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Torneo: preliminares (IV)

El de la lanza se muestra precavido. Supongo que sabe que no tiene muchas opciones. Aunque no por ello se amilana. Siempre es bueno como práctica, vale la pena esforzarse un poco.

Se mantiene a media distancia. Intenta ensartarlo continuamente, así como no dejarle acercarse. Es algún tipo de técnica. Si a Song le gusta, la buscaremos.

El de la espada, Luo Len, alterna entre esquivar los ataques y bloquearlos con la espada. Dado que hay qi en los ataques de su enemigo, también necesita qi para defenderse. Así que se va acumulando.

Se nota que Luo Len tiene más nivel. Sus ataques enlazan con más fluidez. Le permiten gastar menos qi. Le da más rapidez. Su enemigo va perdiendo terreno.

De repente, Luo Len lanza un ataque de qi. Cogiendo todo ese qi acumulado. Quitándoselo a su rival cuando intentaba hacer algo similar. Crea un filo de qi parecido al que el otro espadachín me ha lanzado antes.

Es un ataque preciso. Entre los huecos de la técnica de su rival. Que se ve obligado a defenderse.

Luo Len aprovecha para acercarse. Ataca con ferocidad. Tiene ventaja en la corta distancia contra la lanza. A no ser que su rival tenga técnicas adecuadas para repelerlo o alejarse. No parece el caso. Pronto se ve desbordado.

Es obligado a retroceder paso a paso. Hasta que llega al borde de la plataforma. Y acaba siendo echado de ella. El combate ha acabado. No he podido ver mucho de lo que es capaz Luo Len. Es evidente que no ha necesitado esforzarse al máximo.

El siguiente es el del probable campeón del grupo, Qin Zixuan, contra Jian'er. Me sorprende que no se rinda directamente. Apenas dura unos segundos. Aunque el público la anima y aplaude. ¿Quizás por haberlo intentado? Está muy roja.

Precisamente, en la siguiente ronda me toca contra ella. Me mira queriendo decir algo, pero no se decide.

–¡Empezad!– anuncia el árbitro.

Ella no se atreve a atacarme. No puedo evitar sonreír. Les prometí tratarla bien.

–Ataca. Tómatelo como un entrenamiento. Solo me defenderé– le aseguro.

Sé que no es ninguna amenaza para mí. Le irá bien. Hasta ahora, a pesar de no rendirse, no le ha dado tiempo de intentar nada.

–Esto…– quiere decir algo de nuevo, pero se para a mitad.

–Hazlo por mí. Si no, esas dos diablesas no me lo perdonarán– le pido en voz baja, en tono de súplica.

Al final, asiente y me ataca. Añade algo de qi a su arma. Es un palo con una cadena y una bola con pinchos. Un mangual. La misma que Ning.

La cadena parece extenderse. Aunque el ataque no tiene mucha precisión. Ha sido todo muy apresurado. No me da. Ella casi tropieza. Pasa de largo. Se sonroja. Está avergonzada. Hay muchos mirándola. Y algunas risas.

–Añade el qi más suave. No tengas prisa. Otra vez. Puedes hacerlo– la animo.

–¡Jia'er, tú puedes!– se oye de lejos.

–¡Jia'er, dale una lección!– se oye otra voz.

–Y no les hagas caso– suspiro.

Eso la hace sonreír un poco. Respira hondo. Me mira más decidida. Parece que ha logrado calmarse. Hace lo mismo de nuevo. Esta vez sí que va bien dirigido. Más o menos.

Podía apartarme, pero prefiero bloquearlo. No es peligroso. Y es un entreno para ella. Lo vuelve a intentar un par de veces más, que también bloqueo.

–Intenta no parar. En lugar de hacer el ataque todo de nuevo, intenta aprovechar lo que queda de qi. Enlazarlo. No te saldrá a la primera, ves probando– le aconsejo y animo.

Ella asiente. Seria. Cada vez más concentrada. Consigue ignorar por un momento al público.

La verdad es que no tiene demasiado talento. Quizás lo tenga en la artesanía que haga. Aunque sí tiene perseverancia. Lo intenta una y otra vez. Hasta que lo consigue levemente.

Sonríe al darse cuenta. Es una sonrisa preciosa. Por no hablar de que el balanceo de sus pechos cuando me ataca resulta muy sensual. No puedo evitarlo. No debería pensar en ello.

Apenas lo ha logrado ligeramente. Pero lo importante es que lo ha hecho. Ahora, solo tiene que ir mejorándolo.

Seguimos practicando un rato más. Falla bastantes, pero también lo logra algunas. Cada vez más. Va mejorando.

–Me rindo– dice de repente.

–Vencedor, Kong– anuncia el árbitro.

La miro. Extrañado.

–Se… Se me ha acabado el qi– confiesa en voz muy baja. Respira un tanto pesadamente.

