Los días pasaban como si no fueran contados. El grupo liderado por la alcaldesa de Luesia, Victoria y la representante del grupo Valdelomar, Lois, se quedaban aislados del exterior dejando el trabajo rutinario a sus subordinados de menor rango; siempre atentos a cualquier indicio de personas que pasaban cerca de la residencia.
Las semanas pasaban y las investigaciones de lo sucedido en la primera operación no daban respuesta satisfactoria alguna.
- … Los residentes cercanos nos han comentado que, cada cierto día, han visto personas caminar en la noche o madrugada en aquel lugar llevando sacos consigo … mencionaban que al inicio venían en grupo, pero desde hace tres meses han venido cada vez menos. - explicó Walter.
- … Dos semanas hemos estado en vigilia revisando si aparecía alguien más … pero no hay más señales … - dijo Lisbeth quien tenía un rostro ojeroso.
- Mi lady, nuestros hombres se cansan; creo que es mejor utilizar drones y dejar un equipo descansando cerca del lugar.
- Sí … creo que …
Repentinamente, la joven quedó desmayada encima de su escritorio. Sin embargo, nadie se sorprendió.
- Bruno, manda a llamar para que la lleven a su habitación.
- Entendido.
Pasado unos minutos, solo quedaron en la oficina dos hombres.
- Ya era hora de que cayera … se sobre exige demasiado como siempre … - dijo Marcus.
- Sí …
- Entonces ¿Qué harás? - preguntó Marcus.
- Seguiremos con el plan …
- Habla ¿Qué te preocupa, Walter?
- … Uno de los miembros del otro equipo me dijo algo cuando pudo recuperar la conciencia por unos instantes …
- Oh, sí … extrañamente todos siguen inconscientes la mayor parte del tiempo, ¿no es así? … ¿Qué dijo?
- Supuestamente, aquel que vimos caminando aquel día estaba muerto sentado en el piso y tenía un mensaje que decía: Nos mudamos …. - dijo Walter.
- Es como … si fuera un mensaje de despedida.
- Sí, pienso lo mismo. Parece que esa noche fue la última en que ellos iban a aparecer, pero algo no concuerda.
- ¿?
- Si los vecinos del área decían que antes venían varias personas trayendo sacos a ese lugar, ¿Dónde están los sacos ahora?
- … ¿Piensas que hay otro lugar escondido en ese lugar? - preguntó Marcus.
- Sí …
- ¿Por eso quieres utilizar drones? Para inspeccionar el área sin poner en peligro a tu gente.
- Exactamente … Sé que será más difícil, pero es mejor que mandarlos a la boca del lobo otra vez. - respondió Walter determinado.
- Ya veo, concuerdo contigo … te daré mi apoyo, si es que quieres informárselo a la princesa. - contestó Marcus frescamente mientras salía de la oficina.
Pasaron las semanas, mientras tanto Aren quedó encerrado en la residencia Beltrán, debido a la preocupación de Emily por lo ocurrido en el pueblo abandonado, además Aren ya no le era necesario salir, pues tenía el contacto de teléfono de Russel. Por otra parte, durante este tiempo, la joven fue visitada en dos ocasiones por aquel antiguo amigo suyo, Eduardo, quien en su última visita fue acompañado por las dos sirvientas de la casa Gutiérrez.
En aquellas ocasiones nuevamente el joven volvió a recordarle aquella oferta y, aunque ahora sabía sobre el contrato firmado por Aren y Emily, inesperadamente nunca más perdió la compostura, sino que parecía más determinado a que la joven aceptara su propuesta.
Emily nunca mencionó sobre su alianza con la princesa, así como lo que ahora sabía sobre el estado de su casa a raíz de lo contado por su tío, el conde Beltrán.
Por otro lado, Melissa había mostrado signos de ansiedad en bajo grado, pero esto era totalmente preocupante para sus padres que la conocían. La personalidad fuerte y determinada de su hija similar, pero a la vez diferente que Emily que daba a entender que las mujeres de la familia Gutiérrez tenían carácter fuerte había decaído.
Mientras las preguntas se formulaban, Roger y Gladis notaron que cada cierto tiempo su hija quien no confesaba la razón de su condición prestaba su atención a preguntar por Aren y ocasionalmente giraba su mirada hacia donde él estaba.
Una mirada de necesidad de saber que él estaba cerca.
Era como si mientras Emily se fortalecía, ahora Melissa se debilitaba. El único que no cambiaba era Aren; no, en realidad, él también había cambiado, pues ahora se la pasaba horas metido en una app que descubrió, la red social Facebook y WhatsApp. Era como si se hubiera olvidado de sus objetivos.
Habiendo pasado casi un mes desde el incidente de la explosión de la bomba, los días eran rutinarios en la ARET, o al menos para los alumnos de primer año.
En una de las bibliotecas de la academia, se encontraban dos jóvenes estudiando con varios libros puestos sobre la mesa.
- Oye … ya estoy cansado de estudiar fechas y nombres …
El joven que estaba a su lado parecía estar saliéndole humo de la cabeza.
- Daniel … ¿Estás bien?
