"Hola queridos humanos." Menciona una voz femenina
Pego mi mirada en ese cristal rojo que acaba de hablar.
"Me gustaría darles la bienvenida a este pequeño espacio que creamos solo para ustedes."
"¿Quién soy?."
"Yo soy una diosa. Una de los muchos."
"Sin embargo, no somos los dioses de su antiguo mundo, sino que pertenecemos a otro planeta. A uno muy diferente al suyo."
Los murmullos de sorpresa los empiezo a oír por todos lados.
Parece que si he muerto…je.
Ya lo sabía, pero con esto me lo confirmaron.
Es sorprendente poder saber que existen los dioses, sin embargo….
¿Cómo es eso de que son de otro mundo?.
"Seguro tienen muchas dudas con respecto a lo que están viviendo, pero no hace falta que se vuelvan locos, yo me voy a encargar de explicarles todo."
"Primero que nada, todos están muertos."
"Mencionó esto por si alguno todavía no se ha dado cuenta."
Nadie se sorprende, solo hay gente llorando por su muerte.
De seguro todos recordamos nuestra muerte cuando sentimos que nuestro cuerpo se quemaba.
"Todos ustedes son especiales, no lo digo porque tengan algo que los haga especial, solo son especiales porque fueron elegidos de manera al azar por nosotros."
Desde hace rato me disgusta su voz orgullosa y soberbia.
Desde un principio estos no se parecían a la imagen que tengo de un dios.
La mujer que se hace llamar diosa habla como si tuviera todo claro…me molesta, no me siento cómodo.
"Se los menciono para que no se crean la gran cosa, después de todo no lo son, simplemente se encuentran aquí porque queremos divertirnos y ya."
"Es más, considérenlo un privilegio poder vernos y escucharnos."
Si esta mujer quería hacer que tengamos miedo entonces si cumplió su cometido.
Todos a mi alrededor parecen asustados.
Obvio, no puedo negarlo, yo también me siento igual a los demás.
Cada cosa que dice hace que mi cuerpo se estremezca.
No se que nos depara el futuro estando en la mano de estos dioses.
De repente los demás cristales empiezan a titilar mientras se ríen.
"Déjenme contarles el motivo de que los tengamos a todos acá."
Se ríen de manera burlona cada vez que habla.
"Resulta que decidimos hacer algunas apuestas entre los dioses y como no podemos luchar ustedes lo harán por nosotros."
"Planeamos enviarlos al mundo que controlamos para que empiecen una nueva vida o oportunidad, allí recibirán la bendición de un dios y en caso de que ustedes reciban varias bendiciones de distintos dioses tendrán la posibilidad de elegir entre todas, pero solo podrán quedarse con una. Dependiendo de la que elijan el dios les brindara un poco de su poder y ayuda para que puedan desenvolverse en nuestro mundo."
"Tienen cuatro requisitos que cumplir en nuestro mundo…"
"Primero, esparzan la religión de su dios por todo el mundo."
"Segundo, maten a los que tengan las bendiciones de otros dioses."
" Tercero, hagan lo que quieran."
"Cuarto, hagan que nos divirtamos."
En simples palabra somos juguetes que van a usar para pelear.
No me gusta como suena eso.
Es más, me hace enojar y literalmente estamos siendo utilizados.
No soy el único desconcertado por si se preguntan.
Muchos están gritando muy enojados hacia el cristal rojo que esta hablando.
Es normal que estemos enojados cuanto nos tratan simplemente como hormigas.
"Ante de despedirlos me gustaría avisarles que puede que tengan un pequeño cambio de apariencia en el otro mundo."
"Esto es todo, espero que nos den una buena diversión HUMANOS."
Siento que cada palabra que dice es una burla hacia nosotros.
Luego de haber mencionado esas últimas palabras el cristal rojo se aleja de nuestra cabeza y se dirige a su antigua posición.
Los cristales de nuestros alrededores, es decir, los dioses empiezan a brillar.
La luz blanca era tan fuerte que poco a poco provocaba que se tragara todo el templo musgoso.
Las personas de enfrente tienen una silueta amarilla en todo su cuerpo.
Desaparece en frente mío.
"Oh yo también tengo una, parece que llego mi momento."
"Es difícil dejar de lado todo lo que hice en mi antiguo mundo, pero espero que en este mundo tenga mucha suer…."
XXX
Después de que esos humanos hayan sido transportados el templo se destruyo.
Las paredes y el techo cayeron.
Se despedazaron en varios fragmentos y flotaron en el gran espacio blanco.
Los único que quedaban en ese lugar eran los cristales de los dioses.
Cada uno se empezó a fracturar de una gran manera hasta que reventaron.
Ese espacio blanco que los rodeaba se transformó en una gigante llanura verde con montañas.
El lugar estaba lleno de vida.
De la tierra aparecieron varios tronos en forma de circulo.
Tras romperse los cristales varias formas humanas y algunas raras surgieron desde dentro.
Se dirigieron a sus respectivos tronos.
Una vez se acomodan la diosa que había hablado con los humanos empieza a hablar mientras pone una de sus piernas sobre la otra.
"¡Bien, empecemos el trabajo, dioses malditos!."
Desde el trono paralelo a esta responde otra mujer, pero con una voz mucho más picara que la anterior.
"No te pongas nerviosa y agresiva."
"Nuestra batalla no ha Comenzado, pero el dios que gane tendrá todo el mundo en su mano y obviamente seré yo la que gobierne."
Tras ese comentario dio inicio un sinfín de luchas entre ellos.
La única que mantenía la calma era la diosa que hace un rato estuvo en el cristal rojo.
"¡DEJEN DE HABLAR MALDITAS MIERDAS!."
"SON INSOPORTABLES."
Esto causa que el ambiente se ponga peor.
"Ahora que llame la atención de todos me gustaría confirmar algo antes de que todo comience…"
"¿Están de acuerdos con llevar esto acabo?."
Todos los dioses sonrieron de manera retorcida en tanto dejaban salir parte de su poder.
"Así que los 16 dioses estamos de acuerdo con esto…Bien."
"Por unanimidad, nosotros los dioses declaramos el inicio del Ragnarök."
"Entonces así damos inicio al final de un tiempo, para iniciar otro."
"Todos son libres de irse y ponerse en marcha en este juego de dioses."
Con esas palabra uno por uno de los dioses iba desapareciendo de su trono.
Después de que todos hubieran abandonado el lugar, la diosa del cristal rojo pone un rostro serio de pura emoción y murmura en profunda soledad mientras hace temblar el espacio con su poder.
"Comencemos con esta Batalla campal entre dioses, mesías o santos."
-CONTINUARA-