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Prólogo

El viento frío soplaba con suavidad creando silenciosos murmullos en los oídos de quien escucha, las nubes parecían haberse extinto dando paso a un cielo despejado decorado por una luna menguante acompañada de astros tintineantes al son de la musica silenciosa, la marea mecía el bote con la calma de una madre que canta una canción de cuna y la soledad era la eterna acompañante.

Un hombre que rodeada los 30 años se sentaba contra el timón del pequeño bote de remos construido toscamente en madera maciza de robles, los remos descansaban en el interior de la barca mientras el, con las piernas en flexión ligeramente separadas y los antebrazos apoyados en sus rodillas miraba el cielo. Observaba aquel espectáculo sin igual del que días atrás había estado privado.

Al volver a bajar la mirada observó con detenimiento la gruesa manta oscura color café que se extendía sobre tres cuerpos tumbados de la manera menos incómoda posible sobre las tablas que hacían la función de asientos durmiendo en calma; una mujer que aparentaba su edad, hermosa, un hombre más delgado que ellos que se aproximaba a los 45 años de edad y un crió que no parecía tener mas de 13 años de edad.

No podía desear más; la mujer con quien quería compartir su vida, su amigo eterno y un chico en quien podía depositar toda su confianza. Eran una familia a pesar de no tener nudos de sangre, eran una familia unida.

Habían escapado, al fin lo habían logrado. Tras años de frustración, dolor, odio, rencor y desilusión, al fin lo habían conseguido. Las comisuras de sus labios formaron una sonrisa, pequeña, pero cargada con todos esos sentimientos de los que habían sido privados.

Repentinamente la calma del ambiente se vio interrumpida por un golpe al bote en proa por el lado de estribor, lo suficiente mente fuerte como para sacudirlo con ligereza alterando su vaivén haciendo que el hombro se levantara sobresaltado, con los nervios a flor de piel mirando los bordes del bote y consecuente las oscuras aguas que parecían no tener fondo.

Ningún sonido fuera de lo normal, ningún movimiento. Quería culpar a su imaginación, pero también sabia que hací eran ellos; silenciosos, invisibles, hasta que era demasiado tarde.

Trato de relajarse y achacarle el sobresalto a la imaginación y el confinamiento, cuando volvió su mirada al bote su corazón comenzó a latir desbocado al percatarse que no había nada o nadie. Sus tres acompañantes habían desaparecido junto a las pocas pertenencias y provisiones que tenían, no había nada más que un espacio vacío en donde antes estuvieron descansando.

"ellos están aquí...", miedo, desesperación, frustración, redención, odio, rencor, su expresión era tan diversa como los pensamientos que cruzaban su mente.

Viro a todos lados en busca de aquellos sujetos, pero no los encontró, no encontró rastro alguno de ellos o sus amigos en las calmadas aguas. Su corazón se salto un latido al notar que no solo sus compañeros habían desaparecido, sino también el boté, se mantenía de pie suspendido milímetros sobre el agua como por arte de magia, podía sentir el frío roce de las aguas y su mente dio vueltas.

"esto debe de ser un sueño...", dedujo en base a lo probable e improbable, pero años de confinamiento en aquellas instalaciones le habían dado a entender que todo podía ser posible para ellos.

De repente el agua comenzó a oscurecerse empezando en la planta de sus pies mientras se extendía como el fuego sobre los campos de pasto seco. Trato de moverse, apartarse de la gran masa negra que parecía querer devorarlo todo, pero sus músculos no respondieron a sus exigencias, parecía petrificado, con el semblante tan blanco como un trozo de papel y el corazón latiendo con tanta fuerza que resonaba en sus oídos y parecía querer salir de su pecho.

De la masa negra fueron ascendiendo bultos sin forma elevándose hasta el nivel de sus rodillas, 7 en total, se detuvieron en el aire para poco a poco ir tornando su forma en brazos oscuros que se perdían en la oscuridad de aquella masa sin paralelos, tomaron sus pies y comenzaron a halar de él hacia el agua.

Trato de hablar, gritar, pedir ayuda, cualquier cosa, pero nada salio de su garganta.

Las manos se perdieron en el agua una vez lo sumergieron hasta la cintura, no podía luchar, no podía hacer nada mas que dejarse arrastras a las profundidades del infierno.

Poco a poco la negruzca masa fue tragando su cuerpo, no sentía en frío que asolaba las aguas, al contrario, sentía un calor sofocante. Miro al cielo por ultima vez y en el noto algo que jamas había visto, quizás solo fuera su imaginación pero entre las estrellas se dibujaba un código que no dejo de resonar en las paredes de su mente: Valkyria-8234-A.

El final fue irremediable, las oscuras aguas lo engulleron y aquellas manos sin aparente dueño lo llevaron más y más profundo en el interior de las aguas, no podía moverse, no podía reaccionar, solo pudo dejarse llevar mientras gritaba por dentro hasta que la oscuridad pareció llegar mas allá de sus retinas hasta su cerebro y la inconsciencia arribo sus sentidos.