–Es envidiosa, arrogante, cobarde, consentida, prepotente, traicionera, presumida… Un encanto… Trátala sin contemplaciones– sentencia Song.
Ha estado interrogándola. Luego la ha enviado a Rui para que la desvistiera y la hiciera bañarse. Se había meado antes. De miedo.
Llevaba una espada muy ornamentada, que al parecer no sabe usar. También bastante dinero. Al menos bastante para gente normal. Algunas píldoras y joyas. Y un vestido elegante. Probablemente caro. De una pieza. Abierto en las piernas por los lados. Sin hombros y sin mangas.
Guo Hai es más bien delgada. Pechos pequeños algo caídos. Culo prominente. Pelo azul con muchos tirabuzones. Ojos también azules. Mucho maquillaje.
Al parecer, es ella la que decidió romper el trato. Perseguir a Shi y Song para robarles. Y esclavizarlas. Simplemente por avaricia. Para ganar más.
Su prometido es tan arrogante como ella. Lo sé bien. Al parecer, es hijo de otro mercader. No le cae especialmente bien, pero no tenía más remedio. Ahora ya no tiene que preocuparse por eso
–Pero antes…
Las palabras de Yi son en un tono un tanto escalofriante. No me da tiempo a reaccionar. Ella y su hermana me han agarrado de las manos. Shi se ha puesto sobre mi estómago. Song y Liang llegan poco después.
Se ríen. Me atan. Me ciegan con una venda en los ojos. Me desnudan. Juegan con mi miembro. Me ponen un pecho en mi mano.
–Song.
–Yi.
–Lang.
–Shi.
–Yu.
–¿Cómo puedes distinguirnos?– se sorprende Yu.
–Porque es un pervertido– me critica su hermana.
Quizás tenga razón. El tamaño y forma son idénticos. Pero puedo sentir la diferencia. Quizás por el qi. No estoy seguro. Supongo que gracias a haber jugado con ellos muchas veces. Por haber acariciado y lamido cada rincón.
También sé que es Liang la primera en meterme en su interior. Reconozco su vagina. Poco después también su voz. Su forma de cabalgarme. Aunque pronto me resulta difícil concentrarme en ella.
Las demás juegan con todo mi cuerpo. Prueban a acariciarme con qi. No siempre con éxito. Se turnan en besarme. En chupar mis pezones. Yu me muerde. Se ríe cuando me quejo.
Al final me han atado las manos. Y los pies. Se están divirtiendo demasiado a mi costa. Solo porque esta mañana las he atado un poquito. Rencorosas.
Me hacen correrme dentro de cada una. No sé cuántas veces se han corrido ellas. Debo tener el cuerpo lleno de marcas de sus labios y sus dientes. Suerte que se van con qi.
–Bueno. Desátate tú mismo– ríe Shi, sacándome la venda.
–¡Esperad, no podéis dejarme así!– protesto.
–Sí que podemos– ríe Yi.
–Devuélvenos ya o empezaremos a hacerte cosquillas– me amenaza Song.
No me queda más remedio que obedecerlas. Me han atado bien. Podría romper las cuerdas usando qi. Pero quizás también estropearía la cama. En fin…
–Desátame. No preguntes– le ordeno a Rui después de llamarla.
Me ha mirado sorprendida al encontrarme así. Se dirige a las cuerdas. Aunque algo reticente. ¿Quizás decepcionada? Suspiro. ¿Debería consentirla? La verdad es que es la más obediente de todas. No tengo ninguna queja. También lo es Ning. Pero Rui no se deja llevar por su perversión.
–Si quieres, puedes follarme primero– concedo.
–Sí, Amo– responde.
¿Soy yo o sus ojos brillan? Lo que está claro es que ha sonreído. Me hace una felación hasta que me corro en su boca. Saborea el resultado como si fuera un lujoso manjar.
Luego se lubrica el culo. Introduce mi miembro en él. Se mueve con lujuria. Me besa con voracidad. Aunque me ha pedido permiso antes de hacerlo. Sus manos acarician mi cabeza con casi desesperación.
