—Amor, no sabes lo que...
—Helena, ¿dónde estabas? Te estuve marcando y no contestabas— Stanly sonaba agitado.
—Lo siento mucho, dejé mi celular en casa de mi prima y además no teníamos señal—explicaba Helena preocupada, mientras tomaba asiento.
—Tampoco yo, pero después de que llegó, te marqué como loco… y por favor dime…dime que no aceptaste tu lazo cósmico.
—¿Qué? —A la morena se le abrieron los ojos sorprendida por la declaración, dejando caer su bolso al suelo.
—Si, que preferiste vivir en otro planeta a estar con él.
—No, yo…
—Helena, por favor dime que no lo hiciste.
—Elegí…estar con él y…
—Helena no.—Un suspiro profundo se escapó al otro lado de la línea.
—Stanly acaso tú…
—Miriam y yo hemos decidido renunciar al lazo cósmico.
—Miriam—susurró ella, con su voz apenas audible.
—Sí, ella habría sido mi pareja si la hubiera elegido antes que a ti, pero sabes que jamás haría algo como eso.—
Las lágrimas empezaron a emerger en la escritora, dejándola sin habla mientras luchaba por contener sus sollozos.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no pensaste en mí al elegirlo?—reclamó Stanly, con la voz quebrada por el enojo que crecía dentro de él.
Ella titubeó por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarse.—Por supuesto que pensé en ti—respondió con voz temblorosa—soy una infinity y ellos dicen que puedo hacer lo que quiera. Y lo primero que haría sería buscarte. Fue lo que se me ocurrió en esos momentos y...
—Una infinity —interrumpió él.
—Eso dicen.
—Tu marca lo dice... Sabes que si eso es así, lo nuestro es muy difícil que funcione.
—¿De qué estás hablando?
—Tú y él se atraerán. Tarde o temprano se amarán, eso nos dejaron muy claro de ustedes.
—No, eso jamás.
—Y aún así, de todas maneras lo harán. Lo sé, porque eso pasó con nosotros.
—Pero ¿qué dices? Nuestro caso fue diferente.
—En qué sentido, Helena. Vivirán juntos, así empezamos nosotros, y mira cómo terminamos amándonos mutuamente.
—Sí, pero entonces no tenía a nadie, y ahora tú eres la persona que más amo en esta vida, y eso nunca cambiará. ¿Por quién me tomas, Stan?
—Lo siento, no debí decir eso. La verdad es que no se lo que estoy diciendo.¿Es que nunca logré hacer nada bien contigo?
—No digas eso. Soy yo la que debe disculparse. Lo siento mucho, es mi culpa. Debí pensarlo mejor, pero espera, iré a cancelar el lazo—respondió con urgencia en su tono.
—No, Helena, ya no hay vuelta atrás —intervino él.
—Debe haber alguna forma. Voy a hablar con ellos y les rogaré para...
—No funcionará, es inútil. Miriam y yo lo intentamos y no lo logramos...Ella quería seguir viviendo en la Tierra, pero yo la obligué a decir lo contrario porque solo pensaba en ti. Después de verla llorar, me arrepentí de haberla forzado a hacer algo que no quería. Fuimos a cambiar nuestra postura, pero ya era demasiado tarde. La elección era definitiva.
—Entonces me negaré a la mudanza y para el día viernes nos iremos juntos de este planeta—declaró ella con determinación.
—¿Sabes que si haces eso, trabajarás de por vida para ellos, verdad?
—Lo sé, pero ¿qué importa eso, si es la única forma de que volvamos a estar juntos? Pues qué así sea. Por favor, déjame hacer esto—Los sollozos de Helena comenzaron a angustiar a Stanly, quien anhelaba un amor incondicional que solo existía en las novelas o los cuentos de hadas, algo imposible de lograr en su situación, pero una luz de esperanza abrió su corazón.
—No lo hagas. Soy consciente de mis acciones y no quiero verte atrapada en esto solo por mi culpa. ¿Recuerdas cuando dijimos que no importaba lo que el destino nos deparara? Prometimos que estaríamos juntos, a pesar de todo. ¿Lo recuerdas Verdad?
