Donovan se preguntaba si el alma de Lilian había salido de la tumba como lo había hecho antes. Pero esta vez, había una diferencia en el sonido que el aire traía consigo. Podía oír su corazón latiendo, y cada latido era más claro que el anterior.
—Déjame tocarte para saber si eres real o solo estoy imaginando lo que mi subconsciente quiere ver —dijo Donovan, pero antes de que pudiera levantar su mano para tocar a la mujer, Lilian lo adelantó colocando su suave mano en su mejilla.
Por un momento, el vampiro Anciano cerró los ojos, sintiendo el toque nada menos que preciosas gotas de agua que se proporcionaban a una persona en el desierto caliente. Abrió sus ojos rojos y miró a la mujer.
—¿Cómo es posible? —le preguntó porque tenía curiosidad de saber cómo ella estaba aquí. Respirando y viviendo como si nunca se hubiera ido, que hubiera estado existiendo todo este tiempo, y que había sido él quien había fallado en notarla.
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