Se bajó del caballo y le apuntó con su escopeta a la vez que gritaba:
- ¡¿Qué fue lo que le hiciste?!- los ojos desorbitados de Ana pusieron a Winchester en una postura demasiado complicada, podía matarla sin ningún problema; pero algo le decía que de hacerlo entonces lo lamentaría a futuro y Winchester había aprendido hacía mucho tiempo atrás a confiar en sus voces internas. Santiago se acercó a Ana moviéndose torpemente debido a su debilidad, cayendo sobre el cuerpo de la joven y bella prostituta, ella, sin dejar de apuntar a Winchester, lo abrazó y gritó- ¡Santiago! ¡¿Qué te hicieron, te encuentras bien?!
- Mami… te amo mamá- murmuró Santiago con una voz tan baja que a Ana misma le costó entender si había dicho mami o Ani. El abrazo de Santiago era débil, demasiado suave y también agobiante, como si quisiera protegerse en los brazos de Ana
- Yo no le hice nada, amiga- le respondió Winchester de forma seca- fueron dos sujetos que iban a fusilarlo, uno está muerto en el suelo y el otro huyo
- ¡¿Por qué debería creerte?!- exclamó Ana furiosa con su dedo a nada de apretar el gatillo
- Porque fui yo quien salvo a tu amigo y estaba por preguntarle lo que le ocurrió; pero llegaste en ese preciso momento- dando un pequeño quejido de molestia Winchester añadió- por lo que me corresponde preguntarte a ti lo que sucedió
- Se tanto como tú- le respondió Ana bajando la escopeta y sujetando con fuerzas a Santiago quien se estaba desvaneciendo en sus brazos- incluso temo preguntar lo que le ocurrió
- Creo que es obvio lo ocurrido jovencita- sonrió Winchester- quizás lo justo sería explicar quien soy como también porque estoy aquí
- Si, sería un buen comienzo- gruñó Ana; pero al sentir como su amado Santiago se estaba desvaneciendo fue que añadió- sin embargo creo que lo mejor será que me llevé a Santiago a un sitio seguro. Si quieres puedes acompañarnos, no creo que seas una enemiga; pero tampoco te veo como alguien de confiar
- Me parece justo- sonrió Winchester bajando sus brazos con tranquilidad
Ana sujetó a Santiago y, casi a rastras, lo llevó a su caballo donde lo subió a la montura para iniciar la retirada, Winchester la siguió hasta la iglesia abandonada. Cuando se acercaron al cuarto, Santiago dio gritos de angustia y horror, sus fuerzas aun eran débiles y escasas; pero no evitaba que sus intentos de resistirse carecieran de violencia seguida a desesperación. Ana lo llevaba sujetando sus brazos mientras que Winchester la ayudaba siendo soporte, al ver la cama Santiago gimió:
- No- dicho gemido creció convirtiéndose en un grito ahogado de ira- ¡NO!
- ¿Santiago?- preguntó Ana; pero era tarde, Santiago intentó zafarse de forma violenta; pero ni bien lo consiguió cayó al suelo golpeándose el rostro, Ana gritó- ¡SANTIAGO!
No se levantó, estaba en el suelo acurrucado de forma fetal, temblando de miedo. Ana se agachó rápidamente para sostenerlo al mismo tiempo que Winchester se acercaba a la cama con intenciones de inspeccionarla
- Tranquilo Santiago, estoy aquí, ya estas a salvo amor mío. Solo necesitas descansar y podremos planear el contra ataque. Esos desgraciados tendrán su merecido y ambos podremos tener la pequeña granja que tanto deseamos, lejos de la política, de los combates y de las habladurías de las personas. Solos tú y yo junto a algunos pequeños a los cuales criar como rebeldes el día de mañana- lo alentaba Ana; pero los gemidos y lamentos de Santiago eran demasiado grandes como para oírla. La marca de los azotes aun era fresca por lo que su sangre salía nuevamente de sus heridas. Creyendo que se trataba de aquel castigo físico, Ana, intentó nuevamente darle ánimos- solo fueron azotes querido, no es nada del otro mundo, es la marca de que eres un hombre fuerte porque pudiste soportarlos
- No soy un hombre…- murmuró Santiago con su voz quebrada
- ¡Si lo eres!- lo confrontó Ana molesta- ¡Eres más hombre que todos esos desgraciados que iban a verme! ¡Eres un hombre de verdad!
- No soy un hombre…- volvió a murmurar Santiago con su quebradiza voz. Ana, sintiéndose furiosa, le espetó
- ¡Que si lo eres! ¡Para mí eres más hombre que todo el maldito pueblo! ¡Porque fuiste lo suficientemente valiente para enfrentar al gobernador sabiendo que tu vida podía peligrar por ello! ¡Si eso no es ser hombre, entonces no se lo que pueda ser!
- Muchacha- la interrumpió Winchester quien continuaba tocando las sabanas- ¿Eres la única mujer con la que ese muchacho anda?
- ¡Sí!- exclamó con certeza Ana
- Entonces debes saber que las sabanas tiene olor a semen y hay marcas de sangre en la parte baja de la cama ¿Alguna virgen del pueblo que conozcas?- continuó Winchester con su neutral interrogatorio
Ana se quedó en silencio ante tal revelación, su corazón dejo de latir y el aire se volvió pesado en sus pulmones, su pulso se aceleró a la vez que las lagrimas corrieron por sus mejillas debido al dolor interno que sintió al darse cuenta de lo que ocurría; pero su cerebro se negó a aceptarlo, no quería aceptarlo, Santiago volvió a murmurar:
- No soy un hombre- y añadió gritando- ¡Soy una puta!
