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Capítulo 4 Verano del 2023

¿Cuando recuerdas algo lo haces de manera cronológica?

Mientras dormimos todos en mi estrecha cama, mientras los ronquidos de padre e hijo se convierten en una sola melodía. Entro en trance.

Estoy en la casa donde vivía de niña. Regreso a mi juventud. Tengo 17 años otra vez. Mi madre ha recibido a toda la familia de su esposo. Él, que no es mi padre, tiene un hermano guapísimo, una hermana muy joven: es preciosa, sus tíos y abuelos también están con nosotros. Recorro la casa, toco sus muy blancas paredes. El olor de la paredes recién pintadas, me da una se sensación de bienestar. Todos lucen ropas festivas hechas a mano pero confeccionadas con tanto cuidado que la elegancia reina.

Se hace de noche, estamos a la orilla del río. Mi prima y su amiga están en el agua. Juegan.

Le digo a mi prima que salga de ahí y no me escucha. Le pido que por favor haga lo que digo, pero es tarde.

Una enorme criatura, con una boca gigante se abalanza sobre ella y su amiga. Con sus dientes afilados las atrapa y solo puedo gritar. El miedo no me permite tirarme a luchar. Solo grito: mi hermana, mi hermana. Grito y lloro como nunca.

Unos hombres del pueblo vienen, me preguntan lo sucedido. Amanece y hacen un plan para atrapar a ese enorme y malvado animal.

El pueblo se reúne a la orilla del río hacen varias maniobras para hacer salir a ese animal del agua y dar con el paradero de las chicas.

Después de una emboscada de varias horas, puedo ver que lograron cercar el sitio donde se ocultó. En el momento en que sale del agua y los hombres van a su encuentro, por detrás aparece algo más grande y engulle al animal.

En este caso es una bestia verde, de tres cabezas y ojos dorados. Me despierto y mi bebé está a mi lado. Me sonríe con picardía a pesar de sólo tener 6 meses de nacido.

Creo que hace uno de mis gestos con los ojos , no llega a ser un giño, pero se le arruga la naricita. Es tan lindo verlo.

Le doy de comer, de mi seno izquierdo y regreso a los brazos de Morfeo.

Esta vez recorro diversas tierras en busca de algo. Entro al reino de los hechiceros. Veo cadáveres humanos ya convertidos en esqueletos. Al parecer, trataron de entrar a ese país pero no lo lograron.

En ese momento, yo era un hombre de unos 40 años. Tenía un sombrero y debajo una especie de pañuelo que tapaba mi largo cabello. Una barba adornaba mi rostro. A mi lado iba, quien yo pienso, me ayudó a entrar.

Ese territorio estaba en penumbra, con niebla. De momento, unas largas figuras se acercaron a mí. Se trataba de los reyes. Habían perdido sus poderes de hechicería. Yo que necesitaba su ayuda para salvar a mi prima y ellos que querían algo de mí. En mis manos estaba su futuro. Cuando me hicieron saber que me necesitaban, temí negarme.

Pensé en los esqueletos que estaban en las afueras y acepté el pacto.

Debía ir a otro reino vecino en su nombre y pedir ayuda. ¿Por qué los líderes del desierto necesitan a un mortal que hable con los líderes del mar?