Reconozco que me ha sorprendido. Esperaba que se esforzara más, pero no tanto. Ning ha logrado bajar el tiempo a la mitad en poco tiempo. Ahora está inmovilizada. Sus piernas abiertas atadas una a cada pata de la mesa. Sus manos lo mismo.
–¡¡¡Aaaaaaahhhhh!!! ¡Amo me desvirga otra vez! ¡¡¡¡HHHHHHHAAAAAaaaaahhhHHH!!!! ¡Me viola sin que pueda hacer nada! ¡¡¡AAAAAAAAAAaaaaahhhhHHH!!! ¡Mi culo y mi coño llenos los dos! ¡¡¡¡¡HHHHHAAAAAAAAAAAaaaaaAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
Le he dejado elegir como lo quería. Así que la estoy violando sobre la mesa a la que la he atado. Bocabajo. Su culo con un consolador vibrando. Su vagina es penetrada sin descanso.
La he desvirgado de golpe. Si se puede llamar así. Solo he atravesado la membrana que reconstruí ayer. No creo que se le pueda llamar desvirgar. Pero ella está entusiasmada.
Cuando acabo con su vagina, quito el consolador de su culo. Lo pongo en la vagina. Impidiendo que salga mi semen. Mientras, yo me entretengo violándola analmente. Llevándola al orgasmo una y otra vez. Llenándola varias veces.
–Aaaaah… Amo… Estoy tan llena… No puedo más…– pide piedad en un susurro.
–Aún puedes hablar. Así que seguimos– la amenazo, azotándola al mismo tiempo.
Ella gime débilmente. Su boca abierta. La mesa mojada con su saliva y sus fluidos. No paro hasta que se desmaya. De cansancio y placer. Es lo que había pedido. Ha sido realmente excitante. Aunque un poco excesivo.
Hago que Rong me ayude a bañarme. La acabo follando dentro de la bañera. Luego me voy a la zona de combates. Ya ha pasado un mes. Aunque no creo que mi presencia sea necesaria, voy igualmente.
Por una parte, mis pervertidas me lo han pedido. Así estaré un rato con ellas. Por la otra, me caen bien los estudiantes. Creo que no les caigo mal a ellos. No somos amigos, pero sí hay un principio de amistad. Es bueno tener a gente que te aprecia en lugar de odiarte, o despreciarte sin motivos.
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Esta vez mis pervertidas no vienen conmigo. Me han dicho que me esperarían allí. Cuando llego, las veo hablando con Yan Xiulan. Creo que la han arrastrado hasta aquí. Diría que incluso le han puesto algo de maquillaje. O quizás ha sido ella sola. Apenas unos toques que realzan su adorable inocencia.
La dos están también preciosas. No va vestidas tan provocativas como de costumbre, sino que llevan unos trajes elegantes. Bastante ceñidos a sus cuerpos. Dibujando sus curvas. Por supuesto, no tan provocativas no significa nada provocativas.
Me sonríen al verme llegar. Yan Xiulan también, aunque se esconde un poco detrás las otras dos. Lleva un traje de estudiante estándar. Con un lazo rosa en su pelo castaño.
–Hola. Estáis todas realmente preciosas. ¿Me habéis esperado mucho?– las saludo.
Yan Xiulan se sonroja. Las otras dos se tiran a mis brazos y me besan.
–Demasiado– responde con tono sugerente Bei Liu.
–Una eternidad– me susurra Bi Lang al oído.
–A… Acabamos de llegar– dice casi a la vez Yan Xiulan con timidez.
Las otras dos se ríen traviesas. Cada una me coge de un brazo. Se quedan un rato hablando de cotilleos varios de la secta. Su tono es un poco menos jocoso cuando mencionan a Chun Hua. Aunque no hablan mucho de ella.
Obligan a Yan Xiulan a hablar también. Preguntándole a menudo sobre detalles que supuestamente no recuerdan. Ella responde siempre con timidez. Sin mirarme directamente a los ojos. Solo a veces de reojo.
Mientras, van llegando algunos estudiantes. Masculinos en un lado y femeninos en el otro. Aunque no tan alejados como otras veces. Los grupos son más pequeños. Hay otro entre medio con varias parejas. Algunas bastante acarameladas.
También veo algunas caras nuevas. También las hubo la segunda vez. Cada vez hay más gente. Si siguen así, se nos irá de las manos. Que sea lo que el dao quiera.
–Vamos a ver como están las cosas. Esperad aquí– nos dicen Liu y Lang, acercándose a Fen Huan y Peng. Acaban de llegar.
Creo que han estado planeando dejarnos solos. Yan Xiulan está más roja.
–Qui… Quizás también debería irme– intenta excusarse.
–Espera, hay algo de lo que quería hablar contigo sin que ellas me oigan– la detengo.
