Julie estaba sentada frente a la ventana de su habitación, mirando los árboles y la oscuridad que enfrentaba su habitación. Varios minutos habían pasado desde que Román se había ido, y ella se quedó allí con una mirada aturdida en sus ojos. El sueño se había ido por la ventana, y no parecía que fuera a regresar pronto.
Llevó su mano cerca de su rostro, tocando sus labios con los dedos.
El recuerdo de los labios de Román sobre los suyos todavía estaba fresco, como si todavía estuviera siendo besada, y su corazón se estremecía al recordarlo. El rubor que había aparecido en sus mejillas antes no la había abandonado.
Román era sexualmente atractivo, y aunque inicialmente no era su tipo, no esperaba sentirse atraída por él. Julie puso sus manos en sus mejillas, sintiendo lo caliente que había quedado su rostro.
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