Mis pervertidas me abrazan. Entusiasmadas por mis victorias. Sin importarles que nos puedan estar mirando.
–¡Ese es mi Kong!
–¡Les has dado duro!
Sus cuerpos se pegan a mí sensualmente al hacerlo. Sus modestos pechos envuelven mis brazos. Seductores. Blanditos. Sus húmedos labios besan cada una de mis mejillas. Prometedores
–Aaahh… Kong…~ se queja Bei Liu
–Mmmm… Estamos en público…~ protesta débilmente Bi Lang.
No he podido evitarlo. Coger sus nalgas debajo de sus minifaldas. Apretarlas suavemente. Tan mullidas. Sentir la tersura de su piel. Su calidez. Mover mis manos con lujuria. Acariciándolas. Sin olvidarme de añadir qi para estimularlas. Para provocarlas.
Bei Liu me muerde suavemente. Bi Lang usa su lengua. No tengo más remedio que soltarlas. Si estuviéramos en un lugar más íntimo…
–Pervertido… Ahora nos dejas a medias…– se queja Bei Liu.
–Os compensaré– les aseguro.
Ahora mis manos están en sus cinturas. Conteniéndome.
–Más te vale– me amenaza Bi Lang. Tiene una sonrisa preciosa.
Me sueltan para dejar paso a Pen. Es más discreta. Sonríe. Me besa dulcemente y brevemente en los labios. Aunque sus pechos se aprietan insinuantes contra mí al hacerlo. Ni siquiera estoy seguro de si lo ha hecho queriendo. Pero su tacto es sin duda estimulante. Sé que tendrá que estar incluida en la compensación. También Fen Huan, que nos mira, aparentemente imperturbable. Solo aparentemente. La conozco.
–Bien hecho. Has ganado los tres– me alaba cuando sus labios se separan.
–Has estado bien– me alaba Fen Huan. Es reacia a mostrar intimidad en público.
–Sé bueno con Jia'er. No abuses de ella– me pide Bei Liu. Se refiere a la artesana que está en mi grupo.
–Es tímida. Más que Yan Xiulan– revela Bi Lang.
–¿Más?– se extraña hasta Fen Huan.
–Shhh. Viene– nos avisa Pen entre risas.
Nuestra joyera también llega. Ha ganado uno y perdido dos. El segundo, ha sido ajustado. Parece un poco deprimida. Quizás porque ha tenido ese segundo muy cerca.
–¡Has estado muy bien!– la abraza Bei Liu.
–¡Estoy orgullosa de ti!– también la abraza Bi Lang.
No la van a dejar estar deprimida mucho tiempo.
–Dejadme ya. Todo el mundo nos está mirando– se queja.
–¡Que miren!– le da igual a Bei Liu. Pen se ríe.
–No seáis malas– las regaño.
–¡Ah! ¡Tiene envidia! ¡Tú también lo has hecho muy bien!– me vuelven a abrazar las dos.
Pen y Yan Xiulan se ríen. Fen Huan creo que también. Mira para otro lado.
–Me debes una– le digo a nuestra joyera, resignado. La he librado de ellas.
Cuando finalmente se calman, nos vamos a la cabaña de mis pervertidas. A hablar y comer algo. No es que necesitemos comer mucho a nuestro nivel. Pero apetece.
Fen Huan no tiene contemplaciones. Nos señala todos y cada uno de nuestros errores. Al menos, los que ha visto. Mi joyera asiente con la cabeza gacha. Aunque sus ojos le brillan cuando mi masoquista termina y la alaba.
–Lo has hecho bastante bien. Intenta corregir lo que puedas, pero puedes estar orgullosa. Has mejorado mucho en poco tiempo– le asegura.
–Gra… Gracias– responde tímidamente.
–No he podido verlos todos, pero has estado bien en los que he visto. Estoy seguro de que ganarás algunos más. Estoy orgullosa de ti– le aseguro.
Se sonroja. Asiente con la cabeza. Mis pervertidas la abrazan otra vez. También Pen. Mientras Fen Huan me deja besarla. Aquí dentro, es bastante apasionada.
Analiza a nuestros contrincantes. No me da ninguna posibilidad contra el favorito de mi grupo. Me las da de quedar segundo. Aunque no será fácil. Haré lo que pueda.
A Yan Xiulan le da también algunos combates por perdidos. También posibilidades en otros. La veo apretar el puño, animándose. No puedo evitar bromear.
–Creo que deberías perderlos todos. Si no, estas dos se te tirarán encima– le advierto.
–Mmm. Es razonable. Ganar no es tan importante como arriesgar mi vida– me sigue la broma.
–¡Eh! ¡Cómo no ganes al menos tres más, ejecutaremos el plan K!– amenaza Bei Liu.
–¡No os atreveréis!– se asusta nuestra joyera.
¿De qué están hablando? Mejor no pregunto.
–¡Más te vale esforzarte!– amenaza Bi Lang.
–¡Era broma!– se defiende Yan Xiulan.