Si la dejo ir demasiado rápido, se me quejarán. Además, sí que hay algo de lo que quería hablar con ella. Quería tener un detalle con mis pervertidas, Huan y Peng. Las chicas han tenido una buena idea. Aunque han ido un poco más allá. Como siempre, se divertían. Ya no puedo echarme atrás. Además, me parece un buen detalle. Aunque su intención sea otra.
–Ah… Esto… Sí… Dime… ¿Qué quieres?– pregunta nerviosa. Con la cabeza algo baja. Sin mirarme.
–Tú haces joyas. Me preguntaba si podía encargarte algunas. Te pagaría los costes y tu trabajo– le ofrezco.
–Sí… Pero… No sé si es buena idea… No… No puedo garantizarte el resultado… Aún soy solo una aprendiz– se muestra reticente y muy nerviosa.
Me ha mirado un instante. Ha apartado la mirada casi en pánico. Tampoco muerdo…
–Está bien. Aunque no sean perfectos, no pasa nada. Quiero un detalle para Bei Liu, Bi Lang, Fen Huan y Pen. Algo que sea bonito, que les guste. Si les puede dar algo de protección o cualquier otra ayuda, mejor aún. Por favor. Si no lo haces tú, no sabría a quién pedírselo. Solo inténtalo– le pido.
–Pero… Los costes son altos…– sigue mostrándose reticente, aunque está cediendo
–¿Cuánto?– le pregunto.
–Para… para lo que yo puedo hacer, entre 40.000 y 50.000 puntos cada una. Y… el nivel no sería muy alto– responde ella, reticente.
Cada vez pone menos pegas. La verdad es que quería regalarles algo a todas. También a las otras chicas. Pero sería demasiado sospechoso. Quizás más adelante encuentre alguna excusa.
–Está bien. Sabes que gano bastante copiando manuales. Muéstrame tu tarjeta. Si es que el encargo no es un problema para ti– le pido.
–¿Estás… seguro? A mí me va de maravilla poder practicar pero… ¿Y si salen mal? En el caso peor, pueden romperse.
Saca la tarjeta de puntos. Aunque no me la acaba de dar. No está convencida del todo. Como no me mira a los ojos, me es más fácil cogérsela. Abre la boca sorprendida para quejarse. Pero ya es tarde. Se la devuelvo sonriéndole. Aparta otra vez la mirada. Sus orejas están rojas.
–Si sale mal, te lo puedo encargar otra vez, ¿verdad?
Ella abre mucho los ojos cuando comprueba cuánto he puesto. 300.000.
–¡Es demasiado! ¡Solo eran cuatro y hay para seis! ¡Deja que te lo devuelva!– se niega a aceptarlo.
–No me he equivocado. Quiero una más. El resto son por las molestias. Quiero pedirte un favor extra. Me gustaría que hablaras con ellas para averiguar cómo les gustaría que fueran las joyas y de qué tipo. Pero sin decirles que les vas a crear algo. ¿Podrás hacerlo? Te lo agradecería– le pido.
–Sí… Creo que sí…– responde otra vez con timidez –. ¿Y… la quinta?
–Algo bonito. ¿Por qué no haces algo que te gustaría a ti llevar? Con eso, será más que suficiente– propongo.
–Pero…– quiere replicar. La interrumpo.
–Estará bien. ¡Si elijo yo, será mucho peor!
–Bu… Bueno… Gracias por confiar en mí…– acepta finalmente –Yo… Voy a hablar con ellas.
Aprovecha la excusa para escaparse. Se va junto a Pen. Creo que Fen Huan le da algo de miedo. Con mis pervertidas, puede hablar siempre. Si supiera que Pen da más miedo…
Hablando de mis pervertidas, llegan poco después de que Yan Xiulan se vaya.
–¡No está mal! ¡Has conseguido que se quedara más de lo que esperábamos!– ríe Lang.
–¿Cómo lo has hecho?– inquiere Liu.
–Es un secreto– me niego a decirles nada. Tiene que ser una sorpresa para ellas.
–Oh… Tendremos que interrogarla– sugiere Lang traviesamente.
–No es mala idea– está de acuerdo su amiga.
–¿Podríais no hacerlo por ahora? Os lo explicaré más adelante– les pido.
Al mismo tiempo, las cojo de la cintura. Las acerco a mí.
–Si lo pides así… A cambio de un beso– propone Liu, mimosa.
–¡Me apunto!– exclama la otra.
No puedo negarme. Ni quiero. Lo único malo son las miradas de algunos estudiantes. No sabría decir si de vergüenza, envidia, admiración… Quizás haya un poco de todo.
Con una sonrisa en sus labios, mis pervertidas empiezan a ayudar a organizar algunas peleas. Especialmente con los nuevos. Algunos de los más veteranos ya han empezado. Al verme solo, algunos estudiantes vienen. Me hacen preguntas. Sobre todo sobre mujeres. Algunos incluso me agradecen mis consejos de la otra vez. Por mucho que fueran sentido común.