- Sí … sí … ¿Cuándo es la segunda práctica calificada?
- En dos días … - respondió Renato.
- … ¿Crees que lo lograremos?
- La verdad, no.
- Yo también pienso lo mismo. De aquí tenemos que estudiar para la practica de biología …
Renato dejó caer su cabeza a la mesa como si fuera caída libre.
- Oye, ahora que lo pienso … Liam parece que no está preocupado por las pruebas … Creo que la primera práctica sacó 9.5 de 10.
- Ese mocoso … Se supone que debería estar con nosotros ayudándonos … - comentó Renato algo frustrado con la cabeza sobre la mesa.
A los alrededores se podía observar como los demás estudiantes de las diferentes especialidades no se acercaban a ellos dos; era como si los ignoraran.
- Ni siquiera podemos pedirle ayuda a otros … ha pasado un mes y no conocemos a nadie.
Daniel suspiró con una leve sonrisa llena de cansancio al escuchar aquel comentario.
De repente, unos pasos se dirigían a la mesa donde estaba aquel par deprimido; una joven silueta se acercaba.
- Oh, parece que necesitan ayuda. - dijo la voz de una joven muchacha de cabellos rubios.
- Tú …
- ¿Qué sucede? ¿No soy bienvenida? - preguntó Ofelia sonriendo.
Cerca de media hora pasó y los tres jóvenes estaban reunidos en aquella biblioteca donde habían tratado de estudiar.
- Parece que … no les va bien con estas materias, ¿no es así? - comentó Ofelia tratando de ser comprensiva.
- Yo no vine aquí para aprender esto; ni siquiera para ser un estudiante. - dijo Renato.
- ¿Qué? - dijeron Daniel y Ofelia.
- N-No … digo que yo no vine esperando estar estudiando en una mesa todo el día …
- Oh, ya veo …
«Uff … casi la cago … esa mala costumbre mía de hablar todo cuando estoy cansado … » pensó Renato.
- Por cierto, ¿Dónde está su otro amigo, Liam? - preguntó la joven.
- Ni idea … no recuerdo que nos dijo. - respondió Daniel.
- ¿Qué importa? Seguro está haciendo amigos por allí, ya que le sobra el tiempo …
- ¿Amigos? … Oh, ya veo …
Fue lo que respondió Ofelia al ver a sus alrededores en como todos se alejaban de ellos y murmuraban de vez en cuando.
- Así que ellos creen que ustedes forman parte de ellos, ¿no es así?
- ¿Qué? - preguntaron sorprendidos aquel par.
- Hablo sobre los que están molestando a algunos alumnos de primer año …
Mientras que Daniel y Renato escuchaban la historia de Ofelia, en el exterior del campus, un grupo de jóvenes uniformados caminaba dando un paseo por el lugar.
- Vaya, de verdad que este lugar es como una mini ciudad. - dijo la voz de una muchacha.
- … No importa cuantas veces venga por aquí, sigue siendo increíble de ver, ¿no es así, Leandro? - dijo otro joven de aquel grupo de tres.
- Supongo …
- Vamos, deja de estar así; ¿acaso no estás feliz de que ingresamos?
- … Sí, es verdad …
- Oye, Alexia. Dile algo tú también.
- Leandro, sé que estás triste que no ingresáramos todos, pero deberías … - las palabras de la joven llamada Alexia se detuvieron al ver quien venía pasando frente a ellos.
La silueta de un joven de baja estatura quien al igual que ellos vestía aquel uniforme blanco y un parche en su ojo izquierdo había aparecido en aquella tarde.
- Oye, Alexia … ese es …
- Sí …
- Suficiente, chicos. No lo tomen personal lo que sucedió en la prueba de ingreso. - dijo Leandro.
Los rostros de aquel grupo, aunque trataban de disimular amabilidad, sus respuestas no les ayudarían.
- ¿? … Oh, son ustedes … - dijo Liam al notarlos de cerca.
- Ah, sí … y ¿Qué? - respondió uno de ellos.
- Oye, contrólate, Remus. - susurró Alexia.
- ¿Dando un paseo? - preguntó Leandro.
- … Sí, algo por el estilo y ¿ustedes?
- Diría que lo mismo …
Pasando cerca de ellos se podía escuchar murmuraciones de estudiantes; sin embargo, extrañamente las murmuraciones iban sobre todo para Liam.
- Oigan, quería preguntarles algo … ¿saben lo de los alumnos que han sido internados en la enfermería? - preguntó Liam al notar aquellos comentarios de los otros alumnos que iban caminando.
- … Lo que saben todos … parece que hay algunos que han pasado de largo las reglas … Pero, ¿Por qué quieres saber sobre eso? - preguntó Leandro.
- Deben ya haberse dado cuenta que soy uno de los que han tomado como flanco para sus quejas … muchos piensan que soy uno de los que atacaron a esos estudiantes … Y ahora como ese instructor, la roca, fue enviando a quien sabe dónde, a nadie le parece importarle sobre esto.
- ¿Qué es lo que quieres decir? - preguntó Remus desafiantemente.