Yo me las quedo mirando sin decir nada. Mis pervertidas, Fen Huan y Pen ríen. Mi joyera no me mira, avergonzada por lo que sea ese plan K.
Ye Bi llega al cabo de un rato. No ha podido estar antes. Ha dicho que nos animará esta tarde. Aunque no es tan alborotadora como mis pervertidas, a menudo se une a ellas. Suspiro. Se ríen. Vuelvo a suspirar.
Tai Feng y Yawen también llegan un rato más tarde. Él lleva un pendiente en la oreja. El que hizo Xiulan'er. El que le regaló Yawen. Ella lleva la aguja que le regaló él. También creada por nuestra joyera.
–Buenos combates– me alaba Tai Feng, alzando el puño.
Sonrió y lo golpeó con el mío.
–Bien hecho– Yawen alza el suyo, riendo. Así que también los golpeamos.
Las chicas se miran. Me miran. Alzan sus puños. Incluso Yan Xiulan. Con algo de timidez. Entre risitas, los golpeo con todas. Y luego también lo hacen todas con nuestra joyera. Es graciosa la cara que pone. No se lo esperaba.
Sin duda, resulta relajante estar con todos ellos. Charlando. Riendo. Ojalá pudieran estar todas las demás.
–Más te vale ganarlos. Son un poco engreídos– me exige Tai Feng cuando salimos.
Se refiere a los dos de su facción. Ya me ha dicho todo lo que sabía de ellos. Los he visto luchar, pero no han desvelado todos sus trucos. Él solo sabe un poco.
Entre ellos dos, el combate lo habían arreglado para que fuera limitado. Para desvelar poco y no cansarse. Con los demás, han sido muy superiores. Menos con el que será sin duda el campeón de nuestro grupo.
—————
El primer combate de la tarde es precisamente contra uno de los espadachines. Tengo experiencia contra Shi o Ma Lang. Aunque a ellas les faltaría a alguien que las enseñe. Mi objetivo no es solo ganar el combate. También que puedan ver cómo mi rival lucha. Quizás, les pueda servir de inspiración. Las gemelas están grabando. Así que tengo que estar muy concentrado.
Solo lleva una espada, a diferencia de las dos de mis chicas. Me mira serio y concentrado. Parece que él también piensa que va a ser un combate difícil. Se llama Luo Chen. Es el que perdió. El otro es Luo Len. Son familia, aunque no hermanos. ¿Quizás primos? Tampoco es que importe.
Puedo ver en su mirada el espíritu de lucha que no he visto contra su compañero. Quiere ganarme. No sé si tiene algo que ver con Ga Gui. Con el que luché en la zona de entrenamiento. No parece tan arrogante como él. Sin duda, es mucho más diestro. Aunque también parece que lleva más tiempo en esta cultivación.
Nos saludamos.
–¡Empezad!– anuncia el árbitro.
Inmediatamente, se lanza contra mí. El qi que envuelve la espada da la sensación de afilarla. De hacerla más peligrosa, más penetrante.
Sin duda, quiere acabar el combate rápido. Los dos queremos. Las preliminares son seis combates cada día. Si se alarga y gastas demasiado qi, puede perjudicarte en los siguientes.
Envuelvo el bastón con qi. Moldeándolo para que sea blando. Como agua. Bueno, no llega a tanto. Envuelve parte de la hoja, no solo el filo. Lo he practicado con las chicas.
Frunce el ceño cuando nuestras armas colisionan. Su filo no llega a dejar una marca en mi bastón. ¿Quizás no esperaba que lo pudiera resolver con tanta facilidad? Puede que requiera algo de práctica defenderse contra ataques tan afilados, pero he tenido mucha. Con Shi y Ma Lang sobre todo. A veces, también con las gemelas o Bang Rui, aunque sus ataques suelen ser más punzantes.
Retrocede a toda prisa. Invirtiendo qi en un movimiento brusco. No sé qué técnica de movimiento tiene, pero es rápido. Supongo que no esperaba que contratacara usando el punto de impacto así. Manipulando el qi que envolvía parte de su hoja para girar más rápido. Intentaba hacerle tropezar. No ha funcionado.
Avanzo hacia él al mismo tiempo que retrocede. Intento no dejarlo respirar. Cuanto menos tiempo tenga para pensar, mejor.
Lanza un ataque con qi contra mí. El qi se desprende de la espada, como una proyección. Parece compartir su filo.
Bloquearlo me retrasaría, así que lo esquivo. Cambiando ligeramente de trayectoria y girando mi cuerpo. Las fluctuaciones de qi me han avisado antes de que lo lanzara. Por eso, he podido esquivarlo con cierta facilidad. Un poco más lento y hubiera recibido un buen corte en el escudo de qi que nos han puesto.
Queda en ligera desventaja. Ha bajado la espada. Así que, con Bastón fantasma, lo alargo para intentar pillarlo por sorpresa.
Oh. Lo ha esquivado. Agachándose ¿Se lo esperaba? Supongo que ellos me han estudiado igual que yo a ellos.