A mí me colocan en tres combates. Aunque con ninguna chica. Todos son nuevos. Con la mayoría de los otros ya he luchado. Dos de ellos se avienen a practicar. Aunque me rinda igualmente después. El otro tiene prisa. Le han prometido un combate con una de las chicas. Una en concreto. Mis pervertidas están jugando de nuevo a hacer parejas. Pen ayuda encantada.
Ken ayuda un poco. También está por aquí. Casualmente, tiene trabajo limpiando las plataformas de lucha. Aunque no está tan ociosa como las otras.
Por si acaso, he dejado claro que la conozco, acercándome a ella. No vaya a ser que alguno le cree problemas. Ella me ha sonreído. Tiene una sonrisa preciosa. Incluso con la cara sucia.
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Al cabo de unos días, avanzada la tarde, voy de nuevo a la ciudad. Llego a la misma tienda que casi dos semanas atrás. Vuelve a estar Guo Xua y la misma asistenta. Por precaución, llevaba una capa que me he quitado al entrar. Así pueden verme con el mismo disfraz que el otro día.
De nuevo, la madre de Hai está lidiando con un cliente. Se detiene un momento. Hace algo con las manos tras el mostrador. No puedo ver el qué. Me atiende la asistenta. Le entrego el recibo que me dio la otra vez.
–No ha habido ningún problema con la leche. Podemos comprarle hasta cuatro litros de cada– me informa tras comprobarlo.
Yo asiento y le doy los cuatro litros. Le enseño también la insignia de bronce. Le pido carne de ciertos tipos de las etapas dos y ocho. La tres es demasiado para las salamandras. Comen entre la uno y la dos. Lo más curioso es que no a todas les gustan las mismas. Por ejemplo, a Saldos le gusta más la de búfalo triojo. Salcuatro devora con ganas la de piraña tigre.
Rayitas, por su parte, no tiene tantos problemas. Aunque prefiere las de herbívoros. A Terror le gustan más las plantas, pero también come carne. Gan Ren nos vende baratas las hierbas estropeadas, y a Terror le está bien. Así que no nos hace falta comprarlas en ningún otro lado.
Le pido que me dé tanta carne como el valor de la leche. Así me evito problemas sobre si tengo poco o mucho dinero. Siempre puede haber quien quiera robarte si creen que eres rico.
–Disculpe un momento, Lord Dan– le dice Guo Xua a su cliente y se vuelve hacía mí –. Joven, esta es la lista que nos pidió el otro día. Si compra en grandes cantidades, le haremos descuento.
Me da un papel y se vuelve a su cliente. La asistente está dentro preparando la carne. ¿Ha aprovechado ese momento? Es raro, no pedí ninguna lista. Oh. No es una lista. Es un mensaje. "¿Podrías esperar en el lateral cuando cierre la tienda?"
La miro. Asiento cuando sus ojos se encuentran con los míos. Su sonrisa se agranda por unos momentos.
Recibo la carne y me salgo. No tarda mucho en cerrar, era casi la hora. La asistente se ha ido un momento antes. Una puerta se abre en el lateral.
–Lo siento, hubiera sido muy sospechoso si otra… Mmmmmmmm.
Quiere disculparse, pero la acallo con un beso. La abrazo de la cintura. Una mano llega a su culo. Con una patada cierro la puerta. Tras un breve instante de sorpresa, reacciona con ardor. Devolviéndome el beso. Abrazándome. Acariciando mi espalda apasionada.
–Aaaaah… ¿Qué te parece si vamos arriba? Estaremos más cómodos– propone.
–Claro– acepto.
Da un gritito de sorpresa cuando la cojo en brazos. Se coge a mi cuello. Me mira con deseo mientras la subo por las escaleras. La dejo suavemente en la cama. La desnudo sin que ella oponga resistencia.
–No es justo si solo yo estoy desnuda– me empuja excitada cuando acabo.
Me desnuda. Sin que se lo pida, me hace una felación. Quizás como venganza de la vez anterior. La dejo cabalgarme. Me adapto a sus deseos. Le devuelvo cada uno de sus besos. Juego con sus pechos cuando se inclina para hacerlo. Si no, acaricio sus piernas con suavidad y qi.
Aprovecho que recupera el aliento tras su orgasmo para tomar el control. Para empujarla contra la cama. Asegurándome que se deja. Luego devoro su interior. Su boca. Sus pechos. Incluso sus dedos cuando los pone en mi boca.
Hoy no tiene tanta prisa. Así que me quedo tumbado junto a ella cuando acabamos. Ella se recuesta sobre mi pecho. Satisfecha. Cansada. Con su dedo recorriendo mi cuerpo.
Me cuenta sus problemas. Su sentimiento de soledad. Su imposibilidad de cultivar más. Los complots de la última mujer de su marido contra las dos anteriores. Ella y otra. Su aprensión por no saber nada de su hija. En eso me siento culpable. La abrazo cuando llora. Acaricio su pelo. La dejo desahogarse. Cuando me voy, le prometo volver.