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Nostalgia

Tras haber capturado las almas de la Reina de las Avispas y uno de sus guardianes, Ian decidió que era momento de erradicar completamente la amenaza que el panal representaba. Desde la seguridad de su posición, conjuró una poderosa bola de fuego usando la Joya del Rey del Fuego y la lanzó hacia la base del panal.

Las llamas se extendieron rápidamente, devorando todo a su paso mientras el panal se envolvía en un manto de fuego. El crepitar de la madera y el zumbido de las avispas moribundas se mezclaban en una cacofonía que anunciaba el fin de la colonia. El humo ascendió en densas columnas, convirtiendo el área en un infierno de destrucción.

Con el panal en llamas a sus espaldas, Ian se preparó para partir. Montó a la Reina de las Avispas, ahora en su forma de alma, lo que la hacía incluso más poderosa y aterradora que antes. Ya no estaba debilitada como en su forma física; su esencia etérea irradiaba una fuerza temible. El alma del guardia, aunque menos poderosa, también estaba bajo el control de Ian y lo seguía como una montura.

El mono, montado en otro guardia avispa que Ian había capturado, y el lobo, que corría junto a ellos, completaban el grupo. Juntos, se alejaron del ardiente panal, surcando los cielos y el terreno con velocidad. La Reina de las Avispas, ahora un espíritu indomable, obedecía las órdenes de Ian con una precisión escalofriante.

El camino de regreso al refugio fue rápido y sin contratiempos, aunque el ambiente seguía siendo tenso. Ian mantenía todos sus sentidos alerta, consciente de que cualquier descuido podría ser fatal en un mundo tan peligroso. La Reina de las Avispas, en su forma de alma, volaba con un poder renovado, su esencia manifestando una aura imponente.

El mono, con su montura, vigilaba atentamente los alrededores, mientras el lobo trotaba con agilidad a su lado, manteniendo la formación. Al llegar al refugio, Ian descendió de la Reina de las Avispas y la guió a un área segura. Sabía que su control sobre estas almas sería crucial para los desafíos futuros.

Con el panal destruido y las almas de la Reina y el guardia capturadas, Ian tomó un momento para evaluar su situación. La Reina, aunque ahora una entidad etérea, era un recurso formidable, al igual que el guardia avispa. Con estos nuevos aliados bajo su control, Ian se sintió más preparado para lo que el futuro le deparaba.

Asegurándose de que el refugio estaba bien protegido y de que su grupo estaba en buenas condiciones, Ian se preparó para continuar su viaje. Sabía que, aunque había superado un gran obstáculo, el bosque aún escondía muchos peligros, pero también oportunidades.

Con la colonia destruida y las almas capturadas, Ian estaba listo para enfrentarse a los desafíos que aún le esperaban, confiado en sus nuevas fuerzas y decidido a avanzar.

Mientras Ian organizaba su refugio y descansaba después de la ardua batalla contra las avispas, su mente comenzó a divagar hacia la Tierra. Desde que había llegado a este peligroso y misterioso mundo, no había tenido un momento para reflexionar sobre su situación original. La nostalgia de su hogar empezó a aflorar, junto con el deseo de regresar y asegurarse de que todo seguía en orden.

Sabía que, aunque este mundo le ofrecía oportunidades únicas para crecer y fortalecerse, la Tierra era su verdadero hogar. Allí, con las habilidades y recursos que estaba acumulando, podría enfrentar cualquier amenaza con más seguridad. Ian consideró que una vez en la Tierra, podría utilizar el cristal de alma que había adquirido para mejorar aún más su fuerza, un movimiento que sería menos riesgoso allí que en este entorno hostil.

Sin embargo, antes de regresar, Ian era consciente de que necesitaba prepararse adecuadamente. Quería asegurarse de llevar consigo una buena cantidad de puntos energéticos, lo que le proporcionaría un margen de seguridad en caso de cualquier situación imprevista en la Tierra. Por ello, decidió que al amanecer se adentraría más en el bosque, buscando nuevas oportunidades para fortalecerse y reunir más energía antes de hacer su viaje de regreso.

Con esa decisión en mente, Ian se preparó para descansar, sabiendo que los próximos días serían cruciales para su crecimiento y su futuro. Su corazón estaba dividido entre la seguridad de la Tierra y las oportunidades de este peligroso mundo, pero estaba decidido a regresar más fuerte y preparado para cualquier desafío que pudiera encontrar.

Temprano en la mañana, antes de que el sol se elevara completamente en el horizonte, Ian se levantó decidido a llevar a cabo su plan. Después de un rápido desayuno y asegurarse de que todo su equipo estaba en orden, se montó sobre la reina avispa, con su lobo y el mono a su lado, y comenzó su viaje hacia las profundidades del bosque. Sabía que cuanto más se adentrara, más peligrosos serían los enemigos, pero también mayores serían las recompensas.

Mientras avanzaba por el espeso follaje, el ambiente se volvió cada vez más oscuro y opresivo. Las criaturas que había enfrentado anteriormente palidecían en comparación con lo que sentía que podría encontrar en estas tierras inexploradas. Sin embargo, lo que encontró fue completamente inesperado.

A medida que se adentraba más en el bosque, Ian se detuvo de repente al ver un grupo de figuras pequeñas moviéndose a través de los árboles. Con cuidado, se escondió entre la vegetación, observando de cerca. Eran goblins, criaturas pequeñas pero conocidas por su astucia y malicia. Ian se sorprendió, ya que no había visto goblins en este mundo antes, y mucho menos cazando en grupos organizados.

Lo que le llamó aún más la atención fueron sus armas y armaduras. Aunque toscas, eran de hierro, algo bastante inusual para criaturas como ellos. Los goblins normalmente usaban herramientas y armas improvisadas, pero estos tenían equipo que, aunque simple, era mucho más avanzado de lo que esperaba.

Intrigado y viendo una oportunidad, Ian decidió seguirlos en silencio, asegurándose de no ser descubierto. Los goblins se movían rápidamente, comunicándose entre sí en su lengua gutural, sin darse cuenta de que estaban siendo observados. Después de un rato, los goblins llegaron a una cueva oculta entre las rocas, que parecía ser la entrada a algún tipo de refugio subterráneo.

Ian, manteniendo una distancia prudente, observó cómo los goblins se adentraban en la cueva. La curiosidad lo invadió, junto con la posibilidad de encontrar núcleos y tesoros que los goblins podrían haber acumulado en su guarida. Una fortaleza goblin en un lugar tan remoto podría significar riquezas inesperadas, y Ian no estaba dispuesto a dejar pasar esa oportunidad.

Con el corazón acelerado, Ian decidió que explorar la cueva de los goblins podría ser exactamente lo que necesitaba para recolectar los recursos suficientes antes de su regreso a la Tierra.