta bastante más reunirlos.
Así que dejo que Song se encargue de nuestra nueva "huésped". Creo una puerta para que entre. Yo me voy a dar un paseo. A recopilar algo de información. Mientras Guo Hai acaba de rodillas. Por suerte, consigo encontrar a Ken.
–Ya sabes. Lo de siempre. Esclava se enamora de estudiante. Estudiante lo aprovecha. Estudiante la olvida. O la desprecia cuando otros abusan de ella– dice, bastante pesimista –. Es cierto que él se ha portado bien, y que ella está coladita, pero no tienen futuro porque… Espera… ¿Por qué estás preguntando?
–Bueno… Me crucé con ellos. Y él se había portado bien conmigo en el pasado…– intento disimular.
Ella me mira, incrédula. Se encoge de hombros. Luego me sonríe.
–Haz lo que quieras. Pero intenta que el resto no entere de que has ayudado, o todos querrán pedirte algo. Eso sí, asegúrate de que él realmente es de fiar. Que realmente no la abandonará luego. Yo ya buscaré a mi príncipe cuando sea estudiante– me dice, mirándome fijamente por un instante.
La hubiera besado aquí mismo. Pero no es una buena idea. Me ha dicho lo mismo que las chicas. Que me asegure de que Tai Feng cumple su parte. Haré lo que pueda.
Me gustaría comprar a Ken. Y a Ai. Y a Shu. Pero el precio se ha multiplicado por cada etapa. Y todas están en la uno. Yawen no tiene cultivación.
—————
No es difícil encontrar la cabaña de mi objetivo. Llamo, pero no está. Bueno, supongo que puede esperar. Ya volveré en otro momento. Cuando me giro, me lo encuentro que está llegando.
–Hola Kong. ¿Qué haces aquí?– me pregunta, claramente sorprendido.
–Te estaba buscando. Quería hablar contigo. ¿Tienes un momento?– le pregunto.
–¡Claro! Pasa. Como si estuvieras en tu cabaña– me ofrece.
Su aspecto es algo tosco. Su actitud, amistosa. Me deja la única silla. Se sienta en la cama, mirándome, intrigado.
–He estado preguntando a los esclavos. Al parecer, sigues a Yawen bastante a menudo– empiezo.
–¿Me vas a decir que no lo haga más? Lo he estado pensando. Es posible que la esté perjudicando. E incluso que ella no sienta nada… Pero…
–¿La quieres?
Él asiente. Sin mirarme. Algo avergonzado. Y bastante deprimido.
–Si tanto la quieres, ¿por qué no la compras?– le sugiero.
–¿¡Crees que no quiero hacerlo!? ¡Son 1.000.000 puntos! Y eso si no consigue cultivar. Entonces no sería difícil, sería imposible. Solo estoy en la etapa siete. Es muy difícil conseguirlos– se queja.
–¿Cuántos tienes?
–Apenas unos pocos más de 200.000– responde apesadumbrado.
–Sabes que es una esclava. Más que probablemente hayan abusado de ella. Muchos la considerarían indigna. Sucia.
Quizás sea un poco duro. Pero es necesario. Necesito saber qué piensa.
–¡Son unos idiotas! ¡Cómo si ella tuviera la culpa! ¡Claro que lo sé! ¡Por eso quiero comprarla cuanto antes! Pero…
–¿Y qué harías cuando la compraras? Si ella no sube de nivel, envejecerá mientras tú sigues joven. Y no tienes recursos para los dos– sigo apuntando problemas.
–Yo… ¡Se los daré a ella! Al menos hasta que seamos iguales. ¡Envejeceremos juntos si hace falta…! Te aseguro que cuidaré de ella. Que nunca la abandonaré. Lo prometo por mi dao– asegura.
Acaba de hacer una promesa muy seria. No pedía tanto. Bueno, es más que una garantía.
–Hay otra forma. Si es tu compañera de dao, puede practicar cultivación dual con ella. Al principio, tú no ganarás nada. Pero tampoco te perjudicará mucho, mientras que ella subirá rápido– le propongo.
