Ya han pasado unos días desde el cumpleaños de Bei Liu. Me acerco a la cabaña de Fen Huan. A ver si hay suerte y están. Es una buena oportunidad. Se lo prometí.
Me abre Pen. Me sonríe. Dulce
–Hola. ¿Qué haces por aquí? No es normal que vengas a estas horas– me interroga, rodeándome el cuello con sus brazos.
–Me preguntaba si estabais libres ahora. Es un buen momento para ir a entrenar como quedamos– le propongo.
–Oh. ¡Claro! Ven, pasa– entra enseguida.
Veo que Fen Huan está atada. Colgada del gancho. Cae al suelo de golpe.
La cuerda del gancho va a parar a una pieza metálica. De la que salen las cuerdas que atan a Fen Huan. Es una pieza que se puede desenganchar. Es muy conveniente. Y es lo que ha hecho Pen, dejándola caer. Y pegándole una patada en el suelo.
–Date prisa. Nos vamos a entrenar con Kong. No le hagas esperar– le exige.
–¡Aaah! ¡Amo Kong! ¡Enseguida voy!– se pone en pie, con los pies juntos y manos atadas.
–Voy primero. Os espero allí– me despido.
–¡No tardaremos!– asegura Pen, dándome un beso de despedida. Me encanta el tacto de sus nalgas. De sus pechos apretados a mí.
Dijimos que era mejor no ir juntos. No es que sea un secreto. Pero a Fen Huan prefiere que no nos vean juntos en público. Al menos, no solos. No quiere hacer oficial nuestra relación. Con alguien con más de una amante.
Pen me dijo que su esclava se sentía culpable por ello. Y que estaba dispuesta a quedarse conmigo. A enfrentarse a su familia si hacía falta. Que por ahora, necesitaba tiempo. Que mejor si no llegaban noticias a su familia antes de que ella pudiera acabar de atar los cabos sueltos. De ir convenciéndolos. La verdad, no lo entiendo mucho.
He ido hoy sin previo aviso porque Zhi Ru se ha marchado a una misión. No volverá en unos días. Varios esclavos lo vieron salir con su grupo. Que había aceptado una en la sala de misiones. Así que podemos estar tranquilos.
El vigilante de la salida al bosque me mira demasiado. Igual es uno de los que sabe que soy un exesclavo. Y que me desprecia por ello. Como sea, es su problema.
Me aseguro de que nadie me siga. Cambio un par de veces de dirección. Hasta llegar a mi destino. Una zona relativamente despejada entre los árboles. Ligeramente elevada. Fácil de vigilar
No tardan mucho en llegar. Me saludan desde lo lejos. Pero no se acercan. Sino que se mueven cada una en una dirección. Formando un círculo. Dejando algunos cristales de qi por el camino.
Cuando acaban, Fen Huan saca un extraño disco. Me lo enseñó hace tiempo. Tiene varias runas grabadas. Solo lo puede hacer servir ella.
Cuando lo activa, resuena con los cristales. Puedo sentir como se alza una gran cúpula de qi. Rodeándonos. Una formación para protegernos, y que puede detectar intrusos. Es difícil de romper por debajo del cinco de Alma. Por desgracia, es difícil hacerse con una. Me iría bien.
Ella la tiene por su familia. Parece ser que no es nada fácil construirlas. Son bastante caras. Un experto podría crear una formación similar sin muchos problemas. Muy distinto es fabricar el disco. Para que otros puedan lanzarla sin conocimientos de formaciones. Se necesita ser un maestro para producir algo así. Por lo que sabemos.
Les pregunté a algunos de los que estudian formaciones. De los que vienen al evento de peleas. Para ellos, es una meta muy lejana. Apenas han visto uno que les enseñaron en la facción.
Por no hablar de que ninguno de ellos es capaz de hacer formaciones. Quizás unas muy básicas sin ninguna utilidad. Parece que primero hay que aprender muchas matemáticas. También algo llamado espacio tridimensional. Mejor si se sabe de ilusiones. Entre otras muchas materias.
Es un oficio difícil de empezar. Aunque puede ser muy poderoso. Tanto en combates individuales como grupales.
–¿Nos has echado de menos?– me abraza y besa Pen, mientras Fen Huan acaba de alzar la formación.
–Siempre– le aseguro, volviéndola a besar. Apretándola contra mí.
Fen Huan se acerca cuando acaba. Ha sacado su arma. Bueno, una versión de entrenamiento. Sin filo. Parece impaciente por empezar.
–Un beso primero– exijo.
Sonríe. Deja caer las armas. Me abraza. Nos besamos.
–¿Seguro que querías venir a entrenar?– ríe Pen.
–Ah, es cierto, teníamos que entrenar– me hago el despistado.
Mis manos bajan por la espalda de Fen Huan. Se entretienen en su culo. Ante de soltarla. Ella también me suelta. Sin dejar de mirarme. Sus incisivos superiores mordiendo su labio inferior. Seductora.
