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Capitulo 10 " Amor condenado"

Helena atravesó las pesadas puertas metálicas que chirriaban al abrirse como si anunciaran una mala noticia. Su prima Sally la esperaba sentada en un banco de madera, junto a la pequeña Leyla. El rostro de Sally había perdido todo color, como si hubiese visto un fantasma. Sus ojos, antes vivaces y llenos de alegría, ahora estaban vacíos y vidriosos. Leyla, en cambio, permanecía ajena a la tensión que la rodeaba, jugando distraídamente con otros niños. Helena comprendía perfectamente la devastación en el semblante de Sally, presagiando una noticia que transformaría sus vidas irremediablemente.

Una vez que sus cuerpos se encontraron, las lágrimas brotaron de forma incontenible, y no eran las únicas que se hallaban en ese estado de conmoción.

....

—Entonces...quieren alojarlos en otro planeta—soltó Helena, mirando al suelo y jugando con sus pies.

—Eso dicen... Dios, tengo miedo, Helena. —inquirió su prima, aún con el semblante entristecido.

—Tranquila, Sally, esperemos que esto no sea cierto.

—Helena, hasta el mismo presidente ya publicó en sus redes que los que tengan la marca se quedan y los que no se van de aquí. Ya es oficial.—Sally alzaba el celular con desesperación. La morena no respondió, solo guardó silencio, con la mirada fija en Leyla, quien corría de arriba abajo con una sonrisa que envidiaba en esos momentos.

—Hablé con Samu, quiere que Leyla y yo huyamos con él a la capital, pero no sé si sería una buena idea. ¿Tú qué opinas?

—La verdad, no sé qué decirte. Estoy igual de impactada que cualquiera en estos momentos. Es difícil asimilar lo que está pasando y me atrevería a decir que me siento como si estuviera en una novela de ciencia ficción, simplemente no me lo creo.

—En uno de tus libros—aligeró Sally con una sonrisa.

—Ojalá no. Como dice Leyla, yo solo escribo violencia y horrores. Mejor que no, y esperemos que sea una gran mentira de esas que solo se viven una vez en la vida.

—Pero sabes, tú no tienes mucho de qué preocuparte. Te quedarás aquí.

—¿Atada con alguien a quien no amo durante cuatro años?—respondió ella y ahora que lo dijo en voz alta, un escalofrío recorrió toda su piel.

—¿Qué quieres decir? Explícate, por favor.

—Vámonos de aquí. Te contaré todo en tu casa— propuso, alejándose del lugar al notar que varias personas las observaban.

...

—Pero, ¡¿con Jensen Villenzo?!—grito Sally, con unos ojos expresivos mostrando su incredulidad.

—Sí, yo tampoco lo podía creer. Y tenía que tocarme con la persona más arrogante del mundo... con un completo imbécil.

—Vaya, no recuerdo que dijeras groserías.

—Eso no es una grosería—refutó Helena, negando con la cabeza mientras fruncia el ceño.

—Díselo a Leyla, a ver qué dice ella.—

La niña jugando con su tablet en la sala de estar, mientras en la cocina, susurros entrecortados y el tintineo de copas contra el cristal indicaban que las primas conversaban en voz baja, buscando consuelo en el fondo de una botella. El aroma amargo del licor impregnaba el aire, mezclándose con la fragancia dulce y empalagosa de las flores marchitas que adornaban el centro de la mesa.

—Carajo, no creo poder soportarlo por cuatro años. Es mucho, pero tampoco puedo negarme—expresó su descontento llevando un trago de tequila a su garganta.

—Bueno, solo van a vivir juntos, no hay nada de qué preocuparse, ¿o sí?

—Qué, no, para nada. Ni él ni yo estamos de acuerdo con esto. Lo bueno es que al ser una Infinity, podré hacer lo que quiera. Trataré de estar lo más lejos de él—dijo sintiéndose aliviada después de reflexionarlo un poco.

—Hablando sobre eso, eres una infinity, y eso porque, o que.

—Es algo que tiene que ver con el cumplimiento de algunas condiciones de una estrella fugaz, o simplemente así lo quiso el destino. No lo sé, son cosas tontas como esas y cada vez que lo pienso me parece una locura todo esto.