Me hace entrar y salir continuamente de su apretado culo. Apenas se detiene cuando se corre. Como si no quisiera perder esta oportunidad única. De follarme. De servirme. De ser penetrada a su ritmo. Bastante intenso.
Se desploma sobre mí en su cuarto orgasmo. Su culo lleno de mi semen.
–Ya puedes desatarme.
–Sí amo.
Lo hace sin dilación. Obediente. Aún jadeando. Sudando. Lo que no espera es que me incorpora y la coja. La ponga bocabajo. Que penetre su húmeda vagina. Que vuelva a follarla de nuevo.
–¡AAaahhh! ¡Amooo! ¡¡¡HHHHAAAAAaaaaaah!!!
Gime mientras la penetro. Esta vez dominándola. Azotando su culo hasta que queda rojo. Aunque no con suficiente fuerza como para hacer daño a alguien de su cultivación.
–¿Te has divertido mucho antes? Tienes que comprender tu posición.
–Sí Amo. ¡¡AAAaaaaahhhh!! ¡Soy la mascota de Amo! ¡¡¡AAAAAAAAAaaaaaAAHHH!!!
Sin duda, está excitada. Sin duda, disfruta siendo follada de nuevo. Incluso siendo castigada. No es una masoquista como Fen Huan. Pero sí que le excita que golpee un poco sus nalgas. Que la penetre por todos sus agujeros. Que la lleve al límite hasta que se desmaye del placer.
A Ning hago que me sirva primero. Luego la pongo a cuatro patas. Quizás no como le gustaría. No tiene que ocultar que disfruta. Pero sí contenerse un poco. Dar la sensación de que no es una completa obsesa por el sexo. Practicar para cuando sus clientes la follen. Que se sientan satisfechos de sí mismos.
Tengo que reconocer que ahora la idea ya no me gusta tanto. Pero no hay vuelta atrás. Necesitamos los puntos, el dinero. Para mí. Para las chicas. Para Terror. Para Rayitas. Para las salamandras. Para ayudar a los esclavos. Para la alquimia de Wan. Sin duda, tengo muchos más gastos que un estudiante normal. Además, no sé cómo reaccionaría Ning si no le dejo ir.
Bronceada mira las cuerdas que hay atadas a la cama con algo de aprensión. Me planteo atarla. Pero al final la follo de pie. Por atrás. Sus manos contra la cama.
Desde que le di el manual de Golpe Celestial, y le dije que quizás le daría otros si era obediente, su lealtad ha ido mejorando. Aunque muy poco a poco. Me acepta. Aunque me podría traicionar si se diera la ocasión.
Eso no quita que me guste follarla. Dominarla. Acariciar sus líneas de bronceado. Su cuerpo atlético. Penetrarla. Hacerla sucumbir al placer. Que sea incapaz de controlar sus gemidos. Llenarla mientras convulsiona de placer.
La devuelvo y miro en la Residencia. Guo Hai está sobre una improvisada cama de paja. Desnuda. Inquieta. Es hora de llamarla.
—————
La invoco sobre la cama. Se sorprende. Me ve. Se intenta tapar con las manos. Asustada. Está desnuda.
–Aparta las manos. Quiero verte– le ordeno.
–¿Qué… Qué vas a hacer?– pregunta, arrastrándose hacia atrás.
–Eres mi esclava. Estás desnuda sobre la cama. Yo también estoy desnudo. ¿Qué creer que voy a hacer?– me burlo de ella.
–No… No hagas esto. Aún no es demasiado tarde– suplica.
–Aparta las manos y abre las piernas. Quiero verte. No me hagas repetirlo– insisto.
Ella no obedece. Se aprieta contra la pared. Me mira aterrada. Me acerco. La cojo de las muñecas. Fuerzo a sus brazos a abrirse. A mostrarme su cuerpo desnudo.
–¡Suéltame! ¡Déjame en paz!– exclama, revolviéndose desesperadamente.