—Claro que sí amor.
—Helena, entonces por favor...quédate aquí. Confío plenamente en ti, y sé que estos años de separación no supondrán ningún obstáculo para nuestra relación, sino más bien un desafío que fortalecerá nuestro amor. Vendrás por mí, y yo te esperaré. ¿No es así, o me equivoco?
—Stanly... créeme, iré por ti. No permitiré que nada ni nadie interfiera en lo nuestro, te lo prometo—La escritora afirmó con voz seria antes de continuar.— Y sabes que nunca he roto una promesa.
—Lo sé, Helena. Y tú también sabes que siempre confío en tus palabras. Aunque no fuiste certera la última vez, no me importa. Sé que en esto no me fallaras—dijo con una felicidad palpable en sus palabras.
—No lo haré. Esperame por favor. Yo también confío en que harás lo mismo por mí.
—Te lo prometo. Mi dignidad estará intacta hasta el día que esté nuevamente contigo, preciosa —añadió él, con una dulzura que hizo que Helena sintiera un alivio en su corazón.
—Stan, quiero verte, si es posible voy ahora mismo a….
—Desde hoy en la mañana cancelaron todos los vuelos. Se reabrirán hasta el día sábado. El viernes…partiré de nuestro mundo y ya no podré verte, ni siquiera sentir tus labios. Pero con solo escucharte, es suficiente para creer en nuestro amor a larga distancia.
—Yo…—La joven hizo una pausa y luego continuó: —Te amo... Te amo tanto que no sé qué haré sin ti.—Declaró por último, sintiendo un peso en sus palabras.
Helena, con una determinación inquebrantable, se preparaba una vez más para enfrentar el desafío de un amor a larga distancia, uno que quizás jamás antes se había visto. La fuerza de su amor por Stanly y la confianza mutua que compartían eran su armadura contra cualquier obstáculo. Sin embargo, ni siquiera en sus sueños más oscuros habría podido anticipar las enormes dificultades que enfrentaría simplemente por ser una infinity.
—Escribe todos los libros que puedas, y cuando vengas por mí, estaré encantado de leerlos y de abrazarte una vez más, mi señorita misterio—prosiguió su novio hablando con mucho anhelo en su voz.
—Claro que sí, Stan. Mi amor será todo tuyo hasta el día que nos volvamos a ver. Nos comunicaremos todo el tiempo y será como si... —Helena fue interrumpida por él, quien completó la frase.
—Nunca estuviéramos separados.
—Así es, bebé. Bueno, te llamo en la noche. Iré a ver a mis padres porque estoy algo preocupada por ellos.
—Sí, y yo tengo que ayudar a papá a empacar sus cosas.
—Entonces, eso quiere decir que tu padre está decidido a irse.
—Si, y el hecho de saber que voy con él lo puso más contento de lo que ya estaba—respondió Stanly con un suspiro de alegría.
—Algo bueno tenía que suceder después de todo—comentó ella.
—Sí, pero oye, no pienses que yo…
—No, claro que no. Se que me amas.
—Así es, pero por si las dudas te lo aclaro: no creas que lo hice por él. Tú siempre fuiste mi prioridad. Solo tú estás en cada pensamiento que se me viene a la cabeza, y lo sabes. Así que abusada con el teléfono, porque si no me marcas, lo haré yo por ti.
—Lo sé, mi vida, cuídate mucho, por favor.
—Igualmente. Te quiero tal y como te dejé en el aeropuerto, ¿entendiste?.
—Entendido.
—Debemos terminar lo que empezamos en Niw Yark, mi querida Lena. Adiós, te amo, te amare desde las estrellas—
Finalmente, susurró con ternura, provocando que las mejillas de Helena se colorearan aún más con el rubor del momento. Aquella despedida afectuosa resonó en su corazón, recordando la devoción de su Romeo, también conocido como su príncipe azul cuando se expresaba de esa manera con ella. Parecía como si fuera la última vez que hablaran, pero él siempre era así, un romántico empedernido que derretía su corazón con cada palabra. A Helena le fascinaba esa faceta de él…y ella apenas comenzaba a soltarse, pero ya era demasiado tarde.