–Ya veo. Deberías practicar cuando vengas a los combates que organizan. Así, aprovechas el tiempo. Puedes pedírselo a Fen Huan. O practicar con las otras. O conmigo– le aconsejo.

–Va… Vale… Oye… Tú…– acepta y quiere decirme algo, pero se pone muy, muy roja.

Hemos bajado juntos de la plataforma. ¿Qué quería decirme? No querrá confesarse, ¿verdad? Apenas nos conocemos. Aunque la verdad es que es mona.

–¿Qué querías decirme?– le pregunto.

Intento que acabe lo que ha empezado. Si se lo guarda, será más difícil saber de qué iba. Y tengo curiosidad. Reconozco que una posible confesión resulta halagador. Me costaría decirle que no.

–Bueno… Yo… Tú…

Mientras, empieza el combate entre el de las dagas y Luo Chen. El de las dagas se rinde directamente. Parece que no quiere practicar. Ni le importa que los espectadores lo abucheen. Quieren ver peleas. A Jian'er, algunos la han aplaudido. También había algunas risas, aunque pocas. No sé si se ha dado cuenta.

–¿Si?– insisto.

–Esto… ¿Con… Conoces a Di Tian?– me pregunta. No puede estar más roja.

Por un momento, me quedo sin habla. No quería confesarse a mí. Vale, me he pasado de presuntuoso. Por supuesto, eso es algo que no pienso confesar nunca. Mis pensamientos son solo míos. No quiero que se rían de mí. Me las puedo imaginar partiéndose de risa. ¡Jamás!

–Eh… Bueno, un poco. No habla mucho– respondo, un tanto incómodo. Si ella supiera en qué estaba pensando…

–¿¡Verdad!? ¡Es tan serio, tan misterioso!– exclama entusiasmada.

–Bueno… Supongo…– le sigo la corriente.

–Su novia tiene tanta suerte…– susurra, un tanto deprimida.

Suspiro. Queda claro. ¿No soy yo más guapo? Vale, me ha dolido un poco en mi orgullo. Eso me pasa por tener ideas raras. Supongo que puedo intentar echarle una mano.

–No tiene novia– le aseguro.

No habla mucho. Pero sí dijo que ojalá pudiera tener una. En una conversación entre varios estudiantes, celosos de los que sí la tenían. Varios dijeron lo mismo.

–¿¡De verdad!?– abre mucho los ojos.

–Sí. Te gusta, ¿verdad?– la interrogo.

Ella aparta la mirada. Su rojo había bajado. Vuelve a subir. Ja, ja. Es mona. ¿Quizás he sido demasiado directo?

–Si quieres, puedo intentar presentártelo. Bei Liu y Bi Lang seguro que nos ayudan– le propongo.

–Yo… No…. Esto… Sí… Digo… No…. Pero… Él no querrá…

Está muy nerviosa. Casi parece entrar en pánico. Es adorable. Dan ganas de abrazarla. Sin duda, se asustaría. Saldría corriendo. Y mis pervertidas me abroncarían. Es tan tentador…

–Puede que te dé miedo. Puede que él no tenga interés en ti. O puede que sí. Si no lo intentamos, nunca lo sabrás. ¿Quieres quedarte siempre con la duda? ¿Arrepentirte de no haberlo intentado? Déjanos ayudarte– le propongo, con suavidad. A mis pervertidas, les encantará.

Aunque le cuesta, acaba mirándome. Sigue muy roja. Se muerde el labio. Juego con sus dedos. Está muy nerviosa.

–Bue… Bueno… Gracias– finalmente responde.

–Lo haremos lo mejor posible. Ahora, deberías descansar e intentar recuperar un poco de qi– le aconsejo.

No tenemos mucho más de que hablar. Y se pondría más nerviosa estando quieta junto a mí. Se la ve incómoda.

–¡Eso haré! Gra… Gracias por todo– vuelve a agradecerme antes de irse. Todavía está muy roja.

Solo entonces, Dai Quon se acerca.

–No quería presentármela, y ahora estás ligando con ella– me acusa, con el ceño fruncido.

–Ja, ja. Tiene a alguien que le gusta, pero no somos ninguno de los dos– le aseguro.

–¿De verdad?– no se lo acaba de creer.

–De verdad. No me creas si no quieres– me encojo de hombros.

–Mmm… Ya veremos…– se muestra incrédulo, medio bromeando.

–Más te vale no pensar tanto en chicas. Si no, sufrirás en el próximo combate– le advierto.

–¿¡Por quién me tomas!? ¡Tengo mucho autocontrol!– proclama.

–Si tú lo dices…– no acabo de confiar en él.

Nos quedamos hablando mientras vemos el combate entre la del hacha y su adversario. Éste acaba casi suplicando, rindiéndose. Es guapo, y se había querido mostrar encantador, seductor. Está claro que a ella no le ha gustado su actitud. Estaba furiosa. No debe de ser su tipo.

