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Mi nombre, mi maldición

La historia de Alexandra Snowy, la Señora del Imperio Red Moon, y su misteriosa muerte se extiende por un vasto territorio, los cuatro grandes imperios y los seis reinos dependientes, la curiosidad aqueja a todos quiénes escuchen la historia. En uno de los seis reinos dependientes, un reino de humanos, despierta gravemente herida una bebé de unas semanas de nacida, su cabello es blanco y sus cejas también pero sus ojos son tan negros como la noche, una vida que pende de un hilo para ella y una amable bruja que se apiada de su vida y empieza a cuidarla como si fuera su propia hija. Maureen Leclerk tenía una estrecha amistad con Alexandra Snowy y Charlotte Dimitry antes de accidentalmente usar un hechizo de reencarnación y acabar misteriosamente al otro lado del continente, sin memoria y convirtiéndose en una sombra de lo que una vez fue, su nombre es algo que no puede recordar y, por lo tanto, para ella es una maldición. Una bruja sin nombre es una existencia errante, Maureen nunca volvería a ser la misma y sus poderes serán incontrolables, será aislada del mundo creando a su alrededor un caparazón impenetrable, pero algún día tendrá que bajar su guardia contra el mundo para poder recuperar lo que alguna vez perdió. ¿Llegará a reencontrarse con sus viejas amigas?

alejandra_herrera · Fantasía
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16 Chs

Capítulo 12: Una competencia por su atención

Elida llevo a Lukene a su habitación y eligió un vestido nuevo para ella. Decidió prestarle un vestido color blanco antiguo de manga larga que tenía una cinta color amarillo alrededor de la cintura, los detalles del vestido estaban bien cuidados por lo que las costuras y los adornos estaban en el lugar indicado para hacer que el vestido fuera una obra de arte aunque su diseño fuera bastante simple.

Lukene se puso el vestido obedientemente con ayuda de Zurisaday, al terminar se miró en el espejo y se soltó su largo cabello blanco. Zurisaday tomó prestado el peine de Elida y comenzó a peinar el sedoso cabello de Lukene, finalmente lo trenzó hábilmente y dejó que la larga trenza cayera por la espalda de Lukene, dejo un par de mechones sueltos que descansaban a los lados del rostro de la niña, enmarcando su rostro de manera adorable. Al terminar con su trabajo Zurisaday se alejó y se giró en dirección a Elida:

- ¿Qué le parece, Lady Elida?

Elida miró la apariencia de su prima y parecía bastante satisfecha:

- Me encanta. Ahora ya podemos irnos.

Lukene asintió y se levantó rápidamente, se despidió del ama de llaves en la puerta y subió una vez al carruaje junto con las otras tres chicas, el carruaje se dirigió una vez más hacia el festival de otoño.

***

En la plaza de la ciudad

Un hombre de 20 años con facciones encantadoras, piel color melocotón y ojos color azul cielo, con. cabello color rubio rojizo, estaba observando tranquilamente el baile que se estaba presentando en la plaza, llevaba una suave sonrisa plasmada en su rostro y su actitud era amable y tranquila. A su lado estaba Araceli, su hermana menor, quién de vez en cuando intercambiaba palabras con él.

- Creía que habías venido con Elida y Lukene, ¿donde estan ellas? - preguntó Juvenal mirando brevemente el rostro de su hermana.

- Austin dijo que volvieron a casa. Alguien empujó a Lukene y le hizo ensuciar su vestido, por eso ambas volvieron a cambiar la ropa de Lukene - los iris verde selva de Araceli destellarón con frialdad.

Juvenal frunció los labios y oculto un rayo de ira y frialdad con sus pestañas. A diferencia de los otros miembros de la familia, el padre de Araceli y Juvenal, Cassiel Hauking, tenía un aura de frialdad natural a su alrededor, sus hijos también lo tenían pero les gustaba ocultarlo bajo una máscara de amabilidad no excesiva y solo mostraban su verdadera actitud cuando la situación lo requería.

Juvenal observó las personas alrededor de la plaza, después de algún tiempo al fin pudo distinguir con claridad ese llamativo cabello blanco seda, su mirada se iluminó cuando vio que esa persona se acercaba en su dirección. Dio un paso adelante y se acercó a Lukene, que estaba junto a Elida, le tomo de la cintura y la levantó en el aire para darle un par de vueltas en el aire.

Lukene rió alegremente cuando fue levantada en el aire por su primo.

- ¡Juvenal, estoy tan feliz de verte!

- El sentimiento es mutuo - respondió Juvenal cuando puso a Lukene otra vez en el suelo, tomó el rostro ovalado de la niña con sus manos y lo acarició suavemente - Te has puesto demasiado hermosa. Tendré que poner especial atención en ti para protegerte.

- Estás exagerando otra vez - el rostro de Lukene se puso rojo de la vergüenza.

- Si, cada día se pone más hermosa, incluso desatando una competencia por su atención dentro de su propia familia - Araceli sonrió irónicamente, al segundo siguiente tres pares de ojos reprobadores se posaron en ella: Los fríos ojos azul cielo de Juvenal, los ojos lanza dagas color castaña de Jay, y los ojos sombríos color negro de Austin. Araceli se encogió en un rincón al encontrarse con ese trio de miradas - Sólo estaba comentando algo, ¿es necesario que me miren así?

- No pongan esa cara, me están asustando también... - la voz de Lukene se escuchó nerviosa pero fue lo suficiente para hacer que los tres chicos recuperaran su antigua actitud.

- Perdona, no fue mi intensión - Juvenal palmeó suavemente la cabeza de su prima y se disculpó sinceramente.

- Está bien. ¡Está a punto de empezar! ¡Vamos a ver! - Lukene le sonrió a sus primos y luego tomó los brazos de Araceli y Elida para arrastrarlas a través de la multitud y acercarse para ver a los bailarines.

Juvenal, Jay y Austin se preparaban para seguirlas cuando sintieron un escalofrío recorrerles la espalda.

- ¿Qué fue eso? - Jay miró a su alrededor con cautela. Juvenal hizo lo mismo, su mirada se tornó algo fría al hacerlo. Austin también observó su entorno con cautela y curiosidad.

- Vamos - al no encontrar nada fuera de lo común, Juvenal ocultó el rayo de luz fría en sus ojos y se dió la vuelta para alcanzar a su hermana y a sus primas.

Jay se encogió de hombros y le siguió el paso. Austin miró una última vez a la multitud antes de fruncir sus labios y marcharse detrás de su primo y hermano mayor.