–¿Cultivación dual? ¿Quieres decir…?– me pregunta avergonzado.
Vaya, esto no lo esperaba. Las chicas se reirán.
–¿Eres virgen?– le pregunto algo incrédulo.
Él aparta la mirada. Más rojo.
–Pues tendrás que dejar de serlo, por su bien– sentencio.
–¿Ella… querrá? Bueno, no importa, tampoco tengo los puntos.
–Te prestaré lo que te falta. Devuélvemelos cuando puedas, no hay prisa. Para ella y el manual. No te preocupes, aceptará. Ella te quiere. De todas formas, hablarán con ella. Espérame delante del edificio de control de esclavos. Al alba.
Está un rato llorando y dándome las gracias. Nunca hubiera imaginado que estaría consolando a alguien como él. Físicamente es fuerte, musculoso. Mentalmente, un tanto vulnerable.
Estoy un buen rato de consejero sexual. Explicándole lo básico. Nunca imaginé que haría algo así. Además de cómo usar qi para dar placer. Cuando me voy, está practicando en su mano con el qi.
De hecho, me hubiera tenido más rato. Pero tengo prisa. Llego justo para encontrar a Ai a punto de llamar. No hay nadie cerca. La cojo por detrás, por sorpresa.
–¡Iiih! ¡Kong! ¡No seas malo!– me regaña.
Entramos. Nos besamos. Nos desnudamos. Nos acariciamos. No puedo dejar de jugar con sus preciosos y abundantes pechos. Le hago tragar un trozo de píldora. Idea de las chicas. Le digo que es para mejorar su cultivación. Aunque es mentira. Es para disimular. En realidad es inofensiva. La cultivación mejora cuando follamos.
–Pero Kong, no puedo aceptarlo. ¿Y tú?– se queja.
–Por eso no te lo he dicho antes– me río –. Tranquila, no me hacen falta. No son de mi reino. Pero conseguí unas cuantas. Si no las queréis, tendré que tirarlas.
Quiere protestar. Pero la penetro. Luego sello sus labios. Me mira entre enfadada y agradecida. Decide besarme. Dejarme que la folle. Bocarriba. Con las piernas abiertas. Sus pechos botando. Sus labios besándome o gimiendo.
Voy cambio la velocidad de mis embestidas. Así veo rebotarlas a velocidades diferentes. A cual más erótica. Más sensual.
–¡¡Aaaaaaah!! ¡¡Kong!! ¡Pervertido! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAaaaaaaaahhhHH!!!!– me critica ella, que me conoce bien.
Lo dice sin dejar de gemir. De disfrutar. Sin querer realmente que deje de hacerlo. En realidad, me recibe cuando me acerco a besarla. A sujetar esos pechos salvajes. A sentirlos entre mis dedos. Espléndidos. Llenos. Lujuriosos.
Entro en su boca y en su vagina. Atacándola también en sus pechos. Con qi. Llevándola de nuevo al orgasmo. Disfrutando de su piel. De su interior. De su esponjosidad.
Aprovecho un poco de su yin para seguir practicando la técnica. Para contraer los músculos antes expandidos. Puedo notar algunas heridas y arañazos nuevos. Me aseguro de curarlos un poco, aunque sin que se note superficialmente. Ojalá pudiera conseguir que dejen pronto de sufrir. Ojalá pudiera comprarlas a todas. También aumento su contenedor. Debería poder subir en un año. Lo mínimo sin levantar sospechas.
Por ahora, solo puedo darles un paréntesis. De placer y sexo. Y ayudarlas a hacerse más fuertes.
Mientras descansa, le explico que Tai Feng comprará a Yawen. Que hable con ella. Que la prepare. Me temo que tendrá que tomar la iniciativa en la cama. Nadie diría que ese grandullón es tan tímido.
Dice que sí. Entre incredulidad y risas. Y me prohíbe comprarla. O a ninguna de ellas. Han decidido subir por sí solas. Acepto, aunque no consigue que se lo prometa. Si se diera la oportunidad, lo haría.