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Despertar Escarlata: El surgimiento de la bestia

Reynarth, un joven cuyo final llegó demasiado pronto en un acto de violencia, se encuentra con una segunda oportunidad en el más inesperado de los lugares. Renacido como un híbrido de dragón escarlata, una entidad de poder inmenso y temida, ahora extinta, debe navegar por un mundo fracturado. En una tierra donde humanos e híbridos coexisten con la constante amenaza de las bestias primals, Reynarth debe dominar sus nuevas habilidades para sobrevivir. En su búsqueda para convertirse en el depredador Apex, descubrirá que en este nuevo plano de existencia, las alianzas son frágiles y la supervivencia es todo menos garantizada.

ReynsPen · Fantasía
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10 Chs

Nueva vida (editada)

La noche había caído, envolviendo el mundo en un manto de oscuridad. En las afueras de la ciudad, un almacén abandonado se erguía como un espectro silencioso, sus paredes desgastadas por el tiempo y la negligencia, y sus ventanas rotas apenas visibles bajo la luz de la luna. Dentro del almacén, la oscuridad era casi total, rota solo por los débiles rayos de luz lunar que se filtraban a través de las ventanas rotas.El aire olía a polvo y a antigüedad, y el silencio era absoluto, como si el lugar hubiera estado vacío durante años. En el centro del almacén, Reynarth yacía en el suelo, su cuerpo adolorido y su respiración entrecortada. Estaba solo, rodeado por la oscuridad y el silencio, con la única compañía de sus pensamientos y el eco de su propia respiración. Y luego, de repente, se oyó un ruido fuerte.Algo en el techo del almacén se desprendió. Reynarth, que estaba justo debajo, no tuvo tiempo de moverse. En un instante, quedó sepultado bajo los escombros.***En la ciudad de Crimson Peak, el alba se desplegaba con timidez, tiñendo el cielo con tonos de rosa y naranja. Reynarth, sumido aún en los brazos de Morfeo, yacía en su lecho mientras los primeros destellos del amanecer se aventuraban a través de las cortinas, acariciando sus párpados cerrados.Con un gesto perezoso, Reynarth abandonó la cama, sus ojos azules parpadeando ante la invasión de la luz solar. A pesar de sus 17 años, su mirada destilaba una madurez que desafiaba el calendario de su juventud. Su cabello, un rubio dorado, parecía capturar y jugar con cada rayo de sol.De estatura modesta, con apenas 1.68 metros de altura, su figura era notablemente delgada y frágil, pero no por ello menos digna. Aunque su cuerpo no ostentaba fuerza, cada movimiento suyo estaba impregnado de una elegancia innata que lo distinguía del resto.Tras su rutina matutina, Reynarth descendió a la cocina, donde el aroma del desayuno preparado por Marianne, su madre adoptiva, llenaba el ambiente. Marianne, con su figura armoniosa y movimientos gráciles, reflejaba la calidez de la mañana en su sonrisa. Su padre adoptivo, Richard, un hombre de estatura imponente y voz que calmante, hojeaba el periódico. La sangre no los unía, pero el amor que tejían a diario era más fuerte que cualquier lazo genético. Reynarth se sentía eternamente agradecido por el refugio de afecto que le brindaron desde que lo acogieron siendo apenas un infante.Con el desayuno concluido, Reynarth emprendió el camino hacia la preparatoria, marcando el inicio de su último año antes de la universidad. En su travesía, se unió a sus tres amigos: Arlen, el alma de la fiesta; Marik, el cerebro pensativo; y Ethan, la fuerza del grupo. Los cuatro eran muy diferentes, pero inseparables.Y en el horizonte de su corazón, se perfilaba Lyra, el ángel de sus pensamientos más dulces. Lyra, con su melena castaña y ojos que rivalizaban con la frescura de la primavera, era la compañera constante de Reynarth. Aunque las palabras de amor aún no habían cruzado el umbral de sus labios, el sentimiento latente era tan claro como el cielo despejado de Crimson Peak.La vida de Reynarth había sido un viaje a través de tormentas y calmas, pero en esta nueva existencia, encontró un refugio en la calidez de una familia y la promesa de un amor.Reynarth había