Existían muchas cosas que Lilith desconocía acerca del universo, lo que era completamente normal considerando que el universo era más antiguo que cualquier ser viviente... Bueno, tal vez el Registro del Alma era tan antiguo como el universo, pero tal cosa era imposible de saber con seguridad.
Después de todo, el Registro del Alma era un misterio de igual o incluso mayor magnitud que el universo.
Sin embargo, mientras más aprendía, más se daba cuenta de lo pequeña que era su existencia.
Ella era la Súcubo Sangrienta Lilith, temida y adorada por innumerables seres en el sentido más óptimo de la palabra. Una existencia superior de Sexto Orden con un poder de combate comparable al de un arcángel o un demonio general.
Y, sin embargo, aunque el número de seres vivos capaces de enfrentarse a ella en todo el universo era tan pequeño, se dio cuenta día tras día que no era más que una insignificante mota de polvo que el viento natural de la vida podía sacudir a su antojo.
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