—¿Una estrella fugaz? qué, ¿pediste un deseo para estar con Jensen?

—No. Claro que no—volvió a llenar su vasito tequilero y después de tomarlo lo azotó en la mesa.

—Entonces porque...

—No lo sé, no quiero hablar de eso por favor.

—Ay Helena, pero sabes...pensándolo bien, no te toco con un mal sujeto, JV es guapo, famoso, pudo ser peor Helena.

—¡Que!, quien sería peor que él—exclamó volviendo azotar el vaso de vidrio en la mesa de cristal.

—Bueno, ya estuvo suave—intervino Sally quitando la botella de tequila, junto con el vaso que tenía en sus manos.

—Aguarda, a dónde llevas eso—alzó la voz, mientras trataba de quitarle la botella a su prima.

—¡Helena estoy segura de que tú no tomas!

—Eso creía, pero ahora sí que me gusta—dijo al no conseguir lo que buscaba.

—No, estás enojada, molesta, como todos en este planeta, pero no dejaré que te emborraches en mi casa, no con Leyla presente—arremetió está, cerrando el cajón de la alacena.

—Tienes razón, pero tampoco deberías tener esa botella escondida en tus servilletas

—La escondí de Samu, estuve a punto de tirarla, pero no me atreví. También necesito algo para desahogar mis penas, ¿sabes?

—Perdón, es que no me encuentro bien—dijo la morena mientras dejaba caer lentamente su frente sobre la mesa.

—Helena, imagínate cómo me siento yo al pensar que dejaramos nuestro planeta. Para serte sincera, desearía estar en tu posición. Todos los que nos vamos quisiéramos quedarnos, pero no podemos, nos tienen amenazados y aún así yo pienso quedarme—aclaró Sally, soltando más que un suspiro, lo que hizo que Helena se estremeciera y alzara el rostro.

—Espera Sally, si lo consideras... Lo de viajar a otro planeta ya nos lo venían advirtiendo desde hace tiempo. En las noticias hablaban de la colonización de nuevos mundos. Pero nadie anticipó que sucedería tan pronto. Ustedes serán los primeros humanos en habitar otro planeta, imaginate lo que es eso, representaran un logro monumental para la humanidad. Y yo creo que todos estarán bien... de lo contrario, no los habrían seleccionado. Los marcados como yo, si deberíamos preocuparnos, no ustedes, querida.

—¿Crees que estaremos bien?

—Sí, que lo creo, primita—respondió, tomándole las manos con delicadeza.

—Entonces, ven con nosotros—le insistió emocionada ya con los ojos enrojecidos.

—Eso quisiera, pero tengo condiciones muy diferentes a las de ustedes. De todas formas, los alcanzaré en 4 años. Las volveré a ver, ya lo verás—dijo abrazándola con todas sus fuerzas, como si intentara recuperar todos los abrazos perdidos en los años en que no estuvieron juntas.

De repente, un celular no paraba de sonar al otro lado de la sala, interrumpiendo el emotivo momento con su insistente melodía.

—¡Tia tu celular!—grito una niña del otro lado de la pared.

—Ay déjalo mi amor—Helena alzo la voz, deseando prolongar el abrazo con su prima.

—Helena, ve a contestar, anda, que yo también hablaré con mis padres y con Samuel. Ahora tengo que convencerlos.

—¿En serio?—añadió, mientras se separaba lentamente del abrazo.

—Te digo que Samuel quiere que escapemos con él. Pero gracias a ti, ya decidí que es lo mejor. Muchas gracias Helena, la verdad estaba indecisa.

—Si yo acepté quedarme aquí con ese tipo. Tú debes aceptar ir a explorar un nuevo mundo, además, no vas a ir sola, vas a ir acompañada—dijo alzando la cabeza señalando a la niña que jugaba en la sala.—Soy yo la que quisiera estar en tu posición Sally—terminó diciendo, y luego se dirigió hacia el móvil.

Una sonrisa radiante iluminó el rostro de Helena cuando vio el nombre de Stanly en la pantalla del teléfono. Con manos temblorosas, contestó la llamada, su corazón latiendo a mil por hora, pero al escuchar lo que tenía por decir, la sonrisa se desvaneció en un instante y su corazón se detuvo de golpe.