Al mismo tiempo, fuera de la nueva capital élfica, aparecieron dos figuras.
—Trien, creo que padre está intentando deshacerse de nosotros… —murmuró la figura más pequeña.
—Lo sé. No nos envió a esa maldita ciudad porque no quiere que vivamos. ¿A qué leche se refiere con que quiere que tengamos un niño? De pura sangre mis narices. ¡Estaba en contra de nuestra relación desde el principio! Solo pude hacer que nos aceptara renunciando a toda la información que había conseguido en la tumba antigua —replicó la otra figura con voz amarga.
—¿Qué debemos hacer? —En ese momento, el rostro de Iseles estaba pálido. Ya estaba embarazada, tal como estaba. Pero ahora, si no los mataban, iban a ser tratados como esclavos por los otros clanes.
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