El ambiente comenzó a oscurecerse y no era por ser de tarde.
- … No me importa mucho lo que esté pasando, pero me estoy viendo involucrado en las consecuencias de algo que no hice … no soporto esa idea. - respondió Liam con un tono sumamente hostil.
- Ya veo … pero ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? - respondió Leandro.
- Ese tipo … Richard, se llamaba, ¿no es así? … ¿Qué saben sobre él?
Al decir aquel nombre, las apariencias disimuladas de aquel grupo parecieron desvanecerse por completo,
El silenció reinó por unos cuantos segundos; sin embargo, antes de que Leandro respondiera, pudo notar a un grupo de estudiantes que venían detrás de Liam hablando altaneramente y burlándose de algo que habían hecho.
El joven se percató y volteó a ver de inmediato. Ciertamente era un grupo de cautro jóvenes con aspecto de delincuentes quien uno de ellos tenía en su mano unos lentes rotos con el que estaba jugando. Sin embargo, a Liam no le importó demasiado por no saber quiénes eran.
Al pasar al lado de Liam hasta llegar a los costados donde estaba Leandro, Alexia y Remus, una mano tomó fuertemente el brazo de aquel varón quien reía jugando con aquellos lentes.
- Oye, ¡¿Qué mierda crees que haces?! - exclamó el muchacho.
- Esos lentes … ¿De dónde los sacaste? - preguntó Leandro totalmente serio.
- ¡Ah! ¡¿Y tú quien carajos eres para decirme que …?! - antes de terminar sus palabras, aquel joven de apariencia intimidante quedó reducido al ver el uniforme que vestía aquel que lo detuvo.
Rápidamente sus ojos se dirigieron a ver las insignias que tenía el uniforme el cual mostraba una sola estrella dorada.
Una pronta sonrisa llena de soberbia pudo distinguirse en el rostro de aquel alumno; sin embargo, uno de los de su grupo señaló que había otros tres más con aquellos uniformes.
- Maldición … - murmuró aquel tipo - Son mis lentes … hace un rato me caí cuando estaba haciendo deporte, así que solo iba a botarlos. - respondió aquel joven como si estuviera delante de un superior.
- Ya veo … detrás de ti hay un bote de basura … puedes hacerlo ahí. - respondió Leandro dejando en claro que no se creía aquella tonta historia recién inventada.
- Oh, te lo agradezco.
- Sí … espero que no se te caigan otra vez. - fueron las palabras con las que se despidió de aquel grupo.
Habiéndose ido aquel grupo, Leandro junto con Alexia y Remus se fueron hacia la dirección de donde venían aquellos vándalos.
- Oigan, aún no hemos terminado de … - al hablar, Liam fue interrumpido.
- Si quieres saber lo que está pasando, entonces síguenos. - dijo Alexia.
Llegando la noche, dentro de la biblioteca, los rostros de dos jóvenes quedaban algo sorprendidos por la historia contada por Ofelia.
- P-Pero … ¡¿Por qué nosotros?! - exclamó Renato.
- Shh … - dijo una voz.
- Pues alguien tenía que tomar la culpa. - respondió Ofelia.
- ¡¿Pero por qué yo?! - exclamó nuevamente Renato.
- ¡Shh! - dijo una voz nuevamente.
- Pues de todos los de nuevo ingreso, algunos de ustedes y los repitentes parecen ser quienes atacaron a los estudiantes. Los demás no piensan que sean los de la PARET, ni los que tienen influencia como los dos niños ricos o personas como yo que venimos de la aristocracia.
- … Eh … usualmente no se pensaría al contrario … ustedes que tienen poder o reconocimiento lo usarían para aprovecharse de los demás. - comentó Daniel.
Ofelia sonrió.
- Ciertamente pasa en las historias o comics, pero, en la realidad, uno debe ser más discreto … por eso mismo, no paso el tiempo con ustedes. - respondió Ofelia sonriendo sin malas intenciones.
- Oh, gracias por tu sinceridad … - dijo Renato.
- Entonces … ¿Cómo solucionamos esto? No me gusta ser el centro de atención en esto. - preguntó Daniel.
- Ni idea.
Llegando hasta uno de los lugares donde menos transitaba las personas, en la parte trasera del anfiteatro, Liam y el resto se detuvieron al ver una especie de basurero donde había restos de cartón, telas y más insumos desechables.
- Oye, Leandro … este lugar …
- No … es pronto como para pensar que sea …
- No sienten un olor extraño … como ha pescado …
- ¿El menú de hoy era de maricos? Creo que era escabeche.
Caminando, Liam se preguntaba que tonterías decía hasta que llegó a ver algo.
Los ojos del muchacho al igual que el resto a excepción de Leandro quedaron sorprendidos al ver en el piso sobres de preservativos rotos. Mientras caminaban más notaron condones usados derramados, pero lo más perturbador fue ver de la nada a un joven estudiante de unos 17 años quien estaba tirado en el suelo todo golpeado y mojado con su ropa maltratada.
Al acercarse más, sintieron el hedor de la orina desprendiendo por todo su cuerpo.
Aquel joven estaba inconsciente.