Aprovecha para contratacar. Lanza una estocada desde abajo. Sobrepasando mi bastón.
Yo lo bajo a toda prisa. Colisiona con la espada. Apartándola hacia abajo. Al mismo tiempo, lo hago vibrar con Golpe Estremecedor. Añadiendo qi tal y como marca la técnica. Y aprovecho para salir de la trayectoria. Él también se mueve a un lado e incorpora.
Parece que la vibración le ha sorprendido. Giro el bastón para golpearle la cara. Él bloquea con la espada. Un tanto forzado.
Esta vez, me separo un poco para iniciar otro golpe. El lo bloquea con solvencia. Enlazo un ataque con intentando golpear su rodilla. Lo bloquea. Otra vez. Otra. Otra.
Los voy enlazando. Igual que él. Ha recuperado su pequeña desventaja. Pero también se ha acumulado qi. Del que me apodero con suavidad. Añadiendo un poco más. Para una Explosión de qi. Justo en el momento del último impacto. Se lo he arrebatado cuando quería usarlo él.
No se lo esperaba. La fuerza de la pequeña explosión lo lanza hacia atrás. Incluso cierra un momento los ojos. Cuando los abre, se encuentra con que el bastón extendido le golpea la cara.
Eso lo tira hacia atrás. Está un poco aturdido. Momento que aprovecho para atacar la mano que sostiene la espada. Habiendo desactivado Bastón Fantasma.
Golpearlo me acercaría a la victoria, pero no sería suficiente. Desarmarlo es mejor.
–¡No!– exclama cuando se ve obligado a soltarla.
Se lanza hacia ella. Sin importarle si lo ataco o no. Es un especialista de la espada. Sin ella, no tiene ninguna oportunidad. Creo.
Claro que no voy a dejar que la recupere. Bastón Fantasma es más rápido. La fuerza al alargarse la empuja fuera de la plataforma. La mira desaparecer con frustración.
–¡Me rindo!– se apresura, sobrecogido.
Me detengo muy cerca de su cara. A punto de golpearlo con el bastón.
–Vencedor, Kong– anuncia el árbitro.
Se levanta. Me mira. Saluda. Se va. Recoge la espada.
No dice nada. Pero tampoco se muestra hostil o arrogante. ¿Quizás no le gusta hablar? A otros les gusta demasiado. Lo que sea. Me bajo de la plataforma.
–¡Buen combate! Yo no pude ganarle…– me felicita y entristece Dai Quon.
–Te sirvió de entrenamiento. La próxima vez, será tuyo– lo animo.
–Je, je. Eso espero. Oye, ¿te vienes luego a la ciudad?– me invita.
–¿A la ciudad?– pregunto, extrañado.
–¿No lo sabías? Han montado una especie de subasta e intercambio. Ya sabes que ha venido mucha gente a ver las peleas, familiares y amigos. Y también han vuelto algunos discípulos que estaban fuera. Así que han montado un pequeño evento– me explica.
–¿Puede ir cualquiera?
–¡Claro! Aunque hoy no habrá mucha gente. Vamos para ver cómo es. Si te gusta y quieres invitar a alguna de tus novias, mejor espera a mañana. Habrán acabado todos nuestros combates preliminares, así que habrá mucha gente de nuestro nivel. ¿Te animas?– me pide.
Se le ve entusiasmado. Bueno, supongo que no es mala idea echar un vistazo.
–Parece interesante– me apunto.
–¡Perfecto! ¿Te paso a buscar cuando anochezca? Es la mejor hora para ir– propone.
–De acuerdo. Pero… ¿No deberías subir a la plataforma?– lo miro casi riéndome.
–¡Ah! ¡Voy!– sale corriendo.
Allí le espera Jia'er, o es como la han llamado las chicas. El combate no tiene mucha historia. Ella no se rinde de entrada. Pero tampoco opone mucha resistencia. Su técnica de movimiento es inexistente. No es muy diestra con su arma. Sus fundamentos más bien pobres. Está claro que los conoce, pero que no los ha apenas practicado. Ya es mucho que se atreva a combatir.
Dai Quon no se muestra muy agresivo. No la golpea. Se limita a desarmarla. Aparta la espada. La mira.
–Me… Me rindo– balbucea ella.
Intenta hablar con ella cuando acaban. Está claro que quiere ligar con ella. Ella se va corriendo. Casi en pánico.
–¿Qué les has dicho?– lo miro cuando baja.
–¡Solo le he preguntado su nombre!– se queja él.
–Ja, ja. Me han dicho que es muy tímida.
–¡Haberme avisado antes!– protesta.
No puedo evitar seguir riéndome de él. Por mucho que proteste. Aunque pronto nuestra atención está en el siguiente combate. El otro de la espada, Luo Len, contra el de la lanza. Tengo muy claro quién va a ganar. Pero espero poder ver algo nuevo. Al menos, debería conseguir que se esforzara un poco.