webnovel

Algunas cosas toman tiempo

La muerte de Annabeth lo quebró. Y muchos temían que para siempre. Busco el refugio en las profundidades del mar. Pero él sabía que no podía esconderse del mundo y de sus amigos por siempre, tenía que seguir adelante. Y tal vez no sería de la forma en que él pensó que sería, pero si fue la más adecuada para ayudarlo a terminar de sanar, para volver a ser el de siempre.

EscritorDeFics · Película
Sin suficientes valoraciones
34 Chs

Aprendiendo a ser un dios

Thalia se quedó de pie ante el consejo esperando que la sala se vaciara completamente. Se sentía nerviosa, pero ansiosa de descubrir que era lo que estaba pasando, necesitaba volver a las cazadoras con respuestas.

—Lo que vamos a proponerte puede sonar escandaloso… y seguramente te llenara de muchas preguntas… pero quiero que evites hacer preguntas ¿sí? —todos miraban ansiosos a Zeus, tal vez no era muy bueno darle ciertas pistas… conociendo a Thalia terminaría por estallar.

—Lo intentare… pero de que se trata… ¿y porque lady Artemisa no está aquí? —la última parte puso aún más nerviosos a los dioses, no querían dar explicaciones que comprometieran a Artemisa, esto debía ser algo que solamente el Olimpo tratara.

—De eso se trata… el consejo ha decidido que Artemisa no está capacitada en estos momentos para seguir ejerciendo su labor como diosa de la caza, ni estar al frente del grupo de cazadoras existentes —lo que salió de boca de su padre sorprendió a Thalia. No se esperaba esto. ¿Esta Artemisa en problemas? ¿Estaba enferma? ¿Porque el Olimpo guardaba tantos secretos con respecto a su señora?

—Un momento… —trato de objetar, pero rápidamente Zeus la freno con un gesto de su mano.

—Déjame terminar —Zeus no parecía demasiado paciente como para ser interrumpido.

—Lo siento —Thalia se disculpó rápidamente, no quería fastidiar el ambiente pacifico que su padre había tenido hasta ahora.

—Es por eso que el consejo cree que de manera temporal… hasta que Artemisa vuelva a estar apta… o tal vez de manera permanente… en fin… queremos nombrarte diosa menor de la caza y las doncellas —Thalia casi se desestabiliza con lo que su padre le estaba ofreciendo. Eso sería traición. No podía hacerlo. Los dos dominios de Artemisa estaban relacionados, ya que solo las doncellas podían ser cazadoras, pero ella no podía siquiera pensar en traicionar a Artemisa.

—¿¡Que!? —Thalia empezó a perder el control de sí misma. Esto sería una traición contra Artemisa. ¿Porque el Olimpo la estaba despojando de sus dominios? ¿Seguiría siendo una diosa? Pero si ella no aceptaba seguramente le ofrecerían el puesto a otra persona y eso sería un desastre para las cazadoras. ¿Sus hermanas la odiarían por estar del lado del Olimpo antes que con Artemisa?

—Bueno entonces estas todo arreglado… como será temporal no hará falta la intervención de las Moiras… solamente te conferiremos el poder de Artemisa, es completamente reversible —Los dioses se pusieron de pie y se disponían a empezar el ritual.

—¡No! ¡No! Espera… no puedo hacer eso —Thalia los sorprendió empezando a caminar de un lado a otro nerviosamente.

—¿Porque no? —Zeus estaba empezando a perder la paciencia, todo este tema lo tenía fastidiado, pero para su sorpresa y fortuna de Thalia la reina del Olimpo puso una mano sobre él para tranquilizarlo.

—Porque sería tanto como traicionar a mi señora… primero quiero hablar con ella —Thalia sabía que no estaba en posición de pedir cosas, pero sentía que estaba traicionando la confianza de su señora.

—No creo que eso solucione el problema —Apolo intervino con una mirada pensativa, había pensado en hacer que Thalia y las cazadoras convencieran a Artemisa de exponer su caso y esclarecer las cosas, pero sabía que eso sería doblemente humillante para ella tal vez.