Finalmente se derrumbó en un llanto tan grande que hizo palidecer y desesperar a Ana. Sin añadir nada más, abrazó a su amado para llorar a su lado. Winchester solo se sentó en una silla con intención de esperar a que su melodrama terminara, tenia cosas más importantes que atender como para preocuparse por esas tonterías.
Debieron llorar juntos como unos treinta o cuarenta minutos, Winchester no estaba segura; pero aquel lamento de ambos le daba a entender que eran de esas parejas unidas en más de un sentido. Ella ya las había visto antes, incluso sintió pena por ambos porque en ese tipo de relaciones era donde más se sufría por el otro. Cuando el llanto finalizó, Santiago gimió:
- Te quiero mucho mamá, te quiero, por favor no te vayas
Ana lo miró en silencio con las lágrimas nublando su visión. Por algún motivo, lo sucedido estaba afectando a Santiago a un nivel emocional tan grande que la obligaba a preguntarse si la razón por la que él confiaba en ella de esa manera se debía a alguna sombra de su niñez que se relacionara con su madre. Su amado no era muy conversador en ese tema y siempre mantuvo un cierto misterio en su accionar. Aun así eso no importaba ahora, lo que importaba era ayudar a su amado, por lo que le respondió:
- No te preocupes bebé, mamá no irá a ningún lado. Me quedaré a tu lado por siempre y para siempre- abrazándolo con ternura Ana hizo algo que nunca antes había hecho en su vida: le cantó una canción de cuna a Santiago quien no tardó en dormirse. Cuando se relajó, Ana le dijo- duerme bien mi pequeñito
Dándole un beso en la frente, aquella bella mujer lo tomó en sus brazos y, con esfuerzo, pudo colocarlo sobre la cama. Encontrándose más calmada oyó a Winchester preguntarle:
- ¿Acaso es tu hijo?
- No- le respondió Ana- no es mi hijo, es mi amante; pero esto lo ha golpeado de un modo tal que parece haber retrocedido de forma emocional y mental a cuando era un niño. Algo en su pasado lo obliga a actuar así
- Sea lo que sea, creo que podrá esperar- le respondió Winchester molesta levantándose de su asiento- de momento me gustaría algunas respuestas de lo que sucede aquí y saber porque a tu amigo lo han azotado, violado y querido fusilar
- No sé quien seas en realidad; pero debes de saber que Santiago es un revolucionario que se ha enfrentado al alcalde del pueblo de San Dominguez. Tanto él como varios de sus camaradas, que no veo aquí ahora, han peleado por la libertad de este pueblo
- Eso explicaría el ensañamiento hacia su persona- señaló Winchester con una tranquilidad que irritó a Ana
- Ahora me corresponde preguntarte quien eres y a que vienes- la confrontó Ana sintiéndose molesta por la frialdad de Winchester- como también de qué lado estas
- Me llamo Winchester, soy una cazarrecompensas, vine aquí con intenciones de buscar a un peligroso forajido- buscó en su saco negro y retiró del bolsillo una imagen que Ana reconoció en el acto- este sujeto es buscado por las autoridades. Ellos ofrecen una buena recompensa por él, vivo o muerto
Ana se quedó boquiabierta al ver a aquel hombre con esa cicatriz en la mejilla, sin poder contenerse exclamó:
- ¡Por dios, es el Alcalde!
- ¿Qué?- preguntó Winchester sorprendida ante tal importante información
- Ese hombre es el alcalde de San Dominguez, Juan Madera- le contestó Ana completamente sorprendida
- Aquí dice que su nombre es John Timber- señaló Winchester con un tono seco
- ¡Timber, madera, John, Juan, es lo mismo con otro idioma!- exclamó Ana furiosa al comprender el porqué de todos los males de San Dominguez- ¡Ese bastardo es el desgraciado que le hizo esto a mi amante y si deseas atraparlo, entonces me dejaras ayudare con esto!
- ¿Sabes usar un arma?- le preguntó Winchester con calma. Ana con una expresión de enojo en su rostro; pero sonriendo con malicia, tomó la escopeta y, mirándola con ira, le dijo
- Soy capaz de usar hasta un cañón, quiero ayudarte en esto Winchester
- Entonces muéstrame el pueblo; pero sugiero que antes busquemos otro escondite para tu novio porque si el rumor de que él sigue vivo se extiende en el pueblo, es obvio que este lugar será el primero en el que buscaran
- Santiago tenía otros escondites aparte de este; pero sé dé un lugar en donde podremos ocultarlo e ir después al pueblo
- Muéstrame- le pidió Winchester, tomando a Santiago con sus manos y cargándolo en sus hombros e iniciando la retirada
- Encantada- dijo Ana retirándose de dicha iglesia abandonada.
Subieron nuevamente a Santiago al caballo y emprendieron la marcha alejándose a tiempo del lugar debido a que, a los pocos minutos, varios milicianos aparecieron para darle caza a Santiago y a quien lo había salvado.