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Café con azúcar

Llega el miércoles y Ryo asiste a la escuela como cada mañana. 'Hoy voy a descubrir quien me está acosando mediante esos aviones de papel. Ayer pude confirmar que la persona recibe mis respuestas. Por tanto, en algún momento u otro recoge el avión y ve lo que hay escrito. Será en ese momento cuando descubra su identidad. Desde luego, soy un genio.'

Al llegar el recreo, Ryo se sienta delante de la fuente. El avión de papel no tardaría en llegar. Como siempre, Ryo no pudo ver quien lo lanzaba.

[Me gustas Ryo Shura. Me gustaría tener una cita contigo, pero soy algo tímida. ¿Aun así aceptarías? Soy guapa y buena chica.]

'Hmm, así que dice ser mujer. Lo más probable es que me esté observando desde algún lugar.' Ryo acerca el bolígrafo al papel desplegado y empieza a escribir durante un buen rato. 'Cuanto más escriba, más interés despertaré en la acosadora y más seguro será que caiga en mi trampa.'

Ryo se levanta dejando el avión plegado y hace ver que marcha. Saliendo del campo de visión y escondiéndose tras unos arbustos.

Pasados cinco minutos aparece una mujer de cabello negro por los hombros y ojos naranjas. Se sienta en el banco y mira a su alrededor con disimulo ignorando el avión.

'¿Esa no es la chica del primer día? La que me acompañó hasta mi clase. Ella va también a 2-B, pero no me fijé nunca en su nombre.'

La chica de ojos naranjas toma el avión y empieza a leerlo.

[Never gonna give you up

Never gonna let you down

Never gonna run around and desert you

Never gonna make you cry

Never gonna say goodbye

Never gonna tell a lie and hurt you]

Al ver que no es la respuesta esperada, coge el papel y lo arruga con fuerza, tirándolo con ira a la basura.

'Por su reacción no creo que se trate de una broma. Hasta le ha dolido.' Piensa Ryo, que lo había visto todo. Acaba el recreo y todos vuelven a las aulas.

"Para la clase de hoy y mañana de biología haremos un trabajo en parejas." Dice el profesor de dicha asignatura.

Un impulso hace girar la cabeza de Ryo hacia su compañero de al lado, Keanu Hobbes. 'No, espera. Parece que en el grupo de las chicas se ha quedado sola. Es una oportunidad de oro para tener más información. '

"Lo siento Keanu, tendrás que perdonarme." Dice Ryo mientras corre hacia el otro lado de la clase y se acerca a su objetivo. 'Debo hacer ver que no se nada, no quiero que sospeche.'

"Esto... ¿Tienes pareja para el trabajo? Como me ayudaste el primer día creo que se me puede hacer más fácil trabajar contigo."

Sus ojos naranjas miran a Ryo durante unas milésimas hasta que se desvían hacia abajo y se sonroja. "No hay problema, me llamo Usaga. No nos presentamos anteayer."

"Yo me llamo Ryo, encantado."

Durante el resto de la hora avanzan el trabajo sobre las células procariotas.

Las clases terminan y Ryo se dispone a esperar el bus. '¿Once minutos? Esto es demencial.' De reojo ve pasar a Usaga, camino de su casa, y decide seguirla. 'Si no vive muy lejos, aún llegaré a tiempo para coger el autobús.'

Usaga vive a unos cinco minutos de la escuela. No obstante, ella se da cuenta de que Ryo la sigue. '¿Huh? ¿También viene por aquí? Pensé que cogía siempre el bus.'

Usaga se detiene frente a una casa. Ryo decide no acercarse más y observar desde la esquina. Un hombre trajeado con sombrero y gafas de sol esperaba en la puerta de la casa para entregarle un maletín. 'Esto apesta a secretismo. Yo me marcho.'

Al volver a casa, Ryo cocina unas verduras. "Así que has superado la pereza..." Atravesando desde el comedor, aparece Niu en la cocina.

"Hoy me ha dado por comer sano. Esta tarde tengo aquella reunión de iniciación para transferidos. Me han citado a las 18:00."

Amo y mascota disfrutan del televisor nuevo después de comer hasta que Ryo se prepara para marchar.

'Se me hace extraño coger el bus por la tarde.' Al entrar algo llama su atención. La conductora del autobús tiene una cara familiar. Ryo mira su cara fijamente.

"¡Quibilah, no sabía que fueses conductora de autobús!" Grita Ryo.