—¿Qué problema? —Thalia también estaba perdiendo la cordura de ver que nada era claro y que prácticamente la estaba empujando a aceptar los dominios de su señora. Una idea se formó en la mente de Zeus para terminar este tema de una vez por todas. Si hay algo que no podía soportar Thalia y las cazadoras era la vanidad de las hijas de Afrodita…

—Eso no importa… si tú no deseas el honor… seguramente a Afrodita le gustaría hacerse cargo de la caza —Afrodita entendió el punto y se puso de pie orgullosa pestañeando a mil por hora y dejando escapar el olor de su costoso perfume francés.

—¿¡Que cosa!? ¡No… no permitiré eso! Antes aceptare yo —Thalia estaba enfurecida, no podía permitir que la caza cayera tan bajo como para tener como patrona a Afrodita… sería el hazme reír de todo el mundo mitológico.

—Sabia decisión… mi hermana no puede hacerse cargo de esos dominios hasta que lleguemos a ciertas conclusiones —Atenea en silencio halago la táctica de su padre para obtener el sí definitivo de Thalia. Sabía que ambas, tanto Thalia como Artemisa eran muy obstinadas para aceptar las cosas por la buena forma. Un poco más calmada Thalia creyó que al menos podía obtener algo de información.

—¿Que le ha pasado a mi señora? —Apolo y Zeus se miraron de reojo, a pesar que Thalia sería una diosa no podían compartir sus conjeturas sobre el estado de Artemisa.

—No podemos hablar de eso… eso solo es un tema del consejo —Zeus explico a su joven hija. Sin duda sería algo que haría enfurecer a las cazadoras, asi que no podía arriesgarse a dejar un grupo de mujeres furiosas matando a voluntad.

—Pero entonces ¿qué les diré a mis hermanas de la caza? —Apolo pensaba en qué clase de cosas neutrales podrían decir sin mentir… porque una mentira sería igual a un gran problema a futuro.

—Simplemente que Artemisa se encuentra atendiendo otros asuntos… y que por eso se te confirió a ti sus poderes… serás una diosa menor de todas formas —Thalia frunció el ceño, parecía que los dioses tenían ensayadas sus respuestas, siempre todos manteniendo el secreto a salvo.

—Qué suerte… porque no me gustan las reuniones largas —Thalia sonrió por lo gracioso que había sonado, pero no pareció hacerle gracia a su padre.

—Thalia —Zeus regaño con cansancio…

—Está bien… solo quiero saber si ella está bien —Thalia intento una vez más saber algo nuevo de Artemisa, solo se le había dicho a la caza que estaba ocupada y que no podía estar con ellas. Asi que lady Hestia se encargaba de alojarlas en el Olimpo.

—Ella no está enferma si eso es lo que te preocupa —Apolo respondió rápidamente.

—¿Y puedo verla? —el dios sol estaba empezando a aburrirse de toda esta charla improductiva, sabía que nadie soltaría nada con respecto a Artemis, pero eso no parecía desanimar a Thalia.

—Supongo que si… si es que ella quiere recibirte —dijo finalmente Atenea, quería solucionar el problema cuanto antes y si Thalia creía que podía hacerlo en hora buena.

—Bueno entonces adelante —Thalia respiro hondo antes de que los dioses empezaran a cantar en voz alta algunas cosas en griego antiguo, luego todo se volvió oscuro.

Paso más de una semana desde que Thalia acepto convertirse en la diosa menor de las cazadoras y las doncellas, no había sido fácil darles la noticia a las cazadoras, algunas pensaban que Thalia estaba en alguna clase de confabulación contra su señora. Thalia tuvo serios problemas para convencerlas de que era eso o que Afrodita se hiciera cargo de la caza, fue esa la única manera de ganarse la confianza de sus hermanas. Thalia no sabía cómo ser una diosa, la confianza que tenía con la caza hacía que ella odiara tener que dar órdenes que no podían ser desafiadas… como cuando decidió que era hora de dejar el Olimpo para tomar un poco de ritmo cazando algunos monstruos. Phoebe había sido la primera en objetarle tal decisión, alegando que ni siquiera habían sido capaces de ver a Artemisa. Thalia estaba frustrada porque vez tras vez había querido entrar al palacio de Artemisa para hablar con ella y vez tras vez se había encontrado con que el acceso está restringido para cualquiera.