Se vuelve y coge su arma. Yo saco mi bastón.
–Primero te ataco. Voy subiendo el qi. Dime hasta dónde– me avisa.
Pen se aparta a un lado. Se sienta en una silla que ha sacado del anillo de Fen Huan. También una mesa. Algo de bebida y comida.
–¿Envidia?– me pregunta cuando se da cuenta de que la miramos.
Le saco la lengua y me vuelvo hacia Fen Huan.
–Empieza.
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Tenía varios objetivos para este entrenamiento. Uno era simplemente estar con ellas. Hacer algo diferente.
El segundo era por Fen Huan. A ella le hacía ilusión entrenar conmigo. Ayudarme en lo que pudiera. Solo por contentarla, vale la pena.
El tercero era el propio entrenamiento. Con alguien diferente que las chicas. Con alguien de confianza. Y con conocimientos más profundos de combate que nosotros. Puede que su nivel no sea muy alto, pero ha entrenado mucho en su familia. Son una familia de guerreros. O eso he entendido de las explicaciones.
La cuarta es practicar contra un qi más alto. Cómo defenderse. Probar algunas técnicas para sobrevivir a un combate contra alguien más fuerte. Puede ser importante en el futuro.
Cabe decir que una de las virtudes de Fen Huan no es precisamente explicar con palabras. Pero sí con hechos. Me demuestra cómo parar un golpe con menos qi. Más bien, desviarlo. Concentrando el qi en unos pocos puntos. Dejar que lo empuje el otro qi. Aprovechar esa energía para esquivar. Para dejar que la propia arma sea impulsada hacia atrás. Sentirla. Y moverse con ella.
Te hace quedar en desventaja. Ceder la iniciativa. Pero superas el ataque. Tampoco se puede pedir mucho más si eres inferior en qi.
También demuestra que se pueden enlazar más movimientos con mejor control de qi.
–Ahora enlazo más, desde que subí a tres. Creo que puedo llegar a un par más. Me falta entrenamiento– reconoce.
Consigo sorprenderla una vez expulsando el qi que se generaba entre las armas. Ya lo consigo hacer casi siempre. Y ella no lo esperaba. La segunda vez que lo intento, me demuestra como contratacar. Me lo devuelve. Sonríe satisfecha.
–Luego te borraremos esa sonrisa– amenaza Pen, divertida.
–Sí, Ama. Soy mala. Castigadme– pide Fen Huan.
Bueno. Más tarde.
También veo en acción otras formas de evitar el qi empujado. De atacarlo con más qi. Incluso de reciclarlo. Aunque ella no es muy hábil en esto último. Y lo primero gasta qi. Aunque es bueno verlo en persona. Mejor que solo conocerlo en teoría. Y tener que practicar a ciegas.
Es divertido un largo intercambio de golpes. Ella limita su cultivación. Y acordamos enlazar no más de tres. Sin esquivar. Es un método de práctica continúa y muy intensa.
Ella tiene ventaja. Su dominio es mejor que el mío. Aunque consigo sorprenderla algunas veces. Gracias a mis entrenamientos con las chicas. En la mayoría, la ventaja es de ella.
En total, estamos casi dos horas entrenando. Intercambiando golpes. Explicaciones. Demostraciones. Se le nota que me quiere ayudar. Se lo agradezco. Y me alegro de haberle podido aportar algunas ideas. O eso ha dicho.
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–Te agradezco tu ayuda, pero no puedo perdonar tu actitud complaciente– la acuso, azotándola.
Está contra un árbol. Sus manos apoyadas en él. Inclinada sobre él. Sus pantalones en el suelo. Junto a sus bragas. Su blusa abierta. Su sostén colgando.
–Lo siento, Amo. Merezco un castigo. ¡¡AAAaaaaahhh!!– gime cuando la penetro.
–Esto te borrará la sonrisa, zorra– la coge Pen de su pelo rosa.
–Lo siento, Ama. ¡¡¡AAaaaaahhHH!!!
La follo contra el árbol. Disfrutándola en medio del bosque. ¿Es la primera vez con ella fuera? Estaba un poco tensa. Mirando a todos lados. A pesar de la formación. Se le ha pasado después de unos latigazos y un orgasmo.
Decido embestir en ella con fuerza. Hasta el fondo. Y salir relativamente despacio. Haciéndola gritar en cada embestida. Estar esperándolas con ansiedad. Añado bastante qi en cada una. Se mueven sus nalgas como una ola cuando llego al fondo y mi cuerpo choca con ellas.
–¡¡¡Aaahhh!!! ¡¡Mis pezones!! ¡¡¡AAAAAAaaaahhhHHH!!!
Pen estira los piercings que le acaba de poner en los pezones. Tras agujerarlos. Golpea sus pechos. Los estruja con fuerza.
–Haz algo de provecho. Chupa– le ordena.