"Shhh, estoy en una operación." Chista la detective.

'La escuela a esta hora se ve muy rara.' Ryo entra al edificio izquierdo.

"Te estaba esperando." Un hombre con cabello castaño y gafas aparece. Ronda los treinta años de edad. "Me presento, soy el coordinador del centro. Me llamo Osamu Iino."

"Un placer, señor Iino." Ryo inclina levemente la cabeza.

Entran y se sientan en la sala de reuniones. Los primeros quince minutos pasan entre preguntas sobre la situación personal de Ryo: su estancia en Tokio, sus padres y su nivel de estudios.

"¿Crees en el mundo espiritual?" Pregunta el coordinador.

"No mucho la verdad, pero tampoco es que me importe." El nerviosismo de Ryo deja desnuda su mentira ante los lentes de Osamu.

"Entiendo. Verás, este centro tiene una historia. La leyenda de Orionboshi." Ryo escucha con interés.

"Esta escuela fue fundada a finales del siglo XIX. Su fundador es el protagonista de esta leyenda."

"Según se dice, tenía poderes espirituales de muy alto nivel. Y su espíritu sigue protegiendo la escuela de maldiciones." Iino mira a Ryo con picardía. "Veo que te interesa. En la biblioteca puedes encontrar más."

"N-no particularmente, simplemente me gustan las leyendas. Eso explica la estatua de la fuente. Debe ser de aquel hombre."

"Correcto, y no solo la estatua. Puedes encontrar cuadros u honorarios por toda la escuela." La reunión finaliza con estas palabras y Ryo marcha a casa, pensando en la leyenda.

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En el mismo momento. Sede central de la Naicho, Tokio.

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"¡Novato, tráeme el café!"

Los cabellos blancos de Liam entran por la puerta con un café y un sobre de azúcar. "Aquí tiene señor Sato."

"Veo que ya vas aprendiendo como me gusta, a este ritmo no tardarás demasiado en conseguir la placa de agente."

"Me halagas." Deja ir Liam con un minúsculo gesto de sonrisa fingido.

Liam se dirige al baño y cierra la puerta. Dentro saca su anillo de un bolsillo y se lo coloca en el dedo corazón de la mano derecha. 'Todo va según lo planeado.' Se mira al espejo y se da unas palmadas en los mofletes.

Saliendo del servicio camina por los pasillos de la agencia, cruzándose con distintos agentes japoneses. 'No debo olvidar que estoy rodeado de enemigos.' Entra a un cuarto forzando la cerradura con un imperdible.

Con prisa busca entre los archivos de la Naicho. 'Vamos, vamos, alguno sobre maldiciones del tiempo...'

'Bingo.' Sus manos pequeñas cogen una carpeta y la abren.

'Esto está datado de hace poco, unos tres meses.' [Suria sigue sin poder ser dominada por ningún agente. Los costos que pide por un contrato son muy altos.] 'Esto me ahorra el trabajo de matar a un portador, perfecto.'

'Junio de 2007, parece que esa fue la fecha en que los japoneses la obtuvieron.' Liam sigue leyendo.

[Hemos custodiado la maldición de las manos de los noruegos. Debido a su peligrosidad será recluida en el nivel más seguro de la Corporación V (Corp. Uve), en Kawagoe.]

La puerta de la sala de archivos se abre, Liam salta por la ventana dejando todo por recoger y marcha a toda velocidad. 'Se ha acabado mi jornada laboral por hoy.'

Cuando llega a su apartamento de alquiler, enciende el teléfono y marca unos números.

"Mamá, he descubierto la ubicación de Suria, que así se llama la maldición. Aunque supongo que ya conocías su nombre." Liam guarda silencio durante un par de segundos y prosigue.

"He leído que era de propiedad noruega hasta 2007. Llevas muchos años en la PDF, seguro que sabes algo."

Nora responde. "No me gusta hablar de mi vida personal, es por eso que no te lo conté nunca. Esta maldición tenía un contrato con mi hermano pequeño hasta que murió, hace once años."

"Con esta maldición mi hermano podía controlar distintas características del tiempo, entre ellas las visiones futuras. Él me contó que usando su poder vio una guerra, una de calibre mundial, que afectaría a todos y cada uno de los países del mundo. Una guerra donde se haría uso del poder de las maldiciones. Desde ese momento empecé a tomar en serio mi trabajo. Noruega debe salir airosa de esa guerra."