Es curioso. Dado que está en la etapa siete, no esperaba que opusiera mucha resistencia. Pero es bastante más débil de lo que creía.
Sus pequeños pechos rebotan mientras intenta resistirse. Quiere arañarme, golpearme con las piernas.
–Parece que aún no has entendido que ahora eres mi esclava. Más te valdría obedecer.
–¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡¡Desátame!!
Aprovechando que están las cuerdas en la cama, le ato una muñeca. Luego la otra. Cojo sus piernas por las rodillas. Fuerzo a que se abran. A que me muestre su tesoro oculto entre ellas. Se sigue moviendo. Intentando revolverse. Magullando sus muñecas.
–¿¡Por qué haces esto!? ¡Eres un monstruo!– me acusa.
–¿Oh? ¿No querías tú que violaran a Shi y Song entre todos tus matones? ¿Solo porque no querían acceder a tu chantaje?– le recuerdo.
–¡Es diferente! ¡Ellas son esclavas! ¡Yo soy una ciudadana!– se niega.
De hecho, no podía saber seguro si eran esclavas en ese momento. ¿Quizás tenga que amenazarla con una daga? ¿O pegarle? Lo dejaremos como último recurso.
–Tú eres mi esclava ahora. Además, algo he oído sobre tu prima. ¿No mandaste que la violaran y se acabó suicidando? Y no ha sido la única.
Song le ha hecho confesar cada detalle de su vida. Me ha contado algunos. Estaba un tanto asqueada.
–No… Eso…
–Te voy a follar, quieras o no. Eres obediente y lo disfrutas, o será por las malas y dolerá– la amenazo.
–No, no lo hagas, por favor– suplica, con lágrimas en los ojos.
Al parecer, también sabe hacerse la víctima. Le funcionaba con sus padres. De todas formas, aunque fuera verdad, no me daría ninguna pena. Así que le sujeto fuerte las piernas. Me acerco. Mi miembro cerca de su entrepierna.
–¿Te vas a portar bien o tiene que ser por las malas?– le doy un ultimátum.
–¡No! ¡Déjame!– se sigue negando.
Intenta mover las caderas para no dejarme entrar. No está mojada. Podría usar lubricante. Pero no lo hago. Uso armadura interior para protegerme. La penetro de golpe.
Se calla. Se queda con la boca abierta. Queriendo gritar. He roto su himen. Era virgen. Ya lo suponía. Si no, podría tener problemas en su matrimonio concertado. Que nunca se llevará a cabo.
Le ha debido doler bastante. Aunque no debería ser mucho para alguien en la etapa siete. De hecho, mi penetración forzada ha desgarrado un poco su interior. Me aseguro de curarla. Luego salgo de ella y vuelvo a empujar.
–¡¡Aaaaargh!! ¡Duele! ¡Duele! ¡Sácalo! ¡Sácalo!
Vuelvo a salir a penetrarla una vez más. Hasta el fondo. Mirándola a los ojos. En la segunda, ha reaccionado, intentando revolverse. En la tercera, grita de nuevo. Abre los ojos con incredulidad. Me mira con odio.
–Para, por favor. Duele…– me suplica.
–Si te portas bien no te dolerá. ¿Serás obediente?
–S…Sí.
No tiene mucha tolerancia al dolor. Ya me lo había dicho Song. Salgo de ella. Uso mi mano para acariciar su entrepierna. La otra juega con uno de sus pequeños pechos. No se mueve. No se atreve. La excito a su pesar. La llevo al límite.
–¡¡Aaaaaahh!! ¡No! ¡Para! ¡Aaaaah! Si sigues… Yo voy a…. ¡¡¡¡HHHHHHAAAAAAaaaaaaahhHHH!!!!
Se corre. Colapsa en la cama. Mira hacia un lado. Jadeando.
–Voy a volver a penetrarte. Ahora debería doler menos.
–Aaaah. No… ¿Por qué haces esto? Déjame ir. Quiero volver a casa…– suplica de nuevo, llorando.