Se ha puesto entre ella y el árbol. Le ha hecho bajar la cabeza. Inclina más el cuerpo.
Fen Huan obedece. Lamiéndole los labios vaginales. El clítoris. Entre gemido y gemido. Mientras la follo. Mientras azoto y estrujo sus nalgas. O recorro su suave y resistente piel.
Pen también se está excitando. Su cuerpo desnudo. Sus preciosos pechos expuestos. Se mueven al compás de su respiración. Mientras la coge del pelo. Cuyos extremos gotean de sudor. Me mira con lujuria.
A mi masoquista, le tiemblan las piernas cuando se vuelve a correr. La dejo caer al suelo. Su vagina goteando de mi semen. Jadeando. Satisfecha después de entrenar y ser follada.
–Hacía tiempo– me abraza Pen.
–Sí. Siempre te había gustado hacerlo en el bosque– la provoco.
–Tonto. No lo digas así– me censura y me besa.
Se pone de espaldas a mí. De cara al árbol. Como Fen Huan antes. Moviendo su culo. Sus piernas abiertas. Su vagina mojada. Tentándome. Mirando hacia atrás. Sonriendo. Pasando su lengua por sus labios.
–Pervertida– la acuso, y le doy un suave golpe en las nalgas.
–Ay. No seas malo… ¡Aaahhhh! Sí ¡Házmelo fuerte! ¡¡Aaahhh!! ¡Aaaaaahh! ¡¡¡AAAAaaaahh!!! ¡Así! ¡¡¡¡HHHAAAaaaahhhHHH!!!!– gime una y otra vez.
La follo como en los viejos tiempo. Aunque sin prisa. No hay que volver al trabajo. Nos podemos recrear. Sentimos los dos el placer que nos damos el uno al otro. Disfruto de dominarla. De tenerla sometida contra el árbol. Perforando su agujero una y otra vez. Viendo el perfil de sus pechos rebotando obscenos. A veces sintiéndolos entre mis dedos. Mullidos. Cálidos. Deliciosos.
Voy aumentando la velocidad. El qi. Distribuyéndolo. Estimulando todo su cuerpo. Cada vez con mayor intensidad. Haciéndola temblar una y otra vez. Estremecerse. Gemir con pasión. Gritar mi nombre. Hasta que ya no puede contenerse. Hasta que refuerzo el qi para hacerla estallar en un fuerte orgasmo. Que provoca que su vagina se contraiga. Apretando más mi miembro. Con un añadido de qi por su parte. Llenándome también de placer.
La abrazo tras llenarla. Ella todavía temblando. No dejándola caer. Sensible a mi toque. Beso su pelo rubio. Lo aparto para mordisquear su oreja. Besar su mejilla. Cariñosamente. Mientras se recupera. Su corazón todavía latiendo con fuerza. Su respiración todavía acelerada.
–Aaah. Kong. Tenemos que repetirlo. Aaah. ¿Quizás con las demás? Aaaah– sugiere. Una propuesta interesante.
Deja caer su cabeza hacia atrás. La apoya en mi hombro. Mis manos en su cintura. La suyas sobre las mías. Acariciándolas con dulzura. Me siento con ella poco a poco en el suelo. Junto a Fen Huan.
–Ven– le ofrezco suavemente a mi masoquista.
Se sienta sobre mí. Cada una sobre una pierna. Yo abrazando a cada una con un brazo. Ellas apoyadas sobre mí. Descansando los tres.
Disfruto de la brisa del bosque. De la calidez de sus cuerpos desnudos sobre el mío. De la de sus palabras tiernas. Las de las dos. Sin someter a Fen Huan por una vez. También le gusta que la mimen de vez en cuando.
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Me despido de ellas. Volvemos por separado. Igual que a la ida. Ha sido una experiencia instructiva. Tengo algunas cosas que contarles a las chicas. Sobre los choques contra qi más densos, por ejemplo. Creo que tendremos que repetirlo. Y no solo por la segunda parte. Que también.
Ya no vengo al bosque tanto como cuando era esclavo. Pero me sigue siendo muy familiar. Las rocas. Las formas de algunos de los árboles más ancianos. Los claros con flores amarillas. El sonido del canto de los pájaros. Incluso de esclavo, resultaba apacible. Tranquilizador. Lejos de la secta y los estudiantes. Aunque fuera por poco tiempo. Y cargando troncos o agua. Quizás follando a alguna esclava. Como Pen.
Mmm. ¿No hay algo extraño? ¿Los pájaros? ¿Están más callados aquí? Espera. ¿Qi?
Me doy media vuelta. Pero no puedo ir más allá. Hay una barrera transparente que me lo impide.
Me giro otra vez. Hay alguien detrás del árbol. Una figura que sale. Sonriendo arrogante. Fanfarrona. Otra aparece más atrás. A varios metros. Ya veo. Aviso a las chicas. Que se preparen. Tenemos un problema.
–Zhi Ru…