La acción de Aiden resultó devastadora ya que, a donde quiera que miraba, veía el daño que había causado al embestir contra David, el director.
Sin embargo, el daño al entorno del Coliseo no era importante en absoluto, el importante era el que Aiden y el director habían recibido.
—¿Aiden, estás bien? —una voz gritó cerca de los oídos de Aiden.
Aiden no estaba seguro en absoluto del dueño de esa voz, ya que solo podía oír un zumbido en ambos oídos.
«¿Lo hice? ¿Fue un empate?», pensó Aiden mientras sentía su conciencia desvaneciéndose lentamente de su cuerpo.
—¿Por qué hiciste eso, eres estúpido? —la misma voz de antes gritó en uno de sus oídos.
Sin embargo, Aiden no podía comprender nada de eso ya que apenas podía ver o caminar.
El daño del hechizo de David realmente había sido masivo.
Aiden, sintiendo lo débil que estaba actualmente, miró hacia sus pies y el resto de su cuerpo preguntándose si había recibido mucho daño.
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