Finalmente, la caza tuvo que obedecer las órdenes de su nueva señora, aunque Thalia les dijo que era de manera provisional, que el proceso era completamente reversible y que cuando Artemisa terminara de atender sus asuntos con el Olimpo podría volver a hacerse cargo. Pero por la cara de los dioses durante su nombramiento como diosa menor de la caza y las doncellas apuntaba a que pasaría un buen tiempo antes de que Artemisa volviera.

En el fondo del mar las cosas iban un poco diferente, en una sala del reino de Poseidón el sonido de espada chocando llenaban el ambiente de emoción y respiración agitada, luego de recuperar sus fuerzas Poseidón le había dicho a Perseo que era hora de empezar su entrenamiento y planificación de lo que él quería ser como dios. Le explico que la personalidad de un dios se forma en los primeros años, le conto su propia experiencia asi como la de otros dioses que habían sido un desastre desde el comienzo, siendo bebedores, mujeriegos, sanguinarios, y que eso era lo que había perdurado en ellos a lo largo de los siglos, asi que era importante formar un hábito para los postreros años.

Perseo tenía claro una cosa, como dios de los héroes quería hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudarlos y proveerles herramientas para defenderse en el mundo real, ya que una vez que no estuvieran en el campamento cada uno estaría por su cuenta y debía estar preparado. Asi que en su mente un plan se empezó a gestar. Pero primero necesitaba potenciar sus habilidades de combate en todas las armas. Y precisamente eso era lo que estaba haciendo con Poseidón una lucha con jabalina, que no era precisamente un arma con la que tuviera mucha afinidad.

—Entonces ¿crees que vas a dejar de esquivar mis golpes y trataras de atacar a tu viejo padre? —Poseidón atacaba con golpes firmes, pero Percy solo los esquivaba sin contraatacar y eso no ayudaba mucho a su formación.

—Vamos… sabes que no tengo practica con esto —el joven dios se quejaba con su padre, Poseidón era de las personas que enseñaba en combate, nada de lección previas, todo sobre la arena.

—Bueno… pero debes… si quieres hacer bien tu papel y no ser una vergüenza como Dionisio… —Ambos sabían que para lo único que Dionisio servía era para dormirse durante las reuniones del consejo y buscar doncellas prohibidas.

—Ni me lo recuerdes, ese ebrio tendría que hacer algo más por los chicos del campamento —la amargura de haber sido semidiós y haber visto cuan poco le importaba a Dionisio el destino de los semidioses lo enfermaba.

—Debería… pero depende mucho de querer

—Bueno yo sí quiero —Percy dijo con firmeza bloqueando un nuevo ataque de su padre, pero eso era lo único que hacía.

—Lo se ¡entonces ataca! —Poseidón extendió en su plenitud la lanza para rasgar parte del pantalón de Percy y rasguñar su muslo provocando que icor en poca cantidad saliera… jamás se acostumbraría a ver su sangre dorada…

—¡Hey! —reclamo frotando su muslo del icor que brotaba. Poseidón lo había ya herido en miles de oportunidades, pero siempre eran heridas leves y no en lugares vitales.

—Sanara pronto —se encogió de hombro el viejo dios mientras hacía unos malabares con la lanza para retornar la atención en el combate.

—Entonces planeas lastimarme solo porque puedo sanar —Percy dijo en tono juguetón, tratando de buscar un respiro de tanta práctica. El tiempo se había vuelto algo un poco difuso en su mente, de un momento a otro ya había pasado más de cuatro horas entrenando.

—No… planeo atacarte para aprendas —Poseidón atacaba rápidamente y Percy seguía esquivando, pero esta vez se atrevió a dar un par de ataques, un poco débiles, pero eran sus primeros envistes.

