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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · Fantasía
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Cara a cara

Gustavo no se detuvo al escuchar el agradecimiento de la dama, dirigiéndose a la batalla con toda su intención asesina. Amaris desactivó el volátil hechizo con rapidez, mirando al frente con una mirada perdida, sus piernas flanquearon, cayendo de rodillas y, solo sosteniéndose de su báculo para evitar caer al frente.

--¿Es quién creo que es? --Entrecerró los ojos, mirando al hombre a su lado.

--Sí --Asintió, temblando por la sorpresa y la curiosidad--, es <<El Héroe de Agucris>>.

Su cuerpo dio un par de volteretas al evadir los relámpagos que se acercaban con suma ferocidad, contratacando con poderosas ráfagas de fuego. Golpeó y fue atacado, midiendo fuerzas con la enorme bestia peluda. Se distanciaron por unos cuantos metros, mirándose a los ojos con muchas ganas de asesinar a su contraparte.

Los sobrevivientes tragaron saliva, observando la escena desde la lejanía, no podían creer lo que miraban y, no era necesario creerlo, solo deseaban en lo más profundo de sus corazones que ese joven de armadura hermosa pudiera matar a la imbatible bestia. Las pocas criaturas hostiles también expresaron sus dudas, teniendo un fuerte miedo por el recién llegado, quién exudaba de su cuerpo una poderosa intención de muerte.

Bloqueó, saliendo despedido a golpear el muro más cercano por la diferencia en la fuerza, sin embargo, solo le bastó de medio segundo para regresar a la batalla, embistiendo con su hombro el enorme cuerpo de la bestia. Creó una ráfaga de energía repulsiva con un sello de manos, expulsándola con extrema ferocidad. La bestia retrocedió, mostrando sus colmillos, parecía reírse, o talvez solo era una mueca de excitación, por primera vez en mucho tiempo alguien había aguantado tanto peleando uno a uno contra ella, entendiendo que era momento de enseñarle al humano de lo que una bestia Antigua era capaz.

--No se acerquen más. --Dijo Ollin, deteniendo con su mano a ambas damas, quienes acababan de entrar por la puerta destruida.

--Debemos ayudarlo. --Dijo Meriel con resolución.

Xinia asintió, elevando su espíritu de batalla al máximo.

--No --Negó con la cabeza--, si se acercan, terminarán muertas. Es mejor mantenernos alejados de esto.

*ROOOAAAAAR.

La poderosa fuera de repulsión de su rugido fue tanta que Gustavo tuvo que ocupar toda su fortaleza física para impedir que fuera lanzando, sin embargo, las personas y bestias detrás de él no tuvieron la misma suerte, saliendo volando a golpearse con las paredes o suelo. Volteó a ambos lados, observando a los sobrevivientes y entendiendo que si desprendían todo su poder, muchos de ellos morirían como daño colateral. Gritó, bloqueando con su sable los poderosos relámpagos que se acercaban, creando ráfagas de viento continuas y, empujando el cuerpo de la bestia hacia atrás. Creó varios sellos de mano, combinados con sellos dibujados al aire, mientras al mismo tiempo evadía los ataques mágicos. Los magos tirados en el suelo, completamente exhaustos y sin una pizca de poder mágico en sus cuerpos sintieron hervir la motivación, jamás habían visto tremendo derroche energético, sellos tan mal ejecutados que les daban ganas de ir a golpear al joven para enseñarle los verdaderos fundamentos de los lanzamientos de hechizos, o las técnicas adecuadas para la escritura o realización de los distintos tipos de sellos, sin embargo, aún con lo inexperto que estaba demostrando ser, su combinación de ataques eran increíblemente insana, casi imposible de hacer para una mente común, más bien, aunque fuera un mago con el título de Sabio, todavía sería difícil que lograra tal perfección y, eso lo admiraban, estando deseosos por enseñar y aprender del misterioso individuo.

--Has mejorado bastante --Sonrió con una expresión cansada, mientras los vientos de la batalla hacían bailar sus largos cabellos negros--, pero sigues con tus malas costumbres.

Los muros cayeron al sentir el poderoso cuerpo de la bestia impactarse contra ellos, liberando otra alta cortina de polvo, donde lo único que se podía observar desde la lejanía eran rayos y luces rojas con matices negros. Sonó una fuerte explosión y, una pequeña sombra salió disparada de la nebulosa cortina de polvo, cayendo de manera horrible en el suelo. Esa sombra se levantó al poco de unos segundos, sonriendo con los cabellos desordenados y, limpiándose la suciedad de la cara.

--¡Váyanse! --Gritó, ya no podía contenerse, poco a poco la disparidad de poder se estaba haciendo más ancha, debía atacar con todo su poder si quería tener la oportunidad de ganar. Sin esperar por la respuesta volvió ante la bestia, no dejando que volviera a ganar territorio.

Irtar despertó del espectáculo que estaba presenciando, comunicando a los sobrevivientes para que tomasen a los heridos y huyeran, resguardándose donde pudieran.

--Las bestias están en caos, señor --Dijo Yukio--, debemos matarlas cuánto antes.

--Tengo un plan, pero necesito un poco de tiempo.

La dama asintió, tomando una pócima de recuperación de alta calidad y, recobrando la energía perdida.

--Señor --Dijo un poco preocupada--, el Príncipe. --Le señaló con la mirada.

Irtar volteó enseguida, notando al moribundo hombre que murmuraba acostado en el suelo, pero que aún luchaba con todas sus fuerzas para no morir.

--Yukio, busca a un soldado capaz de transportarlo al castillo. Rápido. --Ordenó.

La dama asintió, desapareciendo para cumplir la tarea.

--Maldita sea, Herz ¿Qué fue lo que te pasó? --Se le quedó mirando, tratando de descifrar el enigma.