vivido una vida anterior marcada por la desesperación y la miseria. Su padre, un hombre perdido en el abismo del alcoholismo, malgastaba cada centavo en bebida y desataba su furia en él cuando no estaba sumido en la inconsciencia.Solo y a cargo de su propio cuidado desde muy joven, Reynarth se vio obligado a trabajar en empleos mal remunerados, luchando día tras día para ganar lo suficiente para subsistir. Sin embargo, no permitió que la adversidad lo alejara de sus estudios. Noche tras noche, se sumergía en los libros bajo la tenue luz de una lámpara de queroseno, decidido a forjar un destino diferente.Esa existencia quedó atrás cuando Reynarth fue concedido una nueva vida. A sus 17 años, se encontraba en un lugar distinto, adoptado por una familia amorosa y residente de Crimson Peak, una ciudad vibrante y llena de color. Rodeado de amigos leales y con la constante compañía de Lyra, la chica que había capturado su corazón, sus días en la preparatoria transcurrían entre aprendizaje y camaradería.Reynarth consideraba esta nueva oportunidad como un regalo invaluable, una segunda chance para vivir plenamente. Y estaba resuelto a no desperdiciar ni un solo momento.El día en la preparatoria de Crimson Peak transcurrió como cualquier otro. Arlen, con su ingenio rápido, siempre lograba arrancar carcajadas durante las clases, Marik se deleitaba en los debates académicos, y Ethan compartía anécdotas de sus hazañas atléticas.Al sonar la campana final, anunciando el fin de las clases y el comienzo del crepúsculo, Reynarth recogía sus libros cuando Lyra se acercó con una propuesta inesperada. "Reynarth, ¿te gustaría acompañarme a un lugar después de la escuela?" preguntó, su voz era un susurro."Claro, Lyra. ¿A dónde vamos?" respondió Reynarth, su curiosidad despertada por la invitación."Es un lugar especial," reveló Lyra, una sonrisa juguetona en sus labios. "Pero prefiero que lo veas por ti mismo."Dejando atrás la escuela y las calles animadas de la ciudad, se dirigieron hacia las tranquilas afueras. El camino los llevó más allá de la colina rojiza, cuyo resplandor se desvanecía con la puesta del sol, y el aire fresco del atardecer traía consigo el aroma de la naturaleza.Llegaron a un viejo almacén que se erguía solitario contra el cielo teñido por el ocaso. "¿Estás segura de que es aquí?" preguntó Reynarth, contemplando el edificio desgastado."Confía en mí," aseguró Lyra, guiándolo hacia el interior del almacén.La luz del día cedió su lugar a la luna, que ascendía plateada en el cielo nocturno. Sentados en el centro del almacén, la quietud del lugar era solo interrumpida por sus voces suaves y la cercanía compartida.Lyra se volvió hacia Reynarth, sus ojos verdes capturando la luz lunar como dos esmeraldas en la oscuridad. "Reynarth," susurró, su voz un canto seductor que flotaba en el aire. "¿Alguna vez has querido hacer algo, pero te encuentras perdido en cómo comenzar?"Ella se giró hacia él, la luz de la luna delineando su silueta. Con una sonrisa enigmática, se acercó a él, cerrando la brecha entre ambos hasta que apenas unos pocos centímetros los separaban. Su perfume, una mezcla embriagadora de jazmines y rosas silvestres, se entrelazaba con la brisa, envolviendo a Reynarth en un vértigo dulce y floral."¿Alguna vez has anhelado algo, pero te sientes inseguro de cómo alcanzarlo?" preguntó Lyra, su mano deslizándose por su brazo, dejando un rastro de calor a su paso.El corazón de Reynarth latía con fuerza, una mezcla de nerviosismo y anticipación llenaba su pecho. Justo cuando estaba a punto de rendirse al encanto de Lyra, una carcajada resonó en el almacén.Lyra estalló en risas, su alegría llenando el espacio y disipando la tensión. "¡Oh, Reynarth, tu expresión!", exclamó, todavía riendo.Reynarth, atónito, no sabía cómo reaccionar. Entonces, emergiendo de las sombras, aparecieron Arlen, Marik y Ethan. Ethan, con una sonrisa traviesa, se adelantó. "Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?", dijo, su voz llena de diversión.Reynarth miró a sus amigos, su corazón aún palpitante. Aunque sorprendido, algo dentro de él intuía lo que estaba sucediendo.