Cultiva algún tipo de técnica seducción, aunque por ahora no ha tenido mucho éxito. Bueno, Jian'er salió corriendo cuando le tocó contra él.

Algo mejor le ha ido a la próxima adversaria de Dai Quon. Tiene una técnica similar. El del martillo bajó totalmente sus defensas. Ella lo tiró fuera de la plataforma por sorpresa.

Mientras suben, veo que Yan Xiulan ha logrado ganar otro combate. No vi el anterior. Este ha sido igualado. Hasta que ha usado una de sus joyas en el momento adecuado. Cuando su adversario estaba cerca del borde, lo ha empujado con el qi de la joya. Apenas ha podido mantener el equilibrio. Lo ha acabado echar fuera con la alabarda. ¡Bien hecho!

Su adversario se lo merece. Por haber estado mirándola de esa forma. Vale, ya sé que es una monada. Y que yo también miraba a Jia'er. ¡Pero se lo merece de todas formas!

La adversaria de Dai Quon tiene unos pechos prominentes. Un culo respingón. Buenas piernas. Y poca ropa. Además de ajustada. El rojo de sus labios es de lo más tentador. Un ligero rojo en sus mejillas. Su maquillaje resalta su atractivo.

Toda ella se mueve con sensualidad cuando sube. El movimiento de sus pechos es hipnótico. El de sus caderas no lo es menos.

Algo hablan antes de empezar. Cuando el árbitro inicia el combate, algo dice Dai Quon. Por su gesto, parece estar presumiendo. Ella se acerca riendo. Lástima que no sé qué dicen. Hablan muy bajo. Él sonríe, presumido.

De repente, ella se mueve con rapidez. Lo zancadillea y lo tira al suelo. Desenvaina la espada y la pone en su cuello. A él no le queda más remedio que rendirse.

Protesta cuando se va. Ella le guiña un ojo y lanza un beso.

–¡No digas nada!– me amenaza cuando baja, enfurruñado.

–Pffff– me tapo la boca para no reír.

¿Autocontrol? Ha quedado claro.

Tarda un rato en volverme a hablar. Más que enfadado, está avergonzado. Humillado por el combate y sus propias palabras. Aunque me prohíbe decir nada al respecto.

Por supuesto, no le hago caso. ¿Se cree que va a poder evitar que me ría de él? Al final, lo acaba asumiendo. No le queda más remedio. Se acaba riendo un poco de sí mismo. A su pesar. Un poco de autocrítica no va mal.

De todas formas, cuando la mira y ella le guiña el ojo de nuevo, él le sonríe. Suspiro. Necesita más autocrítica, mucha más.

—————

Mi último combate es contra el que tiene técnicas de seducción. Me guiña un ojo cuando sube. ¿En serio? Parece que le da igual si su adversario es hombre o mujer.

–Hola guapo. Supongo que no me harás daño, verdad– dice él, queriendo parecer seductor.

Me lo quedo mirando. Un tanto incrédulo. ¿Cree que le va a servir de algo? Para algunos incluso sería una provocación.

–¡Empezad!– anuncia el árbitro.

–¿Vas a salir por propia voluntad o te echo a bastonazos?– lo amenazo.

He visto sus peleas. No tiene nivel. Quizás, si Jia'er no hubiera entrado en pánico, podría haber luchado contra él. Incluso con ventaja.

–¡Ah! ¿Me harías eso? Me estropearía la piel… No sería mejor que lo habláramos con calma. Conozco un sitio íntimo…

No espero a que termine de hablar. Voy hacia él. Circulo qi por el bastón. No pienso alargar el combate.

–¡Me rindo! ¡Me rindo!– exclama apresuradamente.

Me detengo. No sé ni qué pensar.

–Vencedor, Kong– anuncia el árbitro.

–¡Qué malo…! Si quieres azotarme, mejor hazlo en privado…– sigue él, guiñándome un ojo.

Lo ignoro. Me bajo de la plataforma.

–¡Eh! ¡No seas tan arisco!– se queja.

Lo veo irse al lado de la que ha ganado a Dai Quon. Ella se ríe. Él infla las mejillas. Sin duda, son un tanto peculiares. Aunque dicen que las habilidades de seducción pueden ser peligrosas a niveles más altos. No tanto a los bajos.

Dai Quon me mira. Preguntando con la mirada.

–Lo verás cuando te toque. Es… Ya lo verás. Nos vemos luego.

–Hasta luego– se encoge él de hombros, sin saber a qué me refiero. Ya lo sabrá…

De los combates restantes, no hay mucho interés. No veo hacer nada nuevo a mis futuros rivales. Estoy interesado sobre todo en los espadachines. Son a los que tengo que vencer si quiero clasificarme. Contra el otro, Qin Zixuan, tengo claro que es casi imposible. Aunque lo intentaré. Procurando no gastar demasiado qi. El último combate es más importante.

Ahora, toca irse. Me están esperando.