–Tú empezaste queriendo robar y violar a mis chicas. Ya no puedes volver. Además, ¿te querrían de vuelta? Ya no eres virgen. No les servirías para arreglar un matrimonio– le recuerdo, tal y como ha sugerido Yi.
–No… Yo… ¿Ya no puedo volver…? ¡¡AAAAAAAaaaaahhh!!
No le dejo pensar mucho en ello. Ya tendrá tiempo de sobras. La penetro. Empiezo a moverme en ella. Algo más suave que antes. Además, ahora está mojada. Lubricada. Entro y salgo con más facilidad. Aunque está apretada.
No me mira. Tampoco intenta revolverse. Parece que se ha rendido. Exploro su vagina hasta el fondo. Disfrutando de su roce. Exploro la forma y textura de sus pechos. De su culo. De su piel.
También compruebo su cuerpo por dentro. No es muy musculosa. No parece haber entrenado. Lo más sorprendente son sus meridianos. Son horribles. Están solo semiabiertos. Por eso es tan débil. A pesar de estar en la siete, debe ser equivalente a alguien en la cinco. Así de desastre es.
–Tu cultivación en su desastre. ¿Has subido solo a base de píldoras?– le pregunto.
–¡Aaaah! No es culpa mía… ¡¡Aaaaah!! Padre quería que subiera para… ¡Aaaaah! Para que tuviera más valor… ¡¡Aaaaaah!! Ni siquiera me dejó estudiar técnicas… ¡Aaaaah! Decían que era un desperdicio si me… ¡AAaaahhh! Si me iban a enviar a otra casa… ¡¡¡AAAAAAaaahhHHH!!!– confiesa justo antes de correrse.
Me la quedo mirando mientras se recupera. Sin salir de ella. Sin moverme. Supongo que tendré que arreglarlo poco a poco. Aunque no pueda usar su Yin temporalmente para practicar. Si es más fuerte, será más útil.
–Si eres obediente, te dejaré practicar lo que quieras. Y me encargaré de mejorar esos meridianos. ¿Cuál es tu arma?
–Aaah. ¿De verdad?– me mira por primera vez en mucho rato, aunque enseguida aparta los ojos –No sé cuál es. Nunca me dejaron buscarla.
–De verdad… Buscaremos tu arma. A ver si es alguna de las que tenemos. Pero te has de portar bien. Empieza por besarme.
Vaya. Es curioso. Su lealtad ha aumentado de repente. ¿Tanto lo deseaba? Aunque no puedo fiarme de ella por ahora.
–Yo… Nunca…
–Tampoco nunca habías follado. Aprenderás. Vamos– insisto.
Acerco mis labios. Ella abre los suyos. Sin saber muy bien qué hacer. No espera mi lengua. Intenta resistirse por un instante. Pero se lo piensa mejor. Se deja hacer. Mientras, también empiezo a moverme de nuevo. A penetrarla otra vez.
–Usa tu lengua. Vamos, otra vez.
–¡¡Aaaaaaah!! Sí… tú… ¡¡Aaaaah!!
–Llámame Amo. O amo Kong.
–¡Aaaah! Sí, amo Kong. ¡Aaah!
Obedece y mueve la lengua. Con más pasión de la que pensaba. Parece que ha despertado su interés.
Le desato las manos. Le digo que me abrace. Que puede acariciarme. Parece que después del la rebeldía del principio, ha claudicado pronto. Antes de lo que esperaba. Su lealtad no es ni mucho menos absoluta, pero es alta.
Toda ella se estremece cuando la lleno. Cuando la llevo de nuevo al orgasmo. Cuando es llenada por primera vez. Tarda un rato en recuperarse. Entonces, me mira algo preocupada.
–No te quedarás embarazada. De momento no– la tranquilizo –. Ahora, sigamos. Aprende a chuparla.
Aunque algo reticente, obedece. Pasa la lengua por mi miembro. Luego le ordeno que lo meta en la boca. No es muy hábil. Le diré a Rui o Ning que le den lecciones. Por ahora, voy a someterla del todo.