No me preocupa el motivo por el que hayan atacado este edificio, solo quiero la protección de los civiles, además, no estoy de servicio y esto me favorece al no tener un objetivo que me impida salvar a civiles.
"¡Cálmate!."
"¡Cálmate!."
"¡Dame al rehén…!. ¡Dame a la mujer!."
"Solo vete y déjame a ese civil, prometo que no disparare si me la das."
La mujer no paraba de llorar y gritar.
El hombre parece pensarlo y la suelta.
Suspire con mucho alivio.
Me alegraba que todo hubiera terminado de esa manera pacifica, pero…
En el momento que la rehén pelirroja se me acerco vi un pequeño reflejo en su mano.
La mujer sacó de un costado con gran rapidez una Glock y me disparo de frente.
Era imposible que fallara.
Estábamos a tan solo un metro y algo de distancia.
Me confié pensando que todo había terminado.
Me deje llevar por el deseo de que todo terminara, que me olvide de que en un campo de batalla todo puede suceder.
Me sacudió el cuerpo con cinco balas.
Dos en el hombro.
Una por debajo del chaleco antibalas y dos en una de las piernas, especialmente en la arteria principal.
En simples palabras, la mujer me destruyo el cuerpo.
Era una mujer que sabía perfectamente en donde dispararle a alguien con chaleco.
Ya había recibido varios tiros cuando pertenecía a las fuerzas especiales, pero no en lugares tan problemáticos, además, esos tiros fueron disparados desde muy cerca y era imposible que no tuvieran un efecto crítico.
De mi boca tosía pura sangre.
Seguido caí al suelo sin tener la posibilidad de defenderme.
Mientras me veía caer en ese estado la mujer pelirroja sonreía de alegría.
No podía creer que iba a morir de esa manera y en ese lugar.
Faltaba tan poco para poder ver mis padres y disfrutar de mis vacaciones.
¿Por qué termine en ese estado?
¿Por qué estaba a punto de morir?
Solo quería salvar la vida de las demás personas y esa mujer pelirroja que al parecer no era ninguna civil.
"Puede que todo haya acabado, pero no me arrepiento de nada."
Incluso ahora no me arrepiento de haber tomado esa decisión, después de todo hice suficiente tiempo como para que los civiles escaparan, sin embargo….
No podía morir de tal manera o más bien mi conciencia no me dejaba hacerlo.
Me parecía injusto que en todos mis años en las fuerzas especiales no haya muerto y ahora que tenia mis vacaciones este a punto de dejar este mundo.
Estaba enojado y no podía dejarlo pasar así.
Con mis ultimas fuerzas agarre el arma y apunte hacia el maldito helicóptero.
La mujer se estaba subiendo al helicóptero junto al líder de los terroristas.
A pesar de toda la sangre que estaba perdiendo y escupiendo cerré mis ojos.
Medite y me tranquilice durante cinco segundos.
Los abrí y respiré ondo para logran mantener el pulso.
El pulso era perfecto y La mujer estaba en mi mira.
La posición, la mira, el viento y un montón de otras características eran perfectas.
A pesar de que era mi último tiro estaba maravillado con esta satisfacción para poder disparar.
Sentí como si alguien me acomodara la mano y el pulsó para hacer el tiro definitivo.
"¡Vete a la mierda perra!."
Aprieto el gatillo y la bala sale disparada.
El ruido del disparo me da tanto placer que suelto una sonrisa inconsciente.
La bala traspasa la cabeza de la perra que me disparo y cae hacia atrás sin vida.
"El mejor disparo que hecho."
"Me parece justo que ocurra en mi momento final."
Disparo las demás balas del cargador, pero esas no tenían la misma precisión y perfección que la primera lastimosamente.
De igual manera le doy a la helicóptero, pero no tengo conocimiento de que le hiciera daño.
"¡PUEDES CHUPARME LAS BOLAS MALDITO HIJO DE REMIL PUTA!." Grito con mi último aliento al ver el rostro enojado del terrorista mientras levanto mi dedo medio.
El placer que me dio ese rostro fue una de las mejores cosas que vi en mi vida.
Luego, el terrorista aprieta un dispositivo y un fuerte "Boom" se escucha debajo mío.
Le helicóptero y el terrorista se fueron en el momento.
El suelo no dejaba de temblar.
"Ese maldito exploto todo el edificio."
Suspiro para no llorar.
Parece que acá se acaba todo.
El helipuerto se abre debajo de mí y caigo hacia el interior del edificio que no dejaba de tener varias combustiones.
Y así fue como morí….
Me sigue pareciendo sorprendente que este vivo.
Bueno, no se si estoy vivo o no.
Solo se que ya se quien soy y como llegue aquí.
Sin embargo, sigo sin entender qué hago rodeado de tantas personas.
También no se que son esos cristales que no dejan de hablar.
Tienen voces femeninas y masculinas, no suenan a nada extraño.
"¡Cierto!, ya no siento ese dolor de cabeza infernal."
No debo ser el único, ya que muchos se están levantado del piso al igual que yo.
Uno de los tantos cristales flota por el cielo y se pone encima de nosotros.
"Hola queridos humanos." Menciona una voz femenina
Pego mi mirada en ese cristal rojo que acaba de hablar.
"Me gustaría darles la bienvenida a este pequeño espacio que creamos solo para ustedes."
" ¿Quién soy?."
"Yo soy una diosa. Una de los muchos."
"Sin embargo, no somos los dioses de su antiguo mundo, sino que pertenecemos a otro planeta. A uno muy diferente al suyo."
Los murmullos de sorpresa los empiezo a oír por todos lados.
Parece que si he muerto…je.
Ya lo sabía, pero con esto me lo confirmaron.
Es sorprendente poder saber que existen los dioses, sin embargo….
¿Cómo es eso de que son de otro mundo?.
"Seguro tienen muchas dudas con respecto a lo que están viviendo, pero no hace falta que se vuelvan locos, yo me voy a encargar de explicarles todo."
"Primero que nada, todos están muertos."
"Mencionó esto por si alguno todavía no se ha dado cuenta."
Nadie se sorprende, solo hay gente llorando por su muerte.
De seguro todos recordamos nuestra muerte cuando sentimos que nuestro cuerpo se quemaba.
"Todos ustedes son especiales, no lo digo porque tengan algo que los haga especial, solo son especiales porque fueron elegidos de manera al azar por nosotros."
-CONTINUARA-