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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · Ciudad
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240 Chs

185- ¿Estás hablando de mí, Nina?

—Marissa pronto aprenderá por las malas con quién no debe meterse —Nina tenía cierto tono duro en su voz al hablar con Valerie sobre Marissa.

Estaban sentadas en la mesa de la esquina de la cafetería de la oficina y estaban allí para tomar café y charlar.

—No tiene idea de lo que le espera. No se puede ser un profesional de los negocios solo cocinando algunos platos —Valerie sonrió con suficiencia y asintió en acuerdo.

—Lo sé. ¿Verdad? —Nina tomó su mano—. No te preocupes. Esto será una llamada de atención que no olvidará.

Mientras tomaban su café, Kate se acercó a su mesa, una amplia sonrisa en su rostro:

—¿Puedo unirme a ustedes? —tomó asiento al ver que asentían con la cabeza.

—Gracias por hacer tanto por mí y por el equipo. Al principio, nos insultaron por no tener tarjetas de empleados. Ahora también has resuelto ese problema —Kate las colmara de cumplidos.

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