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La Obsesión de la Corona

—Tu cama está fría —habló una voz en la habitación que hizo que abriera los ojos de par en par por el miedo. Nerviosa, se giró, tragando suavemente al ver una sombra en su cama como si alguien yaciera allí. El hombre que había estado tumbado se sentó, emergiendo de las sombras donde había estado esperándola. —¿Qué haces aquí? —preguntó ella cuando sus pies tocaron el suelo y él se impulsó hacia arriba para empezar a caminar hacia ella. Sus rasgos guapos se veían más oscuros de lo habitual por la falta de luz en la habitación. —Vine a encontrarte —inclinó la cabeza—, ¿a dónde fuiste? —Salí a caminar —fue la rápida respuesta que hizo que él sonriera, una sonrisa que a ella le daba más miedo. Ella dio un paso atrás cuando él se acercó a ella. Eso no lo detuvo de acorralarla, y su espalda golpeó la pared detrás de ella. Levantó la mano hacia su rostro, y ella cerró los ojos, asustada. Ella tembló cuando sus dedos trazaron un camino desde su sien pasando por su mandíbula y cuello. Su cabello rubio estaba suelto. —¿En medio de la noche? —ella no le respondió sabiendo que él podía descifrar sus mentiras a través de sus palabras. Él se acercó más, lo que hizo que ella girara su rostro lejos de él y sus palabras vibraron en la piel de su cuello—, ¿fuiste a verlo, mi dulce niña?

ash_knight17 · Fantasía
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El príncipe dañino - Parte 1

Traductor: 549690339

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En el pueblo de East Carswell, Elizabeth Harris caminaba por el mercado donde su madre le había pedido que recogiera lana de una tienda, ya que las que tenían se habían acabado. Con una cesta en la mano, Elizabeth continuó caminando hasta que finalmente llegó a la tienda. Mientras estaba parada frente a la tienda, escuchó a una señora saludarla,

—Buenas tardes, Beth. ¿Cómo te encuentras? Parece que no te he visto por unos días.

Beth se volteó para ver que era la señora Winkle, que vivía a dos casas de la suya. Inclinó la cabeza en señal de saludo —Buenas tardes, señora Winkle. He estado bien, ¿y usted? —preguntó. El tendero, al mismo tiempo, llegó con los ovillos de lana que había pedido.

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