—Bueno tus métodos son algo extremos —su padre sonrió mientras paraba el combate para tomar un descanso.

—Necesitaras más que suerte para enfrentarte a los que hay allá afuera —Percy no sabía cómo interpretar lo que su padre decía, es decir él se había enfrentado a Kronos… no era por vanidad, pero tal vez su padre quería darle alguna clase de lección sobre ser dios.

—Vamos… es que no he demostrado ya suficiente —Percy se quejó mientras tomaba un poco de néctar para recuperar vitalidad.

—Como semidiós —Percy pensó que su padre no estaba valorando sus logros.

—¿Hay alguna diferencia? —pregunto un poco enfadado…

—Bueno veras… los semidioses tienen una suerte especial —Poseidón percibió su fastidio, asi que tenía que ir con cuidado si es que no quería ofender el orgullo de su hijo. No es como si quisiera añadir una nueva penuria a vida.

—¿Qué quieres decir? —Percy ahora sonaba intrigado, pero no menos perturbado.

—La suerte es distinta para semidioses y dioses… para ustedes la probabilidad de la suerte es más alta que para nosotros —Percy puso una cara de en español por favor —Nosotros necesitamos demostrar nuestro poder para tener más probabilidades —La mente de Percy estaba procesando lo que su padre le decía… tal vez Annabeth tenía razón era un cerebro de algas, Percy sonrió con un poco de amargura recordando ese apodo cariñoso… pero no podía dejar que la melancolía lo dominara, no ahora que era un dios… tenía que aprender a lidiar con su dolor. Era algo que se había propuesto y ya tenía un par de planes para ayudar a su propósito.

—¿Quieres decir algo como la suerte está del lado del más fuerte? —Poseidón sonrió porque su frase no podía ser más correcta.

—Exacto… en cambio con los semidioses la suerte es una cuestión la intervención divina —sonaba razonable, ya que si cierto dios era más bien tu enemigo podías verte perjudicado…

—Mmm yo no tengo alguien que me favorezca

—Ese es el punto… debes ser lo suficientemente fuerte para batir a tu enemigo mientras esperar un golpe al azar de suerte —Percy pensó que eso sonaba hasta cruel… con razón Hestia, Hera y otras diosas pacificas no se atrevían a entrar en combate.

—Suena injusto —reclamo Percy, pero Poseidón le sonrió dándole un golpe en el hombro.

—Puede que sea asi… pero cuanto más fuerte y victorioso te vuelves, mayor se vuelve tu poder de cambiar tu suerte y la suerte de los héroes que gozan de tu favor —Percy capto eso rápidamente, cuando más fuerte fuera más podría hacer por los héroes.

—Eso suena como algo por lo que vale la pena entrenarse, no solo forjo mi propia suerte —Parecía que las lecciones básicas de ser un dios estaban dando sus frutos.

—Claro… mira a Apolo… crees que Paris hubiera podido por sus propios medios clavar esa flecha en el talón de Aquiles? —Un ejemplo sin duda ayudaría a fijar esta lección.

—Entonces fue Apolo —Percy sonrió mientras recordaba haber leído… o al menos una lectura a medias esa historia de Paris disparando la flecha hacia Aquiles.

—Claro… ¿qué pensabas? Aquiles profano su templo en Troya, asi que Apolo uso la habilidad de Paris para cambiar la suerte de lo que podría haber sido una flecha dirigida a cualquier parte —Quien sabe… tal vez alguna vez podría pedirle a Apolo mismo que le ayudara con su habilidad o mejor dicho NO-Habilidad con el arco.

—¿Entonces cuanto más fuerte y victorioso soy más puedo cambiar la suerte de los héroes? —Poseidón arrojo la lanza hacia Percy, quien la tomo rápidamente.

—Lo has captado… ahora a entrenar —Entonces Percy sabía que entrenar era una cuestión fundamental para sus planes, pero primero tendría que dedicarse a ser un maestro en la lucha.